Liuba María Hevia, la dama de la habanera

Noviembre 3, 2023

Liuba María Hevia o la dama de la habanera, como muchos la nombran, es una compositora, trovadora y cantante cubana. Constituye una de las voces que más importantes del pentagrama musical nacional e iberoamericano. En sus composiciones se pueden encontrar fusionados elementos armónicos tradicionales y contemporáneos, lo cual evidencia una singularidad artística.

Esta artista desde 1982 formó parte del conocido movimiento de la Nueva Trova Cubana, fundado por figuras como Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, llegando a realizar colaboraciones con estos dos significativos pilares de la cultura nacional; sin embargo, su mayor popularidad la obtuvo en la década del noventa del pasado siglo.

Las letras de Liuba se caracterizan por la poesía y el rebuscado lirismo de sus textos. A la par de esto también se suma la fusión de diversos géneros musicales. La habanera, la balada, las guajiras, los sones y boleros constituyen un ejemplo de la variada sonoridad que le impregna esta autora a sus canciones. También en su repertorio encontramos versiones de grandes clásicos latinoamericanos.

Coloreando la esperanza, de 1993, constituyó el primer disco que esta mujer lanzó al mercado. El mismo ofreció una mirada contemporánea a la música campesina y se apreció una variedad melódica, rítmica y temática. Tres años más tarde, en 1996, su fonograma Alguien me espera fue todo un éxito en cuanto a la composición y musicalización de sus temas. También se constató la creatividad de Liuba en la poesía de sus letras.

Otro de los discos que vale la pena destacar dentro de su prolífica carrera es el titulado Ilumíname (2002), una antología de habaneras y de tangos poco conocidos. Esto se debió a que constituyó un homenaje a toda una generación de músicos que no gozaron de mucho reconocimiento. Según la autora, fue una de las propuestas más ambiciosas y difíciles de materializar.

En toda su trayectoria artística se aprecia la marcada influencia de reconocidas trovadoras como Sara González, María Teresa Vera, Sara Valdés, Teresita Fernández y Ada Elba Pérez. Desde que Liuba llegó al escenario aportó un timbre agradable y de matices irrepetibles. Sus canciones se encuentran en constante diálogo con diversos instrumentos dentro de los que destacan el cello, el violín, la guitarra y el laúd.

Su inigualable sonoridad se ha escuchado en festivales como Cuba-Nicaragua, en 1984, el festival Internacional del periódico francés L’Humanité, en 1986, el XX Festival Internacional de Habaneras en Tenerife, España, en 1995 y el Festival de invierno en Bolivia, en el año 1998.

Actualmente cuenta con más de una veintena de discos, en los cuales se puede apreciar lo femenino y la búsqueda al interior de sus pasiones. Su preocupación por exaltar los valores y el sentir humanos han sido la razón de su carrera. Es considerada como una creadora incansable y auténtica, que enriquece día a día el contexto musical cubano e iberoamericano.

Numerosos premios le han sido otorgados por diversas instituciones a lo largo de su carrera. El Premio Cubadisco le ha sido otorgado en varias ocasiones y con tan solo 31 años, obtuvo la Distinción por la Cultura Nacional; un galardón que se le otorga a los artistas por su trabajo y significativos aportes a la cultura cubana. Cuenta con la medalla Alejo Carpentier. En 2012 Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF por sus siglas en inglés) la nombró como Embajadora de Buena Voluntad por el trabajo social que realiza a favor de los infantes en teatros, barrios y hospitales.

En el pensamiento de los espirituanos

En el pensamiento de los espirituanos

En el pensamiento de los espirituanos

Mayo 10, 2023

 

“Anda pensamiento mío, dile que yo la venero,

dile que por ella muero, anda y dile así,

dile que pienso en ella, aunque no piense en mí.”

 

Ángel Rafael Gómez Mayea, o Teofilito, como muchos lo conocen, fue un compositor y singular exponente de la música tradicional espirituana. Nacido el 20 de abril de 1889, este bardo interpretó las melodías trovadorescas con orgullo y magistralidad. Sus primeras notas las aprendió con el maestro José Solás, quien le impartió solfeo y armonía desde temprana edad.

