01 Hermann D. Hupmann

Hermann Dietrich Upmann: el fundador de H. Upmann

01 Hermann D. Hupmann

Raúl Martell Álvarez

Octubre 22, 2021

 

De los alemanes que viajaron a Cuba a finales del siglo XIX, destaca Hermann Dietrich Upmann, uno de los seis varones de los nueve hijos que engendraron Hermann Friedrich Upmann, maestro relojero y comerciante, y su esposa Johanne Friederike Birkemeyer. El personaje que nos ocupa nació el 1ro. de mayo de 1816, en la ciudad de Bielefeld, perteneciente a la región de Renania del Norte, en Westfalia, Alemania.

Transcurrieron cerca de cuatro siglos del descubrimiento del tabaco en Cuba y a mediados del siglo XIX, con 23 años de edad Hermann Dietrich Upmann, arribara a finales del año 1839, por el puerto de La Habana, después de siete semanas de viaje, a la isla que tanto deseaba conocer, aunque ya la deleitaba a través de fumar las hojas de la Nicotina Tabacum que llegaban a Europa, a la ciudad portuaria de Bremen, en su forma cilíndrica de un color carmelita claro.

Cuentan que Hermann Dietrich Upmann, durante la travesía hacia América por el Océano Atlántico, conoció un pasajero inglés que le comentó la posibilidad de abrirse paso en Cuba en los negocios del tabaco y le trasmitió los primeros elementos concerniente a las bondades de esta planta, así como le enseñó los prolegómenos de convertirla en tabaco.

Mientras tanto, el auge de la elaboración de puros, en la segunda mitad del siglo XIX en la isla, permitía que aprendices entraran en los chinchales o pequeños talleres en número creciente para aprender a elaborar el ya preciado producto.

Hermann Dietrich se aventuró con entusiasmo a instruirse rápidamente en el arte de la producción tabacalera; ya durante esa primera etapa comenzó a enviar mazos de tabacos de diez o más unidades a sus familiares y amigos radicados en Bremen. En ocasiones, recibió quejas de algunos de sus receptores sobre diferencias en las calidades de esos envíos, por lo cual se percató que ya se estaban falsificando sus remisiones. Incluso sus hermanas, que atendían una pequeña tienda de vender tabacos ubicada al costado de la alcaldía de la ciudad Bielefeld, se quejaron de esta situación. Entonces decidió que en la cinta que envolvían sus atados de tabacos debía estampar su firma para garantizar que la calidad de los tabacos que dispensaba procedía de su producción.

En un pequeño local en la calle San Miguel No. 75, en la zona de extramuros, en la ciudad de La Habana, Hermann comenzó a producir tabacos y fue creando, lo que existe todavía, como la reconocida marca de habanos H. Upmann, que ocupa actualmente un lugar entre las siete primeras marcas de habanos de mayor consumo en todo el mundo.

Apoyado en una rigurosa disciplina y habilidad organizativa, no tarda muchos años en formar parte de un grupo de tabaqueros que se extendieron desde pequeños locales donde producían puros, hasta crear sus propias marcas y fundar sus fábricas. Así, el ambicioso y diligente germano amplía sus empeños y concibe una marca y funda una fábrica con el nombre de H. Upmann: H por su nombre y Upmann por su apellido.

En la década del cuarenta del siglo XIX se estaba produciendo un verdadero auge en la producción y comercialización de los tabacos de la isla, que pasó a ser la segunda fuente de ingresos del país por su presencia en los mercados europeos y norteamericano.

Sobre la fecha exacta en que en 1844 salió al mercado la producción de tabacos bajo la marca H. Upmann existen diferentes criterios en la historiografía consultada. Este autor no ha encontrado en los archivos cubanos esa fecha exacta. Generalmente, se toma como referencia el 15 de octubre, porque 100 años después, en 1944, para conmemorar el centenario de la marca, se inauguró en esa fecha una nueva sede en Amistad No. 407/409.

Con un gran sentido administrativo y larga visión productiva y comercial, lo que se denominaría en la actualidad como logística, él empieza a constituir un grupo de instalaciones que garantizarían alcanzar altos niveles de realización de su producción. Con el uso de la litografía en la mitad del siglo XIX se comenzaron a adornar las cajas con etiquetas de un color y posteriormente de otros colores, habilitaciones que embellecían los envases y sellaban las cajas.

Hermann Dietrich consignó su firma en las etiquetas que adornaban por fuera y por dentro los envases que acomodaban sus puros. Un paso importante fue también la identificación y personalización de cada uno de sus puros, en esto también fue de los que primeros que anudó una cinta o etiqueta que se llamó anilla, alrededor de sus aromáticos productos.

Algo digno de significar es que identificaba claramente cada una de las empresas que establecía al señalar la localidad donde se asentaba, es decir “Habana” a su fábrica y marca de tabacos en Cuba, y “Bremen” a su firma llamada H. Upmann and Company-Bremen, por estar ubicada en esa ciudad, dirigida por su joven sobrino Hermann Friedrich Heinrich Upmann. En Nueva York funda otra filial en 1871, dirigida también por otro pariente Carl Friedrich Wilhelm Gustav Upmann, quien antes lo acompañó algunos años en Cuba, para ayudarlo y a su vez entrenarse en el mundo del habano.

La firma H. Upmann and Company-Bremen todavía existe, ahora bajo la dirección del último sucesor de Hermann, llamado Heinrich Dietrich Carl Upmann, nacido el 15 de mayo de 1937, quien ya cumplió 80 años.

Una situación muy singular y también difícil para el fundador fue que una vez establecido en Cuba se trasladó a Bremen para contraer matrimonio con la joven Amalie Wilhelmine Gravenhorst, el 30 de noviembre de 1848 y la trajo a La Habana, donde enfermó y falleció unos meses después, como consecuencia de la fiebre amarilla, el 12 de septiembre de 1849. Sus restos yacen en una bóveda de tierra en la Necrópolis de Colon, junto a otros alemanes amigos, que incluso formaron parte de sus negocios como socios. Su matrimonio no tuvo descendientes.

Un par de años después de fundar su fábrica, recibió la visita de uno de sus hermanos, August Ludwig, dos años menor que él, para ayudarlo y también para aprender acerca de las técnicas de producción, organización y dirección tabacalera que empleaba su hermano.

Hermann Dietrich Upmann y sus socios alemanes se adentraron en los vericuetos del negocio tabacalero, apoyados en la puntualidad y seriedad que caracterizan a los germanos, hasta llegar a producir un habano de excelencia, empleando las mejores hojas de la zona de Vueltabajo, donde poseían tierras que garantizaban la obtención de hojas de primera calidad. El nivel alcanzado en la producción de habanos H. Upmann fue insuperable, apoyado en un estricto control de calidad.

En general, el boom de la producción de habanos logró cifras muy altas. La fábrica fundada por él alcanzó niveles de producción de hasta 25 millones de puros, lo que le permitió ostentar denominaciones de: “Proveedor de su Majestad Don Alfonso XII Rey de España” y “Con privilegio de uso las reales armas”. Fue una de las mayores fábricas exportadoras de tabacos a Inglaterra, Estados Unidos, España, Sudáfrica y muchos países de Suramérica.

En 1852, Hermann se asoció con Friedrich Wilhelm Gudewill y fundó la compañía naviera Gudewill and Upmann, con sede en la ciudad portuaria de Bremen y con la ruta La Habana-New York-Bremen. Su objetivo logístico era asegurar la transportación de sus tabacos en tiempo y en buenas condiciones de Cuba a Alemania y al resto de los países consumidores a pesar de la larga travesía transoceánica.

La forma de exportar los puros se realizaba en grandes cajas de pino seco que agrupaban de 5000 a 10 000 tabacos en mazos de 50 o de 100 unidades. Para identificar esas producciones se imprimían con fuego en las cajas los datos fundamentales de sus productores, a esa etiqueta se le llamaba “hierro”. Esta identificación era realmente bastante fácil de imitar por los falsificadores de marcas, por lo que algunos de los más importantes productores, entre ellos, Herman Dietrich, idearon colocar sus tabacos en envases más pequeños y manuables, que además guardaran celosamente el aroma y la calidad de sus tabacos, así surgieron las cajas de cedro que contenían 25 unidades en hileras de 8-9-8.

En 1860, convencido de la calidad de sus habanos y para evitar falsificaciones, introdujo etiquetas en cada caja de oloroso cedro, identificándolas y diferenciándolas de las demás con su propia rúbrica en cada una de las habilitaciones de sus cajas. Un paso importante fue también la identificación y personalización de cada uno de sus puros, para lograr una mayor seguridad. En Cuba, fue de los que primeros que anudó una cinta o etiqueta, que se llamó anilla, a cada uno de sus aromáticos productos.

Otro dato importante a destacar en el tema de los cambios administrativos en H. Upmann, es que estuvo entre las primeras fábricas que contaron con un lector de tabaquearía, cuando en mayo de 1866 permitió la presencia de este singular personaje en sus talleres. Igual de interesante es que el lector de tabaquería en las fábricas era seleccionado en asamblea por votación y aclamación de los tabaqueros.

Los Upmann fundadores fueron respetuosos de las demandas de torcedores y despalilladores acerca de la permanencia del lector de tabaquería; tradición que se mantiene hasta nuestros días. Heinrich Dietrich Upmann había erigido una institución comercial y financiera de amplio rango, bajo la denominación de Casa Upmann y Compañía, con la intención de poder operar actividades de producción y comercialización de tabaco y también como comerciantes comisionistas en negocios varios, lo cual indica su larga visión de apoyarse en una organización vertical de su firma.

Así, en 1868 funda una agencia bancaria bajo la dirección de su sobrino Heinrich (Henrique) Upmann. El capital inicial fue de 220 000 pesos, de los que Hermann Dietrich aportó el 90 %, el 10 % restante lo aportaron su sobrino Henrique y su socio Wilhelm (Guillermo) Rocholl; por cierto, los restos de la esposa de este socio yacen en la misma bóveda de tierra donde se encuentran los de la esposa del fundador.

El banco de Upmann era considerado como una de las firmas financieras más influyente de la isla. Esta aparece como una de las que mayor cantidad de cuotas (4000 pesos) aportaba como contribución a la Corona. La institución no se circunscribía a las clásicas funciones bancarias; o sea, a los préstamos, depósitos, etc., sino que, paralelamente, realizaba inversiones en diferentes áreas de la economía del país, en sectores como el industrial, donde funcionaba como accionista, en la extracción petrolera, la agricultura, el comercio, las fianzas y los seguros, entre otros negocios financieros.

El Banco Upmann llegó a ser el banco extranjero, aparte de las entidades españolas, de mayor prestigio y reputación por su solvencia y vasta experiencia en esta actividad durante más de medio siglo. Sus oficinas principales se encontraban en el regio edificio sito en Amargura y Mercaderes, y llegaron a tener sucursales en otras zonas de la ciudad; fue considerado uno de los bancos más importante en la región del Caribe.

Otro aspecto de este multifacético empresario fue que siempre mantuvo una estrecha relación con su ciudad natal Bielefeld, la que visitaba con frecuencia durante sus estancias en Bremen. A solicitud de sus hermanas Dorothea (Dora) y Caroline (Lina) inaugura, el 6 de octubre de 1876 (día de cumpleaños de Dora) un asilo de damas solteras, sin amparo familiar, en una edificación de estilo clásico de tres pisos para albergarlas, solo debían reunir tres condiciones: tener por los menos 50 años cumplidos, gozar de una buena reputación y profesar la religión evangélica. Para la construcción de esa instalación aportó la cantidad de 120 000 marcos. La capacidad del asilo era para 50 damas.

En 1894, residiendo en Bremen, fallece Hermann Dietrich Upmann, dejando un testamento donde detalla minuciosamente cómo se debía distribuir su fortuna entre sus parientes y allegados. Hermann Dietrich Upmann, multimillonario, fue una de los personajes más destacados, tanto de la ciudad de Bremen como de su natal Bielefeld, donde es considerado como un importante benefactor y personaje con una activa vida económica y social.

Sus descendientes alemanes fueron continuadores de su legado de disciplina y organización; igualmente, las tres generaciones de Upmann cubanos se han destacado en esferas como el deporte, la ciencia, la música, la docencia y otras ramas de la sociedad cubana con idénticas características.

En el libro Fumando en La Habana. Los Upmann. Una familia alemano-cubana, publicado en La Habana, por Ediciones Cubanas en el año 2016, se recoge en detalle esta rica y larga historia de dedicación al trabajo.

 

Notas

* Conferencia presentada en el II Coloquio Presencias Europeas en Cuba, 2018, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.

Raúl Martell Álvarez: Licenciado en Economía en la Escuela Superior de Economía de Berlín, Alemania. Se ha dedicado a la investigación de la historia del tabaco en Cuba y, en particular, de la presencia de los alemanes en la industria tabacalera cubana. Es coautor de los libros Huellas alemanas en Cuba, Los alemanes y el tabaco cubano y Fumando en La Habana. Los Upmann. Una familia alemano-cubana. Es miembro del Casino Alemán de La Habana.

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Andrei Kolychkine, el mundo en una vida y una vida para el judo cubano

Andrei Kolychkine

Fernando Martínez Martí

Octubre 15, 2021

 

Introducción

El introductor del judo en Cuba no fue un asiático, como pudiera sugerir la paternidad y supremacía vigente de este deporte. El arte marcial creado por el japonés Jigoro Kano llegó a nuestro país con el empeño de un europeo. Y no precisamos su nacionalidad, porque se desplazó por varias naciones del Viejo Continente, hasta viajar a Cuba y permanecer en ella durante 46 años hasta su muerte, acaecida en 1997.

Es Andrei Kolychkine Thompson, quien además de deportista y educador es considerado como un filósofo. Trasciende por su calidad humana y la obra que contribuyó a edificar. A pesar de su inmensa labor en el surgimiento del judo en Cuba, para muchos es un desconocido, cuya biografía constituye una misión pendiente para los historiadores en general y para quienes abordamos los temas deportivos en particular.

