"La inauguración del Templete", 1828. óleo sobre tela 710 x 360 cm. El Templete

Jean Baptiste Vermay de Beaumé y la Academia de San Alejandro

"La inauguración del Templete", 1828. óleo sobre tela 710 x 360 cm. El Templete

Osvaldo Paneque Duquesne

Agosto 8, 2020

 

Jean Baptiste Vermay de Beaumé fue de esos europeos que dejó una huella indeleble en Cuba. Conocido por su desempeño como fundador de la primera escuela oficial de dibujo y pintura en la Isla, no ha sido, sin embargo, lo suficientemente favorecido por la historiografía. Aún hoy, pasajes de su vida, incluso aquellos ligados a nuestra historia nacional, se presentan de manera controversial para investigadores y docentes cubanos. Con el fin de llamar la atención sobre algunos de esos aspectos polémicos de su biografía, así como destacar la importancia de su cometido en nuestra Isla, nos acercamos en el presente trabajo a parte de la producción bibliográfica generada en esta tierra que hace referencia al ilustre intelectual francés.

Nació en la segunda mitad del siglo XVIII, siendo el año exacto de este acontecimiento uno de esos aspectos de su biografía en los que no se halla consenso. Entre los primeros textos consultados que reúne información valiosa sobre el artista está Necrópolis de La Habana. Historia de los cementerios de esta ciudad con multitud de noticias interesantes de Domingo Rosain, publicado en 1875. Rosain deja testimonio de que en el sepulcro del artista objeto de nuestra atención, “costeado por discípulos y amigos”, además del epitafio concebido por Agustín Sarraga y José Ma. Heredia se puede leer que el nacimiento ocurrió el 15 de octubre de 1786 (Rosain, 1875).

Sin embargo, solo tres años después, en Diccionario Biográfico de Cuba de Francisco Calcagno, aparecen las primeras contradicciones en cuanto a tal fecha histórica. En él, se cuenta que Juan Bautista [sic] Vermay de Beaume nació un 15 de octubre de 1784. El escritor valida su información haciendo alusión a la “extensa necrología” que sobre el pintor circuló en las páginas del Diario de La Habana el 22 de abril de 1833 (Calcagno, 1878).

Sin quedar claro exactamente cuándo y dónde vio la luz Jean Baptiste Vermay, su biografía prosigue con el hecho de que, con 17 años de edad, luego de pasar 6 años de estudios junto a Jacques Luis David, enseña pintura en Francia. Allí, con veinte años fue premiado por el Emperador (Calcagno, 1878) en la famosa Exposición de París de 1808 (Pérez, 1959), (Bermúdez, 1990) con un cuadro de corte histórico: María Estuardo, reina de Escocia, recibiendo la sentencia de muerte que acaba de ratificar el Parlamento (Rigol, 1983).

Tras la caída del imperio napoleónico, en 1815 sale del país, visita Alemania, Estados Unidos y las academias de Florencia y Roma en Italia (Calcagno, 1878). No falta quien refiere que fue alumno de Francisco de Goya, en tanto otros argumentan que no, basado en las influencias visibles en su obra, donde la huella de David es “ostensible” (Mañach, 1924).

Sigue esta historia sin precisar, tampoco, la fecha de su llegada a la Habana. Se plantea que arribó a fines de 1815 (Juan, 1974), procedente de la Lousina “(…) con renombre y buenas recomendaciones, entre otras de Goya, a quien Espada había pedido un buen restaurador de lienzos (…)” (Calcagno, 1878). Sin embargo, se señala asimismo que “deseando Espada continuar los frescos que Perovani hizo en la Catedral, escribió a su antiguo amigo Goya para que le enviase un profesor distinguido, cuyo viaje costeaba. En tales circunstancias emigraba de Francia acompañado de escogidos lienzos Don Juan B Vermay, que llegó a la Habana en 1816” (Rosain, 1875). Otra fecha manejada para hablar de su llegada a nuestro suelo es la de 1817, según Josefina González. En tal sentido la autora apunta: “vino recomendado por Goya, al Obispo Espada, para continuar las pinturas de la Catedral interrumpidas al partir Perovani para Méjico” (González, 1947).

Una vez en La Habana se adapta muy pronto al ambiente criollo. No tardó en hablar perfectamente el español y “llegó a escribir versos castellanos bellísimos y muy correctos (…)” (Rigol, 1983). “Relacionado con las más linajudas familias de La Habana y habiéndose captado en seguida las simpatías de la Sociedad de Amigo, no tardó el francés en hacerse de un autorizado prestigio” (Mañach, 1924).

La obra que desarrolló en la Isla abarcó un amplio abanico temático y a pesar de que actualmente no sabemos a ciencia cierta el paradero de muchas de ellas, en la historiografía, una vez más, podemos encontrar algunos de esos cuadros perdidos: “Recién llegado a La Habana imaginó y pintó dos cuadros de la historia de América que existen en un salón de la casa de Gobierno: en ellos se ven los conocimientos históricos que este artista poseía, el estudio profundo de la bella naturaleza, con la viva imaginación que le acompañaba” (Calcagno, 1878).

Trabajó, además, la pintura religiosa, por lo que “restaura los frescos de Perovani en la Catedral; pinta un San Ignacio de Loyola para la iglesia de San Nicolás, una Virgen del Pez para la del Ángel, un San Juan Bautista y una Virgen de Guadalupe para la de la Caridad” (Pérez, 1959). Piezas que muchas veces fueron víctimas de la ignorancia de los encargados de los templos para los que se concibieron. Interesante resulta el testimonio de Rodríguez Morey, otrora director del Museo Nacional, cuando en su Diccionario, conocido por muchos aunque inédito hasta 2013, comenta el rumbo de uno de esos cuadros en los que el artista recreó la imaginería católica: “Vermay pintó un gran cuadro, tamaño natural, representando El Descendimiento de Cristo que lo regaló a la Iglesia de la Salud, pero al entregarlo al párroco, éste le exigió el marco y el pintor ante tamaña mezquindad lo retiró y lo envió a Tournai, su pueblo natal” (Rodríguez, 2013). De igual modo, más adelante nos pone al corriente de otro suceso relacionado con las pinturas del francés en ese mismo recinto:

Vermay pintó un fresco en la Iglesia de la Salud (hoy de la Caridad), pinturas que en el año 1880 se conservaban restos de ella, pues el párroco de esa iglesia, poco inteligente en pintura mandó dar una lechada para cubrir algunos desperfectos del tiempo. Con posterioridad, corrieron también igual suerte, varias pinturas de Vermay, que se encontraban en la Capitanía General y que representaban el Desembarco de Colón y varios episodios de la Conquista. (Rodríguez, 2013)

Cultivó también el retrato, “su numerosa clientela particular y clerical le encarga retratos (…), ejecuta algunos de Capitanes Generales: Apodaca, Cienfuegos y Cajigal de la Vega” (Pérez, 1959), de los que no se tienen mayores noticias.

Sin embargo, por la pintura de historia obtuvo los más notables elogios, en especial, por aquella que, aun se puede apreciar en el Templete. “Cuando el Gobernador Vives quiso perpetuar la memoria de la primera misa celebrada en Cuba, hizo Vermay sus tres notorias decoraciones, de un valor histórico incalculable” (Mañach, 1924). Tres cuadros forman parte del conjunto conmemorativo, La primera misa y El primer cabildo de 1826 y La inauguración de El Templete de 1828.

De grandes dimensiones representa la misa cantada por el señor obispo Espada, en conmemoración de la primera que dijo, bajo la sieba [sic] que en aquel mismo lugar se hallaba, el Padre las Casas. En ese cuadro, rico monumento histórico, hay cien retratos al natural de las personas más ilustres de la época. El obispo Espada, el Capitán General Vives, los condes de Fernandina, Cañongo, OʼReilly, Jaruco y Prado Ameno; los señores Arango y Parreño, OʼFarrill, OʼGaban, Montalvo, La Torre y Cárdenas, el Ayuntamiento en corporación y el mismo Vermay con el lápiz en la mano haciendo el croquis de la procesión, dando la espalda al espectador y á D. Ramón de la Sagra que no fue nunca su buen amigo, sin que por eso deje de estar hablando como vulgarmente se dice. A la izquierda hay un grupo de señoras entre las que se distinguen las de OʼFarrill, Montalvo, Cárdenas y Mme. Vermay. (Ramírez, 1891)

Es así que en 1826 Fernando VII lo había nombrado pintor de la Real Cámara y en 1828 la Sociedad Patriótica de La Habana le otorga el diploma de Socio de Mérito.

