dest Nuestra Sra. de la Candelaria

Nuestra Señora de La Candelaria: tradición, costumbres y religiosidad se funden en su doble insularidad

Nuestra Sra. de la Candelaria

Dolores Guerra López

Febrero 5, 2021

 

El inmigrante hispano trajo consigo a América, su ideario reli­gioso y lo difundió por este conti­nente a tra­vés de los misioneros de diferentes  congregaciones. Así se extendió el culto a la Virgen Nuestra Señora de la Candelaria, que constituye la advocación mariana más importante que une a Cuba con Canarias. Está presente en toponímicos, iglesias, réplicas de imágenes y  patronazgos, entre otras.

Según  recoge la tradición, una imagen de la Virgen María, fue encontrada  en 1392 a la orilla del mar por dos pastores guanches, en la isla de Tenerife. La figura portaba una vela en la mano izquierda y cargaba a un niño en el brazo derecho, mientras que el pequeño llevaba en sus manos un pajarito de oro. Se desarrolla así, el primer culto a la Candelaria,  a raíz de que en 1497, el  Adelantado de las Islas Canarias Alonso Fernández de Lugo, celebró en la Cueva de  Achebinico la primera Fiesta de las Candelas, coincidiendo con la celebración de la presentación del Señor y la purificación ritual de la Virgen María.

Fue declarada Patrona Principal del Archipiélago Canario, por decreto de la Sagrada Congregación de Ritos el día 12 de diciembre de 1867 y coronada canónicamente el 13 de octubre de 1889. Su imagen se encuentra en el camarín de la Basílica de la Candelaria, en Tenerife y es venerada en otros municipios de las restantes islas, con festividades que se celebran en febrero y en agosto [1].

Como consecuencia directa de las inmigraciones canarias fue introducido en Cuba, extendiéndose la devoción por diferentes países de América con asentamientos canarios.

Imágenes, parroquias y  devoción

Entre las advocaciones de la Virgen María, relacionadas la mayoría con imágenes y apariciones, la Candelaria tiene una especial significación porque  está vigente en diversas formas, en más de 24 países entre ellos, Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Filipinas, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Uruguay, Venezuela, Italia, Israel y Guinea Bissau.

En Cuba está presente, en ciudades y pueblos en sus más diversas formas:

Pinar del Río: San Luis y Municipio Consolación del Sur (Fiesta Patronal)

Artemisa: Municipio Candelaria (Toponimia y Fiesta Patronal)

La Habana: Rancho Boyeros, Wajay, (patrona), San Antonio de los Baños, (advocación e imágenes) Bejucal, (Se celebra la fiesta  patronal desde el siglo XVIII (1789).) Arroyo Naranjo, (Quinta de Salud Nuestra Señora de la Candelaria  e Iglesia de Santa Bárbara [2]) Guanabacoa [3].

Matanzas: Ceiba Mocha, San Fernando de Camarones (Patrona) y Palmar de Junco (Practicaban la lucha canaria, deporte tradicional canario).

Villa Clara: Santa Clara, Vueltas y Camajuaní

Cienfuegos: Municipio Cumanayagua (La Sierrita)

Sancti Spiritus: Yaguajay, Cabaiguán, La Sierpe, Trinidad (pueblo de Condado y la Popa, esta última se construyó con un propósito similar a su ermita gemela, en la ciudad de Cartagena de Indias, en Colombia). Taguasco (La Larga), Santa Mauricia. (Por tratarse de festejos con muchas actividades laicas se conocen como Fiesta de la Larga y Santa Mauricia, sin alusión  a la patrona de La Candelaria).

Ciego de Ávila: Morón

Camagüey: Ciudad Camagüey

Santiago de Cuba: Marquesado de la Candelaria de Yarayabo: Título nobiliario creado por el monarca Fernando VII de España, el 14 de mayo de 1821 a favor de don Antonio Vaillant y Bertier. Sub-inspector del Batallón de Pardos de la plaza y Diputado de la Junta de Sanidad, Vocal de la de Censura y Alcalde ordinario de Santiago de Cuba. Donde se situó este marquesado en sus inicios se encuentra hoy ubicada la localidad de Yarayabo. [4]

Palmarito de Cauto: Consejo Popular y Municipio Mella (Fiesta popular y Verbena de La Candelaria)

Granma: Municipio de Yara, Consejo Popular El Espino, Las Candelarias (municipio de Manzanillo)  Consejo Popular  nº 12, San Francisco.

Bayamo: Consejo Popular  William Soler, municipio  Bayamo.

Quinta de Salud Nuestra Señora de La Candelaria: para los enfermos hospitalizados en la  Quinta Canaria, se levantó una  capilla, con una imagen de la Virgen Candelaria a instancias de Pablo Álvarez Caña, cronista social, natural del Puerto de la Cruz,  quién  encargó  una réplica de la que se venera en Tenerife. En esta instalación, celebró su matrimonio, el 8 de diciembre de 1946, con la escritora Dulce María Loynaz.

Sincretismo cultural

La Virgen de Candelaria es conocida como Oyá. Entre los símbolos que acompañan a estas dos deidades están la luz, el nueve y el agua.

Características de las fiestas de la Virgen de la Candelaria

  • Llegó mediante los canarios y sentó su patronazgo en diversos pueblos y ciudades donde se revitalizan tradiciones  acompañadas de las particularidades de los lugares de asentamientos.
  • Las ceremonias se asocian con la fertilidad de la tierra y los beneficios del agua, como símbolos de abundancia, fecundidad y vida.
  • Inician con la misa  como parte de los rituales religiosos (bautismos,  ofrendas y comuniones) y  continúa con la procesión. Se celebran además las fiestas populares dentro del  programa laico.
  • Se convirtieron en los festejos más importantes con un papel protagónico de las autoridades religiosas y civiles de cada territorio.
  • Mantienen la similitud  con las ceremonias  que se celebran en  Tenerife, en los elementos fundamentales.
  • Trajeron a Cuba, el conjunto de los inmigrantes isleños, como seña de identidad a la Candelaria, por ser la Virgen más extendida por todo el archipiélago canario y por constituir la inmigración tinerfeña la más numerosa.
  • En los últimos años algunas poblaciones han retomado determinados elementos de las antiguas fiestas patronales y los han  incorporado al día de su celebración, en particular los bailes, juegos y competencias.

Lo real y lo imaginario: el pelo, las uñas y las plantas

En diversos pueblos el 2 de febrero se revitalizan tradiciones populares que llegan hasta nuestros días. Tales ceremonias se asocian con la fertilidad de la tierra y los beneficios del agua, las cuales se traducen como abundancia, fecundidad y vida. De ahí que podar las plantas este día o cortarse el pelo deviene entonces de buen augurio para que renacieran más vigorosas.

Cierto o no, la iniciativa surge de los ritos de las personas, que atesoran interesantes historias y las transmite de generación en generación para contribuir a que no pocos decidan cortar o podar con la finalidad de que  se revitalicen. [5]

El agua. Un pozo para la virgen

Dice la tradición popular que a mediados del siglo XIX, una fuerte sequía afectó los pozos y manantiales del territorio de Candelaria. Fue entonces cuando los pobladores salieron por los caminos en busca de fuentes fluviales.

En el grupo que tomó la ruta de San Juan de Contreras-Sabana la Mar (hoy Barrancones), un esclavo de nombre José, cuando regresaba de la serranía se detuvo para aliviar su cansancio y casi por casualidad, descubrió una luz al lado izquierdo del camino: dicen que era la Virgen de la Candelaria y que sobre las piedras de donde nacía el reflejo, comenzó a brotar un manantial.

Después de comprobada la potabilidad de aquella agua, el Padre del poblado, organizó una procesión al  lugar y al llegar  comenzó a llover,  por lo que el sitio fue bendecido y bautizado con el nombre de “Pocito de la Virgen de la Candelaria”. Muchas voces hablan sobre los milagros de aquellas aguas, por los efectos saludables que les atribuyen. Desde entonces los devotos le dejan velas y flores a la santa en aquel sitio. Incluso, en los primeros días de febrero, se mantiene la tradición de hacer una vigilia para pedir bonanzas y paz [6].

Lo sagrado y lo festivo

Cuba en el siglo XXI está inserta en la modernidad, transformaciones que también se introducen en la programación de los diversos eventos festivo-religiosos, que algunos consideran “paganos” o “profanos”, no conscientes que en la tradición, estos elementos están matizados, porque aquí se reza y se baila, “se peca, se reza y se baila”.

Se ha transformado en sus manifestaciones la devoción religiosa hacia la Virgen de La Candelaria. Las misas y actos litúrgicos han cambiado, sin perder su debido respeto y solemnidad, matizados por un ambiente más cordial, de cantos, música y alegría. Muchas preguntas hacen parte de este debate. ¿Cómo disfrutar de la devoción religiosa y también de los goces de la danza, la música, la gastronomía y de las fiestas patronales? y ¿Cuál es el precio que tendría que pagar la tradición ante estas nuevas pautas de la llamada modernidad?

Lo que sí debe ser posible, es buscar los consensos y acuerdos mínimos de las industrias culturales, los decisores gubernamentales, las instituciones religiosas y académicas, para hallar los caminos más adecuados que generen acciones, desde una visión integral de la cultura.

 

Notas

* Conferencia presentada en el III Coloquio Presencias europeas en Cuba, 2019, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.

[1] Delgado Domínguez, Erasmo Juan. “Advocaciones Marianas en Canarias y América”, en Enciclopedia de España y América, Espasa Calpe, Argantonio, Madrid, 1988, pp. 123-128.

[2] Es una réplica de la Virgen de Candelaria traída desde Tenerife, que pertenecía a  la Quinta Canaria de La Habana y que al destruirse su capilla se colocó en esta iglesia aledaña al lugar. Actualmente la Asociación Canaria  de Cuba “Leonor Pérez Cabrera” con sus grupos folklóricos realiza representaciones culturales  dentro del recinto eclesiástico, en conmemoración a la fecha.

[3] Al demoler la Iglesia de Nuestra Señora de La Candelaria, los mismos canarios la convierten en la iglesia de Santo Domingo, pero se sigue manteniendo el homenaje a la primigenia advocación.

[4] Santa Cruz Mallen, Francisco Xavier de. Historias de familias cubanas. Tomo 4tº, La Habana, Editorial Hércules, 1943.

[5] Entrevistas grupales no estructuradas realizadas en varios salones de belleza. La Habana, 2 de febrero 2019.

[6] Entrevista grupal no estructurada, realizada en la Iglesia Nuestra Señora de la Candelaria, en Artemisa.  Febrero de 2018.

Dolores Guerra López: Licenciada en Educación, en la especialidad de Historia y Ciencias Sociales, en el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona. Doctora en Ciencias Históricas. Investigadora y Profesora Titulas del Instituto de Historia de Cuba y de las facultades de Artes y Letras; y Lenguas Extrajeras de la Universidad de La Habana. Es autora de varios libros y artículos relacionados con la asociatividad de los inmigrantes españoles en Cuba en los siglos XIX y XX, que se encuentran en publicaciones especializadas nacionales y extranjeras. Ha participado en diversos eventos científicos e imparte docencia en centros académicos y universidades nacionales e internacionales. Es miembro de consejos científicos en varias instituciones del  país y jurado permanente en  premios y concursos nacionales. Forma parte de organizaciones profesionales como Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe (ADHILAC); Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC);  Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP); Unión Nacional de  Historiadores de Cuba (UNHIC); Asociación de Pedagogos de Cuba (APC); Asociación Canaria de Cuba “Leonor Pérez Cabrera”; Asociación de Naturales de los Ayuntamientos de A Golada y Puentes de García Rodríguez.

El pregón una herencia hispana en Cuba

El pregón: una herencia hispana en Cuba

El pregón una herencia hispana en Cuba

Edilinda Chacón Campbell

Enero 29, 2021

 

“¡Tierra a la vista!” fue la frase que identificó al dramatizado Después que llegó Colón, que diariamente hasta 1984 trasmitiera la emisora Radio Liberación. Con un guion apoyado en narraciones dialogadas el radio-oyente disfrutaba de pequeñas historias que descubrían hechos, costumbres y tradiciones ocurridas en nuestro país después del arribo del Almirante genovés en octubre de 1492, fecha que marcó además el inicio de una masiva emigración hispana hacia nuestra Isla.

Una de las prácticas culturales que los españoles trajeron a Cuba fue el pregón. Los estudiosos de la temática sostienen que su uso se remonta a la Edad Media y etimológicamente a la voz latina praeconĭum [1], la cual identifica a una proclama pronunciada de manera pública, con la intencionalidad manifiesta de que la mayor cantidad de personas tome conocimiento de la información difundida. En esa dirección, el Diccionario de Sinónimos y Antónimos sostiene como sus equivalentes a las palabras bando, anuncio, divulgación, aviso [2], entre otras. Sobre su utilización en España, la investigadora Carmela Pérez Salazar señala que: “En las fuentes medievales hispanorrománicas y en los textos hispánicos del Siglo de Oro, la palabra pregón aparece vinculada con la comunicación oral destinada a un colectivo. El término se refiere a la llamada que convoca al público destinatario de una noticia” [3].

Partiendo de lo anterior, la autora de este informe concibe la idea que el pregón llegó a América en la antes mencionada fecha cuando el marinero Rodrigo de Triana avizoró un promontorio y al grito de “¡Tierra a la vista!” hacía partícipe de la novedad al resto de la tripulación.

El pregón en Cuba

Existen evidencias de que el primer bando pronunciado en la Isla, tuvo como escenario a la villa de Santiago de Cuba en 1523. La proclama hizo pública la destitución de Diego Velázquez como Gobernador de la Isla de Cuba. Esa deposición era el resultado de la decisión adoptada por el rey Carlos V como solución a los enfrentamientos entre Velázquez y Hernán Cortés por la conquista de México. La misma decía lo siguiente:

(…) el monarca envió hacia Santiago de Cuba a Rodrigo de Paz y a Francisco de las Casas con esa Cédula Real y con órdenes expresas de ser pregonada en esa ciudad para conocimiento público de lo que había dispuesto. Así se cumplió en mayo de 1523 de manera aparatosa, “con trompetas; y Diego Velázquez”. Sobre ese hecho, el Cronista Mayor de las Indias, Gonzalo Fernández de Oviedo, opinó: “Aqueste pregón fue un notorio principio, y aun final conclusión de la perdición total de Diego Velázquez. [4]

El uso de las trompetas como medio para atraer la atención pone al descubierto la necesidad de que el contenido del anuncio fuera del conocimiento público, en tanto el rango del anunciador expresa el carácter oficial del mismo. De igual manera, el lugar de origen del edicto, ratifica la tesis de que esa práctica llegó a nuestro territorio a través de España.

Al perfil protocolar del pregón se le añade además el comercial. Desde los tiempos primigenios de la colonia existió el pregón comercial, finalidad con la cual ha llegado hasta nuestros días. Una manifestación de ese tipo de anuncio tenía lugar durante la venta de esclavos desde los albores de la colonia. Esos hombres y mujeres después de ser sometidos por la fuerza eran llevados a diferentes destinos entre los que se encontraba Cuba, donde eran vendidos como mercancía. En el acto además de exhibir al “objeto en venta”, se informaba a los concurrentes las cualidades físicas del mismo, así como las distintas labores en las cuales era posible emplearlo.

Con el transcurro del tiempo se fue imponiendo el pregón comercial, haciéndose acompañar por la utilización de textos melódicos con la intencionalidad de atraer la atención de los oyentes hacia los objetos en oferta. Sobre ese asunto, el etnólogo Miguel Barnet, sostiene que el pregón constituye una parte muy importante de la tradición cubana donde se expresan la profunda riqueza poética y musical del pueblo, realidades estas puestas de manifiesto durante la Colonia y la República y en ambos casos, el pregonero era un miembro de los estratos marginados de la sociedad.

Durante la época colonial podían ser pregoneros esclavos, libertos o poseedores de pequeños pero necesarios negocios como el panadero. Racialmente representaban la amalgama étnica que caracteriza al cubano, de modo que se les podía encontrar negros, blancos o mestizos. De igual manera existían entre ellos mujeres y hombres. También había algunos que no eran oriundos de estas tierras y que desde esos tiempos venían al país buscando mejores condiciones de vida.