Nació en Rusia, pero vivió buena parte de su vida en Finlandia. Residió algún tiempo en España antes de trasladarse a Bélgica. Allí se incorporó al equipo de judo de aquel país y luego a la Escuela de Cinturones Negros de Bélgica, donde recibió la misión que, al decir del periodista Joel García, cumplió con “disciplina, inmediatez e impacto increíble”. Su tarea era difundir el judo en Cuba, crear la Federación Panamericana de Judo y desarrollar el primer torneo continental de la disciplina. Y en apenas año y medio de trabajo consiguió avances significativos en los tres propósitos que le trajeron a estas tierras. Pero no se conformó y buscó más, mucho más: de ello versan estas páginas.

Conozcamos mejor la vida de esta importante presencia europea en Cuba, que contribuyó a que el judo de la Mayor de las Antillas sea hoy una potencia de talla mundial.

Una historia breve con miles de kilómetros

A Andrei Kolychkine Thompson, introductor del judo en Cuba, se le debe una investigación acuciosa. Sin embargo, nos concentraremos en su llegada desde el Viejo Continente para ofrecer sus conocimientos a los cubanos, de un arte marcial creado a finales del siglo XIX por el japonés Jigoro Kano.

Kolychkine nació el 11 de marzo de 1913 en Petrogrado, Rusia. Está por precisarse el momento en que viajó desde su país natal hasta Finlandia, pero en tierras finesas vivió buena parte de su niñez y la juventud. Otros autores plantean que se inscribió en Rusia, pero era finés, lo cual no ha podido precisarse. Antes de llegar a Bélgica, donde se consagra como artista marcial, tuvo un breve paso por España.

En enero de 1951 llegó a Cuba con un mandato de Mikinosuke Kawaishi, cinturón negro séptimo dan, profesor de la Escuela de Cinturones Negros de Bélgica. La misión era difundir el judo en Cuba, crear la Federación Panamericana de Judo y desarrollar el primer congreso de dicha agrupación. La esposa de Andrei Kolychkine era cubana; esto influyó en la decisión de Kawaishi, pero fundamentalmente tuvo en cuenta la disciplina de su alumno, dentro y fuera de los tatamis, para emprender una misión tan compleja.

En febrero de 1951, apenas un mes después del arribo de Kolychkine a La Habana, ya se conforma el primer club de judo. Se denominaba Jiu Jitsu Club Habana, un nombre que tiene objetivo unitario, por dos razones. La primera, que el judo se deriva del jiu jitsu, pero durante muchos años los practicantes del judo se negaron a convertir su arte marcial en un deporte. La segunda, que el jiu jitsu sí era conocido en La Habana, de modo que resultaba conveniente aunar los esfuerzos de ambas fuentes para el crecimiento y difusión del judo en Cuba. Desde este club se organizaron exhibiciones dentro y fuera de sus instalaciones, para ir ganando público y practicantes.

Luego del establecimiento de la primera academia, el maestro Kolychkine viaja por la isla a divulgar el judo y a conocer practicantes del jiu jitsu. Como resultado de su gestión, en 1952 se organiza el primer Campeonato Nacional de Judo en nuestro país. Y en alianza con otras naciones del continente, el 8 de octubre de 1952 se organiza en La Habana el Primer Campeonato Panamericano de Judo, con sede en La Habana.

A dicha cita concurrieron representantes de Argentina, Estados Unidos, Canadá y el equipo anfitrión. Los cubanos compitieron con Francisco Moc, Juan Portuondo y Heriberto García. Este último sería el representante cubano en el primer Campeonato del Mundo de Judo, cuya celebración comenzaría en 1956, en buena medida por la presencia del judo en varios continentes y debido a la labor de promotores como Andrei Kolychkine.

Pero volvamos al torneo panamericano de 1952. En esta oportunidad, las competiciones se realizaron en dos grupos, sin importar el peso corporal de los contendientes. Un primer grupo, con los judocas que poseían grados kyu, o niveles elementales. El segundo agrupamiento fue el de los grados de primer y segundo dan, rango de los más avanzados. El profesor Masato Tamura, cinturón negro quinto dan, fue el jefe de árbitros y el profesor Andrei Kolychkine dirigió la parte técnica.

La celebración del torneo de La Habana se aprovechó para ratificar la Federación Panamericana de Judo, que se había convocado el 12 de julio de 1951, y que agruparía en su seno a la Asociación Argentina de Judo, la Federación Brasileña de Judo, la Federación Canadiense de Judo, la National A.A.U. Judo Committee of USA y la Federación Cubana de Judo.

Con la ratificación y fundación de la Federación Panamericana de Judo, quedó integrado su primer Comité Ejecutivo. El doctor Carlos de Lejarza, de Cuba, asumió como su presidente; Mr. Donn Draegger, de los Estados Unidos, vicepresidente; al igual que el canadiense Bernard Gauthier y el argentino Carlos Chávez, en tanto como tesorero asumió el cubano Miguel Porcel.

La llegada de Kolychkine al continente americano posibilitó la rápida difusión del judo y su establecimiento en varias naciones. Eso hizo posible que doce años después del primer contacto con el Nuevo Mundo, durante los Juegos Panamericanos de São Paulo 1963, se convocara dentro de dicho evento el torneo de judo en cuatro divisiones del sector masculino. Y un año más tarde, en los Juegos Olímpicos de Tokio, se convocó por vez primera la cita del judo. Ningún sitio mejor, que la capital de la nación cuna del judo. Aunque se ha comentado poco al respecto, estas son otras dos victorias de Andrei Kolychkine Thompson.

La semilla de Andrei Kolychkine

Como resultado de su labor, se desarrollaron seis torneos nacionales de judo en nuestro país, entre 1952 y 1958. Esto posibilitó la participación cubana en los mundiales de dicho arte marcial, cuya primera edición fue en 1956, con la incursión de Heriberto García Gómez. Nuestros primeros representantes fueron solo del sector masculino, pues a García Gómez le siguió Reinaldo Mompellier, en 1958, lo cual ratifica la concepción inicial de la práctica del judo en Cuba, solo para hombres, como expresión de lo que sucedía a nivel mundial.

Debe destacarse que entre los alumnos de Kolychkine hubo un joven que se destacó sobremanera como atleta, para luego destacar como patriota y revolucionario. Hablamos de José Ramón Rodríguez, quien llegó a alcanzar el cinturón negro, segundo dan, elevada calificación para el poco tiempo en que pudo practicar el deporte. Era conocido entre sus compañeros como “el temerario”. José Ramón compartió las enseñanzas de Kolychkine entre sus compañeros de lucha contra la dictadura de Batista en la Universidad de La Habana. En 1957, fue asesinado con apenas 20 años, por oponerse al régimen de atropello al que estaba sometida Cuba por entonces. Un Torneo Internacional de Judo para hombres, con sede en Cuba luego del triunfo de la Revolución, llevó el nombre de este joven mártir.

Al producirse el triunfo revolucionario en Cuba, en 1959, se unifican las tres Federaciones de judo que existían en la Federación Cubana de judo y jiu jitsu. Al frente de dicha Federación estuvo Kolychkine, quien se mantuvo como presidente de la misma hasta 1969, cuando pasó a desempeñarse como profesor en el Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana. Con todo lo conseguido desde la llegada del maestro europeo, y luego del arribo a Cuba de Han Shang Ji, entrenador sudcoreano con cinturón negro sexto dan en 1966, se combinan todos los elementos para que, junto a una política deportiva acertada, comience el despegue y la masificación del deporte. Como resultado de todo esto, se obtiene la primera medalla para nuestro país en Campeonatos Mundiales de Judo, con la presea de bronce de Héctor Rodríguez, en la división de 63 kg.

En los Juegos Olímpicos de Montreal, 1976, Cuba obtiene su primera medalla de oro en las competencias de judo, siendo precisamente Héctor Rodríguez el protagonista, al conquistar el título en la división de 63 kg. Resulta muy simbólico que Héctor nació en el mismo año de introducción del judo en Cuba, 1951; en tanto se convertía en el primer latinoamericano y primero de la raza negra que accedía a lo más alto del podio en citas bajo los 5 aros. Con posterioridad, varios atletas han logrado preseas en las citas cuatrienales, pero ningún otro representante cubano ha llegado al primer puesto de su división.

Si bien no resultó fácil quebrar la hegemonía asiática, fundamentalmente japonesa entre los hombres, los resultados de las mujeres cubanas a nivel mundial y olímpico son muy superiores a los de los hombres y constituyen una proeza, sobre todo por desarrollarse en menos tiempo. A nivel panamericano, el judo femenino debuta en los Juegos de Caracas, 1983. Allí se convocaron siete divisiones y las cubanas alcanzaron una medalla de plata, por intermedio de Regla Povea en los +72 kg, y cuatro de bronce, repitiendo Regla Povea en la división libre, así como Nilda Espinosa, en los 72 kg, Inés Dantín en los 56 kg y Cecilia Alacán, en los 52 kg. Precisamente, Cecilia Alacán resultó nuestra primera campeona panamericana, al dominar la división de los 56 kg en los Juegos Panamericanos de Indianápolis, 1987. Junto a ella consiguió dos medallas en esa lid Estela Rodríguez, posteriormente nuestra primera campeona mundial, al conseguir el título en el Mundial de Belgrado 1989.

Durante los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, Odalys Revé se convirtió en la primera campeona olímpica del judo cubano, tras coronarse en la división de los 66 kg. A partir de ahí, otras cuatro mujeres han llegado a lo más alto del podio bajo los cinco aros, en los últimos 25 años, buena parte del tiempo bajo la tutela de un heredero del maestro europeo. Nos referimos a Ronaldo Veitía Valdivié, que de todos los entrenadores cubanos durante los últimos 50 años, ha sido el que más incorporó a su magisterio la filosofía y la huella educativa de Andrei Kolychkine.

Durante un cuarto de siglo, el introductor del judo en Cuba trabajó en el Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana, donde se le considera en elevada medida por sus aportes. Muchos de sus alumnos le recuerdan no solo como el profesor de judo, sino como alguien que le transmitía enseñanzas y ejemplo en cada clase. Con más de 60 años, nadaba diariamente dos kilómetros, corría, continuaba enriqueciendo sus conocimientos. Con casi 80 años, demostró su perseverancia y disciplina, al alcanzar el grado de Doctor en Ciencias.

Entre los aportes más importantes para la enseñanza del judo realizados por Kolychkine se encuentra el libro Judo: nueva didáctica. Con él se pone de manifiesto una de las características fundamentales de las artes marciales: el principio de imitación e innovación. Luego de que el maestro recibiera encumbrados conocimientos, de imitar los movimientos fundamentales hasta la perfección, fue capaz de innovar en la teoría y la práctica, lo que le coloca en planos superiores del conocimiento en la materia que desde joven lo atrapó.

Una de sus frases preferidas era la siguiente: “Para ver paisajes bonitos, hay que subir lomas altas”. Con ella iniciaba algunas de sus clases. Era una convocatoria al sacrificio, a la disciplina, a la exigencia. Y nunca le exigió a sus pupilos nada que él mismo no fuera capaz de cumplir. Por todo esto, en cada triunfo del judo cubano está presente la semilla, sembrada y cultivada, de Kolychkine. Recibió la ciudadanía cubana por su amor demostrado hacia nuestro país.

El 12 de marzo de 1997, una jornada después de haber cumplido 84 años, dejó de existir en La Habana Andrei Kolychkine Thompson. Aquí quedó su huella, como legado para las generaciones presentes y futuras de cubanos. Ningún triunfo en la arena internacional hubiera resultado posible sin su misión; los eventos internacionales que iniciaron en la década del cincuenta y el sesenta del pasado siglo tampoco hubieran podido convocarse, sin el apoyo invaluable de maestros como él. En el Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana, una Cátedra Honorífica lleva su nombre y se estudia su presencia en ese centro y el legado que trasciende su arte marcial.

Conclusiones

Las victorias del judo cubano tienen la paternidad de Andrei Kolychkine, un europeo que contribuyó al auge de nuestro deporte a nivel planetario. Sirva esta ponencia como homenaje a un cubano por adopción, cumpliendo una misión de la vida, la que le hizo inmortal ante la historia del deporte universal.

Los estudios más amplios sobre el apoyo al deporte cubano desde Europa se centran en los años fundacionales de la Revolución Cubana. Sin embargo, un deporte nacido en Asia y llevado a la máxima expresión por los de aquellas tierras, llegó a nuestra nación mediante un hijo de la Rusia zarista, y lo hizo 8 años antes de producirse la alborada de 1959.

Queda pendiente mucha más investigación, pero no pasará nunca inadvertida la huella en Cuba de este europeo, que fue atleta, entrenador, maestro, filósofo y ejemplo, dentro y fuera de los tatamis. Un europeo que fue fundador, perseverante, disciplinado, que sembró la semilla para obtener los frutos que hoy puede mostrar orgulloso el judo cubano. Y además aportó para que el judo tuviera Campeonatos Panamericanos, Mundiales, que fuera un deporte olímpico: el impacto de su labor hace válida la frase martiana “Patria es Humanidad”, pues laborando desde la mayor de las Antillas fue un hombre universal.

Notas

* Conferencia presentada en el II Coloquio Presencias Europeas en Cuba, 2018, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.

Fernando Martínez Martí: Licenciado en Economía por la Universidad de La Habana. Fue profesor en la Facultad de Economía y en la Dirección de Extensión Universitaria de esa casa de altos estudios. En la actualidad se desempeña como comentarista deportivo en la emisora Radio Habana Cuba. Ha sido ponente en varios eventos científicos nacionales.

Juana María Rodríguez Cruz. Labor social de las Hijas de Canarias en Cuba

Juana María Rodríguez Cruz. Labor social de las Hijas de Canarias en Cuba

Juana María Rodríguez Cruz. Labor social de las Hijas de Canarias en Cuba

Dolores Guerra López

Octubre 8, 2021

 

Durante las primeras décadas de la centuria decimonónica, en Cuba existieron algunas manifestaciones de asistencia social organizadas por la iniciativa privada, de carácter preferiblemente religiosa o mutualista, sin la participación gubernamental, salvo escasos servicios como el hospitalario —concentrados en la capital—, además de algunas instituciones con propósitos caritativos. Es un complejo sistema de prestaciones de corto y largo plazo sujetas a constantes modificaciones y ampliaciones, que marcha conjuntamente con la elevación del nivel material y cultural de la vida.