Su consagración y dedicación a la música lo llevó a compartir con diversos conjuntos y formatos vocales, tal es el caso de la banda municipal espirituana, en la cual se desempeñó como flautista y clarinetista. También realizó varios dúos con Alejandro Fernández y el trío Teofilitos junto a sus hermanos.

Otra de sus colaboraciones lo fue con los coros de clave originarios de la provincia espirituana, no obstante, también difundió sus letras con otras agrupaciones de la villa. Una de sus más fecundas ideas fue reunir a un grupo de amigos y crear el Coro de Jesús María. Hasta la década de 1960 estuvieron juntos estos músicos en las festividades de la provincia y en otros terrenos villareños.

De igual forma, su versatilidad y profesionalidad lo llevaron a colaborar con la parranda nombrada Hermanos Sobrino, Los Líricos de Rogelio Marín Mir, la Orquesta Clave de Oro y la primera orquesta charanga francesa de la ciudad espirituana. Sin embargo, a este cantautor se le reconoce por la canción Pensamiento, todo un himno que no pasa de moda y que ha sido inmortalizado por varios músicos a nivel internacional.

La mítica historia que encierra este tema musical se remonta a la fecha de 1915 cuando Juan Ordaz convocó a sus amigos a celebrar el cumpleaños 16 de su hija Rosa María. Al onomástico acudieron amigos, vecinos y algunos jóvenes pretendientes de la linda y acaudalada joven. En plena fiesta los concurrentes propusieron efectuar un juego con flores, donde las muchachas debían tomar nombres de flores. A todos les encantó la idea y es así como la homenajeada, Rosa María decidió llamarse Fragancia y una amiga de Teofilito adoptó el nombre de Pensamiento. El premio para el que adivinara el seudónimo que había adoptado Rosa María sería bailar un danzón con ella.

“¿Por qué usted no piensa en mí?”, le susurró Rosa María Ordaz al ver que el joven trovador no le respondía a sus insinuaciones. Al poco rato el ingenio de este compositor respondió con unos versos cantados que constituyen una de las melodías cubanas más interpretadas de todos los tiempos:

Pensamiento, dile a Fragancia que yo la quiero, que no la puedo olvidar. Ella vive en mi alma, anda y dile así: Dile que pienso en ella, aunque no piense en mí. Anda Pensamiento mío, dile que yo la venero, dile que por ella muero, anda y dile así, dile que pienso en ella, aunque no piense en mí.

No caben dudas de que, a más de un siglo de creada, Pensamiento sigue siendo una melodía portadora de la más refinada pasión. Este tema ha sido interpretado por la orquesta de Cámara de Moscú, María Teresa Vera y Lorenzo Hierrezuelo, Pablo Milanés, el Septeto Santiaguero, José Antonio Quesada, Rita Montaner, Eusebio Delfín y José Alberto el Canario, por solo citar algunos ejemplos.

Teofilito compuso más de 200 canciones de diversos géneros y afirmó que muchas de sus piezas habían sido superiores a Pensamiento. No obstante, fue esta melodía la que le encumbró. El 7 de abril de 1971, con 82 años de edad falleció este hábil de las composiciones, dejando un legado musical imperecedero para la posteridad.

Dos exponentes de la gestión patrimonial musical en la isla

Dos exponentes de la gestión patrimonial musical en la isla

Dos exponentes de la gestión patrimonial musical en la isla

Febrero 13, 2023

 

Odilio Urfé y Pablo Hernández Balaguer son dos figuras de la musicología y la gestión cultural que aplicaron sus esfuerzos en pro de la preservación del patrimonio musical en La Habana y Santiago de Cuba, respectivamente. Sus proyectos de trabajo emergieron de una conciencia de valor de la memoria cultural cubana que tomó fuerza entre historiadores, arquitectos, antropólogos, arqueólogos e intelectuales a partir de la década de los años 40 del siglo XX. Esa voluntad de preservar la memoria se aplicó luego, entre otras manifestaciones, a la creación de museos, bibliotecas, unidades de investigación, gestión y docencia de la música.

Como tarea prioritaria, Urfé llevó a cabo la compilación de una colección completa de instrumentos típicos de la música cubana, así como de partituras de compositores cubanos de todos los géneros populares y de concierto, del cancionero patriótico, amoroso y bucólico. Además, incluía fotografías, grabados, programas, carnés de baile del siglo XIX, revistas, etc. A partir de esos fondos patrimoniales se realizaron numerosos recitales, exposiciones de pintura y la presentación con regularidad de la Charanga Nacional de Conciertos. Los fondos gestionados por Urfé, así como todo su archivo personal, constituyen una de las colecciones más valiosas del actual Museo Nacional de la Música en Cuba.  