El texto Un artista en Cuba del pintor inglés Walter Goodman justifica lo antes expresado. En el mismo el autor ofrece un retrato de una activa ciudad de Santiago de Cuba caracterizada por la presencia los más diversos oficios y el ir y venir de los vendedores: una esclava vendedora de leche, una segunda,-carretillera- que ofrecía gritando “¡las cositas!” entre las cuales había la cascarilla empleada como polvo facial, así como “cositas francesas consistentes en tortas y pasteles preparados por las francesas criollas” [5] y una tercera  vendedora de “¡dulces de guayaba!, ¡dulce de almíbar!” [6]. Alude además a un almidonero chino de nacimiento, un panadero de origen indio y el melancólico vendedor de hojas para caballos. Completaban el espectáculo las aguateras que según el artista eran mujeres mulatas -al menos en esa crónica- las que ofrecían el vital y preciado líquido. No en todos los casos Goodman refiere sobre la utilización del pregón por esos vendedores, pero se infiere su empleo, en especial en los casos de los esclavos, necesitados de comerciar una mercancía de la que se presume no eran dueños de la mercadería y por tanto tenían que rendirles cuentas a sus amos, de modo que, en ellos se imponía la divulgación de los productos con el objetivo de agilizar y garantizar la venta.

En la República el pregón se consolidó como una tradición identitaria del cubano y parte de la cultura inmaterial nación. Antiguos pregones perduran en el recuerdo de algunas personas. A modo de ejemplo una de ellas, María de los Reyes Castillo (Reyita), contaba con más de 90 años cuando testimonió sobre su vida. Al rememorar sobre los sitios donde vivió en Santiago de Cuba expresó: “De Barracones recuerdo los pregones de los vendedores ambulantes” [7]. A pesar de su avanzada edad no olvidaba dos de ellos. Uno era relacionado con un cambalache que decía: “Raspadura de maní por botella yo cambio; con el pico o con la bemba partida, yo cambio…”, y el otro con una venta: “Ayaca caliente, con picante o sin picante vamo´ a ver”. Como se observa en estos casos, el pregón era medio para un trueque y para una venta. En la época también se pregonaba la venta de billetes de lotería, de periódicos, etc.

Si bien la esencia divulgativa del pregón se mantuvo a pesar del paso del tiempo, en ocasiones los textos carecían de originalidad, color y musicalidad, omisiones imperdonables que el público receptor penalizaba con la no compra de los productos ofertados al infractor quien además era sometido a severas críticas como la siguiente: “Es un patán inconsciente, un cualquiera entre los de su oficio ¡Miren qué manera de pregonar flores!” [9], decía uno de los personajes de las Estampas de San Cristóbal tras haber escuchado a un insípido vendedor de flores en una de las calles de La Habana.

El pregón a lo largo del tiempo y de su historia ha mantenido una armónica relación dialéctica con diversos géneros de la cancionística cubana, desembocando en un proceso de mutuo enriquecimiento. En esa dirección el destacado escritor Miguel Barnet afirma que muchos de nuestros pregoneros toman préstamos de la música campesina y de otros géneros como el son y la guaracha, los adaptan y luego cantan a manera de pregón. De igual manera, destacados compositores han encontrado en algunos pregones motivos de inspiración para crear piezas musicales que han trascendido a nuestras fronteras y convertirse adquirido reconocido valor universal. Lo anterior se ejemplifica con el Manisero de Moisés Simons perpetuado con la voz de Rita Montaner, “la única”; la invitadora Frutas del Caney, del santiaguero Félix B. Caignet. En esa lista se incluyen otros como El dulcero, pregón de Ernesto Lecuona; Rica Pulpa, de Eliseo Grenet; Mango Mangüé, de Gilberto Valdés; Rica raspadura, de Mercedes Pedroso, entre otros.

En tiempos más recientes, algunos de esos títulos fueron difundidos en la voz de la camagüeyana Candita Batista, conocida artísticamente como la Vedette Negra de Cuba. Para la posteridad dejó grabado un disco que, bajo el título Pregones Cubanos, agrupa a El dulcero, Rica pulpa, Mango Mangué, Rica Raspadura, Frutas de los santos, En almíbar, Frutas del Caney, El tamalero se va, Maracas, Tamales con picazón, Pregones de San Cristóbal y Panqué con ajonjolí. En su voz esos pregones armónicamente imbricaron el pasado, el presente y el futuro de esa manifestación sociocultural.

Actualidad del pregón en la ciudad de Santiago de Cuba

La ciudad de Santiago de Cuba, caracterizada por su policromía cultural ha sido a lo largo de su historia una urbe donde sus calles han testimoniado el ambular de los pregoneros y sus pregones.

Sobre ese particular, relató mi padre:

En la plaza de Santiago de Cuba y principalmente en las barriadas era costumbre encontrarse con vendedores ambulantes pregonando su mercancía. Era algo bonito y formaba parte de lo diario. Algunos pregones eran como versos con rima y todo, otros no tan buenos. Ese vendedor casi siempre andaba a pie porque eso era oficio de la gente pobre. Recuerdo el carbonero que decía algo parecido a “carbón, llegó el carbonero, coge tu lata y haz tu guisado”. El hombre pasaba todos los días con una carretilla de caballo llena de carbón y con una pala en mano para despachar.

¿Y el helado? El vendedor, al que se decía el heladero, tenía un carrito de metal cerrado de como ¾ de metros de ancho montado sobre unas ruedas. A todo el ancho tenía como un tubo que servía para empujar el carro, pero lo curioso es que tenía unas campanitas que era su manera de anunciar su presencia. Todas esas cosas existieron más o menos hasta el 68 [10].

Desde el triunfo en enero de 1959 la Revolución Cubana tuvo que enfrentar la política hostil de los diferentes gobiernos de los Estados Unidos. En ese marco fue necesaria la toma de decisiones con vista a lograr una mayor optimización y distribución de los recursos del país. Una de esas medidas fue la Ofensiva Revolucionaria del año 1968. Como resultado de su aplicación los pequeños negocios que habían sobrevivido a las nacionalizaciones de principios de la década del sesenta pasaron a formar parte de la propiedad estatal. En el plano cultural esa medida tuvo como costo la desaparición de los vendedores ambulantes y con ellos los pregoneros y el pregón. En ese contexto la ciudad de Santiago de Cuba no fue una excepción.

Hacia la década de los años 80´, enfrascados en el rescate de los valores culturales de la nación, en la urbe santiaguera comenzaron a desarrollarse los Festivales del Pregón, los cuales devinieron espacios de participación popular con saldos positivos donde se pusieron de manifiesto la magia compositiva e interpretativa de los habitantes de la indómita provincia y ciudad.

Después de varias décadas de ausencia, el pregón resurge en las calles de nuestra Isla y en las santiagueras en particular. Ello ha estado compulsado a partir de las nuevas reformas económicas y la legalización del trabajo por cuenta propia en el cual se encuentra la opción de vendedor ambulante.

En el nuevo contexto, el pregón puede ser escuchado desde tempranas horas de la mañana hasta los horarios nocturnos, siendo los vendedores de pan los que generalmente inician con esa faena. Algunos de ellos antes de empezar su locución emiten un silbido y luego “pan, hay pan, pan suave, pan especial”, otros incluyen la mantequilla.  Además de esos se encuentran los yerberos, floreros, fruteros e incluso los que casi llevan un puesto de vianda consigo a partir de la heterogeneidad de productos que cargan o arrastran con el auxilio de una carretilla; en estos los anuncios son más largos. Entre sus pregones se escucha vecina…traigo yuca buena, fongo [11], calabaza bien amarilla, y ñame de agua. Conmigo su plato está seguro al mediodía vecina…”.

Un espacio en el cual se escuchan a los más diversos pregones son en las ferias agroindustriales que se desarrollan en la ciudad en determinados momentos del año. A las mismas concurren vendedores citadinos y foráneos, pero del perímetro provincial. Representan áreas rurales y urbanas; trabajadores estatales y no estatales. Y es justamente en esas circunstancias y en la pluralidad de ventas y tipos de trabajadores donde se certifica que el pregón es un evento que se corresponde con el trabajador no estatal ya que mientras los vendedores adscriptos a los establecimientos del estado permanecen en espera de la llegada de los consumidores; los otros se afanan en vender. Unos se mueven de un lado para otro, mientras otros se mantienen en un sitio determinado. A todos los une el uso del pregón en toda su diversidad y calidad interpretativa.

Una de las particularidades del pregón en la actualidad es que se ha convertido en un medio para adquirir determinados efectos. En ese sentido se solicitan artículos que unos consideran chatarras, pero sus demandantes valoran como materia prima o útiles con posibilidades de ser reciclados. A modo de ejemplo: “compro botellas vacías, plástica de refresco y de cerveza limpia.” De la misma manera otros solicitan la venta de planchas viejas, pedacitos de oro y de plata, pomos vacíos de perfume, por solo citar algunos casos. Por supuesto la compra es a un precio inferior al que se compra en los establecimientos habilitados para esos efectos.

En algunos de los textos se observa la carencia del ritmo, color y la astuta picardía que caracteriza al cubano. Relacionado con ese asunto dijo Bertha Lidia Hechavarría Heredia, cariñosamente conocida como Bertha la pregonera, quien hasta hace poco fuera la figura más representativa del pregón en la ciudad: “No, la gente no pregona, la gente dice cosas, sin ninguna originalidad. Todos repiten lo mismo. El verdadero pregón tiene su significado. El pregón hay que cantarlo.” Esta opinión fue ratificada por el vendedor ambulante Melquiades Martínez Isaac quien defiende que: soy pregonero porque lo que vendo lo digo cantando y en verso” [12].

Para Bertha, el pregón era vida y salvación. En una entrevista que se le realizara, comentó que en una ocasión antes de la legalización del trabajo por cuenta propia, vendía turrones en la céntrica Plaza de Marte y fue interpelada por agente del orden público quien la convidó a abandonar el sitio. Necesitada de vender aquellos dulces caseros, comenzó a cantar no me botes más de aquí/ a mí no me esté botando/ como yo soy pregonera/ yo te sigo pregonando” [13]. Esa astucia le permitió terminar la venta y a los que se encontraban a su alrededor corear lo que acababa de crear un pregón gracias a su genialidad y astucia.

Bertha era conocedora de muchos secretos vinculados al pregón. Sabía que, para vender era necesario atraer con el vestuario y por eso conjugaba con su figura reveladora del legado africano con trajes de alegres colores con collares, pulsos y aretes. Siempre con su cesta a la cabeza como digno orgullo de la presencia haitiana por su lado materno, se trasladaba diariamente desde el poblado de El Caney, donde residía hasta el centro de la ciudad donde recorría tramos de las calles Enramadas y Aguilera donde ofertaba la Parapipigalonea [14]. Así sedujo con su verso sencillo y sincero: “Yo soy la memoria viva y es la pura realidad/ con la raíz   de lo´ palo yo curo la enfermedad/ lo que natura nos da lo que natura nos da/ como el cantar del sinsonte yo vengo de allá del monte/ yo curo la enfermedad” [15].

En la ciudad de Santiago de Cuba, Bertha Lidia Hechavarría Heredia, se convirtió en el alma del pregón. Esa indiscutible verdad justificó que el último Festival del Pregón fuera dedicado a su memoria. En el mismo participaron niños y niñas quienes hicieron manifestación de sus destrezas histriónicas y demostraron que en Santiago de Cuba el pregón tuvo pasado, tiene presente y tendrá futuro.

 

Notas

* Conferencia presentada en el III Coloquio Presencias europeas en Cuba, 2019, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.

[1] Gerardo E. Chávez Spínola: El pregonero, vocero anónimo del imaginario social cubano, Disponible en: http://www.cubaliteraria.com/articulo.php?idarticulo=15516&idseccion=88.

[2] Carlos. Gispert: (Dirección): Diccionario de Sinónimos y Antónimos, p.462.

[3] Carmela Pérez- Salazar: “Pregones y bandos. Tradición escrita y transmisión oral en textos de autoridad”, p.4 “Pregones y bandos. Tradición escrita y transmisión oral en textos de autoridad, Disponible en: http://revistas.ucm.es/index.php/CLAC/article/view/54531.

[4] Leocésar Miranda: Diego Velázquez: Colonizador y primer gobernador de la Isla de Cuba, p.34.

[5] Walter Goodman: Un artista en Cuba, p, 45.

[6] Ibídem: p, 46.

[7] Daysi Rubiera Castillo: Reyita, simplemente, p.65.

[8] Ídem.

[9] Jorge Mañach: Estampas de San Cristóbal, p.109.

[10] Entrevista realizada por la autora a Juan Gilberto Chacón Mayet, 12 de febrero de 2019.

[11] Plátano burro.

[12] Entrevista realizada por la autora a Melquiades Martínez Isaac, 6 de abril de 2019.

[13] Odalis, Riquenes Cutiño: Bertha Lidia Hechavarría Heredia, la vida en un pregón. Disponible en: https://fundacionsantiago495.wordpress.com/2010/07/24/bertha-lidia-hechavarria-heredia-la-vida-en-un-pregon/.

[14] Preparado hecho con raíces, cáscaras y hojas de diferentes plantas.

[15] Ídem.

Edilina Chacón Campbell. Máster en Estudios Cubanos y del Caribe. Profesora Auxiliar de Historia y Ciencias Sociales. Entre 1984 – 1990 se desempeñó como profesora de la Facultad de Preparatoria de la Universidad de Oriente, en las asignaturas de Historia de la URSS y Paisología de la Unión Soviética. Desde 1990 está vinculada al Departamento de Historia de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Oriente, donde ha impartido diferentes asignaturas como Historia de la Revolución Cubana; Historia de Cuba: siglos XIX y XX, Historia General, Historia Contemporánea de Europa I, II y III; Historia Moderna de Europa I; Debates Históricos y Contemporáneos. Ha recibido varios cursos de postgrado y participado como ponente en eventos nacionales e internacionales. Desde 2010 hasta la fecha ha investigado la temática de procesos migratorios a Santiago de Cuba con énfasis en los desarrollados en las direcciones Cuba-Jamaica y a la inversa. En 2012 se vinculó al Proyecto de investigación “Los Procesos migratorios en la historia local de Santiago de Cuba 1800-1950”. Es coautora de dos libros de textos empleados en Cuba y Venezuela en la formación de trabajadores sociales venezolanos y participado como miembro de comisión científica de carácter nacional e internacional.

dest La presencia en La Habana de Sandú Darié

La presencia en La Habana de Sandú Darié

La presencia en La Habana de Sandú Darié

Yonlay Cabrera Quindemil

Enero 22, 2021

 

En 1941 arriba a Cuba el artista rumano Sandú Darié Laver. Desde su llegada comienza a trabajar como caricaturista (labor que había realizado en Francia entre los años 1926 y 1939). Pero su verdadera impronta en el contexto cubano empieza en el año 1949 con su segunda muestra personal en el Lyceum Lawn and Tennis Club de La Habana, donde comienza a trabajar con la abstracción geométrica como eje central de sus indagaciones plásticas.

La exposición se llamó Composiciones 1949, y consistía en cuadros abstractos de carácter lírico, con algunos atisbos de racionalización geométrica. Desde el título de la muestra, el artista nos presenta su voluntad de entender la creación pictórica como un proceso investigativo, donde las obras independientes son una instancia del conjunto genérico al cual pertenecen. A finales del año, Darié comienza a modificar tímidamente el bastidor donde se monta la tela, de modo que se extiende por fuera del marco físico de la obra. Este descubrimiento ahora nos resulta completamente común, pero en su momento rompía con una tradición muy sólida en los modos de preparar el lienzo para la pintura y por extensión de la concepción de las artes plásticas.

En el año 1950, realiza su segunda exposición personal en el mismo Lyceum. Esta se llamó Estructuras pictóricas 1950, y en ella el artista se vuelca completamente hacia la abstracción geométrica. La idea de las extensiones del bastidor sobre el marco de la tela se hace latente, y se expresa de forma mucho más consciente en la composición de la obra. En las palabras al catálogo, Darié describe sus estructuras pictóricas como especulaciones sobre la abstracción de la forma-cuadro en el espacio-tiempo. El proceso de concepción inicia por la división del rectángulo, obteniendo el triángulo como forma-cuadro elemental; la composición se basa en la variación de triángulos como nueva forma-cuadro en un espacio continúo y ello apoyado por un ritmo ortogonal con elementos agregados, que sugieren la prolongación del plano al infinito.

La reticencia del contexto ante este tipo de arte, instaron a Darié a realizar acciones de carácter pedagógico como visitas guiadas, conferencias y textos explicativos de las exposiciones. Aun cuando su obra era muy bien recibida por la crítica y la opinión internacional, el contexto cubano estaba lejos de entender la propuesta revolucionaria de este artista. Quizás por falta de tiempo o debido a las contingencias históricas, Darié nunca fue profesor directamente, pero sus declaraciones abrieron el camino para una gran sección del arte cubano de los años 50.

