guillermo de mancha

El artista andaluz Guillermo de Mancha y su quehacer teatral en Cuba entre 1922 y 1946

guillermo de mancha

MSc. Joney Manuel Zamora Álvarez

Septiembre 24, 2021

 

La historia en la riqueza incalculable de sus fórmulas, reserva siempre una sorpresa y una variante a todos los esquemas del desarrollo individual y colectivo. No es ocioso aseverar que es muy eficaz e interesante el conocimiento de todas las vidas que se agitaron en un pasado pugnaz y polémico, cualesquiera que fueran sus sombras y sus pequeñeces.

La posibilidad de reconstruir con generosidad y placer la vida en común de los artistas teatrales antillanos y españoles, es una de las más ingenuas y nobles alegrías que puede disfrutar quien produce obras de historia. El trabajo del actor, el cómico o cualquier intérprete de los escenarios y aquellos cambios de personalidad de los mismos, siempre despertaron la curiosidad del pensador, el espectador y el aficionado.

Debe tenerse en cuenta que siempre resultará imprudente destinar al olvido, o no encontrarle un lugar en la memoria del país, a determinados componentes del universo social cubano y foráneo del siglo XX.

No es incorrecto aseverar que, a pesar de los diversos matices de los nacionalismos criollos, laboró junto a los histriones de la mayor de las Antillas, una figura foránea que, en esas convulsas décadas de 1920, 1930 y 1940, ganó el respeto y la consideración en los escenarios de nuestro país. Se trata de Guillermo de Mancha, quien nació y realizó sus primeros estudios en Sevilla, pero se trasladó a Madrid para estudiar el Bachillerato y cinco años de la carrera de Medicina. Pero pronto se convenció que el verso se prestaba mejor a su temperamento y a sus facultades.

Según el periodista Germinal Barral y López, el actor y director sevillano de radio y teatro Guillermo de Mancha tenía el aspecto reposado, sereno, sonriente y pulcro de un individuo que se encontró a sí mismo.

Gracias a los textos publicados por el mencionado cronista y el libro La radio en Cuba de Oscar Luis López se pudo saber que esta figura artística inició su carrera teatral a la edad de 17 años. Pero existen imprecisiones si esta iniciación acaeció en Málaga o en la capital española. Lo que sí pudo ser comprobado fue su temprana insistencia en el arte del teatro por confiar en la necesidad del público de volver a emocionarse. Poseyó desde su pubertad verdaderas esperanzas en el teatro lírico y tuvo la ambición de tener un cuadro de excelencia para interpretar las grandes obras del teatro universal.

Guillermo de Mancha en su juventud actuó en el Teatro de la Comedia de Madrid con la Compañía Guerrero-Mendoza y también realizó interpretaciones como barítono en la obra El Húsar de la Guardia. A la edad de 20 años debutó como galán cómico en un escenario matritense. En España intervino en la película Los muertos viven junto a la afamada actriz María Guerrero. En su natal Andalucía compartió trabajos en el teatro con el célebre actor cómico Juan Espantaleón y realizó giras con los famosos artistas Paco Fuentes y Lola Membrives.

Vino a Cuba por vez primera en 1922 con la artista italiana Mimí Aguglia, con quien recorrió toda la República, pero en Santiago de Cuba, el actor se quedó en la mencionada ciudad del oriente cubano cuando aquella actriz embarcó para España. Pero más tarde, el intérprete español formó una compañía y fue a México.

Este artista encontró en Cuba un lugar, confortable y plácido como un hogar. Llegó a decir que La Habana tenía sobre él influencias curativas para su corazón. Sus emociones se destinaron a Cuba. Acató las leyes cubanas e hizo vida común con los criollos antillanos. Sobrevino en él un amoldamiento a la nueva fórmula de vida. Compartió alegrías y lágrimas con los cubanos después de conocerlos. Se acopló a la dinámica nacional y no se consideró un turista que descendió con visado de tránsito para esperar otro barco. Dejó de ser extraño para ser compañero de vida y de trabajo de los caricatos cubanos. Con él, estos últimos sostuvieron la lucha diaria y lo apreciaron como el compañero de trinchera en la guerra por la existencia.