La asistencia social ha registrado una profunda evolución en el tiempo, e históricamente ha tomado diversas tipologías asociativas, tales como el socorro mutuo, la protección profesional, gremial, religiosa, la caridad y la beneficencia pública, entre otras.

La siguiente investigación, centra la atención en la profesora Juana María Rodríguez Cruz, una convencida asistente social, que nace el 23 de junio de 1897, en la parroquia de San Vicente Ferres del pueblo de Valleseco, en Las Palmas de Gran Canaria y que muy joven emigra a Cuba junto a sus padres, Juan José Pantaleón Rodríguez Pérez de 53 años, de ocupación labrador y María de la Luz Cruz Cerpa de 47 años, empleada doméstica [1].

En 1924, con 27 años, contrae matrimonio con el doctor Andrés Blanco, profesor de Artes y Oficios y de las escuelas del Centro de Dependientes, con quien comparte intereses para la protección de las mujeres canarias.

Formación profesional

El 17 de septiembre de 1920, se gradúa de la Escuela Normal para Maestras de La Habana y comienza a ejercer, hasta 1936, como educadora en escuelas públicas en la capital; por su destacada labor como profesora, entre 1936 y 1945 la ascienden a Inspectora Escolar.

Se matricula en la Universidad de La Habana el 30 de septiembre de 1920 y en 1934 se titula de Doctora en Pedagogía en este centro de altos estudios. En 1937 se inscribe en otras especialidades, como Licenciatura en Derecho Diplomático Consular y Especialidades en Estudios Pedagógicos [2].

En 1945 solicita registrarse en la Escuela de Servicio Social como aspirante al título de asistente social, y manifesta su interés en brindar apoyo a familias pobres y gestionar becas para niños desamparados.

Entre las observaciones recogidas en su expediente académico, al titularse en Doctora en Pedagogía, se consigna que posee una personalidad dinámica, cualidades de líder y una inteligencia natural que le posibilitó trabajar por varios años como Inspectora Escolar. Se agrega que colaboró con el Club de Mujeres Profesionales en proyectos para la protección de los niños y se interesa por ayudar a las escuelas públicas desplegando un buen trabajo social.

Labor social. Fundación de la Asociación Hijas de Canarias

Una diferencia principal que marca la pauta para estudiar el núcleo que integran las féminas canarias es su participación en diferentes esferas de la vida social de la isla. Sus actividades económicas se limitaron, en la mayoría de los casos, a los trabajos de servicios.

Casi todas las mujeres iban a trabajar a casa de un familiar para ayudar en el negocio, o de empleada doméstica en el hogar de un pariente, donde recibían alimentación, vestuario y alojamiento. Su situación inicial era difícil, pues se encontraban desprovistas de atención médica, sobre todo para la maternidad y el parto.

Ante estas necesidades, el 13 de julio de 1930 se aprueba el reglamento [3] de la primera organización de inmigrantes canarias y el día 20 del propio mes, se reúne el grupo organizador en Basarrate No. 12, domicilio de Juana Rodríguez Cruz, presidenta de la naciente institución femenina, para fundar la sociedad Hijas de Canarias [4].

La Junta Directiva fue elegida por unanimidad el 20 de julio de 1930 en su nueva dirección: Avenida de la Republica No. 98, para el desempeño de sus funciones.

Junta Directiva de la entidad Hijas de Canarias

Presidenta: Doctora Juana María Rodríguez Cruz; secretario general: Juan B. Hernández Concepción; tesorera: Celestina Hernández Sosa; vocales: Teresa Hernández Concepción, Dolores Hernández Sosa, Elia Sosa Concepción, María Cruz Serpa, Guillermina Torres de Silva, Hortensia Silva y Torres, María Martínez Costa, Luisa González Ferrán, Armonía Acosta Perea.

Fue una institución creada por su directiva para ejercer la acción tutelar sobre las inmigrantes de esta procedencia y el propósito queda recogido en cuanto a la expresión de sus fines en el primer Reglamento General cuando precisa:

Proporcionar a sus asociadas asistencia sanitaria, instrucción, recreo y auxilio en la medida de sus fuerzas; contribuir con la Asociación Canaria de La Habana al realce y progreso de las Islas Canarias. [5]

Este concepto surge por la iniciativa de un grupo de féminas con instrucción y ciertos recursos económicos, como un medio de proteger a las mujeres de los sectores de la población carentes totalmente de recursos para cubrir sus necesidades más perentorias; es una actividad destinada a prevenir, atender y remediar a las desvalidas, cuya miseria lleva a la prostitución, delincuencia y peligro cierto de desintegración social.

Llegadas al país de destino, condicionada en su elección por la presencia en este de otros paisanos, e incluso determinado en algunos períodos por la existencia de un familiar que la reclamara, o apegada a la emigración familiar, la emigrante se enfrenta, por primera vez a un universo ajeno al suyo. En este nuevo mundo que están descubriendo adquieren especial importancia los centros asociativos de la propia comunidad étnica, organizadores de actos sociales por excelencia, donde puede encontrar viejos y nuevos amigos con comunidad de intereses. También la mayoría de estas instituciones proporcionaban asistencia social que, para el caso de la instrucción, ofrecían la posibilidad de completar tardíamente la escasa o a veces nula formación cultural de la emigrante, así en las pocas horas libres de las que disponía podía asistir a cursos para adultos que les permitan promocionarse laboral y socialmente.

Esta asociación en un inicio fue concebida con fines de recreo a los efectos de facilitar su inscripción como institución femenina en el registro de Asociaciones; sin embargo, sus objetivos sobrepasaban esta intención y fue aprobada para su funcionamiento con el interés esencial de lograr asistencia sanitaria, auxilio, protección e instrucción y recreo para las mujeres inmigrantes canarias en la medida que los fondos sociales de la institución lo permitieron, incluyendo la creación de la escuela de enseñanza elemental Leonor Pérez Cabrera fundada en 1931 [6], también dirigida por esta profesora canaria.

Un conjunto de capítulos regulaba las cuotas normativas de organización, en los cuales se excluían a los socios varones fundadores y de número, pero sí admitían empleados hasta en la Junta Directiva, siempre que fuesen miembros de la Asociación Canaria.

Entre sus artículos se establecían los trámites de ingreso, derechos a la asistencia sanitaria y demás beneficios como escuelas, recreo y festividades; pero la característica fundamental era la composición social de su directiva, donde encontramos esencialmente doctoras en pedagogía, medicina y derecho, con gran interés en socorrer a la mujer desvalida.

No permitió la nominación de socios fundadores ni de números del sexo masculino, pero sí emplearon algunos como miembros de las directivas. Además, en diferentes poblaciones de la isla se constituían delegaciones bajo la orientación de una junta Directiva y otra Consultiva integrada por doce asociadas.

En su primer año de trabajo, la atención a la salud se realiza a través de convenios con hospitales privados, pero a partir del 19 de junio de 1931 se instala un sanatorio, con idéntico nombre al de la Asociación, situado en la calle Aguilera, en Lawton, residencia de Rafael de Cárdenas, general del Ejército Libertador y su familia. Con posterioridad, este inmueble, denominado Finca La Generala, fue abandonado por su viuda Antolina Culmell, y quedó deshabitada durante un tiempo hasta que fue rentada por el sanatorio para enfermas mentales del Doctor José Baralt Barnet y, más tarde, alquilado por la Asociación Hijas de Canarias.

No obstante estas nuevas mejoras, el 20 de junio de 1931 se vieron en la necesidad de realizar reformas a su reglamento para cubrir otros intereses de sus afiliadas. El nuevo proyecto hace extensiva la acción protectora a la mujer no asociada e insiste en contribuir en los beneficios moral y material, estrechar las relaciones con la Asociación Canaria y entre las dos islas.

En poco tiempo, la Asociación Hijas de Canarias, con el apoyo de la Asociación Canaria de Cuba de 1906, obtuvo importantes logros de indiscutibles méritos en la historia de los isleños en Cuba. Sin embargo, la atención médica continúa en el centro de sus preocupaciones, por lo que nombran un director como jefe superior del sanatorio, donde las asociadas se atendían de aquellas enfermedades contraídas después de su inscripción, con excepción de los accidentes fortuitos y las dolencias de carácter agudo que reclamaban atención urgente.

Además, recibían tratamientos por facultativos de la institución, así como visitas a domicilio, facilitándoles las medicinas en la farmacia de la clínica. Otro de los derechos que asistía a las afiliadas era la atención en el parto, tanto en el hospital como en su domicilio, en cuyo caso la atendía una comadrona social.

Para disfrutar de los beneficios que se consignan en el nuevo reglamento era indispensable ser de condición obrera, empleada, oficinista, artesana, periodista, estudiante, entre otras, y solo contar con recursos para el sostenimiento de su hogar.

Existieron también otras posibilidades para las asociadas que llevaran, ininterrumpidamente, más de tres años afiliadas. Cuando el Cuerpo Médico de la Sociedad, reunido en junta médica, declaraba de absoluta necesidad para la curación de una enferma un viaje de rehabilitación fuera de la isla, y la paciente carecía de recursos, según criterio de la Directiva, la Asociación costeaba, por una sola vez, el viaje en barco preferiblemente en la categoría de tercera que resultaba más económico. Además, cuando los recursos de la institución lo permitieron, le entregaban a bordo 50 pesos para costear sus necesidades a la llegada. Ese derecho solo podía ser ejercitado por una vez en un término de 10 años.

Por otra parte, en caso de fallecimiento de una afiliada en la Casa de Salud, la Asociación se responsabilizaba con otorgarle un entierro modesto, pero decoroso a todas por igual. Los accidentes por intentos de suicidios le impedían el derecho de atención y de ocurrir el fallecimiento, no se cubrían los gastos del funeral. Además, según disposiciones dictadas por la Secretaría de Sanidad, no se atendían a las que padecían de enfermedades infecciosas, males por embriaguez o por consumo de sustancias heroicas. En caso de accidente de trabajo, tenían que consultarse con la compañía aseguradora del lugar donde eran empleadas.

Este centro hospitalario, según sus fundadoras, se constituye con el propósito de facilitar a la mujer de escasos recursos la posibilidad de afrontar los gastos que ocasiona una enfermedad, de acuerdo con lo que estipula la Federación Médica de Cuba, la cual no admitía a personas con solvencia económica como componentes de esta clase de instituciones.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos que realizó para sostenerse, lo exiguo de sus capitales impidió continuar con sus labores médico-asistenciales. De modo que se cancela la inscripción por resolución del Gobernador Provincial el 3 de diciembre de 1952, procediendo a la disolución del centro.

Hay que tener en cuenta, que la década del treinta no fue una etapa fácil para las mujeres que recién estaban alcanzando su representación social. Además, esta institución femenina sale a la luz entre los años 1929 y 1933, en medio de la gran crisis económica mundial que afectó profundamente la economía cubana y, de una manera u otra, a todas las capas sociales, lo que contribuyó, entre otros factores, a la desaparición temprana de este Centro.

 

Notas

* Conferencia presentada en el II Coloquio Presencias Europeas en Cuba, 2018, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.

[1] La edad y empleo de sus padres consta en la fe de bautismo.

[2] Archivo Histórico de la Universidad de La Habana. Expediente académico de Juana María Rodríguez Cruz, Facultad de Letras y Ciencias, No. 19.564.

[3] El primer reglamento presentado al Gobernador Provincial se aprobó el 13 de julio de 1930 por el Comité Gestor de la misma y fue inscrito en el Registro de Asociaciones el día 17 de ese mes con el No. 9248 y cancelada por resolución del Gobernador Provincial el 3 de diciembre de 1952. Archivo Nacional de Cuba. Fondo: Registro de Asociaciones. Expediente de Fundación “Asociación Hijas de Canarias”.

[4] Expediente de Fundación de la Asociación Hijas de Canarias. Archivo Nacional de Cuba. Registro de Asociaciones, No. 54, Expediente 10269, Legajo 346, p. 7.

[5] Reglamento de la “Asociación Hijas de Canarias” de La Habana, Archivo Nacional de Cuba, Fondo: Registro de Asociaciones. Expediente de Fundación “Hijas de Canarias”, Fondo: 54, Expediente 10269, Legajo 346.

[6] Tierra Canaria, febrero de 1931, La Habana, p. 8, C. 1.

Dolores Guerra López: Doctora en Ciencias Históricas. Licenciada en Educación en la especialidad de Historia y Ciencias Sociales por el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona. Se desempeña como Investigadora y Profesora Titular del Instituto de Historia de Cuba y de la Universidad de La Habana. Es autora de varios libros y artículos relacionados con la asociatividad de los inmigrantes españoles en Cuba en los siglos XIX y XX. Entre sus principales obras se encuentran: La Quinta Canaria. Legado de la inmigración canaria a Cuba; Labor social de los españoles en Cuba; Canarios en Cuba. Sus asociaciones insignes y Sociedad de Instrucción Naturales del Ayuntamiento de Puentes de García Rodríguez.

Jornadas Técnicas de Restaura 2021. Investigaciones e intervenciones en el patrimonio

Jornadas Técnicas de Restaura 2021. Investigaciones e intervenciones en el patrimonio

Jornadas Técnicas de Restaura 2021. Investigaciones e intervenciones en el patrimonio

Octubre 5, 2021

 

En el marco del Proyecto de Cooperación Internacional Fortalecimiento de capacidades locales en tecnologías de digitalización para la conservación y promoción del patrimonio cultural de la Villa de San Cristóbal de La Habana en el marco de su 500 aniversario, financiado por el Gobierno Vasco y la Agencia Vasca para la Cooperación al Desarrollo a través de la Fundación Tecnalia Research & Innovation de España, fueron inauguradas en la mañana de hoy las Jornadas Técnicas de la UEB Restaura, entidad perteneciente a la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana.

Consciente de la importancia cada vez mayor de las tecnologías en todas las esferas de la vida, la Oficina, con el apoyo de la colaboración internacional, ha apostado por la formación del personal, la adquisición de equipamiento especializado y la implementación de nuevas metodologías y herramientas innovadoras en su trabajo cotidiano.