Uno de los colegas cubanos con los que Darié trabajó más de cerca fue Martínez Pedro. La interacción entre ellos nunca fue de creación conjunta, sino como intercambio de ideas y espacios expositivos (Primera exposición concreta, Facultad de Arquitectura, Universidad de La Habana, 1955). El trabajo con Martínez Pedro inició el interés de Darié en la colaboración, como una vía efectiva para la expansión y diversificación de su ideas y sensibilidad estética.

Entre los años 60 y 80 realiza trabajos para el Ballet en el diseño de vestuarios y escenografías (3 estructuras -Vida, Pasión, Esperanza, 1961; Forma, color y movimiento, 1962) y en la concepción del espectáculo como un todo (Dinamia, 1971). En colaboración con Juan Blanco, quien estuvo a cargo de la música, Darié concibe los murales para el Hospital Hermanos Ameijeiras (El día y La noche, 1982). Como colofón de sus proyectos en colaboración, Cosmorama – Poema espacial No.1 (1964) fue una de sus más efectivas incursiones en el cine.

El cosmorama como concepto existía desde el siglo trece, y fue usado ampliamente como atracción en las ferias y circos. Con el tiempo la confección de cosmoramas cayó en desuso. Según el Gran Diccionario de la Lengua Española LAROUSSE, el cosmorama es un aparato óptico que, mediante una cámara oscura, aumenta la imagen de un objeto. Darié reinterpreta este concepto, y en su poética los Cosmoramas representan la visión cosmogónica proyectada a partir del concepto de Pictomorfismo estructural o Pictomorfismo estructural transformable, bajo el dominio de controles ópticos y electrónicos. En palabras Darié, el Pictomorfismo estructural consiste en un nuevo estado dinámico de la pintura abstracta, para sugerir una mecánica relativista.

De los experimentos con los cosmoramas, destaca el material audiovisual Cosmorama – Poema espacial No.1, consistente en un estudio experimental de formas y estructuras en movimiento con luces y color, que logran imágenes plásticas en desarrollo. La cinta es una de las más interesantes expresiones del cine experimental en Cuba y es considerado por muchos el primer videoarte realizado a consciencia por un artista, para ser incluido en el contexto de las artes visuales.

Una de las marcas más evidentes de la producción de Darié en el contexto cubano, fue un importante grupo de obras de carácter monumental orientado a la reanimación urbanística; en la actualidad, estas obras forman parte activa de la identidad de los lugares donde están emplazadas. Aereopuertos para la paz, 1978, consiste en composiciones realizadas a partir de tubos de fibrocemento que remedan palomares, interpretados libremente por el artista sin perder su funcionalidad. En el proyecto inicial esta suerte de torres, estarían distribuidas a lo largo de todo el país, en las cercanías de las escuelas al campo. El Arbol Rojo, 1981, es una obra interactiva compuesta por elementos móviles que son activados por la acción del viento y la presencia del espectador. Ubicado a la entrada del Palacio Central de Pioneros en el Parque Lenin, el Árbol rojo es una bella pieza monumental de gran impacto sensorial.

Sandú Darié fue una de las figuras más importantes del contexto cubano entre los años 50 y 70. Su capacidad creativa se mantuvo vigente todo el tiempo hasta una fecha muy cercana a su muerte en el año 1991. Sin embargo, la atención a sus logros fue mermando a principios de los ochenta y, ni siquiera la gran muestra retrospectiva que le dedicara el Museo Nacional de Bellas Artes en el año 1988, lograron reubicar la atención del público especializado en su trabajo. Solo muy recientemente su obra se ha ido revalorizando y cotizando a el mercado mundial, al tiempo que es incluido en exposiciones colectivas temáticas.

Por otra parte, sus investigaciones están todavía latentes, pues muchos de los caminos que abrió se continúan explorando como parte del arte contemporáneo.

La figura de Darié ha estado relegada por demasiado tiempo, ya es tiempo de comenzar a recuperar su memoria y lo que va quedando de la obra que realizó.

 

Notas

* Conferencia presentada en el II Coloquio Presencias europeas en Cuba, 2018, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.

Yonlay Cabrera Quindemil. Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de La Habana. Creador visual, diseñador y crítico de arte. Desde 2010 trabaja con los Nuevos Medios como artista e investigador. Ha realizado varias exposiciones personales en Cuba y ha participado en muestras colectivas en el extranjero. En 2017 presentó DIAGRAMAS 2017, una exposición en la que se evidenciaba la influencia de la geometría y de los sistemas modulares de Sandú Darié. A propósito de la exhibición, ofreció una conferencia en el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales titulada Las investigaciones inconclusas de Sandú Darié, circunscrita al 7mo. Salón de Arte Contemporáneo.

dest Dos paradigmas de modernidad en Sntgo de Cuba

Dos paradigmas de modernidad en el Santiago de Cuba decimonónico. Grabado y fotografía franceses

Dos paradigmas de modernidad en Sntgo de Cuba

Aida Liliana Morales Tejeda

Enero 15, 2021

 

La inmigración francesa asentada en Santiago de Cuba desde fines del siglo XVIII, luego de la revolución de Saint Domingue, y consolidada como una pujante colonia en las tres primeras décadas de la centuria decimonónica, fomentó, difundió sus costumbres y contribuyó notablemente a canalizar el proceso modernizador en toda la sociedad santiaguera. De manera que su savia, el nuevo modelo de vida que irradió, así como las novedosas formas de comportamiento que aportaron, han llevado a decir a historiadores como Juan Pérez de la Riva que “sólo la región oriental conservó una población francesa compacta y durable que impuso su lengua y modo de vida” [1]. Mientras, el destacado intelectual José Antonio Portuondo aseveraba que impuso un “[…] ambiente de refinada cortesía [que] fue desbravando la parda adustez de la colonia y fue naciendo en el ánimo propicio del criollo una manera más alta de sensual refinamiento” [2].

En esas oleadas arribaron personas con disímiles profesiones, algunos dedicados a diversas manifestaciones de las artes plásticas, quienes coadyuvaron a impulsar su práctica y desarrollo. Para ello, además de los talleres y las escuelas privadas, fueron inauguradas numerosas academias, hasta fundar la Academia de Dibujo Natural Príncipe Alfonso (1859). Dirigida inicialmente por Buenaventura Martínez, en ella se hicieron patentes los cánones del academicismo de influencia europea, fundamentalmente francesa y española, en temas como el paisaje y el retrato los cuales marcaron el quehacer de los pintores santiagueros del siglo, entre ellos: Joaquín Cuadras, Baldomero Guevara (Merito), José Uranio Carbó, Federico Martínez Matos y Félix y José Joaquín Tejada Revilla.

Uno de los rubros privilegiados fue el grabado, el cual ha llegado a la actualidad como una de las manifestaciones con mayor solidez, creatividad artística y con características muy propias que permiten hablar de una escuela santiaguera en esta manifestación, aún por estudiar en toda su magnitud.

Un instrumento relevante para la promoción y desarrollo de la litografía y otras artes de impresión fue la prensa, a partir de los anuncios publicitarios que además del texto incorporaban imágenes, algunas de una calidad artística indudable. En Santiago de Cuba El Diario Redactor [3], desde inicios de la década de 1840, sostuvo un espacio para la publicidad. Era, en términos actuales, un potente dinamizador subliminal que determinaba que sus potenciales consumidores fijaran algunos productos, al subrayar su eficacia y las ventajas que obtendrían al comprarlos.

Por su parte los establecimientos dedicados a la comercialización de ropas se valieron de las posibilidades de las ilustraciones como forma de promoción. Un ejemplo fehaciente, lo encontramos en el reconocido sastre francés Augusto Arnoult, quien supo aquilatar la importancia de la imagen como forma de promoción; por ello contrató los servicios del litógrafo G. Chavrol de Burdeos, para que le estampara los comprobantes de recibo de la mercancía. Tal acción es indicativa del constante intercambio con la ciudad francesa, potente en su desarrollo cultural y con una escuela pujante de grabado.

El cartógrafo y miniaturista Luis Francisco Delmés [4], establecido en Santiago de Cuba en 1832, tuvo una academia de dibujo de pintura y grabado, con diferentes ubicaciones dentro del tejido urbano local, grababa armas, bastones, cristalería, de manera que su quehacer contribuyó al impulso modernizador de las costumbres y las maneras de vivir de los santiagueros decimonónicos. Sus planos, realizados en 1833, 1840, 1845, 1856, 1857, 1858, 1860 y 1861, resultan elocuentes por la minuciosidad extraordinaria con las que recrea la ciudad y sus principales edificaciones.

También practicaban este trabajo los litógrafos Emilio L. Lamy y Carlos Collet. Ambos recorrieron en 1861 el Departamento Oriental con el propósito de dibujar y litografiar distintos lugares de esta vasta región. El periplo dio por resultado la publicación, en noviembre de 1862, del Álbum pintoresco del Departamento Oriental de la Isla. Colección de vistas de ciudades, villas, pueblos, ingenios, cafetales y paisajes, influido por el Álbum Isla de Cuba pintoresca dibujado y litografiado por el bordelés Federico Miahle que fuera realizado dos décadas antes en La Habana.

El Álbum pintoresco del Departamento Oriental de la Isla, fue una obra de inspiración romántica y mostraba una portada lujosamente cromolitografiada, lo cual es indicativo del adelanto de su taller litográfico, a la altura de los habaneros que habían introducido en 1860 las máquinas procedentes de Francia para la realización de este tipo de reproducción. Contenía 32 litografías, cuyas vistas principales se correspondían con el paisaje geográfico y social de la Isla, al incluir las ciudades de Santiago de Cuba, Manzanillo, Baracoa, Nuevitas, Camagüey, Gibara, Holguín, Las Tunas y El Cobre “y demás pueblecillos pintorescos. Los ingenios, cafetales y paisajes serán los más importantes y pintorescos” [5].

Su entrega se dividió en ocho partes, cada una con cuatro imágenes a medio iluminar con filete dorado, incluía gratuitamente un plano grabado de la ciudad de Santiago de Cuba; se referiría posiblemente al que dos años antes litografiara Lamy sobre la base del dibujo ejecutado por el empleado de Obras Públicas José López. El costo de cada entrega de cuatro láminas “a medio iluminar” sería de 2 pesos 12 reales. No habría que desembolsar ningún monto hasta no recibir la entrega. Noventa y cinco suscriptores apoyaron la idea, todos pertenecientes al patriciado de la zona oriental.

Se recalcaba la habilidad del dibujante y litógrafo Collet y del establecimiento de impresión de Lamy, pues las vistas evidenciaban la limpieza del tiro a dos colores y un fino dibujo. Muchas de estas obras también sirvieron como parte de las ambientaciones de la vivienda.

De estas obras, algunas se localizan en la Biblioteca Nacional José Martí, y algunos investigadores, entre ellos Zoila Lapique han hecho mención de ellas. Desafortunadamente parece que no se llegó a completar el recorrido. En pleno siglo XXI y, gracias a la generosidad del profesor Emilio Cueto, podemos contar con un número importante de estos grabados, que permiten reconstruir el desarrollo alcanzado por el Departamento Oriental de la Isla en los albores de la década del 60 de la centuria decimonovena. Emilio Cueto logró recopilar 19 imágenes originales, la mayor cantidad de grabados lo tiene la ciudad de Santiago de Cuba.

Los ambientes domésticos y su decoración

La casa santiaguera en el siglo XVIII tendía a la sobriedad y al empleo de muebles y otros objetos con fines más utilitarios que decorativos. En tanto, la alta sociedad santiaguera, informada por medio de los viajes y la lectura de los cambios que ocurrían en el mundo occidental, mostró en el paso al siglo XIX una predisposición a mejorar los ambientes de sus residencias.

La incorporación, a las viviendas, de obras pictóricas, artes decorativas, reproducciones litográficas y más adelante las técnicas de la fotografía, provenientes por lo general de Francia, constituyó también signo de jerarquía social y refinamiento. El afán por adquirir obras artísticas se debía más a factores de moda o de ostentación como clase social, que a un verdadero sentido de apreciación, análisis y deleite.

No existían grandes colecciones particulares, a juzgar por la cantidad de obras presentes en los inventarios, pero sí con claves temáticas diferentes a las de orden religioso existentes desde el siglo XVIII y algunos pocos retratos. La convergencia en un mismo inmueble de obras de diferentes facturas y temáticas, indican la pluralidad de miras en las que se movía el pensamiento del patriciado local. Las extensas paredes de las viviendas constituyeron el marco apropiado para su exhibición. Los temas favorecidos fueron el retrato, los paisajes, las escenas bucólicas y galantes, la historia, asuntos mitológicos y religiosos, con predominio, desde el punto de vista estético, de las escuelas neoclásica y romántica.

El desarrollo y difusión de las nuevas técnicas de impresión de imágenes, en especial de la litografía, permitió la reproducción seriada de obras maestras del arte universal. A Santiago de Cuba llegaban reproducciones litográficas de obras de pintores como Jean Antoine Watteau y Jean Honoré Fragonard, con imágenes de frívolas fêtes galantes, que decoraban los ambientes principales de las residencias y causaban deleite a sus propietarios. Asimismo, destacaban cuadros litografiados e iluminados de paisajes románticos, o la recreación de la antigüedad clásica, como los poseídos por doña Nicolasa Vidal que mostraban en seis escenas de la historia de Roma [6]. De igual modo, se comercializaban otros referentes a la interpretación de acontecimientos históricos, entre ellos: la conquista de México por Hernán Cortés, y a la vida y campañas de Napoleón, tal como Emilio Bacardí en Vía Crucis describe la hacienda cafetalera La Fortuné donde, se mostraba un grabado, dividido en dos pequeños cromos, que representaban escenas de la traslación y el entierro del cadáver de Napoleón.

Mientras, la moda impuesta a nivel internacional por iniciativa de la burguesía holandesa del siglo XVII de incluir mapas y planos en la decoración doméstica también se hizo patente. Fue frecuente contar con reproducciones de la ciudad de Santiago de Cuba, ejecutadas principalmente por los grabadores franceses Luis Francisco Delmés y Emilio Lamy.

La técnica del daguerrotipo, fue la que cambió el rumbo de la decoración en la capital del Departamento Oriental. El adelanto técnico – artístico quedó establecido en La Habana el 3 de enero de 1841 por el norteamericano George Washington Halsey. En Santiago de Cuba se tuvo en cuenta cuando D. G. Seixas, a fines de 1844, abrió en la calle Enramadas no. 115 una casa dedicada a tales fines. Fueron pioneros en su introducción otros artistas como Eugenio Lacroix, Luis Francisco Delmés, Carlos Harrison y Marcos Valette quienes aprovecharon la bonanza económica para hacer de su arte un negocio rentable.

En la ciudad hubo una explosión en relación con la apertura de establecimientos dedicados a la nueva invención. Entre 1832 y 1870, se estableció una red de talleres que contribuyó a crear un entramado cultural y en torno a ella cristalizó una inquietud creadora que aglutinó además de las figuras ya mencionadas, a otros artistas extranjeros y santiagueros, algunos cultivadores de las artes plásticas como Baldomero Guevara (Merito), Joaquín Cuadras o Cosme Vallejo. Alcanzó tal auge que, en 1851 la Sociedad Económica de Amigos del País propició un concurso público para exposiciones donde se incluía al daguerrotipo, además de otras manifestaciones artísticas.

Algunos traían equipos para comercializar y se dedicaron además a la enseñanza de esas técnicas a los criollos que, con el tiempo, se perfeccionaron y llegaron a fundar varios establecimientos en áreas céntricas de la ciudad. Por ejemplo, Marcos Valette se ofrecía por 3 onzas españolas para dar lecciones a aquellos interesados en aprender este arte. Pusieron a la ciudad en consonancia con las novedades de la reproducción de imágenes que se daban en otras urbes europeas o latinoamericanas como la litografía, la galvanografía, los panoramas, los dioramas, el daguerrotipo y la fotografía.

Esta última expresión artística significó una transformación en la escenografía de los ambientes principales del mundo doméstico. Acaparó espacio en los mismos sitios preferenciales ocupados hasta entonces por retratos pictóricos y grabados. Propició la más rápida reproducción de las imágenes de esa burguesía urbana que pretendía inmortalizarse por medio del retrato – foto, tanto individual como familiar en el que concurren, al igual que en los cánones neoclásicos imperantes en la pintura oficial: la idealización de las apariencias, el rechazo a la fealdad y nuevas formas de escenificación.