En esta Habana abre una escuela de pintura en el convento San Agustín, de la que unos meses después, se convierte en su director. En tal sentido Jorge Rigol precisa que la Academia comenzaría a funcionar “oficialmente”, el 11 de enero (Rigol, 1983) de 1818. Sin embargo, el propio autor apunta que en el Diario del Gobierno del 11 de enero (domingo) se podía leer que “mañana lunes 12 del corriente a las cuatro y media de la tarde se verificará con la posible solemnidad en un salón del convento San Agustín, la apertura de la escuela gratuita de dibujo y pintura, establecida por la Real Sociedad Patriótica y el Real Consulado de esta ciudad” (Rigol, 1983). En tanto,  Jorge Bermúdez marca el 13 de enero como fecha posible del acto inaugural de aquella necesaria escuela (Bermúdez, 1990).

No obstante, e independientemente de las contradicciones cronológicas, es incuestionable que Vermay abrió el camino a la profesionalización de las artes plásticas en nuestro suelo. En uno de los textos básicos entorno a la Academia cubana de Bellas Artes, Apuntes para un estudio de la Academia de San Alejandro de Luz Merino Acosta, su autora marca las diferentes fases por las que a lo largo del período colonial pasó dicha institución. A saber: “en 1817 Academia de Dibujo y Pintura, en 1832 Academia “San Alejandro”, en 1833 Sección de la Academia de Nobles Artes de San Fernando, en 1852 Academia de Nobles Artes de San Alejandro y en 1866 Escuela Profesional de Pintura y Escultura de La Habana” (Merino, 1976).

En resumidas cuentas, la ideología del pintor galo refleja la astucia de quien supo, como ningún otro, recabar el apoyo para la concreción de una empresa, síntesis de la fusión entre sus anhelos y los intereses de hacendados criollos y peninsulares. Así lo explica Jorge Bermúdez:

Vistos con agrado su esfuerzo docente, formación y persona, la otrora idea de Perovani de una Academia de Dibujo y Pintura prendió de nuevo en los criollos ilustrados de La Habana, e interesó, también a las principales autoridades coloniales de la Isla, como el Obispo Espada y el intendente Alejandro Ramírez. Sin duda, una Academia a ejemplo de la madrileña de San Fernando o la de México, podría contribuir a un control oficial de las actividades artísticas, tal y como la exigía el auge creciente de las manifestaciones pictóricas populares en medio de un ambiente independentista que empezaba a manifestarse como remate lógico de las luchas de las colonias sublevadas del continente. (Bermúdez, 1990)

El 30 de marzo de 1833, falleció Vermay, víctima de una epidemia de cólera que azotó ese año a La Habana (Ramírez, 1891).

Para concluir, dejemos que sean los autores consultados los que nos den la valoración final de este insigne artista francés:

Murió pobre, tras una vida de incesante actividad. Vermay en nuestra historia artística ocupa por derecho propio lugar prominente pues cimentó la enseñanza de las Bellas Artes desde la Dirección de la Escuela de Dibujo y Pintura San Alejandro, depurando el gusto y evolucionando el sistema de estudio de ese bello arte a la sazón casi rudimentario en el país a él se le debe el procedimiento de la pintura en Cuba. (Rodríguez, 2013)

“Su obra más meritoria, su más fecundo esfuerzo, fue la fundación de la Academia de Bellas Artes” (Mañach, 1924) (…) “y en ella por 18 años sirvió con su arte al país, desarrollando el gusto en sus discípulos” (Calcagno, 1878). “Fue Vermay, sobre todo, responsable de una institución perdurable, de tesón artístico y didáctico, como San Alejandro” (Juan, 1974). “Lo que nos legó no fue a través de su obra personal, sino de la escuela que fundara: un modo de ver pictórico, un código formal, todo un concepto del arte y el cuadro.” (Rigol, 1983)

 

Notas

* Conferencia presentada en el II Coloquio Presencias europeas en Cuba, 2018, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.

Osvaldo Paneque Duquesne: Master y Licendiado en Historia del Arte en la Universidad de La Habana. Desde el 2011 es Profesor Asistente del Departamento de Historia del Arte en la Facultad de Artes y Letras de esa universidad; entre 2014 y 2017 se desempeñó como vicedecano de la propia facultad. Realiza en la actualidad estudios de formación Doctoral en la Universidad de La Habana. Ha impartido conferencias en Cuba y en el extranjero.

dest María Teresa León y Rafael Alberti

El arribo de personalidades españolas a Cuba durante la guerra civil

María Teresa León y Rafael Alberti

Leonor Amaro Cano

Julio 25, 2020

 

Tal y como registra la historiografía cubana, los efectos de la guerra civil desatada en España en los años 30 tuvo una enorme repercusión en Cuba entre sectores sociales tan sensibles como la intelectualidad, la clase obrera y los estudiantes. Asimismo, los españoles residentes en Cuba se pronunciaron por lo que estaba ocurriendo en su país, aunque de muy distinta manera. La inmensa mayoría de los hombres adinerados se alineó al lado del ejército sublevado contra la Segunda República Española y, para defender estas ideas utilizaron los espacios cubanos de la prensa. Así, de una manera u otra, la opinión pública del país estuvo al tanto de lo que ocurría en el continente. (Muñiz, (2002). Debates Americanos: 12:  158-174)

En este encuentro haré referencia a la relación que se estableció entre Cuba y España durante el período en cuestión a través de un testimonio literario de una extraordinaria mujer de las letras españolas, quien desde una posición republicana narraría aspectos muy variados de este período. Se trata de María Teresa León quien publica en 1941 su obra Contra viento y marea, en Buenos Aires, lugar donde estaba exiliada.

No se trata de una poetisa cualquiera. A partir de la información presentada por la doctora Luisa Campuzano, a manera de prólogo en el libro recién publicado en Cuba, puedo sintetizar su vida de una manera breve. Nacida en 1903 en Logroño, capital de la provincia de La Rioja, en el seno de “una familia burguesa y culta”, su infancia transcurrió entre Madrid, Barcelona y Burgos, ciudad castellana a la que se sintió fuertemente ligada. Era sobrina de María Goyri, esposa del filólogo Ramón Menéndez Pidal y primera española en obtener un doctorado en Filosofía, lo cual favoreció su amor por las letras.  Estudió en la Institución Libre de Enseñanza, proyecto inspirado en la filosofía krausista, y se licenció en Filosofía y Letras. De ahí que pueda afirmarse que ella se educó en un ambiente ilustrado. Casada en segundas nupcias, en 1932, con el poeta andaluz Rafael Alberti, de ideas comunistas, fue este su compañero de luchas políticas y de creación literaria. Ambos participaron activamente, desde la proclamación de la Segunda República, en la defensa de la democracia republicana tanto dentro como fuera del país.

El matrimonio Alberti-León había llegado a Cuba en 1935 y encontró el país en pleno proceso de agitación política tras el fracaso de la Revolución del 33 y de la huelga de marzo de aquel año. Ambos pudieron apreciar la atmósfera de represión que llenó las cárceles cubanas de presos políticos, sobre todos aquellos que profesaban ideas de cambios radicales. De aquí saldrán para México y en ese país María Teresa iniciará su novela, la cual tendrá su final en Europa.

Su obra logra estremecer el imaginario de los cubanos. No es de extrañar que Juan Marinello, expresara: “España es, más que tema, atmósfera; más que ocasión, necesidad. España es novela y tratado, poema y ensayo, teatro e historia, porque es la vida mejor de nuestro día” (Comité Ibero-Americano, (1937), París: 7); y para un político e intelectual como Raúl Roa, España se comprara entonces con lo que Francia había sido en 1789: el símbolo de la libertad, “raíz y vehículo de una nueva etapa histórica, realidad y conciencia del mundo, como alguien ha dicho”. (Roa: (1937), La Habana: 25), porque en ese contexto internacional el eje de la lucha revolucionaria mundial se había trasladado a ese país. Luego advierte; “De los resultados de lo que allí estaba aconteciendo, dependería una involución en escala internacional hacia el medioevo o la inauguración de una época limpia de injusticias y sombra (Ídem, 25).

Con la convicción de vivir un momento privilegiado, la escritora participa directamente en el enfrentamiento, convoca a la resistencia y a luchar por mantener “la voluntad de victoria”. Se relaciona con la intelectualidad cubana, así como a las organizaciones políticas de izquierda. Así, en 1937 toma parte en el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, celebrado en Barcelona, Madrid y Valencia.