En la década del veinte la sociedad Pro Arte Musical le encargó la organización de un cuadro dramático con espectáculos inolvidables. Con esta entidad de élite colaboró durante cuatro años. Aseveró que su trabajo allí acabó por falta de calor necesario. Con posterioridad, organizó un cuadro de comedias para la radio. Este actor fue el primero que hizo diariamente una obra completa por las ondas hertzianas desde la capital cubana. Trabajó en las emisoras CMK del Hotel Plaza, en CMX Radio Lavín y posteriormente en CMQ. Puede afirmarse que fue una de las personalidades que forjó la radiodifusión cubana. Ofreció su saber a los colegas antillanos del arte radiofónico y escénico. De Mancha consideró el panorama de la radio en Cuba —en la década del treinta— como un terreno prometedor y un fenómeno en escala ascendente.

Su experiencia fue respetada por los empresarios de las emisoras cubanas por ser producto de la antigua escuela de la farándula.

En el otoño de 1933 fue uno de los miembros de la comisión redactora de los estatutos de la Asociación Cubana de Artistas Teatrales (ACAT). Fue el primer vicepresidente que tuvo ese naciente gremio, que luchó durante 27 años por la dignificación del actor y la actriz de la mayor de las Antillas. Pero tuvo que renunciar a ese puesto por su condición de extranjero. También los artistas Ervigio Pena y Mariana Fort, que eran compañeros asociados no nacidos en Cuba, tuvieron que dejar sus cargos directivos en la ACAT, en noviembre de 1933, al ponerse en vigor la Ley de Nacionalización del Trabajo por el gobierno de Ramón Grau San Martín. Desde entonces la mayor cantidad de responsabilidades laborales debían ser llevadas a cabos por ciudadanos cubanos.

A pesar de tener que abandonar una importante tarea como dirigente gremial, el 5 de octubre de 1936 fue electo presidente de aquella organización de la cual él era un notable fundador. Precisamente, en la Asamblea General Extraordinaria del día señalado, sus compañeros agremiados le dieron un voto de confianza para que presentara su carta de ciudadanía cubana. En esa especial reunión de asociados, De Mancha obtuvo 179 votos a su favor. Su presidencia, según lo reglamentado en los Estatutos de la Asociación, duraría hasta octubre del año siguiente. Sus colegas esperaron de él que nivelara el erario social y que las cajas de la organización tuvieran la misma cantidad de efectivos que a principios de su mandato.

En 1937, con el objetivo de captar dinero, alquiló una pequeña finca que la Asociación poseía en la capital cubana. En ese año, sus propios compañeros comenzaron a hacer apuestas sobre la duración del período presidencial de este artista español; ya pronosticaban que el artista cienfueguero Eddy López sería el posible sustituto en las elecciones de octubre. Según Oscar Luis López, Guillermo de Mancha no tuvo una actuación digna como líder de los actores y actrices de Cuba, pues se caracterizó por la indisciplina, el desorden administrativo y por no haber alcanzado ventaja alguna para el sector artístico. A pesar de este aspecto negativo en su trayectoria política a nivel gremial, no fueron vilipendiados sus méritos profesionales de actor y director artístico brillante. Estas potencialidades de peso afortunadamente quedaron por encima de sus errores como dirigente de la ACAT. Gracias a sus potentes virtudes gozó de generales simpatías y del más amplio crédito en la radioaudiencia.

Fue director de la Escuela de Declamación de Películas Cubanas. Afirmaba que el cine era una industria que reclamaba capitales para afianzarse definitivamente. Aseguraba que ninguna producción extranjera había logrado en sus primeros intentos los éxitos económicos de la película cubana.

Murió el 30 de diciembre de 1946 en plena actividad profesional. Este fallecimiento produjo hondo pesar en los centros artísticos de La Habana. Al menos, fue recordado por dar un paso adelante en la conformación de una trinchera honesta en defensa de la dignidad profesional teatral y un cuerpo de lucha de los artistas de los espectáculos. Intentó redimir a sus colegas de la escena de sus largas pruebas de martirio; brindó un buen pan espiritual a un pueblo lejano al suyo, y puso a prueba su capacidad de sacudirse sus egoísmos para juzgar serena y honestamente lo que les sucedía a sus compañeros. Puede finalizarse que entregó en las noches los secretos de su existencia milagrosa.

Notas

* Conferencia presentada en el II Coloquio Presencias Europeas en Cuba, 2018, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.

Joney Manuel Zamora Álvarez: Máster en Historia Contemporánea y Relaciones Internacionales por la Universidad de La Habana y Licenciado en Historia. Investigador del Instituto de Historia de Cuba desde 2007. Ha desarrollado trabajos sobre las políticas culturales del Estado cubano en el período comprendido entre 1933 y 1961 y sobre la influencia de las artes melódicas populares en la segunda mitad del siglo XX.

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