Al ser menos costosa que la reproducción pictórica, dio la posibilidad de una extensión hacia otras capas de la sociedad, con lo cual al decir de Roger Henri Guerrand se experimentó un proceso de “democratización del retrato” y se diversificaron las representaciones iconográficas [7]. En pocos minutos se lograba lo que antes demoraba días o meses. Sus precios fueron desde tres hasta veinte pesos en función de la cantidad, tamaño, lujo de las cubiertas, número de personas en los grupos y tipo de reproducción: tarjetas iluminadas a $8.50 la docena, retratos de imitación de marfil de $8.50 a 2 onzas, retratos de porcelana de $12.75 a 2 onzas.

La rapidez en la toma e impresión de las imágenes permitió el surgimiento del coleccionismo de retratos de familiares y amigos, con lo cual se iniciaron los árboles genealógicos fotográficos que terminaron por ser un patrimonio que se sucedió de generación en generación y ha perdurado como memoria visual y saber familiar. Eran una forma de recomposición de la familia y su historia, mostrados como trofeos que renovaban la nostalgia. Estas primeras fotografías imponían una serie de convenciones relacionadas con las posturas y normas gestuales, en correspondencia con los patrones establecidos. Se advertía a las mujeres que llevaran vestidos de tonalidades oscuras o de telas estampadas preferiblemente rayadas, a cuadros, pintadas, con los cuales realzaban por contraste la belleza femenina y el acabado del retrato.

Durante esos años se desarrolla en Europa un conjunto de mejoras técnicas al daguerrotipo, lo cual redujo el tiempo de exposición, hasta el descubrimiento en 1851 de la impresión instantánea. Ninguna de esas novedades tardó en ser conocida y aplicada en Santiago de Cuba. El 17 de julio de 1849, Carlos Harrison anunciaba la introducción de los retratos al electro daguerrotipo. Mientras, en el salón fotográfico de Durán y Hermanos se creaban los Retratos de busto conocidos como duranotipos. Convivieron con el daguerrotipo: el ambrotipo; el marfilotipo, empleado fundamentalmente en retratos pequeños para insertar en dijes, alfileres, sortijas; el molinatipo y la galvanografía, todos tanto al natural como iluminados, retratos fotográficos en papel, a la tinta china y con colores a la aguada así como retratos al pastel.

Todo este proceso técnico devenido arte, dentro del ámbito doméstico, actuó como elemento de resemantización de las pautas culturales vinculadas a la acción de retratarse, y como vehículo para explicitar aquellos momentos dignos de ser inmortalizados, a los ojos de esa clase detentadora del poder. En el plano familiar se consagraron para la posteridad los acontecimientos trascendentales a ese mundo: casamientos, bautizos, retratos individuales o familiares y hasta de fallecidos; el acto de ir a retratarse constituyó todo un evento por lo que ello implicaba en el plano sentimental y de representación social.

La presencia francesa en Santiago de Cuba durante las primeras seis décadas del siglo XIX, suscitó un acelerado proceso de transformaciones en la vida cotidiana de sus grupos dominantes. Si bien otras ciudades cubanas asimilaron también comportamientos y modas de ascendencia francesa por ser precisamente Francia el centro artístico cultural más importante del mundo en aquel lapso, fue aquí donde la influencia gala resultó más significativa en Cuba, justamente por el carácter, cantidad, composición, procedencia e impronta dejada por esa inmigración aquí. Ello ha posibilitado que dentro del proceso de sincretismo cultural experimentado, el componente francés sea fundamental en la identidad de la ciudad y no un ingrediente más.

 

Notas

* Conferencia presentada en el III Coloquio Presencias europeas en Cuba, 2019, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.

[1] Juan Pérez de la Riva: La conquista del espacio cubano, Fundación Fernando Ortiz, La Habana, 2004, p. 105.

[2] José Antonio Portuondo Valdor: “Presencia francesa en el Oriente cubano”, en Les français dans l´ Orient Cubain. Maison de Pays Ibériques, Bordeaux, 1993. Coordination et presentation de Jean Lamore, p. 36.

[3] Fue inaugurado en los primeros años de la década del 30 del siglo XIX, fue la publicación periódica de más larga vida en la etapa colonial en Santiago de Cuba y aún con sus limitaciones, difundió lo mejor del pensamiento cultural y científico de la época tanto de la región oriental, como de Cuba y el mundo; sus páginas dieron cabida a literatos de la talla de Manuel María Pérez, Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé), Luisa Pérez de Zambrana, Tristán de Jesús Medina, entre otros.

[4] La doctora María Elena Orozco Melgar ha realizado un pormenorizado estudio de su vida y obra. Vid., “Santiago de Cuba hacia 1840. Los planos de Luis Francisco Delmés”, en Del Caribe, no. 25/96 y “Louis François Delmés (el cartógrafo francés de Santiago de Cuba), en Militaria. Revista de Cultura Militar, no. 20/2006.

[5] BPECFRV: El Redactor, 17 de noviembre de 1862. De esta publicación hoy día no se cuenta con ningún ejemplar, hasta donde ha podido indagarse.

[6] Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba (AHPSC): Juzgado de Primera Instancia, Materia: Testamentos, leg. 620, no. 8, 1843.

[7] Roger Henri Gerrand: “Espacios privados”, en Philippe Ariès y Georges Duby: Historia de la vida privada. De la Revolución Francesa a la Primera Guerra Mundial, p. 401

[8] BPECFRV: El Redactor, 31 de julio de 1855.

Aida Liliana Morales Tejada: Doctora en Ciencias sobre Arte por la Universidad de La Habana y Doctora en Estudios Ibéricos e Iberoamericanos en cotutela por la Universidad de Oriente, Cuba y la Universidad Michel de Montaigne, Burdeos 3, Francia. Jefa del Departamento de Investigaciones Históricas y Aplicadas de la Oficina del Conservador de la ciudad Santiago de Cuba y, desde 1999, es Profesora Auxiliar del Departamento de Historia del Arte en la Universidad de Oriente. También es presidenta de la filial provincial de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba, vicepresidenta de la sección Literatura de la Filial Provincial de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba y secretaria científica de la Cátedra de Estudios Franco Cubanos y Caribeños Montaigne-Montesquieu. Sus investigaciones versan sobre la historia de la cultura, enfocadas en la arquitectura y el urbanismo santiagueros. Ha participado en un centenar de eventos nacionales e internacionales vinculados a la historia, la arquitectura, la conservación, promoción y divulgación del patrimonio, efectuados en Cuba y el extranjero.

dest La Fiesta de Monserrate en Matanzas

La Fiesta de Monserrate en Matanzas: orígenes y pervivencia

La Fiesta de Monserrate en Matanzas

Mireya Cabrera Galán

Enero 8, 2021

 

Catalanes en Cuba

A finales del siglo XVIII en España se vivió una atmósfera económica particular. Esta tuvo su centro en Cataluña donde se estaba experimentando la mayor revolución industrial conocida por la península. Protagonistas de esa modernización industrial y agrícola, los catalanes se constituyeron en el flujo migratorio más importante de Cuba en esferas como la economía, la educación, la política y la sociedad en general. En la segunda mitad del siglo XX, el poder económico de los comerciantes, industriales y banqueros de esa procedencia era casi total en la zona occidental de la Isla, a pesar de constituir solamente el diez por ciento de su población. En 1898 Barcelona dominaba el 51% del comercio insular y los catalanes eran dueños de importantes industrias como la del ron y el tabaco.

La Fiesta de Monserrate en Matanzas. Génesis

Fundada por pobladores canarios en 1693, Matanzas tendrá en la colonia catalana una de las presencias españolas de mayor repercusión en la economía, el comercio, las finanzas y el arte [1]. La fuerza de esta comunidad y sus necesidades espirituales de trasladar al nuevo espacio geográfico los rasgos y costumbres de la patria chica originaron fenómenos socio–culturales como la celebración de la Fiesta de Monserrate, surgida en el último cuarto de la centuria decimonona y conocida después de 1980 por la denominación de Fiesta de la Colla.

Estas festividades estuvieron regidas en los primeros tiempos por la Sociedad de Beneficencia de Naturales y Oriundos de Cataluña e Islas Baleares [2] y en los albores del siglo XX por la Colonia Española. Inicialmente tuvieron un acento predominantemente rural y su principal propósito fue el de venerar a la patrona de Cataluña en un ambiente rubricado por las sonoridades musicales, las danzas, los cantos, las recetas culinarias y los juegos infantiles de la tierra natal.

En septiembre de 1870 (los días 7 y 8) los naturales de Asturias convocaron una romería que puede estimarse como el antecedente de la Fiesta de Monserrate. Pensada para celebrar la fiesta nacional de su patrona, Nuestra Señora de Covadonga, la peregrinación tuvo como epicentro el Paseo de Santa Cristina (hoy José Martí), en el barrio extra puentes de Versalles y en ella intervino una representación de la comunidad catalana. Motivados por este suceso, unos días después los catalanes anunciaron en la prensa local “Anem, anem a Monserrate” (“Vamos, vamos a Monserrate”). Ataviados con el tradicional traje de su suelo y al ritmo de sus danzas y cantos populares peregrinaron hasta el citado Paseo, siendo esta la génesis de la también llamada fiesta catalana.

El 8 de septiembre de 1871, tras obtener superior permiso eclesiástico, tuvo efecto la primera gran romería catalana en las Alturas de Simpson, accidente geográfico situado al noroeste, en la zona más elevada de la ciudad, lo cual remitía a los catalanes a su sagrada montaña de Montserrat y al convento de igual nombre. Para rendir honores a su Patrona, la Virgen de Montserrat se encargó la construcción de una capilla provisional al ebanista y carpintero de ese origen Juan Mateu Borotau. Como dato curioso, el diario Aurora del Yumurí promovió, durante los días precedentes la venta de barretinas [3], en la tienda La Oriental.

Después del toque de diana y de la misa celebrada frente al Palacio de Gobierno, dio inicio la peregrinación, durante la cual se repartió coca azucarada y “mistela” (vino dulce) y uno de los Nois de Casa [4] pronunció un discurso con el lema Surt del Born, roda el Mond y torna al Born (“A pesar de que se pueda recorrer todo el mundo se acaba por volver a los orígenes”). Para la ocasión la sociedad de recreo Casino Español puso a disposición sus salones y las calles fueron adornadas con cortinas, banderas y gallardetes con los colores nacionales oro y grana. El éxito de esta celebración despertó en otros grupos regionales la inquietud por organizar festividades semejantes.

Ermita de Monserrate

En 1872 en el seno de la Sociedad de Beneficencia de Naturales y Oriundos de Cataluña e Islas Baleares (conocida poco después por la denominación de Beneficencia Catalana y Balear) surge la idea de consagrar una ermita a la Virgen de Monserrate en las referidas alturas de Simpson. El hacendado José Baró Sureda, secretario de la entidad, presentó ante la Junta Directiva la moción correspondiente, que fue aprobada por unanimidad.

Entonces fue nombrada una Comisión integrada por Baró y por otros miembros de la directiva. Aprobado el proyecto y el presupuesto, la Ermita fue construida por el Maestro de Obras Bartolomé Borrel, también de origen catalán. Poco antes de su inauguración, la imagen de la Moreneta (“la pequeña dama negra”) [5] fue trasladada desde Barcelona a Matanzas. El escultor Juan Roig y Soler la talló en boj a tamaño natural y a semejanza de la existente en el monasterio catalán.

Tras su arribo a Matanzas la escultura en madera fue trasladada el 29 de noviembre de 1875 a la Iglesia Parroquial. Una vez allí, se colocó a la derecha del altar mayor y a continuación se inició la celebración del Rosario, Novena, Letanías y el gran Salve, a toda orquesta y bajo la dirección del maestro Juan Torroella. Tras este preámbulo y precedido por el repique general de campanas, el 8 de diciembre de 1875, la población catalana y matancera, en general, peregrinó hasta a las alturas de Matanzas. La imagen de la “Moreneta” fue llevada en andas por ocho catalanes y seguida por representantes de otras regiones de España.

Características de la Fiesta

Excepto las primeras realizadas antes del emplazamiento de la ermita, la Fiesta de Monserrate era organizada por los acaudalados catalanes establecidos en la ciudad. Solía convocarse en diciembre, coincidiendo con la celebración de la Virgen de la Purísima Concepción de María, Patrona de España, no así con la fecha oficial de la patrona de Cataluña, el 27 de abril. En esta primera etapa, los ofrecimientos duraban generalmente tres días. Salvo algunas excepciones, el programa se repetía cada año y de él formaban parte todas las sociedades españolas y los cubanos, que junto a sus pendones y gallardetes se hacían acompañar por la orquesta de Miguel Faílde, a quien la mayor de las Antillas debe la creación de su baile nacional, el danzón. Los festejos quedaban inaugurados a las doce del día con un repique de campanas proveniente de la ermita. Al atardecer, a las cinco, una banda militar recorría las principales calles yumurinas y al ritmo de cánticos populares los romeros se trasladaban al pequeño templo, donde a las seis se celebraba una misa de Salve a toda orquesta. La jornada concluía con un baile que duraba gran parte de la noche.

El segundo día (casi siempre el 8) era el más intenso y significativo. La banda de música del Cuerpo de Bomberos daba el toque de diana a la par que en la ermita repicaban las campanas. Al compás de la banda los peregrinos llegaban a la iglesia parroquial para desde allí emprender la procesión por las principales calles de la ciudad (todas engalanadas) con rumbo a las alturas de Simpson. A las nueve de la mañana se oficiaba misa con acompañamiento de orquesta en la explanada de la ermita ante la audiencia de las sociedades de beneficencia y de todo el pueblo yumurino.

Los juegos de participación daban inicio a las dos o tres de la tarde. De todos ellos (olla, paella, corrida de sacos) el más gustado era la cucaña, pues el competidor que lograra subir hasta lo más alto del palo ensebado y quitar el banderín de la cima, era premiado con diez pesos del Banco Español. Unas horas después, a las cinco, se organizaba una vez más la procesión en sentido opuesto. Por la noche se efectuaba un baile.

El tercer y último día se realizaba también una gran misa cantada o rezada. Posteriormente, a las doce, los romeros interpretaban danzas nacionales que eran presididas por la entrañable Sardana, de naturaleza catalana, mientras que a las tres de la tarde disfrutaban de los mismos juegos convocados el día anterior. Parte consustancial de los festejos era la degustación de recetas culinarias autóctonas como la “escudella” [6], la “carn d´olla am pilota” y gallina, el guisado de carne con frijoles, la ternera estofada y la natilla quemada. Estos platillos se hacían acompañar por ensaladas de pimientos, cebollas y aceitunas, pan y vino de San Vicente. Una de las fiestas más lucidas fue la de 1879, que estuvo favorecida por la multitud participante y por el buen tiempo. El bucólico panorama del Valle de Yumurí y la vista del nacimiento del sol constituyeron el marco apropiado para los cientos de peregrinos. Incontables tiendas [7] dispuestas en los alrededores de la ermita permitían el descanso de las familias durante los días que duraba el jolgorio.

A partir de 1880 el programa contó con la participación del coro La Armonía adscripto a la Beneficencia Catalana y Balear, cuyo vínculo con la fiesta se mantuvo hasta 1900, aproximadamente. Para 1883 la ermita se engalanó con una nueva imagen de la Virgen regalada por José Fontanal. Ese mismo año se trasladaron desde La Habana numerosas familias y el coro La Colla de San Mus, cuyos 125 miembros portaban el traje típico de su tierra.

Suspendida en 1885 por el fallecimiento del monarca Alfonso XII, durante la cita del siguiente año la plazoleta que da frente de la ermita fue engalanada con cuatro esculturas representativas de las provincias catalanas (Barcelona, Lérida, Tarragona y Gerona). La fecha marca también el surgimiento de La Colla de Monserrate, agrupación humorística y musical, compuesta por cuarenta hombres que vistiendo los típicos trajes catalanes que se organizaban de forma jerárquica portando según el cargo atributos de cocina de una vara de largo (cucharón, cuatro cuchillos e igual número de tenedores, cucharas, sartenes, cacerolas, coladores y espumaderas, en correspondencia seguramente con la cifra de provincias catalanas) [8]. Con su coro y orquesta la Colla de Monserrate hizo las delicias de los romeros por varios años, legando a la actual fiesta sus iniciativas, atributos de cocina y su denominación.