En este sentido, las Jornadas, que se desarrollan en el Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo, constituyen el espacio propicio para socializar los conocimientos técnicos adquiridos, capacitar a los trabajadores más jóvenes de la entidad y a especialistas de la Red de Oficinas del Historiador y el Conservador de Cuba, y presentar las principales investigaciones e intervenciones realizadas con el uso de las tecnologías.

Durante este primer día, luego de las palabras inaugurales de la directora de Restaura, Arquitecta Tatiana Fernández de los Santos, se presentaron ponencias sobre la aplicación en casos de estudio puntuales de los métodos de cálculo de la resistencia de las columnas, la fotogrametría digital, la modelación 3D, y las técnicas de diagnóstico del estado constructivo de edificaciones patrimoniales.

El evento continuará el día 6 de octubre. En esta ocasión se estudiarán y analizarán proyectos de diagnóstico y restauración de inmuebles como el Hotel Manzana y Amargura 65, y se presentarán los avances en el uso de la Tecnología Aditiva y la impresión en 3D.

guillermo de mancha

El artista andaluz Guillermo de Mancha y su quehacer teatral en Cuba entre 1922 y 1946

guillermo de mancha

MSc. Joney Manuel Zamora Álvarez

Septiembre 24, 2021

 

La historia en la riqueza incalculable de sus fórmulas, reserva siempre una sorpresa y una variante a todos los esquemas del desarrollo individual y colectivo. No es ocioso aseverar que es muy eficaz e interesante el conocimiento de todas las vidas que se agitaron en un pasado pugnaz y polémico, cualesquiera que fueran sus sombras y sus pequeñeces.

La posibilidad de reconstruir con generosidad y placer la vida en común de los artistas teatrales antillanos y españoles, es una de las más ingenuas y nobles alegrías que puede disfrutar quien produce obras de historia. El trabajo del actor, el cómico o cualquier intérprete de los escenarios y aquellos cambios de personalidad de los mismos, siempre despertaron la curiosidad del pensador, el espectador y el aficionado.

Debe tenerse en cuenta que siempre resultará imprudente destinar al olvido, o no encontrarle un lugar en la memoria del país, a determinados componentes del universo social cubano y foráneo del siglo XX.

No es incorrecto aseverar que, a pesar de los diversos matices de los nacionalismos criollos, laboró junto a los histriones de la mayor de las Antillas, una figura foránea que, en esas convulsas décadas de 1920, 1930 y 1940, ganó el respeto y la consideración en los escenarios de nuestro país. Se trata de Guillermo de Mancha, quien nació y realizó sus primeros estudios en Sevilla, pero se trasladó a Madrid para estudiar el Bachillerato y cinco años de la carrera de Medicina. Pero pronto se convenció que el verso se prestaba mejor a su temperamento y a sus facultades.

Según el periodista Germinal Barral y López, el actor y director sevillano de radio y teatro Guillermo de Mancha tenía el aspecto reposado, sereno, sonriente y pulcro de un individuo que se encontró a sí mismo.

Gracias a los textos publicados por el mencionado cronista y el libro La radio en Cuba de Oscar Luis López se pudo saber que esta figura artística inició su carrera teatral a la edad de 17 años. Pero existen imprecisiones si esta iniciación acaeció en Málaga o en la capital española. Lo que sí pudo ser comprobado fue su temprana insistencia en el arte del teatro por confiar en la necesidad del público de volver a emocionarse. Poseyó desde su pubertad verdaderas esperanzas en el teatro lírico y tuvo la ambición de tener un cuadro de excelencia para interpretar las grandes obras del teatro universal.

Guillermo de Mancha en su juventud actuó en el Teatro de la Comedia de Madrid con la Compañía Guerrero-Mendoza y también realizó interpretaciones como barítono en la obra El Húsar de la Guardia. A la edad de 20 años debutó como galán cómico en un escenario matritense. En España intervino en la película Los muertos viven junto a la afamada actriz María Guerrero. En su natal Andalucía compartió trabajos en el teatro con el célebre actor cómico Juan Espantaleón y realizó giras con los famosos artistas Paco Fuentes y Lola Membrives.

Vino a Cuba por vez primera en 1922 con la artista italiana Mimí Aguglia, con quien recorrió toda la República, pero en Santiago de Cuba, el actor se quedó en la mencionada ciudad del oriente cubano cuando aquella actriz embarcó para España. Pero más tarde, el intérprete español formó una compañía y fue a México.

Este artista encontró en Cuba un lugar, confortable y plácido como un hogar. Llegó a decir que La Habana tenía sobre él influencias curativas para su corazón. Sus emociones se destinaron a Cuba. Acató las leyes cubanas e hizo vida común con los criollos antillanos. Sobrevino en él un amoldamiento a la nueva fórmula de vida. Compartió alegrías y lágrimas con los cubanos después de conocerlos. Se acopló a la dinámica nacional y no se consideró un turista que descendió con visado de tránsito para esperar otro barco. Dejó de ser extraño para ser compañero de vida y de trabajo de los caricatos cubanos. Con él, estos últimos sostuvieron la lucha diaria y lo apreciaron como el compañero de trinchera en la guerra por la existencia.

En la década del veinte la sociedad Pro Arte Musical le encargó la organización de un cuadro dramático con espectáculos inolvidables. Con esta entidad de élite colaboró durante cuatro años. Aseveró que su trabajo allí acabó por falta de calor necesario. Con posterioridad, organizó un cuadro de comedias para la radio. Este actor fue el primero que hizo diariamente una obra completa por las ondas hertzianas desde la capital cubana. Trabajó en las emisoras CMK del Hotel Plaza, en CMX Radio Lavín y posteriormente en CMQ. Puede afirmarse que fue una de las personalidades que forjó la radiodifusión cubana. Ofreció su saber a los colegas antillanos del arte radiofónico y escénico. De Mancha consideró el panorama de la radio en Cuba —en la década del treinta— como un terreno prometedor y un fenómeno en escala ascendente.

Su experiencia fue respetada por los empresarios de las emisoras cubanas por ser producto de la antigua escuela de la farándula.

En el otoño de 1933 fue uno de los miembros de la comisión redactora de los estatutos de la Asociación Cubana de Artistas Teatrales (ACAT). Fue el primer vicepresidente que tuvo ese naciente gremio, que luchó durante 27 años por la dignificación del actor y la actriz de la mayor de las Antillas. Pero tuvo que renunciar a ese puesto por su condición de extranjero. También los artistas Ervigio Pena y Mariana Fort, que eran compañeros asociados no nacidos en Cuba, tuvieron que dejar sus cargos directivos en la ACAT, en noviembre de 1933, al ponerse en vigor la Ley de Nacionalización del Trabajo por el gobierno de Ramón Grau San Martín. Desde entonces la mayor cantidad de responsabilidades laborales debían ser llevadas a cabos por ciudadanos cubanos.

A pesar de tener que abandonar una importante tarea como dirigente gremial, el 5 de octubre de 1936 fue electo presidente de aquella organización de la cual él era un notable fundador. Precisamente, en la Asamblea General Extraordinaria del día señalado, sus compañeros agremiados le dieron un voto de confianza para que presentara su carta de ciudadanía cubana. En esa especial reunión de asociados, De Mancha obtuvo 179 votos a su favor. Su presidencia, según lo reglamentado en los Estatutos de la Asociación, duraría hasta octubre del año siguiente. Sus colegas esperaron de él que nivelara el erario social y que las cajas de la organización tuvieran la misma cantidad de efectivos que a principios de su mandato.

En 1937, con el objetivo de captar dinero, alquiló una pequeña finca que la Asociación poseía en la capital cubana. En ese año, sus propios compañeros comenzaron a hacer apuestas sobre la duración del período presidencial de este artista español; ya pronosticaban que el artista cienfueguero Eddy López sería el posible sustituto en las elecciones de octubre. Según Oscar Luis López, Guillermo de Mancha no tuvo una actuación digna como líder de los actores y actrices de Cuba, pues se caracterizó por la indisciplina, el desorden administrativo y por no haber alcanzado ventaja alguna para el sector artístico. A pesar de este aspecto negativo en su trayectoria política a nivel gremial, no fueron vilipendiados sus méritos profesionales de actor y director artístico brillante. Estas potencialidades de peso afortunadamente quedaron por encima de sus errores como dirigente de la ACAT. Gracias a sus potentes virtudes gozó de generales simpatías y del más amplio crédito en la radioaudiencia.

Fue director de la Escuela de Declamación de Películas Cubanas. Afirmaba que el cine era una industria que reclamaba capitales para afianzarse definitivamente. Aseguraba que ninguna producción extranjera había logrado en sus primeros intentos los éxitos económicos de la película cubana.

Murió el 30 de diciembre de 1946 en plena actividad profesional. Este fallecimiento produjo hondo pesar en los centros artísticos de La Habana. Al menos, fue recordado por dar un paso adelante en la conformación de una trinchera honesta en defensa de la dignidad profesional teatral y un cuerpo de lucha de los artistas de los espectáculos. Intentó redimir a sus colegas de la escena de sus largas pruebas de martirio; brindó un buen pan espiritual a un pueblo lejano al suyo, y puso a prueba su capacidad de sacudirse sus egoísmos para juzgar serena y honestamente lo que les sucedía a sus compañeros. Puede finalizarse que entregó en las noches los secretos de su existencia milagrosa.

Notas

* Conferencia presentada en el II Coloquio Presencias Europeas en Cuba, 2018, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.

Joney Manuel Zamora Álvarez: Máster en Historia Contemporánea y Relaciones Internacionales por la Universidad de La Habana y Licenciado en Historia. Investigador del Instituto de Historia de Cuba desde 2007. Ha desarrollado trabajos sobre las políticas culturales del Estado cubano en el período comprendido entre 1933 y 1961 y sobre la influencia de las artes melódicas populares en la segunda mitad del siglo XX.

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Prácticas culturales religiosas e identidad en Camagüey

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Bárbara de las Nieves Oliva García

Septiembre 17, 2021

 

La cultura cubana se ha conformado en una larga y compleja carrera de préstamos y transferencia que implican procesos de desconstrucción de los modos de vida ya establecidos y la reconstrucción de prácticas culturales asociadas a los referentes sociales más cercanos y a herencias patrimoniales que se van trasmitiendo de generación en generación, en especial las relacionadas con el patrimonio cultural vivo.

Los procesos migratorios desde España hacia Cuba tuvieron una significativa repercusión, desde los inicios de la conquista y colonización en el siglo XV hasta la primera mitad del siglo XX, no solo en el orden cuantitativo por el peso alcanzado por este trasvase humano desde el período colonial, sino desde el punto de vista étnico y cultural. El investigador Manuel Martínez Casanova, en el ensayo titulado Cultura popular e identidad: una reflexión, apuntaba sobre el tema:

Nos estaríamos refiriendo a un resultado, o más bien un proceso, en el que diversos factores, movilizados en el devenir dialéctico de lo casual y lo necesario, confluyen incidiendo específicamente en la conformación de componentes y matices, así como en las posibilidades de proyección ulteriores del sistema dado. [1]

Las leyes españolas de restitución de nacionalidad y el actual contexto económico, social y político cubano ha favorecido el crecimiento en cuanto a la ciudadanía española de descendientes o naturales, la mayoría se afiliaron a la nueva propuesta por mejoras económicas y las posibilidades de viajar fuera del país. No obstante a estos motivos iniciales, alejados de un proceso de identidad enraizado con la cultura española, es indiscutible que su ascendencia favoreció la presencia en el seno familiar de tradiciones, costumbres y expresiones culturales que en algunos casos se trasmiten hasta las nuevas generaciones de descendientes y no han sido estudiadas con sistematicidad.

Lo expuesto anteriormente permite identificar como objetivo general: Caracterizar la práctica cultural religiosa de los cántabros en Camagüey asociada a la celebración de la Bien Aparecida entre 1996-2018.El concepto rector de prácticas culturales ha cobrado importancia desde varias ciencias como la Antropología, la Psicología y la Sociología; especialmente en esta última desarrollado por Pierre Bourdieu, en 1970. Algunos autores coinciden con sus postulados o establecen similitudes con los conceptos de prácticas cotidianas, entre ellos, Michel De Certeau, y Martín Barbero, o prácticas sociales como lo denomina A. Giddens, al comprender dentro de las prácticas sociales las acciones recurrentes ordenadas en tiempo y espacio.

La teoría Bourdiana distingue las prácticas culturales como:

Las actividades específicas que realizan las personas dentro de un campo cultural determinado (artístico, académico, religioso, deportivas, escolares, científicas, etcétera), que están orientadas a la formación  y/o a la recreación, lo que presupone que son espacios sociales que se van abriendo y consolidando históricamente, que al interno de cada campo hay lógicas específicas, así como en cada uno de ellos hay procesos de formación “disciplinaria” (…) nivel de práctica para el dominio técnico, conocimientos de ciertos códigos de esas prácticas y las formas de participación y organización de cada campo. [2]

En el orden epistemológico su concepto de “habitus” y “campo” se interrelacionan con las prácticas culturales como el producto de la relación dialéctica entre ambos, referidas con el accionar del individuo, las colectividades y las instituciones en la vida cotidiana, el molde cultural que adquieren significados en los marcos de la sociedad. Concibe el habitus al plantear que lo individual, e incluso lo personal, lo subjetivo, es social, es un saber, colectivo, generador de prácticas objetivamente enclasables proyectadas por las condiciones de vida de los grupos sociales, así como la forma en la que éstas prácticas entrevén una relación concreta con la estructura social, el espacio y los estilos de vida. Postulado que resulta imprescindible al trabajar las prácticas culturales religiosas [3].

La representación que se proyectan individual o en comunidades, denominados por Bourdieu, distinción simbólica, no sostiene un análisis objetivo sin desentrañar el posicionamiento identitario de representaciones que individuos y grupos se transmiten a través de sus prácticas culturales como rasgos de la realidad social común que puede ser transformada. Presupone también que mientras mayor es el grado de estas prácticas a nivel social, las personas amplían su visión cultural.