Pero lo más interesante para un lector atraído por la historia es detenerse en la forma en que va expresándose en la novela la complejidad social; cómo se va tejiendo en los distintos episodios la diversidad de criterios en torno a la guerra. María Teresa, con su estilo poético, va completando las ideas en torno a cada hombre en particular y a la manera de ver su vida. Por eso no le bastan las grandes generalizaciones. En uno de sus diálogos se pueden apreciar las incertidumbres y las contradicciones. “¿Podemos alegrarnos de la guerra? Tú sabes bien que soy de la “Liga contra la guerra y el fascismo”. ¿No te parece –añadió- que hay una contradicción? Me da miedo. Ya se comienza a hablar en los periódicos de guerra civil. ¿Tú sabes lo que es la guerra? Yo ha he visto esta mañana: grandes extensiones con sus árboles tronchados, la tierra removida hasta las entrañas más honda.” (León: 157-158)

Y en otros pasajes describe las crudas repuestas que va provocando el conflicto armado. A los oficiales de carrera -no importaba su actuación- era difícil otorgarle confianza, después del deshonor cometido por la gente del orden. A la gran traición al pueblo este había contestado con “la improvisación y el entusiasmo, la Milicia Popular, alegre, inexperta, útil. Se habían manchado las espadas profesionales, muerto los laureles del clásico honor militar, y la sangre de los hermanos no se limpia fácilmente. ¡Guerra civil! Habían contestado las armas populares a los aceros aristocráticos, a las balas pulidas.  (…) Son las armas del pueblo que, de cuando en cuando, salen en la historia de las naciones en forma de motín, algarada, huelga o revolución (…) Siempre que las armas del pueblo relucen, se mellan las costumbres, se desbaratan los formalismos, se mueven las clases, avanza la humanidad y un espacio de esperanza histórica.”  (León: 272)

Sabido es que tras la derrota republicana miles de españoles fueron obligados a refugiarse en otros países de Europa y de América. María Teresa y Rafael Alberti corrieron la misma suerte que otros tantos españoles: el exilio. Dejó para la humanidad, entre otras muchas obras, su cultura y sensibilidad podrán ser evaluadas en el texto que aquí recomendamos, no solo como deleite, sino para aprender mejor la historia.

Los acontecimientos de España luego de declarada la guerra generaron una nueva dinámica en la relación de los españoles residentes en Cuba y los catalanes no estuvieron fuera de ese proceso de expectativas y toma de decisiones. Con posterioridad a la asonada fascista de 1936, un sentimiento de solidaridad se desató en apoyo a las fuerzas republicanas. Como respuesta se sucedieron movilizaciones de hombres y recursos en toda Cuba para ser enviados a la España en guerra. La cultura no quedó al margen, todo lo contrario; desde las actividades artísticas y literarias se fue creando un espíritu de resistencia a la vez que se advertía el peligro que acechaba a la humanidad.

 

Notas

* Conferencia presentada en el II Coloquio Presencias europeas en Cuba, 2018, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.

Leonor Amaro Cano: Doctora. Historiadora, escritora e investigadora. Profesora Titular Consultante de Historia de la Universidad de La Habana durante 50 años. Profesora de Historia General y de Historia de España en la Facultad de Filosofía e Historia y del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana. Ha publicado artículos en revistas nacionales sobre la historia de España, el nacionalismo catalán, las relaciones Cuba-España y la presencia hispánica en Cuba.

Hotel Brooklyn

Los Países nórdicos y Cuba: una relación de varios siglos

Hotel Brooklyn

Tatiana Guerra Hernández

Julio 18. 2020

 

El presente trabajo es una aproximación a las relaciones establecidas entre Cuba y los países nórdicos a través del tiempo. Aparece en él un compendio de datos recolectados sobre los intercambios de estos países con Cuba por medio principalmente de las personalidades que han arribado a nuestras costas y han traído su cultura, así como también han sido influenciados de alguna manera por la nuestra.

Suecia

Desde finales del siglo XVIII tenemos noticias de la llegada a Cuba entre 1783 y 1784, de Peter Olof Swartz, botánico, y micólogo, sueco, arribado a la isla como alumno del destacado científico Car Von Linné. Tiene la importancia de ser uno de los primeros en describir plantas de nuestro país en varios de sus libros. Más tarde en el siglo XIX uno de los primeros inmigrantes suecos que se tienen noticias en Cuba fue el dentista Mauricio Carlos Koth, quien estaba radicado en La Habana desde 1840, en la calle del Obispo número 46.

Entre las ilustres viajeras suecas arribadas a Cuba en el s XIX se encontraron Jenny Lind y Federica Bremer. Nacida en Estocolmo en 1820, Jenny Lind fue una célebre cantante y actriz que en 1851 actuó en el Teatro Tacón de La Habana. Su coterránea, Federica Bremer, cuando la vio en La Habana, expresó de ella, que toda la primavera sueca había brotado en su rostro. Dio cuatro conciertos, el último de los cuales lo dedicó a los pobres recaudando para ellos, 8 000 pesos [1].

Junto a Jenny Lind, Federica Bremer fue la personalidad más influyente e importante de Suecia que visitó Cuba en el siglo XIX. Su reportaje de Cuba está publicado entre 1853 y 1854 en el libro de tres tomos titulado El Hogar en el Nuevo Mundo, un clásico dentro de la literatura sueca. Se alojó en La Habana en la esquina de Oficios y Obrapía, según una tarja a su nombre colocada en el lugar. Durante su estancia en Cuba, observó al detalle la sociedad, se impactó de manera singular por la naturaleza cubana, la que describe con gran simpatía. Su sensibilidad hacia ella la hace comentar que en Cuba las abejas no pican, llevando a extremos de idealismo el sentimiento de bienestar que experimentó en esta Isla. 

Otro artista sueco del siglo XIX relacionado estrechamente con Cuba fue el pintor sueco de José Martí: Hermann Norrman quien nació en 1864, en los extensos bosques de Suecia. Llegó a Nueva York en 1887, donde se relaciona con Martí y surge una especial simpatía entre ambos. Retrató a Martí en la oficina donde el Apóstol atendía los asuntos consulares de Uruguay, Paraguay y Argentina. La obra, fechada cerca de 1891, fue donada por Amelia al Museo Casa Natal José Martí. Cuando Martí murió en combate, el pintor, comentó a un amigo: “Martí fue el hombre más inteligente que he conocido. Ahora, también se ha perdido esa ilusión”.

Erik L. Ekman fue un naturalista sueco considerado uno de los grandes exploradores de la naturaleza cubana en el área de la botánica. Descubrió 35 000 colecciones de plantas, 2000 especies y 40 familias. Ekman fue, el primero en escalar el Pico Turquino entre los días 17 y 18 de abril de 1915. Al llegar a la cima, dejaron enterrada en una pirámide de piedra, dentro de una botella de ron Bacardí sus nombres escritos en una carta y Erik procedió a nombrar los picos subsiguientes: Cuba, y Suecia.

Por otra parte, el poeta nacional sueco, Evert Taube tuvo un fugaz paso por La Habana. En sus años mozos se enroló como marinero llegando al puerto habanero a principios del siglo XX, como uno de los 10 000 marineros suecos y noruegos que diariamente arribaban a La Habana de paso para Estados Unidos. En sus poemas refleja el impacto que recibió de la ciudad cuando desembarcó en ella, su música y sus calles.

En el ámbito religioso tenemos presencia sueca en La Habana por medio de Santa Brígida, patrona de Suecia. La orden de Santa Brígida, proclamada patrona de Europa y de las viudas, llegó a la Habana el 8 de marzo de 2003, cuando quedó inaugurado y bendecido el convento de la Orden del Santísimo Salvador de Santa Brígida en una esquina de la calle de Teniente Rey y Oficios de esta ciudad. Con relación al mundo de las letras, en el año 2014 el gobierno de Suecia otorgó el Premio Memorial Astrid Lindgren a la escritora cubana Julia Lydia Calzadilla Núñez (1 de agosto de 1943), autora de literatura infantil y juvenil.

Dinamarca

En 1897, María Méndez Pérez dio gran parte de su casa en el Paseo del Prado -menos un salón de la planta baja- en arrendamiento a una danesa, de la que solo conocemos su apellido Weidemann, para instalar allí, el denominado hotel Brooklyn. El establecimiento abrió sus puertas a principios del siglo XX, con gran calidad y confort, precios moderados, un servicio excelente y empleados que hablaban español, inglés, alemán, francés, noruego y danés. Su restaurante se consideraba de primera clase y se especializaba en cocina americana, aunque servía platos especiales criollos.