Como dato curioso, aquel 1886 comenzaron a brindar servicio las guaguas que, colocadas frente al hotel Louvre, se encargaban de trasladar a los interesados hasta la ermita. Otro rasgo distintivo es el que se incorpora en 1888 cuando la urbe es recorrida por cuatro carros alegóricos a las referidas provincias. La notoriedad alcanzada en toda la Isla por la fiesta catalana fue la razón por la que en 1890 acudieron a Matanzas cinco mil excursionistas procedentes de La Habana, Cienfuegos, Sagua y Cárdenas. De igual forma una comisión de los ayuntamientos de Monistrol y Coll Bató, ambos municipios de Cataluña. En la ocasión el nuevo estandarte de la sociedad catalana fue apadrinado por el Capitán General de la Isla Camilo Polavieja y por su esposa.

Declive y renacimiento

A inicios de la década de 1890 la situación económica y político social de Matanzas no era la floreciente de la época precedente. De igual manera, se inicia el ocaso de la Fiesta de Monserrate, que fuera suspendida en 1891 y en 1893, el primer año por la ausencia del presidente de la Sociedad Catalana. Nuevamente se celebraron en 1894, pero no con el éxito acostumbrado. Con el inicio de la Guerra del 95 su lucimiento y afluencia declinaron, suspendiéndose oficialmente en 1896.

Con el cese de la colonia y el advenimiento de la República, la Fiesta de Monserrate se reactiva bajo otras circunstancias históricas y organizativas. En octubre de 1901 la Beneficencia Catalana y Balear traspasa la propiedad de la ermita a la Colonia Española. Esta había sido fundada en 1899 y a ella se habían ido integrando todas las sociedades regionales de Matanzas, excepto la gallega que pasó a ser parte del Centro Gallego de La Habana. De tal manera, fue la Colonia Española con sede en el Casino Español, la encargada de patrocinar desde entonces aquella.

En esta nueva etapa los festejos se dedican a la virgen de la Covadonga y, con posterioridad, a la Purísima Concepción. El 8 de diciembre de 1902 se colocó en la ermita un altar destinado a esta advocación. No obstante, la tradición continuó, como antaño, tributando a la patrona de los catalanes.  La primera gran fiesta del período tuvo efecto en 1903. En este convite se abrazaron en una todas las representaciones peninsulares de Matanzas como muestra del aliento multicultural que caracterizará al festejo en el siglo XX. Junto a la barretina bermeja, resaltaban los atuendos típicos: el pañuelo aragonés, el zaragüey valenciano, el casquete zamorano y el bonete leonés. Debe connotarse que se mantuvieron vigentes algunos signos de la fiesta original: el repique de campanas, los disparos de voladores, la romería, la misa en la ermita y los tradicionales juegos catalanes e hispanos, en general. Sobrevivieron asimismo la actuación de la Banda del Cuerpo de Bomberos y las danzas españolas que se alternaban con las cubanas, particularmente con la de Aniceto Díaz, que en los años veinte animó con frecuencia almuerzos y otros eventos sociales.

Un cambio significativo fue la realización de la fiesta en un único día. Con el tiempo se acordó que se fijara el segundo domingo de diciembre, aunque no coincidiera con la celebración de la Purísima Concepción. Por su parte, el menú que se ofrecía en los almuerzos y en los puestos distaba de ser el tradicional catalán. En lugar de la escudella aquellos descendientes de España degustaban jamón, pierna de puerco, salchichón de Pamplona, aceitunas aliñadas, huevos  a la Malagueña,  turrones de Jijón y Alicante,  jalea de Aranjuez y queso manchego. En ocasiones a esta diversidad de platos hispanos se incorporaba un menú más criollo: arroz con pollo o pescado, con algunas otras variaciones según cada fiesta.

A partir de 1913 con el surgimiento de la Colla Catalunya (1913–1916) la cita se realizó con su participación y la de los restantes clubes españoles. Después del toque de diana y del izamiento de las banderas en la ermita y el Casino Español  la peregrinacion marchaba desde los alrededores de este a las alturas de Simpson. Encabezaba la peregrinación  la escuadra de la Colla de Cataluña que era seguida, en este orden, por la Banda de Bomberos, el Pendón de Castilla, las comisiones catalana, gallega, vasco–monatañesa, sevillana, gaditana y canaria, todas portando sus respectivos estandartes. Cerraban este desfile el Club Asturiano y la directiva del Casino Español.

Con el avance del siglo la tradición fue perdiendo su autenticidad inicial, tomando paulatinamente un cariz más burgués que popular a tono con el aliento elitista de su organizador, el Casino Español. Como dato de interés en 1919 las jóvenes del Conservatorio Masriera de La Habana llevaron en andas la Virgen, a la vez que entonaban El Virolai, himno dedicado a la patrona de Cataluña. Ese año con la presencia del cónsul, el obispo y otras autoridades se bendijo la nueva imagen de culto.

Para 1920 según expresa la propia prensa “se habían agotado las iniciativas”. Un lustro más tarde, en 1926, la Colonia Española puso fin a la legendaria celebración prohibiendo la participación masiva en ella y autorizando únicamente  a sus socios y clubes regionales para organizar almuerzos, romerías y bailes. Tal arbitrariedad tuvo eco inmediato en la prensa:

Se rompe una de las costumbres mas arraigadas de esta ciudad […]. Toda, toda Matanzas subía año tras año, en la fecha del segundo domingo de diciembre esa cuesta hermosa […] En la peregrinacion confundíanse las clases todas, desde la más encumbrada, hasta  la más humilde obrera y gozaban todas por igual con los festejos y las diversiones que allí se ofrecían. Desde el cese de la soberanía española en Cuba ha ido decayendo esa fiesta de Monserrat hasta llegar a la triste realidad de hoy: su suspensión[9].

A finales de la década de 1930 el salón aledaño a la ermita (hoy restaurante) era alquilado para actos y almuerzos por instituciones sociales, religiosas y escolares. Algunas romerías se celebraron por estos años, pero la entrada a ellas había que pagarla y durante los cincuenta dejaron de ser oficiales.

Rescate en 1981

La tradición fue rescatada, con el apelativo de Fiesta de La Colla, en 1981 como parte de la encomiable labor del Atlas de la Cultura Popular Tradicional del Ministerio de Cultura. Ninguna de las fiestas patronales, ni siquiera la de San Carlos Borromeo, Patrono de Matanzas, alcanzaron el nivel de convocatoria y lustre de la Fiesta o Colla de Monserrate, mezcla de tradiciones religiosas y paganas. Vigente hasta hoy, de ella se apropiaron canarios, gallegos, vizcaínos, asturianos y aragoneses hasta llegar a constituirse en una gran celebración que, al ritmo de gaitas, panderetas, tamboriles y de la muñeira y el cante, simboliza hoy toda la herencia cultural legada por la raíz hispana a nuestra identidad cubana.

 

Notas

* Conferencia presentada en el III Coloquio Presencias europeas en Cuba, 2019, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.

[1] En Matanzas, los catalanes se integraron orgánicamente a la comunidad local, desempeñando en su seno un papel decisivo. En el ámbito de la economía estuvieron vinculados a empeños tan importantes como el Banco San Carlos; la entonces emergente industria mecánica y metalúrgica; la producción cafetalera y azucarera; el comercio de importación y exportación, uno de los más voluminosos del siglo XIX y la Compañía del Ferrocarril de Matanzas a Sabanilla del Encomendador.

[2] La Sociedad de Beneficencia de Naturales y Oriundos de Cataluña e Islas Baleares inició su labor el 9 de marzo de 1872.   Dirigida por Francisco Aballí y Estebe (San Feliú de Guíxols, 1806- Matanzas, 1877), tuvo su predecesora en la sección matancera de la Sociedad de Beneficencia de Naturales de Cataluña en La Habana, constituida en 1840 y devenida casa matriz en 1851. De las corporaciones regionales de Matanzas, la de Beneficencia Catalana y Balear será la única que cuente con un templo propio dedicado a Nuestra Señora de Monserrate. Su Junta directiva la componían 16 miembros.

[3] Gorra de lana cocida de una sola pieza generalmente de color rojo, aunque también negro y verde. Hoy en desuso es símbolo de Cataluña.

[4] Nois de casa. Término que se aplica a los niños menores de 7 y por extensión a los jóvenes.

[5] El color oscuro de la Virgen es la razón por la cual los catalanes apodaron a su patrona “La Moreneta”. En contraposición a la creencia popular esa coloración no responde a la representación de una virgen africana, ni a la tonalidad de la madera o los revestimientos de la pintura. Según las descripciones históricas, el oscurecimiento de la talla de la Virgen responde al tiempo transcurrido y al humo de las velas.

[6] A las cinco de la tarde degustaron la escudella, plato tradicional de la cocina catalana. Este potaje incluye numerosos ingredientes, lo cual es la razón de su exquisito sabor: garbanzos, carne cocida, butifarras, tocino, costillas y huesos de cerdo, cordero, pollo, col, papas, zanahorias, nabos, puerro, huevo batido, pan rallado, arroz y fideos gruesos, cebolla, ajo y perejil.

[7] Las tiendas de campañas eran espaciosas y estaban cubiertas de flores, gallardetes e inscripciones alegóricas a las fiestas. Solían estar provistas de bebidas, pasteles y otros platillos para obsequiar a los visitantes.

[8] Ernesto Chávez Álvarez: La Fiesta Catalana, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1989, p.40.

[9] El Imparcial, 11 de diciembre de 1926. (Recorte de periódico).

Mireya Cabrera Galán. Licenciada. Especialista en Arqueología Histórica de la Oficina del Conservador de la ciudad de Matanzas. A realizado numerosos cursos de postgrado, entre los que se encuentran, Protección del patrimonio cultural inmueble; Historia aborigen y colonial de Matanzas; Historia Regional del Occidente de Cuba; Valoración y tasación de obras de arte (I y II); Introducción a las Fuentes del Arte Virreinal I y II; Problemas de la Historia Universal; El Museo: Sus conceptos, definiciones y usos. Es miembro del Consejo Científico de la Dirección Provincial de Cultura y del Equipo de Estudios Culturales del Municipio de Matanzas, de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (UNIHC), de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba. (UNEAC, Filial Matanzas) y del Grupo Asesor del Centro Provincial de las Artes Visuales en Matanzas. Ha participado en eventos científicos como Taller Atenas, Jornada Científica de Cultura, Concurso Provincial de Historia Pedro José Guiteras, Taller Nacional Museología y Sociedad, Fiesta de Iberoamérica y Congreso de Pensamiento. Ostenta numerosos reconocimientos y premios y ha publicado diversos títulos.

dest 24 Anuncios Pennino

Los italianos Manfredi, Pennino y Strenta y sus casas marmoleras en La Habana

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Diciembre 18, 2020

 

El presente trabajo pretende dar a conocer la labor de tres personajes italianos al frente de sus compañías y casas marmoleras en la primera mitad del siglo XX en nuestra capital, y nos circunscribimos a La Habana en esta ocasión, a pesar de que sus trabajos fueron reconocidos en todo el territorio nacional.

La presencia italiana en la importación, producción y comercialización del mármol en Cuba se referencia desde el siglo XIX, pero, cobró mayor fuerza en el pasado siglo XX, cuando la mayoría de las obras escultóricas, se realizaron como preferencia, con este material.

Desde las últimas décadas del siglo XVIII, el mármol fue la piedra utilizada para los pavimentos, revestimientos de escaleras, fuentes, estatuas y el mobiliario de patios y jardines, de ahí la necesidad de que existieran en la Isla, importadores y trabajadores del mármol. En este ramo, los inmigrantes italianos tuvieron primacía; ya fuera en las mansiones particulares de la alta burguesía cubana (Ej. Casa de Lili Cunill en 11 y Paseo, Vedado, por solo citar un ejemplo); en la necrópolis habanera -donde se hacen incontables estos trabajos-, o en importantes proyectos civiles como el Capitolio Nacional.

Los italianos Almo Strenta, los Mármoles de Giuseppe Pennino y Gallo y la casa de Paolo Manfredi, impregnaron de sus obras las construcciones habaneras.

Los mármoles importados de Carrara fueron los más solicitados, por lo que se hace interminable mencionar dónde fueron utilizados. Para todos es conocido que la obra por excelencia donde se puede apreciar la mayor variedad de esos mármoles italianos es el Capitolio Nacional.

Pero, con este trabajo se pretende destacar a tres de las compañías y talleres más significativos de aquellos italianos del ramo establecidos en La Habana, teniendo en cuenta el amplio trabajo desplegado por ellos en nuestro territorio nacional.

Se puede ver cómo en la primera mitad del siglo XX, los Directorios, Guías Comerciales y la Revista de Arquitectura, anunciaban las distintas fábricas y casas comerciales de procedencia italiana, que una vez radicadas aquí trabajaron por encargo.

El italiano Almo Strenta

Hasta el momento, se desconoce cómo llegó Almo Strenta a Cuba, porque estuvo radicado en México desde finales del siglo XIX y a principios del XX firmemente establecido en ese país. Pero su apellido aparece en muchas obras de nuestra nación (Ej. En la terminal de ferrocarril de Morón, una de las más importantes). En la primera década del siglo XX tuvo que llegar a La Habana, aunque no hemos encontrado aún la fecha precisa; porque poseía aquí una compañía importadora de mármoles italianos en general y se dedicaba a las labores constructivas, de diseño y de escultura. A mediados de 1917 su taller estaba establecido en la calle Sol No. 95 antiguo (No. 417 actual) en la Habana Vieja y ofrecía trabajos para edificios, monumentos, estatuas y toda clase de actividades del ramo. Ese mismo año aparecían anuncios suyos en la revista del Colegio Nacional de Arquitectos de Cuba y través de estos se ha podido documentar la historia de Strenta en La Habana y de su casa comercial.

Almo Strenta estaba asociado con un señor de apellido Mola y se desempeñó como director técnico de la Casa Mola y Strenta, importadora de mármoles y estatuas de Italia. Se referencia que muchos de los trabajos artísticos con que cuenta La Habana, fueron salidos precisamente de esa casa situada en la calle Sol.

En 1929, su casa marmolera aparece asociada con el señor Beltrán, participando en la obra del Capitolio Nacional; se ubicaba en esta fecha, en la esquina de Genios y Malecón y se relata en las fuentes periodísticas las acciones llevadas a cabo en el trascendental edificio, ahora extendidas a la piedra de capellanía. Una década más tarde habían cambiado de sede hacia la calle Agua Dulce No. 61-63 [1].

A finales de 1940 aparece un primer anuncio de la marmolería, con igual ubicación, pero en propiedad de Gallo y Cía., ofreciendo trabajos en mármoles de Carrara, piedra de Capellanía y pisos de terrazo. Se mantuvo en activo hasta 1958, fecha hasta la cual hemos podido seguir el paso de la compañía de Almo Strenta y los negocios que este italiano en su paso por la capital desarrolló de forma exitosa. En 1945, desaparece definitivamente su nombre de la firma, que se hace llamar solamente Gallo y Hermanos, o Gallo y Cía., tal vez porque abandonó la isla y regresó definitivamente a México. De ahí que este trabajo esté sujeto a una investigación más profunda que permita subsanar algunas de estas imprecisiones.

Entre las obras ejecutadas por Almo Strenta y su compañía en la capital constan evidencias en el ya mencionado Capitolio Nacional, el hotel Sevilla, el edificio de la Compañía Cubana de Teléfonos de Águila y Dragones y varias residencias privadas. Lo cierto es que los trabajos salidos de esta marmolera con sus representantes, abarcó los primeros 60´ años del siglo XX en Cuba.

El italiano Giuseppe Pennino

El italiano Giuseppe Pennino estableció en nuestra capital una compañía para trabajar en varias obras constructivas. Estuvo radicada primero en la misma calle Sol, en el No. 9 antiguo (No. 125 actual) y sus anuncios se fecharon en la primera mitad del siglo XX.

Pero, entre 1929 y hasta 1958, su casa marmolera aparece registrada en los anuncios de la época en la Avenida de Menocal o Calzada de Infanta No. 1056 esquina a Desagüe y se describe como “Almacén y elaborador de mármol y granito (…) propiedad del italiano Víctor E. Citarella Pennino (…)” evidentemente, un miembro de la misma familia. Esta referencia indiscutiblemente se corresponde al año 1958; porque los anuncios encontrados en las páginas de la Revista Arquitectura, patentizan que la empresa era propiedad de Giuseppe Pennino, quien españolizó su nombre estando aquí por José, desde 1929 hasta aproximadamente 1948.

El profesor Juan de las Cuevas, nos dejó otro dato de la marmolería de Pennino, en su obra 500 años de construcciones en Cuba cuando afirmó “En 1940, Pennino (…) reinicia la explotación de las canteras llamadas “Del Presidio”, usando la mano de obra de los reclusos” [2]. Por lo que su accionar se había extendido a la antigua Isla de Pinos, cuyos mármoles fueron alcanzando importancia en el mercado de materiales de la construcción de nuestro país; mercado que fue creciendo en la década del 50´, con la construcción de la Plaza Cívica (actual Plaza de la Revolución) y los edificios que la rodeaban, donde se utilizó mucha piedra extraída de dichas canteras.