Por su parte, Balaguer, en solo diez años de intensa labor, logró publicar partituras y estudios relativos a la música del período colonial en Cuba, crear un archivo, realizar conciertos y grabaciones y divulgar en soportes científicos sus resultados. Los fondos gestionados por él se localizan mayormente en la Biblioteca Provincial Elvira Cape, en Santiago de Cuba. Previo a tener su sede en la Iglesia de San Francisco de Paula, ya el Instituto Nacional de Investigaciones Folklóricas (IMIF) había organizado eventos como el Primer Festival de Música Folklórica (1953) y el Primer Concurso Nacional de Danzones (1954). Esa relación investigación-interpretación, fue un importante modelo para Balaguer, quien mantenía un estrecho vínculo con el maestro Urfé.

Urfé había acompañado a Balaguer en los inicios de sus investigaciones, conocía el fondo de la Catedral de Santiago de Cuba y por ello le recomienda que complete la catalogación de ese valioso archivo. Además, le cuenta que se encuentra en pleno montaje de una exposición, cuya propuesta museológica abarcaría documentos históricos y, entre ellos, partituras de los principales compositores de música sacra de Santiago de Cuba (Rafael Salcedo, Cratilio Guerra, Juan Paris, Laureano Fuentes y Esteban Salas), a la par que solicita, con igual énfasis, fotos y músicas de los más connotados compositores populares de la región: Pepe Sánchez, Juan de Dios, Nené Manfugás, Eurodo Limonta, Pepe Bandera y el clarinetista Robinson.

Aclara que de no ser posible conseguir los originales, se conforma con la copia de los microfilms, lo que revela su conocimiento de la pertinencia del contenido sobre el mero valor bibliofílico del documento. Para la exposición organológica de su museo, solicita que Balaguer le gestione la compra de un juego de tambores de Tumba francesa, cuidando de aclarar su destino para que no sucediera que, creyendo que era un encargo de un extranjero, su precio fuera aumentado. Por último, le insta a buscar y coleccionar ediciones viejas de canciones, boleros, danzas y contradanzas hechas en Santiago, pues constituyen una valiosa contribución para la historia.

Irakere

La inigualable sonoridad de Irakere

Irakere

Mayo 23, 2022

 

(…) Cacha mulata encendida color de tabaco y ron,

tu belleza me emociona y me llena de inspiración.

Por eso canto:

Santa Clara, Santa Clara,

mañana me voy con cacha pa’ Santa Clara (…)

            

                      Canción Rucu Rucu a Santa Clara

Grupo Irakere

 

Irakere constituyó una agrupación fundamental dentro de la historia de la música cubana, considerado aún como referente para nuestros intérpretes. Su singular manera de asimilar el jazz latino e impregnarle la sonoridad nacional fue uno de sus principales hitos; sin embargo, la línea popular bailable fue otro de los perfiles desarrollados por esta agrupación que debutó el 25 de abril de 1973 en Santiago de Cuba. En el propio año de su fundación, Irakere se impuso en el gusto de las personas por la versatilidad desplegada. 

La mayoría de los artistas que integraron la plantilla de Irakere surgieron de la Orquesta Cubana de Música Moderna. Pese a la trayectoria profesional experimentada, Chucho Valdés insistía en el constante estudio y ensayo diarios. La asistencia de estos intérpretes a misas yoruba, el estudio de los tambores yuka, arará y batá además de otros instrumentos de percusión, sentaron las bases para un nuevo estilo dentro de la música cubana, además para la oleada de orquestas que se sucedieron durante los ochenta y noventa en la isla.

En 1979 ocurrió un boom de la música bailable en Cuba, fue en este momento cuando Irakere se posicionó en las primeras listas de la nación. En ese propio año comenzó el reconocimiento internacional de la agrupación, colocada en el ranking de otros países y situada entre las cinco mejores por encima de Chick Corea. También en 1979 se efectuó el Festival de Newport, el Carnegie Hall y el Montreux de Suiza. En medio de tanto despegue musical, destacan temas como Iya, Aguanile, Juana 1600 y Misa Negra, todas estas editadas por la CBS.

