A partir de las influencias europeas en el surgimiento y evolución de los diversos géneros musicales y danzarios en Cuba, se muestran aquellos que, nacidos en la Isla, se han convertido en embajadores de nuestra cultura a nivel internacional.

En las panelerías, cuyas formas quebradizas se asemejan a las tarjetas del órgano oriental —declarado patrimonio de la nación cubana en 2017—, se encuentran los nombres y fotografías de importantes compositores, cantantes, orquestas, compañías, coreógrafos y bailarines cubanos y europeos representativos de cada género, así como ejemplos de sus creaciones, disponibles a los usuarios a través de unas bocinas autorregulables en altura, y de materiales audiovisuales.

Para este espacio se diseñó una aplicación que funciona como una victrola digital. En la mesa multitáctil encontramos diferentes obras musicales. El visitante selecciona la de su preferencia y, a la vez que lo escucha, se le ofrece información sobre el intérprete y el género que eligió. El usuario puede identificar los instrumentos y conformar una pieza musical a través de un juego compuesto por multipistas independientes.

Otro de los atractivos es el Kinect, un módulo que les muestra los pasos esenciales de la contradanza, el flamenco, el danzón, el ballet, la danza campesina y el son. En solo treinta segundos, el visitante imita los pasos que un bailarín realiza en una pantalla frente a él, y luego obtiene una valoración de su destreza en el baile ejecutado.