Se ha dicho que Pennino alcanzó grandes éxitos con su empresa, la cual no sólo importaba mármoles hacia toda la Isla, sino que contrataba a famosos escultores italianos para realizar las obras solicitadas por los clientes cubanos.

En 1912 adquirió en subasta pública una hermosa residencia de la Avenida Paseo, en el Vedado, donde se estableció José (Giuseppe) Pennino Barbato y su esposa Emmanuela, conocida como Lita, apelativo que cinceló en el frontón de la fachada; por esa época se dedicaron a hermosearla. Más tarde, entre 1922-1926, el matrimonio italiano se la arrendó a Carlos Manuel de Céspedes (hijo) y desde 1926 hasta la década de 1980 fue habitada por los Pennino y sus descendientes. Esta familia italiana nunca abandonó la Isla.

El italiano Paolo Manfredi

Por su parte, el italiano Paolo Manfredi se desempeñó como gerente de su propia compañía y por años estuvo al frente de esta casa importadora de estatuas y mármoles italianos, a la que se deben importantes trabajos en distintos lugares de la isla. En la calle Amargura No. 66 antiguo (No. 302 actual) en la Habana Vieja, se establecieron los talleres y laboratorios de donde salieron importantes piezas.

Esta compañía ítalo-cubana, también conocida como Casa Manfredi, se dedicó a la importación de mármoles italianos y a la elaboración de estatuas y adornos para jardines. En las revistas se anunciaba: “Esculturas para Jardines, terraza y cementerio”, “Mármol, Pisos (Especialidad de Carrara)”, y “Mármoles Ornamentales”. Ello da muestra de la variedad de sus trabajos.

La sede de su compañía se ubicó desde los años 20´ en las calles Oquendo y Maloja, en el actual municipio de Centro Habana.

Entre los monumentos notables donde dejó estampada su impronta la firma se encuentra el propio edificio de la compañía de teléfonos en La Habana de Águila y Dragones. El logo, en metal y a relieve, que se ubica en el centro del piso de la entrada, rodeado de mármol de Carrara con un ribete rojizo que lo destaca, fueron suministrados y colocados por la casa Manfredi.

Aunque este trabajo se circunscribe a La Habana, es meritorio mencionar el altar de mármol de Carrara para la iglesia Catedral del Santísimo Salvador de Bayamo, actual provincia de Granma, que ostenta la declaratoria de Monumento Nacional; el Monumento a José Martí en Cienfuegos y el de la Libertad en Remedios, todos ejecutados por la Casa Manfredi.

También se ha dicho que en los años ’50 en el barrio de La Ceiba en Playa, se concentró un nutrido número de inmigrantes italianos, motivados por el éxito alcanzado por las distintas casas marmoleras en la capital. La marmolería allí ubicada recibía y preparaba las planchas de piedra para los distintos usos que se le iban a dar y contaba con un salón de exposición de las obras realizadas en Cuba y aquellas llegadas desde Italia a solicitud de un cliente. En las proximidades se formó un parque, que sus vecinos llamaron “de la marmolería”, donde se reunían los trabajadores en sus horas de asueto y acudían los interesados a observar los trabajos y acordar el encargo. 

De tal forma continuaron los italianos dejando su quehacer de un extremo a otro de la isla y en las más importantes obras constructivas de carácter civil y público, privado y a escala urbana, en parques, paseos y monumentos conmemorativos, así como aquellos asociados al hermoseamiento de la capital y el resto de sus provincias [3].

Notas

* Conferencia presentada en el II Coloquio Presencias europeas en Cuba, 2018, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.

[1] Se desconoce la razón exacta, pero puede relacionarse con los proyectos del arquitecto francés Forestier a finales de la década de 1920, que habían augurado para esa área urbana, una centralidad semejante a otras de la ciudad. Los proyectos, sin embargo, no llegaron a concretarse hasta los años 1945-1949.

[2] Cuevas Toraya, Juan de las. Quinientos años de construcciones en Cuba. Chavín Editores, S.L., Madrid, 2001. p. 154.

[3] La presencia italiana en la industria de materiales para la construcción y decoración en Cuba no se detuvo, pero, en 1958, se restringió la producción y comercialización del mármol. Otros renglones vieron entonces favorecidos por la introducción de tecnologías italianas.

Zenaida Iglesias Sánchez: Máster en Rehabilitación del Patrimonio Cultural y Licenciada en Historia por la Universidad de La Habana. Desde 1987 trabaja en la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana y se encuentra al frente del grupo de investigación histórica de la empresa RESTAURA desde la década del 90. Es Miembro del Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio; de la Cátedra Gonzalo de Cárdenas de Arquitectura Vernácula y de la Comisión Provincial de Monumentos. Ha desarrollado múltiples temas de investigación relacionados con el patrimonio y el urbanismo.

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La impronta italiana en la escultura conmemorativa de Santiago de Cuba

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Aida Liliana Morales Tejeda

Diciembre 11, 2020

 

Un preámbulo necesario

La llegada del siglo XX, cambió la imagen de la ciudad en cuanto a su proyección monumentaria. Un conjunto de factores políticos, económicos y sociales permitió la realización de numerosas obras de carácter conmemorativo y de recordación de las principales figuras de la recién concluida guerra de independencia.

Al evaluar el comportamiento estético formal del tipo conmemorativo un cuestionamiento nos surge ¿La escultura conmemorativa realizada en Santiago responde a los cánones de la modernidad? 

Si por modernidad entendemos las realizaciones que por esa misma época llevaban a cabo los artistas europeos adscriptos a los “ismos”, entonces el patrón académico seguido por nuestras construcciones conmemorativas resultaba desfasado o retrógrado. Sin embargo, la asimilación de esta escultura académica desde la perspectiva del desarrollo estético–social de Santiago de Cuba, resultaba novedosa si tomamos en cuenta que hasta ese momento el canon artístico imperante se relacionaba con la tradición greco–latina, bien en su versión neoclásica, proveniente de mediados de la centuria decimonónica, o de los nuevos aires del eclecticismo entonces en boga.

Este interés hacia esa forma de hacer, se debe, en gran medida, a que la burguesía local y la jerarquía estatal se proyectan por la realización de esculturas que más que obras de arte fueran la exteriorización de las “glorias pasadas” donde el pueblo pudiera ir a rendir tributo de recordación, o sea que tuvieran un fin didáctico tomando en cuenta que la mayor parte de la población era analfabeta (70 %), estas grandes construcciones conmemorativas servirían de marco propicio para “hablar” del fervor patriótico y de una conciencia nacional. 

Artistas europeos, fundamentalmente italianos y españoles, van a tener un nuevo campo de intervención para proyectar este ideal escultórico en Cuba. Se aprecia gran predominio del realismo, dado en gran medida por las propias bases de los concursos, donde se dejaban preestablecidas las características formales del monumento, el material a emplear, así como los elementos alegóricos; todo ello lastraba la capacidad creadora del artista, por demás extranjero y desconocedor del sitio donde sería emplazado el conjunto escultórico. Por lo tanto, aún cuando se enviaban fotos del representado, en ocasiones algunas obras fueron rechazadas por el poco parecido que guardaban con la figura a la que se dedicaba, cuestión duramente criticada por los periodistas e intelectuales de la época.

Al respecto el investigador español José Marín Medina plantea que:

[…] dentro del academicismo o sirviendo a la mentalidad burguesa, a los móviles románticos y a los encargos oficiales, no hay posibilidad de realizarse en el concepto de creatividad, ya que éste incluye los de intuición, iniciativa y previsión de futuro (lo cual, a su vez, presupone el desarrollo de la personalidad, de la identidad del propio creador).

[…] los encargos oficiales jamás buscaron alentar la creación escultórica, sino disponer de unos instrumentos importantes (el predicamento de los mármoles tallados y de los bronces fundidos) para su política. No se encargó escultura, sino descripción, conmemoración y homenaje. Así que era obligada la estatua grande, las actitudes solemnes y fácilmente reconocibles, a tono con el personaje o con los fastos, con el recordatorio y la inscripción. A veces no se dejó libertad al artista siquiera para recurrir o no al complemento de los elementos florales y de las alegorías mitológicas.

Diversas fueron las tipologías coexistentes: conjuntos monumentales, bustos sobre pedestales, escultura funeraria, escultura vinculada a la ornamentación de edificios y las tarjas. A las tres primeras dedicaremos mayor atención en esta investigación por ser las concentradoras de un considerable número de exponentes que dan la medida del desarrollo alcanzado por la manifestación en la ciudad. Las otras dos, tienen una menor incidencia y de manera general la abordaremos a continuación.

La obra del escultor italiano Ugo Luisi

No es posible estudiar la escultura conmemorativa realizada en los tres primeros decenios del siglo XX en esta provincia de Cuba sin evaluar la trayectoria artística del escultor Ugo Luisi, cuyo nombre hasta hace pocos años no significaba nada a las nuevas generaciones de santiagueros, pues su obra se había perdido en el tiempo y la desmemoria. Hoy reaparece en la historia de la cultura nuestra a partir de los estudios que sobre la manifestación y la personalidad ha realizado la autora de este artículo [2].

Sus creaciones –tanto las de mayor vuelo como aquellas de más modesta calidad, realizadas acorde a las exigencias de un país y una ciudad que despertaban a los nuevos aires de modernidad– se constituyen en referentes iconográficos de patriotas e intelectuales cubanos. Vistas éstas desde la perspectiva actual, contienen valores estéticos y lenguajes que difieren en solidez y proyección, pero que en su momento fueron determinantes y en algunos casos significaron puntos de giro en la escultura monumentaria y marcaron pautas dentro de la trama urbana de las diferentes localidades.

Su producción escultórica puede considerarse dentro de los cánones academicistas con evidente influencia del escultor Antonio Canova. En ella se aprecia el predominio del realismo, dado en buena medida por las propias bases de los concursos, que dejaban preestablecidas las características formales del monumento, el material a emplear, así como los elementos alegóricos; todo ello lastraba la capacidad creadora del artista, por demás extranjero y desconocedor del sitio donde sería emplazado el conjunto escultórico.

Trabajó las dos vertientes: los conjuntos monumentarios y los bustos. Nacido en Pietrasanta, provincia de Lucca, el 15 de noviembre de 1877, murió en esa ciudad el 16 de abril de 1943. Su inclinación hacia el arte escultórico, favorecido por la coincidencia histórica de nacer en esta región reconocida como la capital de los trabajos en mármol, le permitió en 1911 fundar, junto a su hermano Darío, la Sociedad Ugo Luisi y Cia; su taller contaba con maquinarias modernas para la ejecución de los trabajos artísticos e industriales en mármoles y piedras, tenía poder para ejecutar transacciones comerciales, así como el establecimiento y ejercicio de cualquier industria similar. En las postrimerías del XIX y primeros años del siglo XX, laboró en el área centroamericana, bajo la razón social Luisi y Ferrecuti radicada en Managua, Nicaragua, donde en 1916 intervino en un concurso propuesto por el “Comité Bronce Darío” a fin de erigirle un conjunto monumental al bardo Rubén Darío.

No obstante, aunque la antigua región oriental concentra la mayor cantidad de exponentes, se encuentran obras de su autoría en otras partes del territorio nacional. En Santa Clara se le adjudicó la ejecución del monumento a Miguel Gerónimo Gutiérrez, una de las primeras construcciones conmemorativas en esta ciudad del centro de la isla[3]; mientras, en La Habana participó en el Concurso librado para inmortalizar la figura del mayor general Máximo Gómez Báez y modeló un conjunto de bustos de próceres cubanos cincelados en mármol ubicados en una de las galerías del Palacio de los Capitanes Generales; [4] en Gibara, pequeña población del norte oriental, rubricó una bella obra escultórica consagrada a las madres. Así mismo en Sancti Spíritus se localizan dos bustos que inmortalizan a Judas y Manuel Moles Echemendía, patriotas naturales de esa tierra.

Tuvo la oportunidad de visitar Santiago de Cuba en varias ocasiones [5]. Quizás, al recorrer su entorno urbano, encontrara puntos de convergencia ambientales y geográficos con Pietrasanta, pues ambas están rodeadas por el mar, las montañas y poseen una gran bahía, lo cual le confiere similares características. Este aspecto, unido a la existencia de una dinámica colonia italiana, pudo constituir uno de los móviles que lo llevó a mantener durante años un amplio intercambio con esta zona del país.

Nombró en 1913 como su representante legal en Santiago de Cuba y cualquier otra ciudad cubana a Antonio Manfrediz y Arubla, con amplios poderes referidos a los negocios a que se dedica la sociedad que representa, reclamar los derechos que le correspondan a la misma, pagar las liquidaciones de los créditos y representarlo en los concursos para escultores y contratistas de obras que fueran convocados dentro del territorio nacional” [6]. En este último aspecto, Manfrediz constituyó pieza clave, pues su sagacidad negociadora contribuyó a que se le concedieran las más significativas realizaciones escultóricas realizadas en la urbe en el período referido.

Participa en los primeros concursos organizados en Santiago de Cuba a fin de perpetuar en mármoles y bronces a hijos destacados de estas tierras. El primero [7], en 1910, tuvo como figura homenajeada a Francisco Vicente Aguilera; aquí presentó el proyecto Lux, que quedó como finalista dentro de los 18 propuestos, adjudicándose el primer premio a su coterráneo Umberto Dibianco [8].

El segundo se verificó en 1912, a iniciativas del Consejo Provincial de Oriente, cuyo objetivo máximo era la ejecución de doce conjuntos conmemorativos dedicados a honrar la memoria de valerosos hijos de las tierras orientales –generales Francisco Sánchez Hechavarría, Joaquín Castillo Duany y Guillermo Moncada (Santiago de Cuba), José Maceo Grajales (Loma del Gato), Julio Grave de Peralta (Holguín), Bartolomé Masó (Manzanillo), Calixto García (Holguín), Vicente García (Las Tunas) y Arcadio Leyte Vidal (Mayarí)–, o significativos acontecimientos históricos acaecidos durante las guerras independentistas –a los fusilados de Jiguaní en 1868 y 1895, a los fusilados de Holguín en 1868 y 1895, y a los hijos de Victoria de las Tunas, víctimas de la Guerra de Independencia–. Luego de arduas deliberaciones entre los miembros de la comisión, el jurado dictaminó a favor de las propuestas presentadas por Ugo Luisi y Cia.

En su trayectoria como escultor, 1912 sería un año significativo, ya que en ocasión de su estancia en la ciudad con el propósito de participar en este concurso, varias maestras de la Escuela # 3 “Spencer”, le trasmitieron la propuesta de ejecutar un busto a José Martí para ser colocado en el Templete donde reposaban sus restos en el cementerio Santa Ifigenia; idea acogida por el artista quien se comprometió a confeccionar la obra sin más costo que el valor del material necesario. Un año después, quedaba develado el sobrio monumento [9]. Este retrato del Apóstol tiene una gran trascendencia, pues fue empleado para acuñar las primeras monedas de carácter nacional y uso corriente en el país.

A lo largo de más de dos décadas (1915 – 1930) mantuvo un sostenido trabajo, y de sus talleres llegaron hasta la tierra santiaguera conjuntos monumentales imprescindibles en el entorno urbano por su escala monumental, riqueza volumétrica y la ampulosidad en los detalles simbólico–expresivos empleados. En 1918 se inauguraron dos dedicados a figuras de la historia cubana: al poeta romántico José Maria Heredia y al primer presidente de la república Tomás Estrada Palma [10]; en 1926 quedó develado el monumento al general José Maceo Grajales situado en el Paseo de Martí, fue la primera obra dedicada a este paladín negro.

En el caso del retrato la composición era de menor escala. Su mejor exponente se localiza en la plazuela de Trinidad y esta dedicado al general Guillermo Moncada. Otros se encuentran en diferentes espacios urbanos al Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes en la Granja Escuela Agrícola de Oriente (actual Motel San Juan); al pedagogo santiaguero Luis María Buch (retirado); al periodista Desiderio Fajardo Ortiz (El Cautivo) ubicado en el Paseo Martí y al general Rafael Portuondo Tamayo, situado en el parque de la Restauración. Su actuación llegó al cementerio Santa Ifigenia, donde se puede admirar el sobrio mausoleo dedicado a Tomás Estrada Palma inaugurado el 24 de febrero de 1924 [11].