A finales de 1952 Christine Jorgensen se convierte en la primera transexual llegada a esta ciudad invitada por Rodney, coreógrafo del Cabaret Tropicana. Con su apariencia femenina decide trabajar como actriz en clubes nocturnos mostrando su arte en el mundialmente famoso cabaret, así mismo logra grabar algunas canciones que quedaron guardadas en algún archivo de la ciudad.

Casi una década después, en 1967 llega a La Habana el destacado artista plástico de vanguardia Jorn. Asger Oluf Jørgensen, es considerado uno de los máximos exponentes del expresionismo abstracto y el más afamado artista visual dinamarqués del siglo XX. Al llegar a La Habana, el pintor decidió trabajar sobre un muro de la Casa de los Manuscritos de la Revolución Cubana, que había fundado Celia Sánchez en 1964.

El destacado diseñador y artista cubano Alfredo Rostgaard (1943-2004) tuvo origen danés. Nació en Guantánamo, de padre chino-cubano, madre cubana y abuela jamaicana. Alfredo reconoce que su apellido es de origen danés, aunque el abuelo que lo tenía venía desde México. Rostgaard diseñó cerca de 200 carteles. Uno de los más reconocidos es el que realizó para el encuentro de la Canción Protesta de Casa de las Américas en 1967.

En 1964, el cineasta danés Theodor Christensen, considerado maestro del documental danés, llega a Cuba para realizar un audiovisual inspirado en las mujeres. Ella, fue el resultado del trabajo desplegado en la Cuba de los 60, además de ser el primer filme producido por el ICAIC que abordó la temática de la mujer en las nuevas circunstancias sociales.

Noruega

En el año 1842, se promulga una orden de captura contra un marinero noruego llegado a las costas de Cuba nombrado Cristen Halvoosen, el cual se dio a la fuga desde el puerto de La Habana con destino a Matanzas en un bergantín inglés llamado Eagle.

A principios del siglo XX se desarrolla un comercio de importación de gran importancia con Noruega de pescado seco, especialmente el Bacalao, de gran aceptación por nuestra población. Su calidad y precio lo colocó como uno de los platillos preferidos o más populares a principios de la centuria. En esta época los noruegos llegados a Cuba y establecidos como inmigrantes eran muy pocos apenas sumaban 22, los suecos eran un total de 23 siendo los daneses los de mayor cifra, 42.

El 13 de noviembre de 1948, en el Auditoriun de La Habana, hoy teatro Amadeo Roldan, se presentó la soprano noruega Kirsten Flagstad, junto a Max Lorenz y bajo la dirección de Clemens Kraus para poner en escena la importantísima ópera Tristan e Isolda del destacado compositor alemán Richard Wagner. Kirsten vuelve a Cuba el año siguiente invitada esta vez por la Sociedad Pro Arte Musical, acompañada del pianista Edward Hart. Por otra parte, no debemos pasar por alto la influencia de uno de los grandes del teatro universal Henry Ibsen, con su obra Casa de muñecas versionada en Cuba en múltiples ocasiones.

En política, Noruega y Cuba ofrecieron sus países como mediadres del diálogo de la paz en Colombia. Noruega se destacó en el tema de género, trabajó con los derechos de las mujeres involucradas en los conflictos, ayudó en los temas de asuntos humanitarios y puso especial atención al problema de la eliminación de minas.

Finlandia

Es el país de menor intercambio con la Isla, sin embargo, tuvo la ayuda cubana cuando le fue necesario. En 1939 entró en guerra con la Unión Soviética, motivo por lo que Finlandia perdió territorio. En esa época en Cuba surge un comité de solidaridad llamado Comité Nacional de Auxilio a Finlandia y radicado en la calle de Cuba nº 219 altos. Tuvo el objetivo de recaudar fondos por medio de actos públicos, fiestas benéficas y colectas para prestar ayuda a la nación finlandesa enviándoles mercancía como azúcares, tabacos, o cigarros.

 

Notas

[1] Leonardo Depestre Cantony: Cien mujeres celebres en La Habana, editorial José Martí, 2014, p. 17.

* Conferencia presentada en el I Coloquio Presencias europeas en Cuba, 2017, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.

Tatiana Guerra Hernández: Licenciada en Español-Literatura en el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona. Ha trabajado durante más de 15 años en la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana, principalmente como investigadora histórica de inmuebles para la restauración, labor que realza para la Empresa RESTAURA. Ha impartido conferencias y recorridos especializados en distintos eventos desarrollados en el Centro Histórico, así como para la Agencia de Viajes San Cristóbal. Colabora con el proyecto cultural Rutas y Andares para descubrir en familia, desde 2010.

dest 02. Carroza La Reina de Turquia que gano el primer premio en los carnavales de Camajuani, 1929

Impronta de la presencia hebrea en Cuba

02. Carroza La Reina de Turquia que gano el primer premio en los carnavales de Camajuani, 1929

Maritza Corrales Capestany

Julio 11, 2020

 

Intentaré darles un tour por aspectos que considero relevantes de la impronta judía en el país. Algunos muy visibles como las piedras, ese patrimonio tangible, que de seguro les es conocido. Otros, que quizás no lo sean tanto, como aquellos incluidos bajo el acápite de ideas y palabras.

El escudo que los inmigrantes sefaradíes diseñan como logotipo de su sinagoga, Chevet Ahím, en 1914, funciona como carta de presentación. En él, ambas identidades y estrellas (la cubana de 5 puntas y la judía de 6) se reconocen, pero aún aparecen dibujadas una frente a la otra.

La Carroza que ganó el premio en los carnavales de Camajuaní en 1929, La Reina de Turquía, constituye el mejor ejemplo de la vertiginosa adaptación de este grupo a nuestra sociedad. A solo 5 años de asentarse en el pueblo, esos hebreos ya están carnavaleando como cubanos. Resulta delicioso ver que, en un acto tan rellollo como un carnaval, aparezcan con fez turco y leyendo un periódico con caracteres hebreos, en lo que sin dudas sería el balbuceo inicial de ese peculiar arroz con mango judío-cubano.

La construcción del stadium del Cerro marca el momento en que los judíos se apropian de uno de nuestros mayores símbolos, la pelota, para redefinir su nueva identidad. La familia Maduro no sólo construye el Latinoamericano, sino que compra el Club Cienfuegos y funda los Cuban Sugar Kings, mientras que los Holtz hacen lo mismo con el de Santa Clara.

El árbol de la vida del gran artista de la plástica Sandú Darié toma la Janukía, el candelabro de 8 brazos con el que los hebreos festejan su victoria y el milagro del aceite, y lo convierte en una fuente, equiparando la Revolución cubana al milagro de la rebelión Macabea.

En la última imagen, el afiche dedicado a Saúl Yelín, uno de los fundadores del ICAIC, en el homenaje que se le hiciera cuando el 50 aniversario de dicha institución, ya vemos cómo ambas estrellas-identidades del escudo inicial se imbrican y se fusionan cerrando el ciclo.

No olviden que estamos hablando de un conglomerado humano que sólo se hace visible en Cuba en la década del 20 del pasado siglo, y que realiza su asentamiento y todo su proceso de inserción socio-político-económico en nuestra sociedad en menos de 40 años.

Cómo entender entonces que, en ese brevísimo lapso de tiempo, históricamente un suspiro, los judíos recién llegados a Cuba y representando sólo el 0.1% de la población del país, fueran el 31% de los fundadores del Partido Comunista. Y que Mella solicitara en esa reunión fundacional de agosto de 1925: que “el Congreso declare su simpatía a los compañeros hebreos y reconozca todo el mérito de su labor”.

Que hayan modernizado los anticuados métodos comerciales vigentes en la isla, introduciendo el sistema de crédito y creando nuevos segmentos de mercado. Que Chajowicz en 1941 fundara nuestro teatro universitario permitiéndonos disfrutar de la primera representación de un clásico griego.

Pero más interesante aún sería explicar cómo, después del desastre demográfico de 1959 cuando más del 93% de sus integrantes abandonó Cuba, de los 2 500 judíos que en una primera etapa quedaron en la isla salieran varios Ministros, miembros del Comité Central, Embajadores, el Vicepresidente de la Academia de Ciencias y Jefe del proyecto espacial con la URSS, el vicerrector de la Universidad de La Habana y el Director de Astronomía, varios premios nacionales de Literatura, Crítica y Música, el piloto de Fidel y hasta el Jefe de la Contrainteligencia del país.