Para 1980 la agrupación contó con la fortuna de tener un músico de la talla de José Luis Cortés (el Tosco), quien le incorporó al formato de la orquesta elementos de la guaracha y del son. Su flauta le impregnó un sabor más picante, acorde con el género popular bailable.  A esta época pertenecen temas como Bacalao con pan, el gustado Rucu Rucu a Santa Clara, El guayo de Catalina y Baila mi ritmo.

Irakere constituyó una agrupación trascendente debido a que marcó un punto de inflexión en la canción cubana. La presencia de raíces afrocubanas incorporadas al jazz, le dio un giro a la sonoridad que lideraba en el espectro armónico cubano e internacional. La importancia de esta prestigiosa orquesta radica en su estilo policromático, desde lo afro hasta las melodías modernas y clásicas.

Irakere marcó pautas en las venideras generaciones debido a que estas bebieron de las nociones armónicas y melódicas empleadas por la agrupación. Otra de las relevancias de Irakere es la capacidad de mezclar la música con la pedagogía, lo cual posibilitó la formación de un plantel estelar reconocido en el mundo.

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Miguel Matamoros

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Abril 4, 2022

 

“Aunque tú me has dejado en el abandono

Aunque tú has muerto todas mis ilusiones

En vez de maldecirte con mucho encono

En mis sueños te colmo

En mis sueños te colmo de bendiciones (…)”

 

Los desgarradores versos anteriores pertenecen a una de las canciones cubanas más famosas de todos los tiempos: Lágrimas negras. Esta pieza musical es una de las que han alcanzado mayor trascendencia dentro del repertorio artístico de Miguel Matamoros, figura importante de la música y el son cubanos.

Miguel Matamoros (Santiago de Cuba, Cuba, 1894-1971) fue un guitarrista y compositor de formación autodidacta, pero de gran talento musical. Durante los primeros años de su juventud tuvo que desempeñarse en diversos oficios, como chofer y carpintero, pero le dedicó especial atención al aprendizaje de la guitarra. Sin embargo, fueron la filarmónica y la corneta china los instrumentos con los que hizo sus primeras interpretaciones en actividades. Apenas con 16 años de edad compuso su primera pieza musical, un bolero titulado El Consejo.

En 1924 fundó el Trío Oriental, con él como director, guitarra y voz prima; Alfonso del Río, guitarra acompañante; y Miguel Bisé, segunda voz y claves. Al año siguiente, el 8 de mayo, fundó el Trío Matamoros, con Rafael Cueto, guitarra, y Siro Rodríguez, maracas y segunda voz. La consagración de la agrupación y de Miguel Matamoros se produjo cuando, en 1928, grabaron para la RCA Víctor, una casa discográfica estadounidense. Desde ese momento realizaron actuaciones públicas, radiofónicas y televisivas en numerosas giras nacionales e internacionales.

Miguel Matamoros añadió a la agrupación otros instrumentos en busca de una mayor sonoridad. Primero una trompeta, hecho que dio origen al Cuarteto Matamoros; luego surgieron el Septeto Matamoros y el Conjunto Matamoros.

Su trayectoria compositiva evidencia un arraigo en las tradiciones musicales populares cubanas, llegando a sumar un aproximado de 200 obras de géneros tan variados como boleros, sones, pasosdobles y habaneras.

Miguel Matamoros, quien falleció un 15 de abril de 1971, es recordado, todavía hoy, como uno de los máximos exponentes de la música cubana. Como homenaje a su vida y obra, durante la Feria Internacional Cubadisco 2011, se develó una estatua de bronce a tamaño natural, realizada por el artista José Rolando Montero, en la esquina del callejón del Carmen y San Bartolomé, en su natal Santiago de Cuba.

El Ballet Nacional de Cuba

El Ballet Nacional de Cuba

El Ballet Nacional de Cuba

Diciembre 20, 2021

 

Este 21 de diciembre es el aniversario 101 del natalicio de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso, coreógrafa y maestra; personalidad distinguida en la historia de la danza escénica y figura cimera del ballet clásico en el ámbito internacional. Gracias a ella, Cuba cuenta hoy con una compañía de ballet de relevancia internacional.