Las prácticas culturales incluyen otras formas de expresión y participación no solo las institucionalizadas por la cultura oficial, sino también las que responden a la “cultura popular”. En este contexto, Raymond Williams, apunta el carácter dinámico y constructivo de lo tradicional, acentuando la necesidad de visualizar que lo residual se toma del pasado, pero se halla en actividad dentro de los procesos culturales presentes, donde se le asignan nuevos significados y valores, lo que genera nuevas prácticas y relaciones sociales, este enfoque antropológico posee puntos de contactos con los postulados de Bourdiu anteriormente explicados.

Entre los principales desafíos de las investigaciones antropológicas contemporáneas en Cuba, se encuentra las prácticas religiosas entendidas como una parte de la identidad del grupo que las produce y en otra dirección, pero no en dicotomía las que aluden a las evidencias del patrimonio cultural vivo que se manifiestan en disímiles prácticas culturales a lo largo del país.

Estudiosos del tema religioso cubano [4] describen el fenómeno como un proceso ininteligible por la heterogeneidad de expresiones religiosas que existen desde la conquista y colonización. Un país conformado por una mixtura cultura tan amplia que se incrementa con el discursar del tiempo no podría tener una praxis religiosa menos compleja.

De modo que los diferentes grupos religiosos fueron delineando sus prácticas culturales en un paralelismo que conlleva a una expresión muy popular en la actualidad, cuando muchos cubanos refieren que creen “a su manera” [5], una forma de explicar que mayoritariamente concurren a iglesias católicas o protestantes, a la vez que participan en ceremonias religiosas de Palo Monte, Regla de Ocha o Santería, espiritismo, entre otras, demostrando el abanico de espiritualidad que los caracteriza.

En sentido general, el contexto cubano actual ofrece una realidad en el plano religioso, similar con el pasado colonial o republicano. Los inicios áridos de Revolución triunfante en 1959 en los debates políticos de un marxismo a ultranza y la religión, conllevaron a determinadas políticas intolerantes frente a la religiosidad, en especial a la católica, que, si bien no se manifestaban explícitamente en las nuevas leyes adoptadas por el gobierno, se ejecutaban a través de una praxis discriminatoria. El silencio y las “prohibiciones” [6] que imponía la política estatal oficial chocaba contra una expresión religiosa de resistencia con nuevas prácticas culturales, lo que posibilitó casi tres décadas después, un mejoramiento de las relaciones en este sentido, fundamentalmente con la Iglesia católica [7] que había quedado rezagada con relación a otras religiones. 

Los años posteriores a 1990, con el recrudecimiento de las condiciones económicas, el incremento de la religiosidad católica expresó la necesidad de sobrellevar una crisis de valores de la sociedad en su conjunto. Así mismo se revitalizan y visualizan prácticas religiosas por grupos e individuos que contribuyen a subrayar la significación de las tradiciones, costumbres y experiencias colectivas, en la definición de los rasgos de una comunidad, y la construcción grupal de referentes identitarios, puntos de partidas insoslayables para la apreciación de un fenómeno tan complejo como las prácticas culturales asociadas a la religión católica camagüeyana.

La otrora villa de Santa María del Puerto del Príncipe, es conocida por diversos epítetos, entre ellos uno de los más divulgados por los urbanistas es el de la Ciudad de las Iglesias [8], por la alta presencia del repertorio religioso católico compuesto por iglesias, conventos y colegios, aunque debe tenerse en consideración la labor de las figuras religiosas de Fray Ollao Valdés, José Cruz Espí, Monseñor Arteaga y recientemente Monseñor Adolfo, entre otros. Todos fueron admirados y queridos por los camagüeyanos; algunos se encuentran ligados a hechos históricos y a leyendas de trascendencia en la ciudad [9], constituyen así parte indispensable del patrimonio y la memoria cultural del pueblo.

Las festividades religiosas católicas también ocupan un lugar prominente en la idiosincrasia del camagüeyano. La celebración de La Candelaria, como patrona de la región, es un referente obligatorio que traspasa los límites de un patronato que coincide con las festividades de Cataluña, para perdurar junto a los festejos de la fundación de la vetusta villa.

El investigador Marcos Antonio Tamames Henderson [10], en su artículo Religiosidad en las Ordenanzas Municipales de Puerto Príncipe aprobadas en 1856, plantea ideas muy sugerentes sobre la conmemoración de la Semana Santa [11], en la colonia, normas que según el autor convocaba a la comunidad desde la práctica a ser partícipes directos del simbolismo que porta el Santísimo Sacramento. Tamames, recoge los patrones que se establecen para la celebración de la Eucaristía, la representación de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo durante la Semana Santa hasta los patrones de comportamientos que deben tener los vecinos.

La Convención para la salvaguardia de los bienes culturales inmateriales en el 2003, revalida que las manifestaciones por tradición, hábitos y costumbres, enriquecen la memoria histórica de los habitantes o comunidades de una región, un país o nación y estas llegan a convertirse en signos y símbolos que ratifican su identidad. Dentro de estos bienes uno de los más significativos es la expresión religiosa, que conduce a su reconocimiento social.

Celebración de la Virgen la Bien Aparecida. Una práctica cultural de los inmigrantes españoles cántabros: signos a redescubrir en Camagüey

El flujo migratorio desde España no se mantuvo como un proceso constante, los datos obtenidos en los censos demuestran que Cuba fue el lugar preferido por la emigración hispana hasta 1898 y posteriormente entre 1920-1930. Los motivos fueron disímiles, pero en sentido general, el movimiento migratorio español se caracterizó por la alta presencia de adultos, con elevados índices de masculinidad, un predominio de agricultores y comerciantes [12]. Llegar a Cuba con sus familias completas era casi imposible, el costo del pasaje o la estancia en el país obligaba a la mayoría, especialmente los más jóvenes a emigrar solos, aquí formaban sus familias, pero tanto ellos como sus descendientes directos, no abandonaron las prácticas culturales religiosas de su lejana patria a las que incorporaban nuevas expresiones como parte del proceso de adaptación. Una de las más significativas eran la de asociarse con sus coterráneos, con sentir comunitario, comprendido a la manera de los teóricos Emile Durkheim, Carlos Marx, Porzecanski, Fernández de la Rota, Ander-Egg, Quintana, Nogueiras, que resaltan aspectos distinguibles en cuanto a estructuras físicas-geográficas, administrativas y sociales, vínculos, fines comunes que caracterizan los diferentes grupos sociales.

De esta forma el contexto cultural cubano se nutrió de un constante y creciente proceso  de cambios que condicionó una influencia significativa en la sociedad cubana en todos los  órdenes de la vida [13] y gradualmente los inmigrantes conformaron una especie de mosaico que se distinguió por los sentimientos y percepciones acerca de una cultura común que va ajustándose a nuevos patrones, donde emergen reproducciones de costumbres y tradiciones españolas  sedimentadas en el modo de pensar y sentir colectiva o individualmente.

Los cántabros gozaron de gran aceptación en la sociedad cubana y entre los propios españoles radicados en el territorio. El diario Correo Español [14] lanzó un concurso que preguntaba ¿Cuál es la provincia de España que cuenta con más simpatías en Cuba?, donde ganó con una cifra de 67.179 votos la provincia Santander. La inmigración cántabra en la isla mantuvo un fuerte y profundo sentido de pertenencia hacia su cultura, sus relaciones se manifestaron en celebraciones de festividades, intenso arraigo hacia los hábitos alimentarios, unido a una sólida posición económica que posibilitó imprimir su huella en la sociedad cubana. Las artes, el comercio, la industria, etc., ofrecen figuras cántabras de verdadero relieve. La Habana, Cienfuegos, Matanzas, Camagüey y Holguín, fueron las zonas donde mayor asentamiento de cántabros existió, y actualmente continúan siendo los territorios con mayor número de descendientes que existen en el país.

El asociacionismo de los inmigrantes españoles montañeses estuvo marcado por la creación de La Sociedad Montañesa de Beneficencia y el Centro Montañés de La Habana, las sedes más antiguas de las Casas de Cantabria en América Latina, creadas a mediados del siglo XIX que funcionaron junto a otras asociaciones como: Club Tierruca, Juventud Montañesa, Unión Liébana y Peñarrubia y la Unión hijos del Pechón [15].

En Cuba, la primera referencia para celebrar la festividad de La Virgen la Bien Aparecida [16] aparece en las Memorias de la Sociedad Montañesa, que recoge los intentos fallidos desde 1884 para realizar fiestas en su honor. No es hasta 1907, dos años después de ser reconocida como la patrona de la diócesis y región, con la repercusión del artículo Nuestra Patrona y la Beneficencia donde se convoca a los cántabros y sus descendientes a participar en una romería para tales fines. Finalmente, el 25 de agosto se da a conocer que celebrarían por primera vez estas fiestas. Se solicita por parte del Sr. Rufino Cano que le envíen la imagen de la virgen que se colocaría en el altar construido para estos menesteres en el parque Palatino. Para la ocasión los padres montañeses Francisco Revuelta y Camarero oficiaron la primera misa. Posteriormente se hizo costumbre que los montañeses en sus trajes de pasiegos, tamboneros y con otros aditamentos típicos, engalanaran las calles habaneras dirigiéndose a los Jardines de la Tropical, al parque Palatino, a los terrenos de Luyanó, entre otros lugares escogidos para su conmemoración.

Lamentablemente en Cuba, solo existe imágenes de la Virgen en la Capilla del Cementerio de Colón, construida por los montañeses radicados en la capital y en la iglesia Santo Ángel Custodio, de La Habana, lugar donde se comenzaron hacer las celebraciones a partir de 1918 dada la prohibición emitida por las autoridades católicas para realizar fiestas religiosas fuera de los templos. No obstantes, las romerías continuaron efectuándose hasta el triunfo de la revolución que disminuyeron en presencia e intensidad. Existen algunas referencias que en La Habana se han oficiado algunas misas los 15 de septiembre a la que asisten los cántabros y sus descendientes, así como algunas autoridades de la embajada española en Cuba.

Un análisis de esta práctica cultural religiosa en La Habana arroja interesantes hipótesis sobre la significación de la celebración, llama la atención el hecho que solo a dos años de ser reconocida como patrona de la región de Cantabria, se publique en Cuba un artículo que su título denota sentimientos de pertenencia y respeto a la tradición por la comunidad de montañeses. Los paseos por espacios citadinos importantes de la capital demuestran la aceptación que debe haber tenido como práctica religiosa de los españoles dentro de la sociedad habanera que tal vez con su presencia compartía tales festividades. No se ha encontrado otras referencias sobre celebraciones de forma similar por españoles radicados en la capital del país.

En otra dirección existen incógnitas sobre la creación de una asociación de ese tipo en Camagüey cuando existían varias familias de origen cántabro con descendencia en la zona.  Sobre la festividad, la mayoría (73%) de las fuentes orales expresaron recordar que sus padres y familiares asistían en ocasiones algunas fiestas por esa época del año en La Habana, aunque no pueden asegurar que estén relacionadas con la Bien Aparecida.

En la actualidad el número de ciudadanos españoles ha crecido por el reconocimiento oficial que otorgan las leyes de naturalización desde finales de la década de 1990. Los datos aportados por el Registro del Consulado Jurídico Español en Camagüey, hasta el 2018, reconocen la existencia de más de 83 naturales, 9 796 personas que son descendientes en primera y segunda generación de españoles y de ellos más del 84% ostentan la nacionalidad de este país y un 37% han viajado a España. Cifras que son las más elevadas en cuanto otorgamiento de otras nacionalidades en la provincia.

En diciembre de 1994, nació la Casa de Cantabria de Camagüey, bajo el aliento de un grupo de descendientes, en especial de Orlando González Beares, presidente de la misma desde su fundación hasta la actualidad, a la vez miembro del Consejo Mundial de las Casas de Cantabria. Constituye junto a la sede de La Habana las dos únicas Casas de Cantabria en el territorio nacional. Hoy cuenta con más de 300 asociados –mayor asentamiento de cántabro en Cuba-  la mayoría descendientes de las regiones de: Treviso, La Vega, Cabezón de Liébana, Labarces, Torrelavega, Laredo, Bárcena de Cicero y Santander, entre otras zonas [17].  Desde su creación desarrolla un amplio proyecto cultural para mantener vivas las tradiciones de la región de Cantabria y aquellas que se han incorporado a las costumbres camagüeyanas, niños, adultos y adultos de la tercera edad son colaboradores y beneficiarios del proyecto. Poseen una biblioteca que se encarga de divulgar todo lo relacionado con Cantabria, en correspondencia al artículo No 6 del estatuto de Autonomía para Cantabria, de 1981, que enuncia: “Las Comunidades montañesas asentadas fuera del ámbito del territorio de la región, así como sus asociaciones y centros sociales tendrán el reconocimiento de su origen cántabro y el derecho de colaborar y compartir la vida social y cultural de Cantabria” [18].

Una de las primeras tareas que asume la directiva de la Casa de Cantabria en 1995 es organizar la celebración de la Virgen de la Bien Aparecida, patrona de Cantabria, en ese año se hace de forma muy sencilla y a partir de 1996 hasta el presente, se reúnen en la iglesia de San José donde inicialmente el padre Mariano Tomey- de origen montañés- ya fallecido, oficiaba misas con estos fines. A esta celebración se añaden acciones en instituciones culturales como: concursos, muestras expositivas, conferencias, proyecciones de peregrinaciones al Santuario dedicado a la Virgen en la Iglesia del convento de San Felipe el Real.

A partir del 2008 con la presencia de la Coral Ijujú se ofrecen recitales en varias iglesias de la ciudad. La Casa de Cantabria lleva su imagen de la Bien Aparecida y personas de la tercera edad fundamentalmente le enciende velas, rezan y hacen pedidos. Para los más jóvenes y adultos se lanzan concursos sobre la religión, siempre vinculados a las prácticas culturales de Cantabria y su presencia en Cuba, especialmente en Camagüey, se reparten folletos confeccionados en la Casa y se finaliza con una cena e intercambios donde participan las familias que asisten a la ceremonia.