Pienso que hay peculiaridades que los diferencian de los restantes grupos migratorios y que podrían ser -en primera instancia- las causas:

  • Los judíos son hombres sin retorno. No emigran en busca de mejoría económica. Simplemente son expulsados de sus países de origen por políticas de extermino físico y de estrangulación económica hacia ellos como grupo, tras la destrucción de sus centros espirituales.
  • Detentan un capital simbólico especial, ya que al ser percibidos como blancos y europeos no sufren las barreras discriminatorias aplicadas a negros y chinos.
  • Son el único grupo étnico en el país que, a la vez, conforma un grupo religioso. Y esta última característica es la que los visibiliza. Su concepto de la muerte y su complejo ritual funerario, en tanto grupo religioso, determinará que su primera acción sea construir cementerios. Irónicamente, podría decirse que en Cuba la vida judía comenzó con la muerte.

Es de señalar que los hebreos no desarrollan en su arquitectura religiosa, monumentaria o habitacional, un estilo arquitectónico propio como árabes o chinos, sino que adoptan los códigos imperantes en el país y les adicionan algunos símbolos de su tradición que los identifique, como la Menorá o la Estrella de David.

En el campo de las ideas, pienso que las acciones que realizan casi al momento de llegar: auto-identificación de su historia de lucha en la Colonia y contra Machado, en la Guerra de España y contra el fascismo, la fundación del Partido y las organizaciones sindicales, va a permitirles insertarse en la historia general y conformar, gradualmente, su nueva identidad en una negociación simbólica como colectividad étnica vis a vis la identidad nacional.

Pero la más significativa, y la que les confiere su carta definitiva de naturalización, es la que realizan de José Martí. Los judíos adoraron a Martí con la misma intensidad y devoción que nosotros los cubanos. No sé de ninguna otra comunidad de inmigrantes que haya realizado un homenaje, tan profundo y extenso, a nuestro Héroe Nacional. Escribieron libros en ídish y español, trenzaron con flores las dos banderas, conminaron a Jefes de Estado, premios Nobeles y representantes de las más variadas religiones, incluyendo al Papa, a rendir homenaje con sus palabras al Apóstol en ese original libro que es Martí y la Comprensión Humana. Y aun consideraron que habían hecho poco y se fueron a Jerusalén a plantar un bosque en su memoria. Así, con esa impresionante devoción martiana, externaron nuestra cultura y trascendieron fronteras.

Termino con el más típico y apetecido plato cubano. Ahora no voy a utilizar palabras como inserción o integración. Prefiero emplear el término culinario de fusión. Estas deliciosas frituritas de malanga, en puridad, son sólo la cubanización de aquellos latkes que el pueblo judío, por siglos, comiera en Januka para celebrar la victoria Macabea.

La judía sin duda fue una comunidad pequeña, pero con mucho fijador. Me recuerdan aquel poema de César Vallejo: “como los golpes que nos da la vida, son pocos, pero son…” Tanto que literatos, historiadores y cineastas, cubanos y extranjeros, han sucumbido a su encanto y han escrito libros y realizado documentales que recogen y perpetúan esta presencia en la Isla.

 

Notas

* Conferencia presentada en el I Coloquio Presencias europeas en Cuba, 2017, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.

Dra. Maritza Corrales Capestany: Graduada de Historia del Arte, Gestión Comercial y Estudios Orientales (UNESCO). Ha cursado varios estudios de posgrado en historia económica y social de Cuba. Historiadora de la presencia hebrea en Cuba y colaboradora de instituciones académicas como la Facultad de Historia de la Universidad de La Habana y la Fundación Fernando Ortiz. Autora de varios libros y ensayos publicados por editoriales cubanas y extranjeras. Fue guionista de La Isla Elegida, primer documental sobre la presencia sefardí en Cuba.

dest Voló como Matías Pérez, un refrán que tiene historia

Voló como Matías Pérez, un refrán que tiene historia

Voló como Matías Pérez, un refrán que tiene historia

Tatiana Guerra Hernández

Junio 16, 2020

 

La influencia portuguesa no se vio solo a través de los primeros inmigrantes llegados a la isla para trabajar en la rama del azúcar, sino también en la lengua española. Matías Pérez no fue lo único portugués que logró colarse en nuestra lengua sino que ya lo habían hecho antes, de manera más silenciosa, taimada o escurridiza, ciertos vocablos llegados desde el lenguaje propio de los marineros que en alta concentración de tripulaciones intercambiaron con la población. Con el uso y el tiempo, muchas de estas primeras palabras socializadas ampliaron sus significados. Algunos de los ejemplos hallados por los especialistas en esta materia son: aboyar, baldear, bodega, cabilla, estante, fletar, garrote, halar, manguera, pacotilla, rasqueta, socucho, tumbar, trinquete, varar, varadero, zafar, zafarrancho entre otras muchas que pueblan nuestro idioma cuyo origen se han rastreado en la lengua portuguesa[1].

El desafiante Matías Pérez entra en la historia y se convierte en mito. ¡Voló como Matías Pérez!

Matías Pérez era un piloto de timón y brújula portugués, que luego se convirtió en toldero. El “rey de los toldos”, como se le reconoció, fue el mejor de La Habana, pues las calles Mercaderes, Muralla y Obispo, las tres principales de su época, lucían sus toldos.

Gracias a la impronta que dejó en la memoria colectiva de los habitantes de la Isla y lo insólito de su desaparición quedó su destino recordado en el refranero popular como aprendizaje constante de los peligros que acarrea la intrepidez humana y para designar aquello que desaparece sin dejar rastro. “Voló como Matías Pérez”, frase acuñada desde el siglo XIX, sumamente cubana pero protagonizada por un portugués, se arraigó en nuestra lengua como un ejemplo más del ingenio de un pueblo que, para esa época, estaba en la búsqueda y conformación de su identidad nacional.

Desde fechas tempranas se puso de moda en La Habana celebrar importantes acontecimientos o fiestas lanzando un globo sin pasajeros desde alguna renombrada casa de familia ilustre de la sociedad. Sin embargo, en 1828, en el segundo día de las fiestas con motivo de la inauguración de El Templete, el intrépido francés Eugenio Robertson se elevó en un globo, sobre la Plaza de Toros por 25 minutos, saludando tranquilamente al público y agitando un pañuelo de colores.

A partir de este momento se llevaron a cabo en La Habana otros muchos espectáculos de este tipo que combinaron las acrobacias y ejercicios de gimnasia en el aire al mismo tiempo que se tomaba altura. De esta manera, se demostraba el espíritu desafiante y científico, pero a la vez, romántico y soñador de la época. La moda de estos espectáculos cobró fuerza, desatándose una verdadera fiebre por estos aparatos voladores, sin que todas las ascensiones tuvieran feliz término. En algunas de ellas se presenciaron accidentes desagradables como el ocurrido al señor Mr. J. Johnson, quien ascendió en un globo, desde el circo de Pubillones, instalado detrás del Payret, apenas se elevó el aeróstato, se enredó en el alumbrado y cayó desde doce o catorce metros de altura, estrellándose contra los adoquines de la calle en presencia de su esposa e hijo pequeño de 6 años[2].

A pesar de los lamentables accidentes, Matías Pérez se entusiasma por los adelantos de la aeronáutica y pide al francés Godard, maestro teórico y práctico en esas lides, que le admitiese como auxiliar en sus ascensiones. Matías Pérez llega a desarrollar tal maestría, tino y seguridad en esos asuntos, que desde el primer día queda adscrito a la tripulación de La ville de Paris. El hábil ayudante se movía con gran agilidad, registrando el tubo del gas o colocando en orden cables y redes.

Ya tenía vasta experiencia en las ascensiones cuando anunció una por cuenta propia. Para ello le compró a Godard La ville de Paris por el precio de mil doscientos cincuenta pesos fuertes. Los inquietos y curiosos habaneros, después de abonar el precio de la entrada, ofrecida en la imprenta de la viuda de Barcina en la calle Reina número 6, a razón de 4 reales fuertes los adultos, 2 reales los niños, soldados y gente de color y 4 duros el palco, accedieron al parque entre cuyas verjas se colocaba una tela para tapar la escena con una gran cortina. Los espectadores presenciaron la primera subida del portugués desde el Campo de Marte al cielo de La Habana. Esta subida por poco terminó en desgracia, al quedársele abierto al piloto una válvula de inflación que hacía descender el artefacto demasiado rápido.