El Ballet Alicia Alonso, hoy Ballet Nacional de Cuba, fue fundado en 1948 como la primera compañía de ballet profesional en la historia del país. Es una de las más prestigiosas del mundo, con un lugar prominente en la cultura hispanoamericana contemporánea. Anexa a ella, se crea en la década del 50 la Escuela Nacional de Ballet Alicia Alonso para la formación de numerosas generaciones de bailarines cubanos, con un método propiamente nacional. Su línea artística partió sobre las bases de la tradición romántica y clásica, al mismo tiempo que se estimulaba el trabajo creativo de coreógrafos que estaban en la búsqueda de lo nacional y contemporáneo.

El montaje de las versiones completas de clásicos como Giselle, El lago de los cisnes o Coppélia, estuvo acompañado, en su etapa inicial, de obras procedentes del movimiento renovador de ballets rusos como Petruschka o La siesta de un fauno, y de ballets creados por coreógrafos cubanos.

Luego de 1959, el auge de la compañía ha tenido un desarrollo vertiginoso: su repertorio se ha enriquecido, y en los resultados obtenidos destaca el impulso de la carrera artística de grandes bailarines, coreógrafos, profesores y creadores de otros géneros relacionados con la danza, como las artes plásticas y la música. Si bien goza de gran aceptación popular, a nivel mundial es de las más seguidas cada año, gracias a la intensa labor que realiza en las giras internacionales. Esta excelente trayectoria del Ballet Nacional de Cuba ha conllevado a que sea reconocida con disímiles galardones cubanos y extranjeros, entre los que se encuentran el Grand Prix de la Ville de París y la Orden Félix Varela de Cuba.

El legado cultural de varios siglos de tradición en la danza teatral, unido a los rasgos esenciales de la cultura nacional, ha hecho de la compañía la máxima expresión de la escuela cubana de ballet. Es por ello que, desde el 19 de junio de 2018, es declarado Patrimonio Cultural de la Nación el Ballet Nacional de Cuba, todo su repertorio y su archivo de imágenes, así como los objetos, documentos de cualquier tipo y correspondencia relacionados con la vida y obra de esta institución y de su directora general, la prima ballerina assoluta Alicia Alonso.

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Dos himnos nacionales

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Octubre 4, 2021

 

La Revolución Francesa fue un faro para las revoluciones que le sucedieron, entre ellas la cubana. Su himno, La Marsellesa, se convirtió en un símbolo internacional para los pueblos. Compuesta por Joseph Rouget de Lisle, en 1792, nació en tiempos de guerra y revolución. Cuenta con 7 estrofas, aunque generalmente se cantan la primera (a veces la sexta y la séptima) y el estribillo.

Nuestro Himno Nacional también nació en medio de la efervescencia bélica y recibió influencias de La Marsellesa, de ahí la similitud entre sus letras. Los patriotas que lucharon en la Guerra de los Diez Años estuvieron inspirados por los ideales de igualdad, libertad y fraternidad.

En 1867, algunos de los integrantes del Club Revolucionario de Bayamo solicitaron a Pedro (Perucho) Figueredo que compusiera La Marsellesa “de los cubanos”. Un año después, el 20 de octubre de 1868, en la Plaza Mayor de Bayamo, el pueblo enardecido por la primera victoria de las fuerzas insurrectas pidió a Perucho ponerle letra a la música que había compuesto en 1867 para que acompañara a los revolucionarios en su lucha por la independencia. Inspirado en el himno galo, Perucho rindió homenaje a los ideales revolucionarios del pueblo. Nació así lo que hoy cantamos como Himno Nacional.

Ambos, La Marsellesa y La Bayamesa, nacieron en las mismas circunstancias, en plena guerra y en el interior del país; para luego expandirse por toda la nación, al ritmo de batallas.

La Marsellesa

(Estribillo)

¡A las armas, ciudadanos!

¡Formad vuestros batallones!

¡Marchemos, marchemos!

¡Que una sangre impura

inunde nuestros surcos!

 

La Bayamesa. Himno nacional de Cuba

(Primera y segunda estrofas)

Al combate corred, bayameses,

que la patria os contempla orgullosa.

No temáis una muerte gloriosa,

que morir por la patria es vivir.