Un estudio de esta práctica durante los últimos 5 años realizado por la Casa de Cantabria, arrojó que se había incrementado la asistencia progresivamente hasta alcanzar en el 2018 un 72% de los asociados. Cifra que tiene en cuenta desde sus inicios para el análisis del público los siguientes aspectos:

  • Asociados que se hallan en la ciudad.
  • Personas que pueden asistir por estado de salud
  • Personas que asisten por primera vez
  • Tipo generación a la que pertenecen
  • Conocimientos que tienen de la ceremonia
  • Evaluación de la liturgia
  • Grado de satisfacción
  • Otros datos generales (edad, sexo, nacionalidad)

Un análisis estadístico de los resultados de las encuestas permite confirmar el crecimiento de los participantes, así como la colaboración y asistencias en las actividades colaterales que se realizan.

Un dato de interés que se asume para el estudio es la búsqueda dentro del imaginario colectivo de la significación de la celebración, de allí que resultó interesante el intercambio con algunas de las personas que viajaron a España y se pudo comprobar que de ellos el 47 % había visitado lugares donde se halla su imagen, algunos suvenires adquiridos que se refieren a la tradición cántabra y hasta fotografías que guardan como recuerdo de su estancia en el lugar.

En las encuestas se constata que en el período estudiado el 96% de los invitados expresan un grado de satisfacción elevado con las actividades en las que participan, siendo la celebración de 2014 la de mayor nivel de satisfacción. Otro aspecto que fue positivo en los 5 años recientes ha sido la incorporación de jóvenes que pertenecen a la tercera y 4 generación de descendientes, a su vez, hubo un incremento en un 13% de personas que asisten en calidad de invitado.

En el caso de los invitados las preguntas de la encuesta están encaminadas a indagar sobre los conocimientos que poseen de la Casa de Cantabria, de la Virgen de la Bien Aparecida, entre otros datos de interés. En cuanto a la Casa de Cantabria solo el 54 % responde con elementos substanciales que indican conocimientos de su quehacer, el 39 % poseen nociones generales y el 7 % era totalmente desconocedor. Con respecto a la ceremonia el 78% desconocía de la misma, el 19 refería un nivel bajo de conocimiento y un 3 % demostró tener suficientes dominios. Sobre la Virgen de la Bien Aparecida solo un 12 % conocía que era la patrona de Cantabria, sin poder añadir otros datos, aunque establecían nexos de conocimientos con la Virgen de la Caridad, el resto alegaban no conocer nada de ella.

Otro aspecto de interés que requiere un estudio más profundo está referido al vínculo que se constató en las actividades festivas de la patrona de Cantabria con la Virgen del Cobre, patrona de Cuba. La revisión de programas culturales concebido para la Celebración, demostró las referencias musicales dedicadas a la Virgen del Cobre, así como en las muestras expositivas y conferencias la relación que se estableció en cuanto a algunas coincidencias entre las imágenes en cuanto a los mantos, coronas y el hecho de tener en sus regazos al niño Jesús. Para mayores coincidencias solo una semana distancia ambas celebraciones.

Por los resultados obtenidos en las encuestas y la observación directa a la práctica cultural se puede inferir que ha marcado pauta en los descendientes de Cantabria en la ciudad agramontina y ha fortalecido los lazos inter generacionales, comprensible si se toma en cuenta la significación de la praxis, el etnólogo, antropólogo e historiador Fernando Ortiz tempranamente expresó: “Toda cultura es esencialmente un hecho social. No sólo en los planos de la vida actual, sino en los de su advenimiento histórico y en los de su devenir previsible” [19]. Este vínculo entre el pasado y el futuro a través del presente, solo es comprensible desde la percepción cultural los criterios de la Dra. Martha Arjona cuando señaló:

Entiendo por cultura no sólo la suma y sedimentación de experiencias propias y heredadas, sino el grado de conciencia de sí que tenga determinado grupo humano. Este reconocimiento, tamizado a través de las condiciones históricas y sociales se convierte en identidad cultural. (….) La identidad cultural es una riqueza que dinamiza la posibilidad de realización de la especie humana, al movilizar a cada pueblo y a cada grupo a nutrirse de su pasado y acoger los aportes externos compatibles con su idiosincrasia y continuar así el proceso de creación. [20]

Consideraciones finales

La práctica cultural religiosa de celebración de la Virgen La Bien Aparecida cada 15 de septiembre en Camagüey a partir de 1996 abarca no solo la liturgia de la misa que se realiza en la Iglesia San José, sino que a su alrededor se materializan otras actividades que enriquecen esta práctica cultural. El estudio de público muestra datos que corroboran el incremento gradual de los participantes, sentido de pertenencia y la partición de generaciones más jóvenes como expresión de continuidad.

Como signo cultural representativo de la festividad de la Virgen La Bien Aparecida, sobresale los nexos que se existente entre la patrona de Cantabria y la Virgen del Cobre, patrona de Cuba, aspectos que subrayan un proceso histórico que visualiza en la praxis el mestizaje cultural que investigadores han señalado e invita a repensar en las prácticas culturales religiosas modernas asociadas a los descendientes españoles.

 

Notas

* Conferencia presentada en el III Coloquio Presencias Europeas en Cuba, 2019, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.

[1] Manuel Martínez Casanova. Cultura popular e identidad: una reflexión, p.1.

[2] Bordiu, P. (1990). Sociología y cultura. p: 23-47.

[3] Bordiu, P. (1990). Sociología y cultura. Bourdieu asume el concepto de práctica, para ofrecer argumentos que permiten superar la tensión dinámica de las relaciones entre la estructura y el individuo. Sus conceptualizaciones de habitus y campo son compartidas por la autora en cuanto para el sociólogo el habitus es una subjetividad socializada y el campus un sistema relacional objetivo, instituido socialmente, una red o configuración de relaciones objetivas entre posiciones, ambos presentes en el fenómeno religioso.

[4] Entre los estudiosos se encuentran Fernando Ortiz, Olga Portuondo, Alain Basail y M Yoimy Castañeda Seijas, Miguel Barnet, Jesús Guanche, Ana Díaz, entre otros.

[5] Alain Basail y M Yoimy Castañeda Seijas en el ensayo: Conflictos y cambios de la identidad religiosa en Cuba citan las declaraciones de Monseñor Jaime Ortega, en 1982, en el Encuentro Diocesano de Pastoral que reconoce la religiosidad del pueblo con fundamento católico, pero sin práctica ortodoxa.

[6] La posición de algunas autoridades eclesiásticas en cuanto a la Revolución y la postura inflexible de algunos dirigentes de la Revolución se manifestó en actitudes gubernamentales de discriminación, y críticas a posturas religiosas interpretadas como rezagos de la burguesía. Aún no se ha develado en toda la dimensión a través de los estudios antropológicos las consecuencias de estas actitudes para el panorama sociológico y cultural del país.

[7] La posición de algunas autoridades eclesiásticas en cuanto a la Revolución y la postura inflexible de algunos dirigentes de la Revolución se manifestó en actitudes gubernamentales de discriminación, y críticas a posturas religiosas interpretadas como rezagos de la burguesía. Aun no se ha develado en toda la dimensión a través de los estudios antropológicos las consecuencias de estas actitudes para el panorama sociológico y cultural del país.

[8] En el Centro histórico declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad existen las iglesias: Nuestra Señora de la Merced, Nuestra Señora de La Soledad, La Catedral, la del Sagrado Corazón de Jesús, San Juan de Dios, Santa Ana, y El Carmen. Otras como: Santo Cristo del Buen Viaje, la Capilla de San José y La Caridad son representativas de un crecimiento urbano y demográfico significativo en los siglos XVII y XIX.

[9] Datos históricos demuestran la presencia del Padre Olallo en los momentos que llega el cadáver de Ignacio Agramonte al Hospital de San Juan de Dios, la memoria cultural refiere que fue él quien limpió su rostro. Fue beatificado en el 2008. Por su parte el padre Valencia se halla vinculado a la leyenda del Aura Blanca, una de la más conocida en la ciudad.

[10] Marcos Antonio Tamames Henderson: Monografía Religiosidad en las Ordenanzas Municipales de Puerto Príncipe aprobadas en 1856. p: 6-8.

[11] El investigador Marcos Tamames enfatiza en el texto como se pueden apreciar temas tan diversos en los artículos que recogen las Ordenanzas desde la limpieza e iluminación de las calles por donde transitaba la procesión del Santo Sepulcro hasta la llamada de atención para garantizar la solemnidad religiosa.

[12] Jesús Guanche: Componentes Etnos de la nación cubana, p.27.

[13] Ídem, p. 33.

[14] Fundado en La Habana en 1908 y terminó a finales de la década de 1920.

[15] Datos ofrecidos por el Registro de Asociados de la Casa de Cantabria de Camagüey.

[16] El Diario curioso, erudito, económico y comercial, de 1786 y el Diario de Madrid, 1807 hacen referencia a La Bien Aparecida, asumida por los cántabros como su protectora desde el siglo XVIII, de forma popular, mucho antes de que fuera declarada oficialmente casi un siglo después en 1905, como la patrona de la diócesis y región, coronada canónicamente por el obispo Eguino Trecu, en 1955. La leyenda refiere su presencia desde el año 1605, cuando unos niños ven su imagen con el Niño Jesús irradiando luz a su alrededor en una ermita situada en el alto de Marrón, en el municipio de Ampuero. La historia no fue aceptada por el pueblo, el alcalde y todos los moradores parten a la ermita en procesión el 15 de septiembre, comprobando lo descrito por los infantes, y de esta forma quedó establecida la festividad y trascendió la veneración a María Santísima con el título de la Bien Aparecida. Desde entonces su celebración congrega a montañeses dentro y fuera de España, en especial en el Santuario dedicado a la Virgen en la iglesia del convento de San Felipe el Real, donde se halla su imagen, una talla de madera de reducidas dimensiones: 21,6 centímetros (incluido el pedestal). Se desconoce quién modeló y su origen.

[17] Registro de Asociados. Casa de Cantabria de Camagüey.

[18] Casas de Cantabria. Embajadas del mundo. P-58-59.

[19] Norma Flores: Fernando Ortiz y la cubanidad, p: 11.

[20] Martha Arjona, Patrimonio e Identidad. 2003.

Bárbara de las Nieves Oliva García: Licenciada en Historia en 199 y Máster en Cultura Latinoamericana en 1999. Especialista en investigaciones históricas aplicadas en la dirección de investigaciones de la Oficina del Historiador de la ciudad de Camagüey. Vicepresidenta de la Filial de Camagüey de la Unión de Historiadores de Cuba. Miembro del CODEMA. Investigadora de temas relacionados con la historia, cultura y el patrimonio cultural. Trabaja en el proyecto cultural Encuentro de la Casa de Cantabria de Camagüey desde 1998. Ha realizado diversos cursos relacionados con la cultura popular, antropología, museología, género, patrimonio cultural, trabajo comunitario, entre otros. Docente de la Universidad de Camagüey y del Centro Provincial de Superación para la Cultura y el Arte.

Sancti Spíritus

La ruralización del refrán en Trinidad y Sancti Spíritus. Aproximación histórica

Sancti Spíritus

MSc. Bárbara Oneida Venegas Arbolaez

Septiembre 10, 2021

“Nuestro refranero viene de muchas partes, y viene

—y sigue viniendo—, de nuestra diaria experiencia,

de los medios rurales casi siempre”.

Samuel Feijóo

 

Breve conceptualización sobre el refrán

En 1950 Julio Casares define el refrán en su libro Introducción a la lexicografía moderna y lo incluye, junto con la frase proverbial, dentro de los tipos fundamentales de “combinaciones estables de palabras” [1]:

El refrán es una frase completa e independiente que en un sentido directo o alegórico, y por lo general en forma sentenciosa o elíptica, expresa un pensamiento —hecho de experiencia, enseñanza, admonición— a manera de juicio, en el que se relacionan al menos dos ideas” [2].

Otros autores, como Zoila Victoria Carneado, reafirman ese criterio de que los refranes forman una unidad que por su estructura gramatical constituye combinaciones predicativas de palabras y oraciones. Esta investigadora establece la denominación “expresión fraseológica” para los refranes, proverbios, clichés y otras formaciones, como “aquellos giros que en su composición y uso no sólo son semánticamente divisibles, sino que están compuestos de palabras con significación libre”, en cita del lingüista ruso M. M. Shanski [3].

En este caso, ¿qué se entendería de esa última expresión? Precisamente, la riqueza y perdurabilidad del refrán en condiciones históricas y socioculturales diferentes radica en el carácter polisémico del enunciado en el discurso del hablante, en las múltiples posibilidades de la comunicación y en la connotación que pueden adoptar las palabras para nombrar las cosas o explicarlas dentro de una nueva realidad. En este punto hay que preguntarse si estas características del refrán lo asemejan, en su proceso de configuración, al del lenguaje tropológico en su “doble conformación —gnoseológica y lingüística— que le confiere un alto grado de universalidad: entidades como el símil, la metáfora, el símbolo, etcétera, existen en todas las tradiciones literarias, manifestándose en estructuras semejantes” [4]. Son recursos que se emplean, más allá de fronteras clasistas o de otro tipo; para Dorothy Mack “Los hablantes usan la metáfora cada vez que explicar algo literalmente resulta muy largo, algo es muy complejo de analizar o, más aún, resulta imposible” [5]; y para Mirta Aguirre “la poesía, en suma, es un esfuerzo por abarcar, con pocas palabras, gran número de cosas” [6].

Sobran ejemplos en nuestro refranero para argumentar estas afirmaciones: una metáfora tan usada que ya los hablantes la perciben como lenguaje común en “Candil de la calle, oscuridad de la casa”, para referirse al que se ocupa más de las cosas ajenas que de las propias; imágenes del lenguaje coloquial guajiro como “La yagua que está pa’ uno no hay vaca que se la coma”, para proclamar el ineludible destino humano; personificaciones del estilo de “En lo que el hacha va y viene, descansa el palo”, en la referencia a la necesidad de ganar tiempo para algo; o la simpática “Como la gatica / de María Ramos, / que tira la piedra / y esconde la mano”, para criticar la hipocresía y la manipulación.