La segunda y definitiva salida del toldero no fue menos célebre e infortunada, Aproximadamente en junio de 1856 (la fecha exacta aún se discute), con salida desde el mismo lugar Campo de Marte, a las 4 de la tarde, se elevó, esta vez con el viento soplando muy fuerte desde el sudeste en gran vendaval y cielo encapotado, dirigiéndose peligrosamente hacia el mar. Pasó por la Chorrera, en donde unos pescadores le gritaron que bajase, para luego auxiliarlo con sus botes a lo que el portugués les contestó arrojando varios saquillos de arena e internándose rápidamente en el mar, pues al parecer no los vio, ni oyó. Fue ese el último avistamiento del aeronauta de quien no se supo nada más. A pesar de infructuosas búsquedas realizadas por las autoridades no se halló ni rastro de su aerostato. Así Matías Pérez desapareció para siempre de forma trágica y sin dejar huella.

Tras su salida inesperada, comenzaron los rumores por la inquietante ciudad. Se dijo que el hombre pudo ser fulminado por un rayo, tragado por los tiburones, despedazado entre feroces indios de cualquier isla del Caribe, erigido cacique de alguna tribu en Yucatán e incluso se habló hasta de un posible suicidio por amor, pues el supuesto despechado no querría volver a encontrarse con su amada después de sentirse rechazado. Lo cierto es que nunca más se supo del infortunado portugués quien fue sin dudas una de las primeras víctimas de la aeronáutica en Cuba[3].

Matías Pérez quedó como parte indisoluble de la idiosincrasia del cubano y de su identidad cuando el misterio de su final se transformó en “choteo” y su trágica desaparición quedó en nuestra memoria colectiva mal parada a pesar de ser uno de los pioneros de la aviación cubana, pues vino a simbolizar la brevedad de nuestros entusiasmos, junto con la presteza con lo que enfrentamos cualquier tipo de empresas incluso las más difíciles y arriesgadas. Fue un soñador necesitado de los fuertes placeres del peligro, que tal vez encontró una horrible muerte en pleno mar, náufrago y solitario.

Su trágica desaparición fue tan impactante que Don Joaquín Robreño escribió una obra bufa titulada Matías Pérez, la que luego adaptó para el teatro Alhambra, con el título de La Isla de la Burundanga. Con el tiempo, hasta le dedicaron unos versos:

En una tarde serena subió en su globo Matías,

Y a poco con alegría asomó la luna llena.

Desde entonces, con gran pena,

De él no se ve huella alguna:

Y ante la incierta fortuna

Del aeronauta infelice,

Hay quien asegura y dice

Que se lo tragó la luna.

 

Notas

* Conferencia presentada en el III Coloquio Presencias europeas en Cuba, 2019, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.

[1] Cárdenas Molina, Gisela: “Portugal estudios lingüísticos cubanos II: Homenaje a Leandro Caballero”, editado por Milagros Aleza Izquierdo, Universidad de Valencia. Pp. 55-60. www.play.google.com. 2017.

[2] Villoch, Federico. “Viejas postales descoloridas. Matías Pérez”. Colección facticia nº44.

[3] Terry, Tomás. “Primeras publicaciones sobre aeronáutica en Cuba”. En Revista de la Biblioteca Nacional. Abril-junio, 1953, P30.

 

Tatiana Guerra Hernández: Licenciada en Español-Literatura en 1995, ha trabajado durante 15 años dentro de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana principalmente como investigadora histórica de inmuebles para la restauración, labor que realiza para la Empresa Restaura subordinada a esta institución. Ha realizado conferencias y recorridos especializados en arquitectura en distintos eventos desarrollados en el Centro Histórico de la Ciudad de La Habana, así como para la agencia de viajes San Cristóbal. Colabora con el proyecto cultural Rutas y Andares desde 2010.

Ponencias

Ponencias en el IV Coloquio Presencias europeas en Cuba

Palacio del Segundo Cabo galardonado con los Premios Provincial y Nacional de Restauración, 2019

Debido a la situación epidemiológica por las que atraviesa el mundo, está por definir la fecha en la que se celebrará el IV Coloquio Presencias europeas en Cuba, con el tema Repercusión de los conflictos bélicos europeos en Cuba en la primera mitad del siglo XX, coordinado por el Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo, de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana.

El Comité Organizador está muy complacido por la calidad de las ponencias recibidas. Al centenar de especialistas que han enviado sus propuestas les agradecemos su interés y esperamos contar con su colaboración en proyectos futuros. 

Las ponencias que se presentarán en el Coloquio son las siguientes:

 

 MSc. Danna Pascual Méndez 

Las asociaciones Círculo Español Socialista e Izquierda Republicana Española ante el desarrollo de la Guerra Civil en España.

 

Alicia Conde Rodríguez

La Guerra Civil Española: una mirada desde la revista Bohemia.

 

MSc. Prof. Adriana Hernández Gómez de Molina

Los refugiados hebreos del fascismo y sus aportes a la vida comunitaria y nacional.

 

Lic. Kenia Herrera Izquierdo y Lic. Luis Bofill del Pino

La mujer cubana en la lucha contra la guerra, la intervención y el fascismo en los años 30 y 40 del siglo XX.

 

Dr. C. María Cristina Hierrezuelo Planas

Accionar solidario de Santiago de Cuba durante el desarrollo de la primera guerra mundial.

 

Lic. Mireya Cabrera Galán

Matanceros en la Guerra Civil de España.

 

Nicomedes Mario Rizzo Martínez

Continuidad y ruptura en el tránsito de ideas y personas entre Italia y Cuba luego de los conflictos bélicos europeos vistos a través de una historia familiar.

 

Dr.C. Servando Valdés Sánchez

Cuba: la alianza militar con Estados Unidos y los acercamientos a la URSS durante la Segunda Guerra Mundial.

 

MSc. María del Carmen Alba Moreno y Lic. Yordan Palomo Molina

El problema religioso durante el Bienio Progresista: imaginario en el periódico cubano Diario de la Marina (1931-1933).

 

Dra. Leonor Amaro Cano

La primera guerra mundial desde la óptica de la cultura en Cuba. Análisis de los textos de Orestes Ferrara.

 

MSc. Lourdes Morales Frías

Papel de Orestes Ferrara en la política cubana. La obra Las enseñanzas de una revolución.

 

MSc. Humberto Sainz Cano

Orestes Ferrara y su protección en la diplomacia de la Cuba republicana.

 

MSc. Dariana Hernández Pérez

Orestes Ferrara a través de su obra Tentativas de intervención europea en América 1896-1898.

 

Dra.  Maritza Corrales Capestany

Cuba: sociedad civil vs nazi-fascismo tropical, 1933-1945.

 

MSc. Edilinda Chacón Campbell

Primera Guerra Mundial e inmigración de Jamaica a Cuba. Una Visión de la súbdita británica de ese país en Santiago de Cuba. 

 

MSc. Rodolfo Zamora Rielo

Raíz y compromiso. La cultura cubana y la lucha antifascista en la Guerra Civil Española.

 

Lic. Tatiana Guerra Hernández y Lic. Laritza Iglesias Docampo

Las asociaciones civiles cubanas ante el conflicto bélico en la Europa de la primera mitad del siglo XX.   

 

Dr. Jorge R. Ibarra Guitart   

Cosme de la Torriente en las relaciones de Cuba y Francia durante época que marcó la Primera Guerra Mundial.

 

Lic. Dariel Alba Bermúdez

La Segunda Guerra Mundial entre las columnas de la Logia Hiram 1939-1945.

 

MSc. Benito Albisa Novo

La crisis española de 1917 vista por el Diario de la Marina.

 

Investigador Pablo A. Pitaluga Pitaluga

La guerra ítalo-etíope (1935 -1936) y la inmigración italiana profasista en Cuba.

 

Dra. Mónica de la Caridad García Salgado y MSc Yenia Batista Estupiñán

¿Inserción económica o incorporación laboral? Inmigrantes españoles en el sector de la minería en Oriente cubano durante la Primera Guerra Mundial.

 

MSc. Arantxa Fernández Crespo y Cátedra de Cultura Gallega de la Universidad de La Habana

Ángel Lázaro, intelectual gallego de dos riberas. Su misión republicana en La Habana.

 

Lic. Henrique M. Sanfiz Raposo

Gallegos en Cuba. Posicionamientos ideológicos. Los casos de Juan Varela Grande y Gumersindo Seixido.

 

MSc. Roque Sanfiz Aria

Exilio de deportistas gallegos a Cuba durante la guerra civil española.

 

MSc. Maité Mezquía Otaño y Lic. Arturo Córdova Estruch

Comunidad imaginada: hispanismo e hispanidad. El impacto de la dictadura de Primo de Rivera en las Sociedades Españolas en Cuba.