Estudiar el legado dejado por este escultor en Santiago de Cuba, nos permitió sugerir que su nombre fuera ostentado por la Escuela Taller inaugurada en 1998 por la Oficina del Conservador de la Ciudad con apoyo de la organización italiana APS. Esta institución tiene el noble propósito de formar a jóvenes en antiguos oficios vinculados a la restauración como herrería, carpintería, yesería, ebanistería, entre otros. En estos casi diez años de vida ha logrado revitalizar estas valiosas tradiciones artesanales.

 

Notas

* Conferencia presentada en el II Coloquio Presencias europeas en Cuba, 2018, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.

[1] José Marín Medina: La Escultura Española Contemporánea (1800–1978), EDARCÓN, Madrid, 1978, p. 14.

[2] Me refiero a libro La escultura conmemorativa en Santiago de Cuba: 1900 – 1958, Ediciones Santiago, 2008, Premio de la Crítica Científico – Técnica, 2008, de rubricado por la autora de este artículo. Trabajos vinculados al tema han aparecido en la revista SIC y en los libros Ciudadanos en la nación, Aproximaciones a los Maceo y La Historia en la Palabra IV. Francisco Vicente Aguilera, Padre de la República de Cuba. El destacado intelectual Luis de Soto Sagarra, en La escultura en Cuba, editado en 1927, lo refiere como uno de los escultores que había trabajado en el país.

[3] Se localiza en el parque La Pastora sito en la calle Cuba entre Pastora y Síndico. Es el homenaje de Santa Clara a uno de los próceres de la gesta de independencia del siglo XIX. Fue develado el 20 de mayo de 1919.

[4] “Un palacio entre sombras y luces”, en Opus Habana, Vol. III, No. 2, 1999, pp.4-15.

[5] Aparece consignada en la prensa su presencia el 19 de marzo de 1914 a propósito de la licitación del emplazamiento de las obras.

[6] AHPSC. Protocolos Notariales, Pedro Secundino Silva, 1913.

[7] Fue promovido por un comité dirigido por el doctor Ambrosio Grillo Portuondo. Otros cargos fueron ocupados por José Jané, vicepresidente; Eduardo Calás, tesorero; Prisciliano Espinosa Julivert, secretario; vocales, Eudaldo Tamayo, Tomás Padró, doctor Guillermo Fernández Mascaró, Joaquín Navarro, Justo R. Campiña, Eduardo Colina y Bartolomé Sagaró.

[8] Natural de Pietrasanta, provincia de Lucca en Italia. Profesor de escultura. Su representante legal en Santiago de Cuba fue Prisciliano Espinosa Julivert, quien era además el secretario del comité Gestor del monumento a Francisco Vicente Aguilera. De su autoría también es el monumento a José Martí ubicado en el parque central de Palma Soriano, inaugurado en 1913.

[9] Para mayor información consultar el libro de Omar López y Aida Morales: Piedras imperecederas: ruta funeraria de José Martí, Editorial Oriente – Oficina del Conservador de la Ciudad, 1999.

[10] Este monumento fue ubicado en la intersección de la Avenida 24 de Febrero (Trocha) y la calle Santo Tomás (Félix Pena), constituyó en la ciudad la única muestra de estatua sedente sobre pedestal. Fue retirado a inicios de la década de 1960, debido mayormente a consideraciones políticas, dado lo controvertida y polémica que es la figura representada.

[11] Una vez concluido el proceso de ejecución del monumento al primer presidente de la república, a fines de 1922 la Comisión Pro Estrada Palma, se propuso embellecer la tumba donde descansaban sus restos. Para ello convocó un concurso internacional, que fue evaluado por una comisión técnica compuesta por los artistas José Medrano, José Bofill, José Joaquín Tejada y Luis Desangles. Su costo ascendió a $ 5. 500.

Aida Liliana Morales Tejada: Doctora en Ciencias sobre Arte por la Universidad de La Habana y Doctora en Estudios Ibéricos e Iberoamericanos en cotutela por la Universidad de Oriente, Cuba y la Universidad Michel de Montaigne, Burdeos, Francia. Jefa del Departamento de Investigaciones Históricas y Aplicadas de la Oficina del Conservador de la ciudad de Santiago de Cuba y,d esde 1999, es profesora Auxiliar del Departamento de Historia del Arte en la Universidad de Oriente. También es presidenta de la filial provincial de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba, vicepresidenta de la sección Literatura de la Filial Provincial de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba y secretaria científica de la Cátedra de Estudios Franco Cubanos y Caribeños Montaigne-Montesquieu. Sus investigaciones versan sobre la historia de la cultura, enfocadas en la arquitectura y el urbanismo santiagueros. Ha participado en un centenar de eventos nacionales e internacionales vinculados a la historia, la arquitectura, la conservación, promoción y divulgación del patrimonio, efectuados en Cuba y el extranjero.

dest Los vínculos entre dos naciones

Los vínculos entre dos naciones: Italia y Cuba

Los vínculos entre dos naciones

Zenaida Iglesias Sánchez

Diciembre 4, 2020

 

Encuentro entre culturas europeas y americanas

 El marino genovés Cristóbal Colón llegó a las costas de Cuba en octubre de 1492, trazando la ruta de ida y regreso a través del Atlántico entre Europa y América. ¿Podemos afirmar que fue el primer italiano que oficialmente llegó a nuestra isla? Los españoles que colonizaron el territorio llegaron acompañados de algunos extranjeros: portugueses, griegos, alemanes, italianos y muy pocos franceses. Esos primeros italianos fueron principalmente marineros y soldados.

Viajeros italianos

 El escritor Francesco Gemelli, llegó a La Habana en 1697 donde permaneció tres meses. Recorrió territorios desconocidos y de esta experiencia vio la luz la obra Vuelta al Mundo. Sus apuntes, se consideran uno de los pocos testimonios del paso de un viajero italiano por esta fecha. El periodista Antonio Gallenga, llegó en 1873. Afirma el Dr. Oscar Zanetti, que La Habana constituyó el principal objetivo de sus observaciones, pero que el asunto que más le interesaba era la situación política de la isla. Sus impresiones quedaron recogidas en el volumen The Pearl of The Antilles.

Asentamientos. Triscornia y Pogolotti (La Habana)

A José Triscornia se debe el poblado del mismo nombre en Casablanca. En1802 fue uno de sus vecinos más pudientes, allí construyó un muelle, un carenero, un almacén y un taller, terraplenó terrenos anegadizos y por la colina construyó su casa. Luego fundó la Compañía “Madan y Triscornia”, integrada por el carenero, una fábrica de pólvora, otra de clavos y varios almacenes. José Triscornia falleció en 1813, pero allí quedaron sus descendientes y el poblado continuó su desarrollo a principios del siglo XX.

El proyecto del Barrio “Redención”, en 1910 se debe al italiano Dino Pogolotti, quien asumió la construcción de las 1000 casas en La Habana con su propio capital y en terrenos de su propiedad. Fue el primer barrio obrero de Cuba y América Latina. Llevó a cabo importantes empresas, por ejemplo: junto a la calzada de Puentes Grandes construyó un tejar, una bodega que llamó “Cuba-Italia” y un teatro. Junto al paradero de tranvías de Marianao construyó un pequeño centro comercial y el café “Torino”. Emprendió la urbanización del reparto Larrazabal. Trazó el barrio industrial “Padre Zamora” y la urbanización de la finca de recreo “San Rafael en la carretera de Guanajay, entre otros trabajos que emprendió junto a sus hermanos. Regresó a Italia, donde falleció en 1923. Había llegado a Cuba a finales del siglo XIX.

Guerras de Independencia

No se puede hablar de los vínculos de Italia con Cuba en las guerras de independencia, sin mencionar la figura de Giuseppe Garibaldi, quien manifestó abiertamente su apoyo a la causa de los cubanos. Fernando Ortiz ha dicho que si bien no peleó en los campos de Cuba el espíritu de Garibaldi fue mambí. Una tarja rememora su estancia en La Habana. Hecho que se considera improbable para unos, para otros no, porque comentan que llegó de incógnito. Lo cierto que hasta el presente es tema de debate y estudios futuros que puedan desentrañar esta controversia.

Italia contribuyó con la causa independentista en lo político, social y financiero, también aportó combatientes que regaron con su sangre el suelo cubano, se considera el primero al siciliano Aquiles Avilés caído durante el asalto a Las Tunas. Por otra parte, el parlamento italiano fue el único del mundo que rindió un minuto de silencio por la caída de Antonio Maceo, en tributo de respeto y admiración.

Federico Falco fundó en 1896 el Comité Italiano Central por la Libertad de Cuba en su casa de Roma. En 1898 viajó a Cuba junto a 75 italianos voluntarios para brindar ayuda los mambises. Fue nombrado Comandante del Cuerpo Militar del Ejército de Liberación. Luego obtuvo la ciudadanía cubana y al finalizar la contienda representó a Cuba en las misiones diplomáticas. Con la familia Coyula que se estableció en Regla, se vinculó nuestro Apóstol José Martí, porque en su casa se conspiraba a favor de la independencia. Por Pedro Coyula, Martí fue invitado a pronunciar las palabras de inauguración en el Liceo de Regla en 1879. Miguel Coyula, fue comandante del Ejército Libertador y reconocido patriota del territorio.

Arquitectura y Urbanismo

En el trazado de nuestras fortificaciones con marcada influencia del Renacimiento italiano, donde participaron ingenieros militares y maestros de obras llegados desde esa nación. Fueron ellos: Bautista Antonelli, “el profesional de mayor reputación que ejerció en Cuba en el siglo XVI”. Estuvo al frente de la construcción del castillo del Morro, La Punta y las obras de la Zanja Real. Propuso cerrar la boca del puerto con una cadena de gruesos maderos unidos por peines de hierro, para impedir la entrada de embarcaciones enemigas. Los diez años que trabajó en Cuba se le reconocen como su “decenio de gloria”. Cristóbal de Rodas Antonelli, su sobrino, trabajó en las mismas obras como ayudante. A Cristóbal de Rodas se debe también el primer plano regulador de La Habana. Juan Bautista Antonelli, hijo de Bautista Antonelli, trabajó en la construcción del castillo del Morro de San Pedro de la Roca en Santiago de Cuba y en la construcción del fuerte de Santa Dorotea de la Luna de la Chorrera (1646) en La Habana, para proteger la desembocadura del río Almendares.

A mediados del siglo XIX arquitectos, pintores y escultores, contribuyeron al embellecimiento de los espacios públicos y edificios de gobierno.  Giuseppe Gaggini, a pesar de que nunca estuvo en Cuba y sus trabajos los realizó por encargo, dejó una importante obra: la fuente de Los Leones en la Plaza de San Francisco y la fuente de la India o de La Noble Habana, que nos identifica hasta nuestros días en un extremo del Paseo del Prado. Ambas modeladas en mármol blanco de Carrara. A Cucchini se debe la autoría de la estatua de Cristóbal Colón, que se encuentra en el patio del Palacio de los Capitanes Generales. Otras se realizaron por autores desconocidos y se trajeron desde Italia, como la fuente de Neptuno. Estas desempeñaron una doble función: ornamental y útil como abasto de agua. De Carlo Nicoli y Manfredi (1843-1915), el reconocido Monumento a Cervantes inaugurado en 1908 en parque que tomó este nombre. El Monumento a Máximo Gómez corresponde a la autoría de Aldo Gamba, inaugurado en 1935.

La necrópolis habanera Cristóbal Colón, atesora un sinnúmero de obras creadas por las manos de reconocidos artistas italianos, algunos han quedado en el anonimato, como la ejecución de la réplica de La Piedad de Miguel Ángel en el Panteón de don Miguel González de Mendoza. El Panteón de los Condes de la Mortera corresponde al escultor italiano Marco Gianninazi; El Panteón de María Josefa Pérez de Urría fue realizado por el escultor italiano Pietro de Costa en 1875; [1] El Panteón de los Emigrados Revolucionarios, fue construido por José Pennino; La escultura exenta de bronce fundido es obra de A. Vannetti; La Capilla Aspuru (1917) ejecutada por la Casa Marmolera “J. Casella”. La puerta, está firmada por el escultor Rafaello Romanelli en Florencia.

El Capitolio

Si un escultor italiano se destacó en la primera mitad del siglo XX, fue Angelo Zanelli, con sus monumentales esculturas realizadas para el Capitolio Nacional. Aunque en el edificio se destacaron muchos maestros de las bellas artes de Italia. Estas fueron: La República, considerada en su momento la primera más grande bajo techo; La Virtud Tutelar y el Trabajo, que flanquean la entrada principal del Capitolio, justo al final de la gran escalinata. [2]

La Avenida de Italia, antes Galiano

A principios del XX cuando se cambiaron los nombres antiguos de las calles por los de patriotas cubanos y de las naciones que apoyaron la lucha del pueblo cubano. Galiano se nombró Avenida de Italia.

En las artes

La pintura

Al artista italiano José Perovani se le reconoce en el altar mayor de la Catedral de La Habana, la pintura al fresco La Asunción; La cena con los doce Apóstoles y La potestad de la iglesia dada a San Pedro. El altar mayor, las esculturas y los trabajos de orfebrería estuvieron a cargo del italiano Bianchini y fueron ejecutadas en Roma en las primeras décadas del siglo XIX.

El Teatro

A pocos días de inaugurado el Coliseo de La Habana (1775) se efectuó por primera vez la presentación de una compañía de ópera italiana en la Isla, luego fueron incontables los artistas de esta nación que desfilaron por su escenario. Lo mismo sucedió en el Teatro Tacón, donde se presentó la Adelina Patti, considerada la primera soprano durante muchos años. De las presentaciones de Marietta Gazzaniga se ha dicho: que después se sus actuaciones “el lujoso teatro Tacón quedaba bastante mal parado, por el aluvión de flores lanzadas a los pies de la actriz”. [3]

El teatro Nacional se inauguró (1915) con un elenco operístico considerado de lujo, para la ocasión: Lucrecia Bori, Juanita Capella; Guido Ciccolini y Giuseppe di Luca entre otros; entre los directores de orquesta se destacó Arturo Bovi quien se quedó a vivir en La Habana, donde fundó un conservatorio de música junto a su esposa.

En 1920 llegó Enrico Caruso a la capital cubana. Algunos afirman que se hospedó en el hotel Sevilla. Eleonora Duse, la diva de las tablas europeas actuó en La Habana en 1924. Inauguró su temporada en el teatro Nacional del Prado, presentando la obra La puerta cerrada del dramaturgo italiano Marco Praga.

La impronta en Cuba de prestigiosos italianos

Meucci vino a Cuba contratado como mecánico para el teatro de Tacón en compañía de su mujer, Ester Mochi, encargada del vestuario. En el propio teatro, perfeccionó el teléfono acústico y en nuestra isla realizó sus primeros experimentos sobre la más importante invención de su vida; además de otras, como el filtro purificador de agua; un aparato para purificar el guarapo de caña de los ingenios; un nuevo método para podar los árboles de naranja y limón con mayor rendimiento; también diseñó e introdujo las molduras de yeso que se colocaban en los cielos rasos de los edificios de la ciudad. En la década del 50´ los esposos emigraron a los Estados Unidos. Aunque parezca increíble, fue en el año 2002 cuando se reconoció a Antonio Meucci como el verdadero inventor del teléfono. [4]

En la botánica y otras ramas del saber durante el siglo XX, entre los italianos que brindaron su aporte al desarrollo de nuestra agricultura se encuentran: Ernesto Mosé Simonello, el primer microbiólogo agrícola dedicado a la sanidad vegetal en nuestro país (1920); el Dr. Mario Calvino quien trabajó para lograr nuevas variedades de nuestros principales cultivos, introdujo plantas forrajeras para incrementar el ganado y además luchó por elevar el nivel de vida del campesinado. Junto a Calvino trabajaron otros italianos y su esposa Eva, que gracias a su presencia y labor, se iniciaron en nuestro país las actividades de la mujer en la rama científica de la agricultura. Gustavo Pitaluga destacó en la medicina, la historia y el humanismo.  En 1937 ofreció conferencias sobre el estudio de la sangre. En 1942 se radicó en nuestra isla donde redactó importantes textos. Fue amante incansable de la cultura en todas sus manifestaciones. Estudió la proyección de la mujer en la historia y escribió el que se considera su mejor libro producido en Cuba: Grandeza y servidumbre de la mujer, que lo acreditó como historiador, ensayista y filósofo. Falleció en La Habana en 1956.