 

En cadenas vivir es vivir

en afrenta y oprobio sumido.

Del clarín escuchad el sonido.

¡A las armas, valientes, corred!

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Rumba cubana

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Agosto 31, 2021

 

En 2016, la Unesco declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad a la rumba cubana, considerada una mezcla festiva de baile y música del pueblo cubano.

La rumba nació en las barriadas urbanas de la isla en el siglo XIX y con el tiempo se le definió como la madre de los ritmos y bailes latinos. Es un género musical y danzario vinculado a la cultura africana y posee, además, elementos característicos de la cultura española como el flamenco.

En su interpretación se desarrollan formas verbales y gestuales como cantos, palmadas, movimientos eróticos y un lenguaje corporal muy sugestivo, acompañados de instrumentos de percusión que crean una base rítmica repetitiva. Sobre esta base, el percusionista o el cantante va improvisando. También, las herramientas de trabajo y los utensilios domésticos forman parte fundamental de esta práctica cultural.

La rumba puede distinguirse en tres tendencias principales: el yambú y la columbia, nacidos en la provincia de Matanzas; y el guaguancó, de La Habana. El baile puede ejecutarse solo o en pareja, de acuerdo al estilo que se ejecute.

La rumba se ha convertido en un patrimonio oral e inmaterial de gran importancia para la tradición festiva del pueblo cubano, en la que confluyen la tradición y la contemporaneidad.

dest El Son

El son cubano

El Son

Abril 19, 2021

El son cubano es un baile de pareja y un género musical original de Cuba que fusiona elementos musicales africanos y españoles. Es sinónimo de ritmo y cadencia, producto del mestizaje que tanto caracteriza nuestra cultura. Su estructura musical existe en otros países del Caribe con diversos nombres y variaciones pero aquí hablamos del genuino, del cubano, nacido en las montañas de Cuba y que ahora conocemos con el nombre de salsa.

El son cubano alcanzó mucha popularidad en los años treinta y hoy en día es considerado uno de los géneros de música bailable de mayor influencia en el mundo.

Desde donde se tienen registros, los primeros sones fueron interpretados alrededor de la segunda mitad del siglo XVI dado por la fusión de las tradiciones musicales africanas de origen bantú con las tradiciones musicales españolas. Esta fusión resultó en el son, un género completamente autóctono de Cuba. En él se mezclan los sonidos de los instrumentos de cuerda con los de percusión: la guitarra, el tres, los bongós, las maracas y las claves.

El baile del son surgió al mismo tiempo que la música. Al principio el baile causó un escándalo enorme, incluso fue prohibido por ser una amenaza al orden público y a las buenas costumbres. A pesar de esto, la popularidad del baile no se pudo evitar, convirtiéndose, eventualmente, en un baile pionero de gran influencia que estableció los fundamentos básicos de los bailes latinos como la salsa y el mambo. Los pasos y movimientos son similares a los de la salsa que se bailan hoy en día.

El son cubano tradicional ya no tiene la enorme popularidad que tuvo durante los años treinta, sin embargo, sigue teniendo fervientes seguidores en Cuba y en países tales como Puerto Rico, República Dominicana, Venezuela, Colombia, Perú, Estados Unidos y España.

Música alternativa

Música alternativa

Música alternativa

El mundo de la música y el baile alternativo en Cuba incluye géneros foráneos de gran arraigo, como el rock, el pop y el hip hop, surgidos en Europa y Estados Unidos.

A partir de los años 60 del pasado siglo, la radio y la televisión cubanas difundieron agrupaciones españolas que popularizaron, en castellano, temas escritos originalmente en inglés. Encontraron seguidores e imitadores en el país, aunque fue la poderosa corriente protagonizada por The Beatles y The Rolling Stones los que marcaron en panorama musical de la época. Luego, en su desarrollo, la escena alternativa cubana se nutrió de otros referentes internacionales.

El pop, el rock y el hip hop mantienen en la actualidad tendencias más apegadas a los modelos originarios. Junto a exponentes que han creado un repertorio propio, coexisten otros que cultivan un repertorio de la década de los 60′, como principal fuente de influencia.

Se asumen formatos abiertos, como bandas de rock o grupos de diferente composición, que utilizan de forma protagónica los instrumentos electrónicos.