 

Dra. C. Verónica Elvira Fernández Díaz

Félix Rafols: un músico barcelonés en Camagüey.

 

MSc. Elizabeth López Mir y MSc. Mirialis Cáceres Malagón

Haciendo arte en la acción: la Guerra Civil Española desde la mirada de Pablo de la Torriente Brau.

 

Dra. C. Dolores B. Guerra López

Presencia del exilio republicano español en las disertaciones culturales de la Universidad del Aire.  

 

Dr. Miguel Barnet Lanza y Fundación Fernando Ortiz

Aproximación desde una perspectiva antropológica al impacto de los conflictos bélicos europeos en Cuba durante la primera mitad del siglo XX.

 

Lic. Yohandry Manzano Castillo

La revista cubana de antropología CATAURO y el análisis de conflictos ideológicos europeos con relación a Cuba.

 

MSc. Luis Edel Abreu Veranes

La Colección de Mapas Etnográficos de la Fundación Fernando Ortiz como reflejo de los exilios en la presencia europea en Cuba.

 

Dr. Aurelio Francos Lauredo

Los archivos personales y familiares: una fuente de información sui generis para el estudio de las migraciones políticas de España a Cuba. 

 

Estudiante Yans Roberto Pérez Domínguez

Batabanó y la Segunda Guerra Mundial.

 

Lic. Barbara Beatriz Laffita Menocal y MSc. Oriol Prat Altimira

Cuba: ¿puente o destino?

 

Dr.C. Michael Cobiella

Cuba y la causa de los aliados de la Entente Cordiale en la I Guerra Mundial vista y analizada por la revista Bohemia (1914-1918).

 

Dr. Reinaldo Sánchez Porro                              

El mundo del ayer, la Gran Guerra. 

 

Lic. Katerina Kracmora

De Praga a La Habana: la peregrinación de la familia Roth

dest Palacio del Segundo Cabo galardonado con los Premios Provincial y Nacional de Restauración, 2019

Convocatoria al IV Coloquio Presencias europeas en Cuba

Palacio del Segundo Cabo galardonado con los Premios Provincial y Nacional de Restauración, 2019

El Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo convoca a participar en el IV Coloquio Presencias europeas en Cuba, a realizarse entre el 15 y el 17 de abril de 2020, con el tema Repercusión de los conflictos bélicos europeos en Cuba en la primera mitad del siglo XX

El coloquio se centrará en el impacto que tuvieron en Cuba los enfrentamientos bélicos desarrollados en Europa en la primera mitad de la pasada centuria. Se pretende reflexionar sobre tópicos esenciales que permitan entender las continuidades y rupturas en el tránsito de ideas y personas entre el viejo continente y el archipiélago cubano a raíz de la radicalización de los conflictos en el campo político e ideológico de Occidente.

Animamos a presentar trabajos que planteen interrogantes y propongan análisis, teniendo en cuenta las relaciones diplomáticas, la historia económica, el arte y la literatura, la circulación de ideas y representaciones, la educación, las migraciones, el rol de la mujer, el asociacionismo, la ciencia y la tecnología y la institucionalidad.

  • Los resúmenes de las ponencias se presentarán en Arial 12, a espacio y medio, con un contenido de trescientas palabras, acompañadas de una síntesis curricular y los datos personales de contacto. Se debe especificar el título de la presentación.
  • Serán entregados hasta el 1 de marzo de 2020 en O’Reilly No. 4 e/ Tacón y Ave. del Puerto, Habana Vieja, o enviados de manera simultánea por correo electrónico a segundocabo@patrimonio.ohc.cu y a yainet@patrimonio.ohc.cu
  • Las decisiones de aceptación se publicarán en nuestra página web http://segundocabo.ohc.cu el 10 de marzo de 2020.
  • Las presentaciones pueden ser individuales o grupales con tres participantes como máximo. Los organizadores se reservarán el derecho de proponer los temas de cada mesa de acuerdo con las propuestas recibidas.
  • Cada ponente dispondrá de 15 minutos para su presentación: podrá apoyarse en presentaciones digitales, materiales audiovisuales y carteles.
  • El día de presentación se deberá entregar la ponencia en digital con una extensión máxima de 5 cuartillas.
  • El Palacio del Segundo Cabo se reserva el derecho de publicar los trabajos aceptados en las memorias del evento o futuras publicaciones que surjan. Además, el centro empleará los resultados que se exponen en los trabajos en las futuras acciones museográficas, previa aprobación por escrito de los autores.

Lugar del Coloquio: Sala Polivalente del Palacio del Segundo Cabo

dest Clausura del III Coloquio Presencias europeas en Cuba

Clausura del III Coloquio Presencias europeas en Cuba

Clausura del III Coloquio Presencias europeas en Cuba

Abril 12, 2019

 

En el día de hoy culminó la última jornada del III Coloquio Presencias europeas en Cuba que, con el tema Influencias europeas en la cultura popular cubana: costumbres, tradiciones y refranes.

El primer panel, moderado por la especialista de la Dirección de Música de Casa de las Américas, la MSc. Carmen Suoto Anido, se dedicó a diversas expresiones músico-danzarias que conforman el acervo cultural de la nación cubana. El conferencista que inició el panel fue el investigador Carlos Ramón Velázquez Fernández, quien también es director del Espacio Barcelona, de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana. Su ponencia El baile flamenco en La Habana: ¿expresión popular o escénica?, profundizó en este género danzario y musical que, según comentó, se debate “entre lo popular y lo danzario (…). En La Habana se ejecutaron bailes andaluces y pre flamencos y hasta otros que ayudaron a su formación. Así se inició la asimilación, el intercambio y comenzó a gestarse en diferentes imaginarios, como si fueran lo mismo, lo español, lo andaluz o lo flamenco”. Asimismo, sentenció que “la expresión propiamente flamenca tal y como se definió en los ambientes populares andaluces, no fue la que tuvo arraigo en nuestra isla. Vino por la vía escénica y así se fue conformando una tradición que llega a nuestra contemporaneidad”.

Sobre otras expresiones músico-danzarias versaron las demás ponencias del panel. Por un lado, la MSc. Mileydis Corrales García se refirió a La tumba francesa en Guantánamo: historia y tradición en el siglo XXI, “un tema de gran interés en la actualidad, relacionado con la necesidad de dar a conocer nuestra identidad cultural guantanamera, la cual está conformada por las diferentes influencias y manifestaciones culturales, siendo una realidad hoy en día, las raíces que ha sembrado la cultura francesa en la provincia”.

Asimismo, el MSc. Marcos Fidel Prieto Prieto Prawl y Marcos Antonio Santana Hernández hablaron de Las rondallas en Cuba. Historia, cultura y tradición, quienes comentaron sobre el origen y evolución de este formato en nuestro país, “traído por los inmigrantes canarios llegados a la Isla durante los siglos XVIII, XIX y XX”. La MSc. Neirs González Bello ahondó en Las proyecciones del changüí en la música contemporánea,

El siguiente panel trabajó las festividades asociadas a la religiosidad popular como Nuestra Señora de La Candelaria: tradición, costumbres y religiosidad se funden en su doble insularidad (Dra. Dolores B. Guerra Lٙópez); Procesiones de Santa Ana: tradición española en Campo Florido (Lic. Lázaro Lanier López Llerena); Fiesta patronal San José de Arroyo Blanco: elemento intangible del patrimonio hispánico heredado (Lic. Lianet Sánchez Gómez y Lic. Neriberto Pérez Valdés); Prácticas culturales religiosas e identidad en Camagüey (MSc. Bárbara de las Nieves Oliva García); El altar de cruz de Baracoa (Dr. Alejandro Hartmann Matos).

En la tarde, la Dra. María Cristina Hierrezuelo presentó su ponencia ¿Velorio o banquete? La costumbre de comer, beber y fumar en los velatorios de difuntos, y el MSc. Joney Manuel Zamora Álvarez hizo referencia a las Costumbres modernas y argots teatrales populares españoles en Cuba.

La última conferencia del día estuvo a cargo del Lic. Daniel Casanova Sánchez y la Lic. Lizet Márquez Gómez, con el tema La herencia europea a través del audiovisual, quienes hablaron de la pervivencia de la impronta cultural europea en la vida cotidiana cubana y la “pervivencia de costumbres que se transmiten de generación en generación”, evidenciado a través de materiales audiovisuales que complementaron la información.