Pienso que el refrán comparte con la poesía su intención de decir mucho con pocas palabras y de comunicación de un conocimiento, la utilización del lenguaje figurado y también recto. Desde ese punto de vista, no pertenece a ningún estrato en particular, posee movilidad social y cultural, transita por diversas épocas y puede caer en desuso o lograr vigencia de acuerdo con las circunstancias históricas que contribuyen a su existencia. De ahí el uso, en muchas ocasiones, de combinaciones alusivas a realidades del pasado, por ejemplo: “Tanto va el cántaro a la fuente, hasta que se rompe”; “De casta le viene al galgo”; “Agua pasada no mueve molino”; o “Matrimonio y mortaja / del cielo bajan”.

Contexto histórico del refrán como representación cultural

La llegada de los contingentes hispánicos a América a finales del siglo XV y la fundación de las primeras villas a continuación significó un choque cultural donde el español como lengua de los vencedores devino el más activo vehículo de penetración cultural, el logos dominante como expresión de poder y legitimidad de toda actividad de habla y de escritura.

Al igual que otras villas de tan antigua estirpe, Trinidad y Sancti Spíritus fueron tierras de promisión para oleadas de hidalgos sin fortuna, burgueses emprendedores, eclesiásticos, campesinos, moros y judíos de la diáspora posterior a la reconquista española; y también aventureros y presidiarios. Llegaron transculturados, pero aquí lo fueron aún más, al incorporarse al ajiaco el indígena y el esclavo africano. La suya fue la palabra del otro, del que no tiene voz oficial, y sin embargo, nutrió de formas y decires de allende el océano el habla regional —vocablos y giros idiomáticos de origen árabe, kikongo, yoruba, castellano y otras lenguas romances y anglosajonas— e incorporó la base aruaca, náhuatl, quechua, a un léxico que se hacía día a día en el trasiego de mercancías, en el desmonte del bosque para fomentar fincas ganaderas e ingenios, en el ruido vocinglero e insolente de las calles y el mercado.

La palabra recrea cualquier imagen y su poder inmanente recorre las vías públicas y también se despliega en los rincones más recónditos de la vida de los ciudadanos. Sin el verbo la comunidad no tiene identidad. Su valor como expresión de la memoria es lo que inmortaliza los acontecimientos de la vida cotidiana e, indudablemente, es lo primero, que nombra, comunica, construye, destruye y reconstruye la representación de la realidad.

Procedentes de una cultura básica de producción y servicios agrícolas, los conquistadores-colonizadores la introdujeron en Cuba y hasta principios del siglo XX el componente étnico hispánico predominante fue de origen campesino, con marcas muy fuertes en los inmigrantes canarios en regiones de la provincia espirituana, registrados ya en el XVIII y el XIX en Trinidad y de afluencia notable en las primeras décadas del XX en Cabaiguán y Guayos, por ejemplo.

Este campesinado, que, como se sabe, es una de las savias nutrientes del criollaje y se integra en el campesinado cubano, aporta su aprehensión cultural del mundo que lo rodea desde sus experiencias vitales en un medio rural; sus signos lingüísticos y sus imágenes representativas son, por tanto, propios de ese medio y viajan con ellos por campos y ciudades, son acogidos y transformados por la práctica de cada día. En ellos se cumple lo que planteara el teórico Yuri M. Lotman:

El objeto que se presenta a sí mismo (que sirve para fines prácticos) ocupa, en las estructuras del código cultural, los niveles de valor más bajo, a diferencia del objeto que es signo de otra cosa (del poder, la santidad, la nobleza, la fuerza, la riqueza, la sabiduría, etcétera) [7].

Si se analiza el refrán desde este punto de vista, es posible comprender la humildad de su representación y a la vez su importancia como recurso gnoseológico en el habla de todos. Dentro de la temática rural sus indicadores son variados: la naturaleza y en ella, plantas y animales, fenómenos naturales y accidentes geográficos; filosofía de la existencia y la muerte, el de mayor amplitud, que se puede desglosar en la vida, la muerte, el destino, la religión, la suerte, las virtudes y los defectos humanos; y oficios y profesiones, donde se incluyen los instrumentos de trabajo.

Conclusiones

El predominio de tópicos rurales no admite discusión; en ellos están presentes la naturaleza con sus componentes, flora, fauna, accidentes geográficos, fenómenos naturales; la filosofía de la existencia y la muerte, con sus referencias al destino, la religión, la suerte, las virtudes y los defectos humanos; los oficios y profesiones con los instrumentos de trabajo como su correlato.

El componente étnico de raíz hispánica posee una base social campesina de gran densidad en Trinidad y Sancti Spíritus, con gran fuerza en la oralidad, y transmite códigos culturales vinculados con los objetos y la práctica de la vida cotidiana en el mundo rural.

La ruralización del refrán en Trinidad y Sancti Spíritus es una característica común que comparten con otras regiones del país, y responde a razones históricas y socioculturales avaladas por la permanencia de una cultura agrícola. Constituye además un rico reservorio de recursos poéticos propios del lenguaje tropológico que emplea el hombre para dotar de significado las palabras para aprehender y explicar la realidad circundante.

 

Notas

* Conferencia presentada en el III Coloquio Presencias Europeas en Cuba, 2019, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.

[1] Alfaro Echevarría, Luis. “Fisonomía y estilo de un refranero”. Revista Islas, nº 103: 126, sept.-dic. 1992.

[2] Ibídem, p. 125-126.

[3] Carneado Moré, Zoila V. La fraseología en los diccionarios cubanos. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1985, p. 40.

[4] Rodríguez Rivera, Guillermo. Sobre la historia del tropo poético. La Habana, editorial Letras Cubanas, 1985, p. 11.

[5] Citada por Rodríguez Rivera, p. 49.

[6] Ibídem.

[7] Citado por Rodríguez Rivera, op. cit. (6), p. 36.

Bárbara Oneida Venegas Arbolaez: Licenciada en Filología y Máster en Ciencias de la Educación. Diplomada en Filosofía por la Universidad de La Habana. Investigadora auxiliar. Es profesora auxiliar adjunta del Centro Universitario Municipal de Trinidad y correctora de la revista Tornapunta y otras publicaciones de la Oficina del Conservador de Trinidad y el Valle de los Ingenios. Es miembro de la Uneac, la Unión Nacional de Historiadores de Cuba y la Sociedad Cultural José Martí. Posee el premio nacional Emilio Roig de Leuchsenring, 2012; y el provincial Pérez Luna, 2014; ambos de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba. Su desempeño profesional se ha concentrado en el sector de la cultura, sobre todo como especialista de literatura y bibliotecas, investigadora de historia y cultura regional y promotora cultural. Tiene publicaciones en revistas y libros. Actualmente trabaja como especialista en la biblioteca municipal de Trinidad.

Gustavo Pittaluga

Gustavo Pittaluga Fattorini eminente hematólogo y ensayista italo-hispano-cubano

Gustavo Pittaluga

Pablo Andrés Pitaluga Pitaluga

Septiembre 3, 2021

 

El profesor Gustavo Pittaluga Fattorini nace en Florencia, capital de Toscana, Italia, el 10 de noviembre de 1877, en el seno de una familia notable por la cultura de sus miembros. Su bisabuelo, el doctor Balestero, fue médico de Napoleón I en la campaña de Rusia; su padre, el general Giovanni Pittaluga, profesor de Topografía Militar, tuvo el mando de Venecia durante la Primera Guerra Mundial; su hermano Mario fue un destacado abogado en Roma y su hermana Rosa, una distinguida profesora de Historia Natural en Florencia.

Gustavo Pittaluga estudió la carrera de Medicina en la Universidad de Roma y en 1901 alcanzó el Doctorado en Medicina y Cirugía con la tesis Acromegalia y tumores de la hipófisis, trabajo citado como uno de los primeros acerca de la Enfermedad de Pierre Marie.

Ya graduado, decide cambiar de orientación y comienza a trabajar como ayudante de la cátedra de Anatomía Comparada de su Alma Máter, junto al eminente profesor Giovanni Batista Grassi (1854-1925), sabio con el que llevó a cabo sus primeros estudios sobre insectos trasmisores del paludismo, estudiando profundamente esta enfermedad y especializándose en entomología médica y epidemiología.

En 1903 arriba a Madrid para asistir al Congreso Internacional de Medicina, donde presenta su estudio Etiología y epidemiología del paludismo, trabajo que llamó la atención de los congresistas y que fue determinante en el curso posterior que tomará su vida.

Entre los asistentes al Congreso se hallaba el sabio histólogo español don Santiago Ramón y Cajal, quien admirado con la disertación del joven investigador, lo invita a trabajar al Instituto Nacional de Higiene Alfonso XIII de Madrid, iniciando así la etapa en España de su brillante carrera, que se consolidaría aún más con su matrimonio con la madrileña María Victoria González del Campillo, de cuya unión nacerían tres hijos y uno de ellos, Gustavo, se convertiría con el devenir de los años en músico de prestigio internacional.

Su larga estadía en España lo hizo acreedor del reconocimiento de prestigiosas instituciones médicas europeas; entre sus obras aparece Estudios acerca de los dípteros y los parásitos que trasmiten enfermedades a los hombres y animales, editado por la Real Academia de Ciencias de Madrid en 1906, en el que cita los trabajos del doctor Carlos J. Finlay Barres (1833-1915) y defiende la prioridad del cubano en la concepción de la teoría metaxénica del contagio de enfermedades.

El resultado de sus estudios convirtió a Pittaluga en uno de los primeros hematólogos que revolucionaría, con sus ideas, lo que hasta ese momento se tenía sobre la Hematología.

Fundador de la hematología moderna, su Manual de enfermedades de la sangre y hematología clínica, publicado en 1922, marcaría un viraje en algunos conceptos y teorías de la Hematología, ya que había en aquella época un concepto muy pobre sobre sus estudios.

En el año 1937, el destacado ensayista cubano Fernando Ortiz, a través de la Institución Hispanocubana de Cultura, invitó a acreditados intelectuales españoles para ofrecer conferencias o cursos cortos en Cuba con el objetivo de dar a conocer diversos temas de gran interés en las especialidades de las Ciencias Sociales y, particularmente, sobre importantes temas científicos. El doctor Pittaluga fue uno de ellos. Llegaría a La Habana en diciembre de 1937, para dictar un ciclo de conferencias entre diciembre y enero del 1938. Ese año, la Facultad de Medicina de la Universidad de La Habana y el Instituto Finlay lo invitan a dar un curso sobre Hematología que fuera antologado por el doctor Víctor Santamarina Salanueva, en un volumen de 205 páginas titulado Conferencias de Hematología, publicado por la Universidad de La Habana en 1938.

A pesar de su intensa labor en las ciencias y la cultura en las cuales tuvo un relevante papel, no fue indiferente a los problemas políticos que aquejaban a España; en el año 1931 resultó electo delegado a la Asamblea Constituyente por la provincia Badajoz, Extremadura. A la República Española sirvió fielmente, por convicciones muy arraigadas, en las distintas misiones que le encomendó, hasta su caída en 1939.

Ante la victoria del franquismo, es acogido por Francia, donde llegó a ser presidente de la Sociedad Francesa de Hematología; pero Francia también era víctima de la invasión fascista. Su vida como la de cientos de luchadores antifascista corría peligro en tierras galas, por lo que el doctor Domingo F. Ramos Delgado, quien se desempeñaba como profesor de Patología en la Universidad de La Habana y ministro de Defensa en esa época, intercedió para buscar una salida, lo que permitió que el gobierno entreguista de Vichy autorizara su salida del país.

En septiembre de 1942 arriba a La Habana como exiliado republicano; todo hacía presagiar que la presencia de Pittaluga daría motivo al surgimiento de una Escuela de Hematología de tanto prestigio, en el futuro, como la de Madrid. Pero le faltó grandeza y patriotismo al ambiente médico cubano de aquel momento, no vieron en él al gran Maestro, sino al competidor que afectaría sus intereses económicos y prefirieron rodear su labor con un muro de indiferencia hasta llegar a anularla.

No hubo más cursos en la universidad; la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, de la que era miembro correspondiente, lo ignoró, al igual que las demás sociedades científicas. Pittaluga recibió la nueva situación, quizá por lo mucho que ya conocía a los hombres, sin apenas darse por enterado.

Aceptó un cargo en el Instituto Finlay, en el que tampoco tendría oportunidad de desarrollar, como merecía, su labor. Colaboró durante un tiempo con el profesor Pedro Kouri Esmeja, que le abrió generosamente las puertas de su cátedra de Parasitología y Enfermedades Tropicales de la Universidad de La Habana y el Instituto Nacional de Hidrología y Climatología Médicas. Lo invitó, desde su fundación en 1945, a formar parte como miembro asesor de su Consejo Científico, nombrándolo jefe del Departamento de Investigaciones Biológicas e Hidrológicas yjefe de redacción de su boletín, en el que aparecieron no pocos trabajos suyos.

Pero a pesar de todo, no detuvo el sabio su labor. En 1946 publica su primer libro Clínica y laboratorio, en colaboración con los doctores Enrique Galán Conesa y Antonio Guernica de Roux; en 1948 aparece Vitaminas y sangre, volumen de 770 páginas en el que se mezclan sus grandes conocimientos en estos dos importantes aspectos de la Medicina.

Otra tarea que desarrolló el profesor Pittaluga en el campo de las ciencias fue la de traductor. Por encargo de editoriales cubanas tradujo, del inglés al castellano, el Diccionario práctico de medicina del doctor Stedman, voluminosa obra de 1444 páginas.

Pero si importante es esta labor científica desarrollada en Cuba, no fue menos la que llevó a cabo en el campo de la cultura. Si bien es cierto que las instituciones científicas del país le cerraron veladamente sus puertas, no ocurrió lo mismo con los centros culturales de gran importancia, como la Academia de Historia de Cuba, a la que fue llamado como académico correspondiente y en la que ingresó en 1948 con su formidable estudio Ensayo para una historia de los sentimientos; la Academia Nacional de Artes y Letras en la que ingresó como académico correspondiente, en 1950; su libro más conocido dedicado a Cuba Diálogos sobre el destino, obtuvo el premio Ricardo Veloso en el concurso organizado por la Cámara del Libro Cubano en 1950.

Su preocupación por la mujer lo llevó a una profunda meditación sobre su proyección en la historia que le hizo escribir en Cuba el libro Grandeza y servidumbre de la mujer, obra apenas divulgada que lo acredita como historiador y filósofo de cualidades notabilísimas, que se afirma y confirma en la personalidad más destacada de la mujer, no ya en relación con el hombre, con el mundo masculino, sino como ser humano, como miembro autónomo de la comunidad.