La MSc. Onedys Calvo Noya, directora del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo, de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana, institución organizadora del Coloquio, en la clausura profundizó la necesidad de este evento en tanto mira las “particularidades que como nación nos identifican” y que provienen del continente europeo. Al finalizar la sesión, la MSc. Calvo promocionó el libro Coloquios Presencias europeas en Cuba. Memorias 2017-2018 (La Habana, Ediciones Boloña, 2018), el cual se dio como obsequio a esos que nos acompañaron en estas jornadas de Coloquio.

El III Coloquio Presencias europeas en Cuba concluyó con la interpretación musical del grupo Rondalla típica cubana, perteneciente a la Asociación Canaria Leonor Pérez y con la invitación a que los investigadores nacionales y extranjeros participen en la próxima edición de tan importante evento del Palacio del Segundo Cabo.

dest III Coloquio, espacio para debatir sobre la presencia europea en Cuba en la cultura popular

III Coloquio: espacio para debatir sobre la presencia europea en la cultura popular cubana

III Coloquio, espacio para debatir sobre la presencia europea en Cuba en la cultura popular

Abril 11, 2019

 

Continúan las sesiones del III Coloquio Presencias europeas en Cuba, con el tema Influencias europeas en la cultura popular cubana: costumbres, tradiciones y refranes, en el Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo, de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana.

La mañana de hoy comenzó con la conferencia de la Dra. Virtudes Esperanza Feliú Herrera: Las festividades hispánicas en Cuba. La Dra. Feliú inició su ponencia comentando sobre la ceremonia practicada por los pobladores nativos de Cuba, el areito, la cual fue descrita por algunos de los españoles que iniciaron el proceso de conquista en este territorio. La imposición de la cultura española por encima de la de los aborígenes trajo como consecuencia el desarrollo de una cultura nacional que tomó muchos elementos propios de la hispanidad de esas comunidades asentadas en las nuevas villas que se conformaban. Así, se fue entretejiendo un sinnúmero de tradiciones y festividades que hoy conforman nuestro acervo cultural y al cual se refirió la Dra. Feliú en su conferencia.

El primer panel del día estuvo dedicado a las tradiciones festivas de ascendencia hispana en Cuba, donde se ampliaron temas como Tradiciones y fiestas catalanas en La Habana, por la Lic. Idania Esther Rodríguez Ortega); Matanzas y la Fiesta de la Colla, por la Lic. Mireya Cabrera Galán; Presencia de las celebraciones populares de la comunidad de Cataluña en Camagüey, por la Lic. Jaquelyn Elena Martínez Egidio.

En un segundo momento, la ponencia Europeísmo en las parrandas remedianas, a cargo del MSc. Juan Carlos Hernández Rodríguez y el Lic. Erick González Bello, quienes se refirieron a estas festividades con el término de “arquitectura momentánea”, en las que se aprecia el europeísmo en la música, la décima oral improvisada, y la teatralidad, la cual crea hitos que no perduran pero que, a la vez, perviven en la memoria y el imaginario de la ciudad.

El último panel contó con la Dra. Mónica de la Caridad García Salgado, quien abordó el tema de Galicia en Santiago de Cuba: de las fiestas tradicionales a las romerías reales, y con el MSc. Rodolfo Zamora Rielo. Este último habló de las Huellas culturales gallegas en Cuba. Historia y circunstancias, a partir de las costumbres, tradiciones y huellas de la cultura gallega en la cultura popular cubana como parte del patrimonio inmaterial de la nación. Cantos, costumbres culinarias, nombres y apellidos, familias, calles, influencias literarias, impronta arquitectónica, leyendas, símbolos urbanos y rurales fueron algunas de las cuestiones ampliadas por el MSc. Zamora.

Durante la sesión de la tarde, se proyectó el largometraje Insumisas (Cuba, 2018, 95´), con dirección de Fernando Pérez y Laura Cazador. El filme narra la historia de Enrique Faver, doctor suizo que llegó a Baracoa en 1819. Sus convicciones antiesclavistas y su matrimonio con Juana de León, una mujer humilde a quien curó, desataron un drama de dimensiones insospechadas.

Antes de la proyección, el público intercambió con Laura Cazador, quien comentó las experiencias del proceso de investigación, producción y realización del audiovisual. Según dijo, la película fue basada en hechos reales: se sabe que Enriqueta Faver llegó a Baracoa en 1989, que ejerció como médico e, incluso, existen los archivos del acta de su boda con Juana León y del juicio al que fue sometida cuando se descubre su verdadera identidad.

Asimismo, la directora afirmó que el estreno mundial de Insumisas fue en la última edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana y, desde entonces, se ha incluido en festivales de Ginebra, Málaga, Guadalajara y aun continúa su estreno en otras latitudes. Al finalizar, la Dra. Leonor Amaro puso en valor el filme, sobre todo, por reflejar la transgresión de cánones al interior de la sociedad.

dest Inauguración del III Coloquio Presencias europeas en Cuba

Inaugurado III Coloquio Presencias europeas en Cuba

Inauguración del III Coloquio Presencias europeas en Cuba

Abril 10, 2019

 

Organizado cada año por el Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo, de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana, arribó a su tercera edición el Coloquio Presencias europeas en Cuba, esta ocasión con el tema Influencias europeas en la cultura popular cubana: costumbres, tradiciones y refranes. Investigadores de toda Cuba se dieron cita para participar en tan importante evento dedicado a las relaciones culturales entre Cuba y el continente europeo.

En la inauguración del III Coloquio estuvieron presentes, entre otros, el Excmo. Sr. Roman Hošták, Embajador de Eslovaquia en Cuba; el Dr. Michael González, director de Patrimonio de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana; Lissette Iglesias, directora de Relaciones Internacionales de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana; Katia Cárdenas, directora de Gestión Cultural de la Dirección de Patrimonio de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana, Nelys García, directora de Cooperación de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana.

En sus palabras inaugurales, el Dr. Michael González comentó sobre la importancia del evento para la cultura cubana y se refirió a la publicación Coloquios Presencias europeas en Cuba. Memorias 2017-2018 (La Habana, Ediciones Boloña, 2018), la cual sintetiza los coloquios anteriores.

“Esta publicación del Palacio permite que los conocimientos queden de manera gráfica (…) y que este evento viene a ser tan importante para contribuir al mundo bibliográfico, a la información sintetizada y sistematizada que permite que, más que la memoria de un evento, sea la huella histórica y cultural de lo que pensamos los académicos cubanos sobre Europa en los tiempos que vivimos. Por todas estas razones es un evento fundamental (…) y cerremos con un refrán al que buen árbol se arrima, buena sombra lo cobija y ese es el Segundo Cabo.”

La conferencia magistral de la apertura del Coloquio estuvo a cargo del Dr. Sergio Valdés Bernal, profesor titular de la Universidad de La Habana, académico de número de la Academia Cubana de la Lengua, de la Real Academia Española y de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, además de otros cargos que ejerce. En su ponencia, titulada Las lenguas europeas y el español en Cuba, se refirió a la procedencia de determinadas palabras asentadas en el vocabulario cubano.

En su intervención, el Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas de 2018 abordó luces sobre la necesidad de analizar y describir en profundidad los patrones lingüístico-culturales aportados por los europeos, en el sentido de definir la procedencia sociolingüística de estos pobladores, o sea, qué tipo de español, inglés, francés u holandés trajeron consigo, y cuánto influyó en esto la jerga marinera o el habla portuaria, pues la colonización fue a través del océano.

La sesión de la mañana se centró en la transculturación lingüística con la moderación del Doctor en Ciencias Lingüísticas Alejandro Sánchez Castellanos, profesor del Departamento de Estudios Lingüísticos y Literarios de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana.

Entre las ponencias, se debatió sobre diversos temas como los cuentos de mentira (MSc. Pedro Adolfo Machado Aguiar), el refrán “voló como Matías Pérez (Lic. Tatiana Guerra Hernández), la herencia del pregón hispano en la cultura santiaguera (MSc. Edilinda Chacón Campbell), el impacto del inglés en la cultura popular cubana (Dr. Avelino Víctor Couceiro Rodríguez), las tradiciones en el asentamiento hebreo de La Habana Vieja (MSc. Adriana Hernández Gómez de Molina), y de la impronta francesa en el cafetal oriental del siglo XIX (MSc. Maciel Reyes Aguilera).

En los próximos días destacados investigadores ampliarán sobre otras cuestiones que profundizan la herencia europea en la cultura popular cubana, fundamentalmente en las costumbres, tradiciones y refranes que han pervivido para conformar nuestra idiosincrasia cubana.