Grandeza y servidumbre de la mujer lleva un subtítulo que define la temática del libro: Situación de la mujer en la historia. En él su autor no pretende resaltar los hechos, sino algo mucho más delicado y difícil de captar y expresar, me refiero a situaciones concretas de cada cambio histórico desde una genérica y más profunda visión: la de la mujer en toda la historia que se conoce.

La introducción del texto es la osamenta ideal del libro, donde la acción primera y primaria de la mujer tiene como escenario el comienzo mismo de la historia, en los primeros pasos en que el hombre se desprende de la vida nebulosa “Natural” para afirmarse en lo que tiene (posee) de peculiar y humano.

Autenticidad, tiempo y destino son los puntos centrales del libro. El primero se enlaza con el sentido de los valores que preside la visión histórica de Pittaluga. La mujer aparece —y esa es la mayor audacia, que consideramos de su pensamiento— como percibiendo los valores, sugiriéndolos, haciéndolos triunfar, en suma, convirtiéndolos realidad. Convierte a la mujer en la mediadora entre el reino de los valores y la cruda realidad social que traen consigo los avatares y dramas de cada época.

La filósofa española más universal de todos los tiempos María Zambrano, al referirse a la obra de Gustavo Pittaluga escribió:

Grandeza y servidumbre de la mujer pertenece a esa especie de libros musicales en los que la medida lo es todo: es una obra con número y ritmo, y, por tanto, algo secreta y misteriosa, donde prevalece la imagen de la mujer.

Gustavo Pittaluga Fattorini vivió los últimos 14 años de su vida en Cuba como exiliado político antifascista, y desarrolló una labor científica de indiscutible relieve avalada por la publicación de 10 libros, así como varios centenares de artículos y conferencias en periódicos y revistas del país o dictadas en prestigiosas instituciones nacionales.

Catalogado por el destacado Doctor en Ciencias Gregorio Delgado García, como la personalidad más importante del exilio republicano español en Cuba en la primera mitad del siglo xx, hoy, a 62 años de su muerte, el 27 de abril de 1956, los historiadores e investigadores rendimos tributo a quien la mayor de las Antillas acogió en su seno como a un hijo, de quien recibió, generosa y amorosamente, el fruto maduro de su talento extraordinario.

 

Notas

* Conferencia presentada en el II Coloquio Presencias Europeas en Cuba, 2018, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.

Pablo Andrés Pitaluga Pitaluga: Escritor e investigador sobre la inmigración y presencia italiana en Cuba. Forma parte del Comité Científico de los Seminarios sobre Emigración y Presencia Italiana en Cuba y del Consejo Editorial del periódico digital Ecos de Mantua. Ha publicado numerosos textos en revistas, periódicos, compilaciones y espacios digitales especializados, entre ellos Náufragos italianos devenidos artífices de una historia. Junto a Miguel Ángel Díaz Catalá es coautor del libro Cuentos de Camino. En la actualidad se desempeña como Especialista Principal en la Dirección de Eventos y Servicios Académicos Internacionales de la Universidad de La Habana. Es miembro de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba.

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Rutas y Andares 2021: propuestas del Palacio del Segundo Cabo

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Julio 4, 2021

 

El tan esperado proyecto de verano Rutas y Andares para descubrir en familia, de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana, retornará nuevamente entre el 5 de julio y el 29 de agosto, de manera virtual en ambos meses y, si las condiciones sanitarias lo permiten, con algunas acciones presenciales en la última etapa.

Desde las redes sociales del Palacio del Segundo Cabo, nos sumamos al proyecto Rutas y Andares 2021: Andar La Habana tras la ruta de Eusebio Leal con varias secciones fijas.

 

Lunes: #LealDiplomático / #CondecoracionesALeal

Se abordarán las condecoraciones europeas recibidas por el Dr. Eusebio Leal, Historiador de ciudad de La Habana, durante su carrera como promotor y gestor de las relaciones culturales entre Cuba y los países del viejo continente.

5 de julio: Caballero de la Orden de Leopoldo del Reino de Bélgica (1 de junio de 2016)

12 de julio: Cruz Federal al Mérito de la República de Alemania (18 de noviembre de 2017)

19 de julio: Comendador de la Orden Nacional dela Legión de Honor de la República Francesa (30 de enero de 2013)

26 de julio: Órdenes civiles españolas (Orden Civil de Alfonso X “el Sabio” en la categoría de Gran Cruz, España, 10 de julio de 2011; Orden Americana Isabel la Católica en el grado de Comendador, España, 6 de septiembre de 2017; Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III, España, 13 de noviembre de 2019)

2 de agosto: Cruz de Honor de Ciencias y Artes en Orden de Caballero de la República de Austria (15 de enero de 2010)

9 de agosto: Orden al Mérito de la República de Polonia en el grado de Comendador (15 de noviembre de 2011)

23 de agosto: Orden al Mérito de la República Italiana en el grado de Gran Oficial

30 de agosto: Gran Comendador de la Orden de Honor de la República de Grecia (concedida el 16 de julio de 2020; entrega post morten 4 de diciembre de 2020)

 

Martes: #PatrimonioEuropeo / #PatrimonioCubano

Disímiles son los lugares, reservas naturales y prácticas culturales que han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Durante los meses de julio y agosto compartiremos en nuestras redes sociales algunos de esos sitios, bienes y herencias patrimoniales tanto de Cuba como de Europa.

6 julio: Sainte-Chapelle, París, Francia

13 julio: Trinidad y Valle de los Ingenios, Sancti Spíritus, Cuba

20 julio: Paisaje cultural de Sintra, Portugal

27 julio: Parque Nacional del Desembarco del Granma, Cuba

3 agosto: Sassi de Matera, Italia

10 agosto: Paisaje arqueológico de las primeras plantaciones de café, en Santiago de Cuba y Guantánamo, Cuba

17 agosto: Patios de Córdoba, España

24 agosto: La rumba cubana

31 agosto: Emisora de Radio Varberg, Suecia

 

Miércoles y viernes: #MujeresEnLaHistoriaCompartida / #MujeresEnLaCubadeHoy

Cada miércoles y viernes de julio y agosto estaremos ofreciendo semblanzas históricas de mujeres cubanas y europeas, así como opiniones de investigadores sobre las acuciantes problemáticas de género del presente.

2 julio: Fanny Elssler en La Habana de La Habana

7 julio: Entrevista a Lirians Gordillo

9 julio: Titina, la transgresora que montó en bicicleta por las calles

14 julio: Entrevista a Grethel Morel

16 julio: Margarita Núñez Núñez, una de las primeras mujeres enfermeras graduadas

21 julio: Alicia Alonso, la prima ballerina assoluta

23 julio: Entrevista a Lizt Alfonso

28 julio: Entrevista a Pepe Menéndez

30 julio: Dulce María Loynaz, la mujer en la que bullían las letras

4 agosto: Entrevista a Graciela Chao

6 agosto: Entrevista a Susana Pons

11 agosto: Entrevista a Geydis Fundora

13 agosto: Ana Echegoyen

18 agosto: Entrevista a Jesús Muñoz

20 agosto: Raquel Catalá y Orbea, colega de Emilio Roig

25 agosto: Entrevista a Alicia Conde

27 agosto: Adriana Bellini, la primera graduada oficial

dest Desafíos...

Desafíos y oportunidades del trabajo cultural virtual con personas adultas mayores frente a la pandemia Covid-19. La experiencia del Programa Social de Atención a las Personas Adultas Mayores

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Jezabell Domínguez Pérez, Claudia Álvarez Delgado y Dariadna Barrios Tabares

Junio 17, 2021

 

La pandemia de la Covid-19 impactó las prácticas comunicativas cotidianas de los seres humanos. La emergencia sanitaria condujo, con premura, a la búsqueda de otros canales de comunicación que permitieran mantenernos informados, estudiando, trabajando, intercambiando afecto con familiares y amigos, acceder a bienes y servicios y, al mismo tiempo, ayudarnos, distendernos, seguir aprendiendo y creando. En este contexto, las nuevas tecnologías de la informática y las comunicaciones (TICs) han demostrado su efectividad en distintos ámbitos, sobre todo cuando se emplean de manera consciente y adecuada.

Si bien el uso de las TICs en Cuba ha incrementado notablemente en los últimos años, el acceso a las mismas sigue siendo limitado, cuestión que afecta en mayor medida a grupos con menos recursos como es el caso de las personas adultas mayores. En una era donde el desarrollo tecnológico avanza con gran celeridad y de manera particular en esta etapa de pandemia en la que la comunicación se ha tornado digital, estas personas presentan aún grandes limitaciones para el acceso y uso de equipos de cómputo, nuevas técnicas de telefonía, la conectividad a internet y la interacción en plataformas digitales.

Ante esta realidad cabría cuestionarse la efectivad de estos canales en el trabajo sociocultural con personas mayores. ¿Podrían los espacios virtuales ser efectivos para mantener el diálogo cultural con este grupo etario? ¿Qué características adopta la participación en dichos espacios? ¿Cuáles serían sus posibilidades y desafíos?

Tras el cierre temporal, los museos y centros culturales del Centro Histórico de La Habana acudieron a las TICs para continuar difundiendo el patrimonio e interactuando con los públicos. En primera instancia este no se visualizó como un espacio potencial para el intercambio con el público adulto mayor. Sin embargo, la manera espontánea en que se fueron involucrando en las diversas iniciativas virtuales, condujo a indagar en las posibilidades de acceso a estas tecnologías y en los conocimientos que poseían para su uso.

Los resultados de una encuesta realizada el pasado año a 97 personas mayores que participan de manera habitual en las acciones presenciales del Programa Social de Atención a las Personas Adultas Mayores de la Dirección de Patrimonio Cultural arrojó resultados que reafirman la diversidad de situaciones que vivencia la población adulta mayor en el país, este caso particular en la capital. El 68% de las personas encuestadas alegó tener posesión de teléfonos móviles; apenas un 39,2% cuenta con acceso a internet. El 38.1% evaluó tener un conocimiento medio del funcionamiento de esta red y el 8.2% consideró que eran avanzado. El 39,2 % posee correo electrónico y el 38,1% tiene perfiles en redes sociales, fundamentalmente WhatsApp y Facebook. Además, se indagó en las necesidades e intereses y, en base a estas, se conformó un programa de actividades virtuales para celebrar el 1ro de octubre Día Internacional de las Personas Adultas Mayores.

La experiencia hizo evidente los beneficios de las redes sociales para las personas mayores. De acuerdo a los criterios de quienes participaron en estas acciones, las plataformas digitales les permitieron aliviar malestares emocionales asociados al aislamiento. Fueron un alimento a su espiritualidad, continuaron aprendiendo, desarrollando habilidades, socializando y ampliando su red de amistades.

Sin embargo, la participación en estas acciones refleja diferentes prácticas de consumo entre hombres y mujeres. Según sexo, existió una mayor representación de mujeres en este tipo de propuestas culturales. De acuerdo al Informe de Igualdad de Género: Patrimonio y Creatividad en 2015, este es un fenómeno que se repite a escala mundial, y las ideas para lograr involucrar a los hombres se hace cada vez más inminente. No se pueden perder de vista los estereotipos de género que, en la adultez mayor, sitúan a hombres y mujeres ante riesgos particulares. 

Esto conduce a la necesidad de facilitar, de distintas maneras, el acceso de este grupo de edad a las TICs. Crear espacios para la alfabetización y el empoderamiento digital en estas edades. Las instituciones culturales pueden tener un rol más activo en este sentido y trabajar en función de prevenir otras vulnerabilidades derivadas del uso de la red. Además, deben repensarse los contenidos de las propuestas culturales para lograr una participación más equilibrada y equitativa. Incorporar la perspectiva de género es un punto de partida necesario.

Es preciso analizar las prácticas comunicativas y la medida en que las mismas están contribuyendo, directa o indirectamente, a reproducir mitos y estereotipos generacionales, de género, etcétera. La discriminación por edad se ha convertido en una de las tres grandes formas de discriminación, luego del racismo y el sexismo. Comúnmente, se usa la edad para categorizar y repetir estereotipos, casi siempre negativos y humillantes, sobre todo de la población adulta mayor. El edadismo se oculta bajo una aparente amabilidad, tendiendo a ubicar a las personas adultas mayores en una misma categoría: jubilados, abuelos, simplificando la profunda y plural realidad de estas personas [1]. De esta manera, es pertinente eliminar cualquier vestigio de lenguaje edadista en el trabajo social con este público. A su vez, debe tenerse en cuenta el tratamiento que muchas veces se da desde la visualidad y los recursos gráficos que se emplean en el diseño de convocatorias, evitando igualmente que estos reproduzcan dichos estereotipos.

Sin dudas la pandemia ha impuesto diversos retos a las personas adultas mayores. Las limitaciones que poseen en el acceso a las TICs los han situado como grupo vulnerable en esta etapa en la que las tecnologías desempeñan un papel fundamental en la socialización y la comunicación. Ante este contexto, las instituciones culturales tienen el desafío de diseñar propuestas que respondan a los intereses y necesidades de este grupo, atendiendo a las limitaciones que poseen en este sentido. Desde la virtualidad, las experiencias desplegadas con este público pueden catalogarse como un gran acierto. El agradecimiento de quienes las disfrutaron y las demandas de continuar recibiendo conocimientos a través de estas vías reafirman la idea de que las personas adultas mayores están cada vez más ávidas de aprender, demostrando que la edad no es impedimento para ser activas, creativas y valiosas.

 

Notas

[1] Dirección General de Personas Mayores y Servicios Sociales. (2019). Atención y trato adecuado a las personas mayores. Guía para profesionales en la práctica diaria. Disponible en: https://www.madrid.es.

Lic. Jezabell Domínguez Pérez, Lic. Claudia Álvarez Delgado, Msc. Dariadna Barrios Tabares: Especialistas del Departamento de Investigaciones Socioculturales y Programas Educativos. Centro de Gestión Cultural de la Dirección de Patrimonio Cultural de la Oficina del Historiador de la ciudad de la Habana.