República

Asociaciones y personalidades

Las relaciones entre ambos países se gestaron desde inicios de la República (1902). Pero se vieron interrumpidas en los años de la II Guerra Mundial En consonancia con el momento histórico que vivían los italianos radicados en la isla, crearon asociaciones con el objetivo de aunar los sentimientos de solidaridad y ayuda mutua, para el triunfo de los ideales democráticos y la futura liberación de Italia.

En 1942 se creó la Asociación Italiana Antifascista, para reunir a los italianos antifascistas residentes en nuestra isla y desarrollar lazos de solidaridad entre las naciones del mundo, interactuando con asociaciones similares que estuvieran radicadas en nuestra isla o en el extranjero. Se llamó después Asociación Ítalo-Cubana Antifascista y en 1945 Asociación Democrática Ítalo-Cubana “Giusseppe Garibaldi” por haber dejado de existir el problema bélico. Su objetivo fue reunir a los italianos amantes de la democracia residentes en la isla y a los cubanos que simpatizaban con la lucha del pueblo italiano.

Un personaje controvertido

Orestes Ferrara Marino (1876-1972), quien se destacó en vida política y social de nuestro país y su trayectoria se considera controvertida. Participó en las luchas por la independencia de nuestra nación y fue ascendido en varias ocasiones. Participó en la batalla de Las Tunas junto a Calixto García, más tarde se unió a las tropas de Máximo Gómez. Durante la República tomó parte activa en la vida política de la nación y desempeñó importantes cargos. Se convirtió en fiel colaborador de Machado primero y de Batista después. En 1928 hizo construir la vivienda donde habitaría hasta su salida definitiva de Cuba, a la que dio el nombre de “La Dolce Dimora”.  Las obras estuvieron en manos de los reconocidos arquitectos Govantes y Cabarrocas. La mansión se levantó a pocos pasos de la Universidad, mostrando en su apariencia marcada influencia de los palacios del renacimiento florentino. Luego del triunfo de la revolución, cesaron todos sus cargos por lo que decidió radicarse en su país. Murió en Roma con avanzada edad el 16 de febrero de 1972.

Las Escuelas de Arte

Proyecto que se encargó al arquitecto Ricardo Porro en la década del 60´. Para llevarlo a efecto llamó a dos arquitectos italianos: Roberto Gottardi y Vittorio Garatti. Este proyecto marcó una pauta en la arquitectura cubana de la segunda mitad del siglo XX por su contenido formal. El mismo quedó inconcluso algunos años después de comenzadas las obras, sin embargo, marcó la vida de estos profesionales en sus estrechos vínculos con nuestra nación. Roberto Gottardi Folín llegó a Cuba en 1960, recién comenzada la Revolución cubana y comenzó de inmediato a desarrollar su obra constructiva. A su autoría se debe el diseño de la Escuela de Artes Escénicas (1961-1965) dentro del conjunto de las escuelas de artes. Gottardi se adentró con brazos solidarios y mucha iniciativa en la actividad constructiva que se llevó a cabo en nuestro país durante los años 60´ y 70´. En el año 2016 se le entregó el Premio Nacional de Arquitectura en merecido reconocimiento a su desempeño en nuestro país. A la autoría de Vittorio Garatti se debió el diseño de la Escuela de Ballet y la Escuela de Música (inconclusa), caracterizada por el empleo de la bóveda catalana y la cerámica, en magnífica composición con el entorno natural, en la que se han destacado la presencia de rasgos eróticos y sensuales. Se marchó de la isla en 1974, pero siempre ha regresado manteniendo estrecho vínculo con nuestro país. Desarrolla en el presente siglo el proyecto El Anillo del Caribe para conectar a los países insulares y caribeños por vía marítima y del ferrocarril.

De tal forma, la huella de Italia en nuestra isla ha estado presente al largo de los siglos, desde el mismo momento de la conquista, hasta nuestros días, en todas las ramas del saber.

 

Notas

* Conferencia presentada en el I Coloquio Presencias europeas en Cuba, 2017, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.

[1] Luego de la construcción del cementerio de Espada (1806) las casas marmoleras comenzaron a trabajar el arte funerario, produciendo primeramente las lápidas para cerrar los nichos. Eran piezas seriadas, donde aparecía el nombre del taller y la dirección donde se confeccionaban. Con la apertura del cementerio de Colón (1876) los talleres extendieron sus trabajos a la escultura. Entre las principales casas marmoleras se destacan: Biasca, La Italia, y Triscornia.

[2] Giuseppe Mastellari realizó varios los frisos que decoran los hemiciclos de la Cámara de Representantes y del Senado, inspirado en leyendas y motivos grecorromanos. Otros en bronce y mármol se deben a la autoría del maestro Vittorio Remuzzi.

[3] “Un comerciante avispado se apresuró a elaborar un pan especial llamado “de Gazzaniga”, que pronto se castellanizó como gaceñiga, término identificativo de un sabroso panqué, por mucho tiempo comercializado en el país, que adquirió carta de ciudadanía en el vocabulario popular cubano.” Depestre Catony, Leonardo. Cien mujeres célebres en La Habana. Ed. José Martí. La Habana. 2014. P. 20.

[4] Por resolución emitida en el Boletín Oficial de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, honrando la vida y creación de Meucci, en lugar de Alexander Graham Bell, reconociendo la autoría de su invención.

Zenaida Iglesias Sánchez: Máster en Rehabilitación del Patrimonio Cultural y Licenciada en Historia por la Universidad de La Habana. Desde 1987 trabaja en la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana y se encuentra al frente del grupo de investigación histórica de la empresa RESTAURA desde la década del 90. Es Miembro del Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio; de la Cátedra Gonzalo de Cárdenas de Arquitectura Vernácula y de la Comisión Provincial de Monumentos. Ha desarrollado múltiples temas de investigación relacionados con el patrimonio y el urbanismo.

dest Las rondallas en Cuba

Las rondallas en Cuba. Historia, cultura y tradición

Las rondallas en Cuba

Marcos Fidel Prieto Prawl y Marcos Antonio Santana Hernández

Noviembre 27, 2020

 

Introducción

La fusión cultural de la que fue partícipe la Isla de Cuba, durante más de cuatro siglos, trajo consigo el florecimiento de nuevas tradiciones en disímiles territorios del país, que sirvieron de abrigo para los emigrantes españoles y ofrecieron a sus descendientes un variado e innegable legado. Dada la masividad de los viajes, su presencia en el territorio caribeño se hizo profusa, ayudando a forjar la identidad del criollo, principalmente en el sector rural. Actualmente hallamos sus huellas no solo en el lenguaje y el modo de ser del cubano, sino en su música, sus bailes, su literatura, su arquitectura, sus tradiciones religiosas, costumbres alimenticias y demás ramas de la sociedad. También en países como Venezuela, Uruguay y Puerto Rico la emigración Canarias se destacó en igual sentido.

En nuestro país se comenzó a gestar un movimiento musical canario muy fuerte, principalmente en las provincias centrales y occidentales del país que fue donde más se asentaron los canarios traídos a Cuba. Este movimiento se destacó por la presencia de agrupaciones danzarias y musicales que defendían una tradición, las cuales poseían diferentes formatos según la manifestación artística; en el caso de la música el formato era la rondalla.

El término “rondalla” se utiliza para nombrar agrupaciones musicales formadas por un coro masculino o mixto y un conjunto denominado de pulso y púa, que se compone de guitarras, laúdes, bandurrias, mandolinas y otros instrumentos de cuerdas. Además, en este formato se incluyen instrumentos típicos de percusión traídos de Canarias como el timple, el tambor gomero, la caña, y algunos aerófonos.   

Por lo antes plateando el objetivo de este trabajo es investigar qué importancia han tenido las rondallas como fenómeno cultural en la comunidad de hispanos en Cuba, su impacto en la sociedad y su aporte patrimonial a nuestro país.

 

Desarrollo

Los primeros habitantes de las islas afortunadas que llegaron a Cuba, vinieron en los viajes de Cristóbal Colón, los cuales participaron en las acciones de la conquista y posterior colonización de la isla caribeña. De este modo se iniciaba un fenómeno migratorio de casi cinco siglos. Los motivos para que hombres y mujeres abandonaran su querida tierra fueron múltiples, ya sea por las precarias condiciones económicas o por los conflictos bélicos en los que se veía envuelta España, producto a los cuales los jóvenes canarios eran arrancados de sus hogares y obligados a partir a la guerra.

Este acontecimiento de emigración-inmigración alcanza su clímax en el período de la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX.

Se plantea que en el período comprendido entre 1835 y 1850 arribaron a las costas cubanas cerca de 16 300 canarios. En un cuadro estadístico realizado en 1846, a cargo del Capitán General Leopoldo O´Donnell, se afirma que por esta fecha existían en Cuban 27 251 personas provenientes de Canarias. En la segunda mitad del siglo XIX se registran datos de alrededor 30 000 canarios, lo que suponía en aquel momento casi la mitad de la población de esa colonia.

Festividades que sirvieron al contexto de la práctica musical y danzaria de origen canario en Cuba

A principios del siglo XX, el poblado de Pozas, ubicado en el centro del país, en el municipio de Cabaiguán, consistía en casitas muy pobres alrededor de un viejo fortín español y unos cientos de caballerías de terreno casi virgen. Cuando se inaugura, en 1902, el Ferrocarril Central, el cual tenía estación en el centro del poblado, la vida del lugar se tornó diferente. En este período las tierras comienzan a llenarse de agricultores, generalmente canarios.

El paisaje rural se fue transformando con el impulso de la multitud, de esta forma aparecieron la sitiería, con sus casitas con techo de guano, los rústicos vegueríos y otros sembrados de alimentos. Entre las tradiciones traídas por los isleños como comienza a ponerse de manifiesto en actos festivos y conmemorativos aparecen la música y la danza. Un ejemplo muy conocido es la fiesta patronal dedicada a la virgen de la Candelaria, celebrada el 2 de febrero en varias de las provincias del país. La ocasión cuenta con la presentación del tradicional Baile Canario de la Lanza o Danza de las Cintas como también se le conoce en Tenerife desde mediados del XVIII hasta la fecha.

En otros poblados se realizaban también parrandas, inspiradas en las Fiestas Lustrales palmeras, en la Bajada de la Virgen de las Nieves, y en las calles se presenciaban cabezones, muñecos enormes dentro de los cuales se introducían personas para darles vida y danzar, réplica sin dudas de los cabezudos o papahuevos de las fiestas canarias.

Se ha comprobado que desde 1907 se celebran en los campos cubanos estas fiestas y no contaban con elementos religiosos, sino que se comportaba como un verdadero acontecimiento cultural y recreativo. En medio de esta festividad se realizaba también un certamen de belleza femenina que más tarde se convierte en La Reina del Tabaco.

En este contexto llegan a la zona de Pozas dos inmigrantes canarios José Garcés Hernández y Juan “Chimijo”, creando el primero, en 1929, el grupo musical, y el segundo, en 1933, el formato danzario. Garcés, era natural de Los Realejos, en Tenerife, donde había nacido el 15 de julio de 1902; llegó a Cuba en 1922 y estuvo solo quince días en Pinar del Río, pues tenía familia en Las Villas, hasta que vino para Cabaiguán en 1924 radicándose finalmente en Pozas.

Entre las celebraciones que mantiene un lugar significativo en Cabaiguán desarrolladas por estos dos inmigrantes canarios y sus familiares, está la Fiesta de la Cruz, el 3 de mayo, celebrada desde entonces hasta la actualidad en esta zona.[1]

Estas festividades son celebradas en Cuba desde la segunda mitad del siglo XIX, en muchos asentamientos canarios, con una particularidad diferente en cada territorio. Sin embargo, era un elemento común la presencia central de la cruz, la cual era adornada con prendas, flores y otros objetos, realizándose en muchas ocasiones singulares competencias entre territorios, casas o personas.

De esta misma forma, en el resto del país muchos emigrantes isleños se reunían en las tardes después del trabajo, para cantar y bailar la música del terruño que tanto añoraban. Desde aquel entonces esta tradición se ha mantenido de generación en generación en agrupaciones como: Danza Isleña de Pozas, agrupación centenaria de Cabaiguán, provincia de Santi Spíritus; Rumores del Teide en Villa Clara; Los Magos en Chambas, provincia de Ciego de Ávila; Canarios de Pinar en Pinar del Río, Pueblo Isleño también en Santi Spíritus; Grupo de Danza Tamarco en La Habana y Rondalla Típica Cubana; entre otros.

Origen y evolución de la Rondalla Típica Cubana

La creación de la agrupación Islas Canarias tuvo lugar en la segunda quincena del año 2002, en uno de los salones de la Asociación Canaria de Cuba Leonor Pérez Cabrera. La sociedad comenzó a radicar en el edificio de la calle Monserrate No. 258, entre las calles Neptuno y Ánimas en 1992. En 1998, nace un cuerpo de baile, a iniciativa del ya fallecido presidente Carmelo González Acosta, dirigido por la profesora Belinda Crespo, que llevaría el nombre de Tamarco.

Con el tiempo la sociedad se sumergió en un proceso de crecimiento desde todos los puntos de vista. En aras de lograr un mejor espectáculo folklórico donde hubiera mayor participación de los jóvenes descendientes y los socios culturales surge la idea de fundar un grupo musical que junto al cuerpo de baile, que cumpliese uno de los formatos más tradicionales de las Hespérides: una rondalla, que llevaría por nombre Rondalla Típica Cubana.

Muchos fueron los jóvenes que se sintieron atraídos por los aires que envolvían a la Sociedad Canaria. Asociados, descendientes y no descendientes se vincularon de una forma u otra con la creación de la Rondalla. En su mayoría eran aficionados, con poco o ningún conocimiento de la música, sin embargo, otros, ya estaban instruyéndose sobre el tema e, incluso, se estaba graduando del nivel elemental y medio en música. La Academia de Etnografía y Tradiciones Canarias en Cuba representaría un paso de avance en la preparación cultural de todos los alumnos que pertenecían a las diferentes especialidades. Además, esta recibió el apoyo del gobierno de canarias quien ha enviado durante más de 20 años diferentes profesores y agrupaciones del folklor canario.

Los integrantes en su paso por la Academia han aprendido desde pequeños a interpretar los instrumentos típicos canarios y cubanos (de la tradición campesina); entre ellos la bandurria, el laúd, instrumentos de percusión menor y el timple que alcanzara gran popularidad entre los muchachos, debido a su tamaño y a su timbre característico. Otro aspecto importante ha sido la preparación vocal con una técnica de canto que se mezcla entre lo lírico y lo popular, muy característicos de los cantadores de las islas, que le dan un toque especial a la música cubana por la amplia gama de géneros que puede abarcar este tipo de técnica vocal.

Conclusiones

Toda esta actividad ha generado durante todos esos años ponencias muy interesantes de diferentes autores de todo el país y que sin duda han nutrido a la biblioteca de la Asociación Canaria y han servido de herramienta a los profesores para las clases de la Academia de Etnografía y Tradiciones Canarias en Cuba.

Esta investigación pertenece actualmente al catálogo de investigaciones de la música tradicional cubana del CIDMUC (Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana). Forma parte de la historia, cultura y tradición de nuestro país, que juega un papel importante en la identidad del cubano, convirtiendo esta tradición en patrimonio nacional de nuestra nación.

Las rondallas en Cuba son y serán una tradición que, mientras existan descendientes o no descendientes apasionados por el arte traído de estas lejanas tierras, nunca morirá. Siempre existirán personas como los que hoy integran la Rondalla Típica Cubana que defenderán sus raíces y sobre todo pondrán en alto el nombre de la cultura de nuestro país que es tan diversa y rica en todos sus sentidos.

 

Notas

* Conferencia presentada en el III Coloquio Presencias europeas en Cuba, 2019, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.

[1] Su antecedente se localiza entre las festividades más antiguas de la Villa de Los Realejos, Tenerife, donde aparece la Invención de la Santa Cruz, mandada a celebrar por el Obispo Don Diego de Muros, tras darse por finalizada la conquista de la Isla de Tenerife (1496).

Marcos Fidel Prieto Prawl. Licenciado en Música, Master en Musicología y Composición del Instituto Superior de Arte (ISA). Ha recibido diplomados pre-doctorales de Patrimonio Musical Hispano-cubano en el Colegio Universitario de San Gerónimo de la Habana, impartidos por la Dra. Miriam Escudero. Profesor de Música y director de la Rondalla Típica Cubana de la Asociación Canaria de Cuba Leonor Pérez Cabrera (2004 hasta la fecha). Pertenece al CIDMUC (Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana). Durante 2 años integró el Coro Polifónico de La Habana como tenor segundo, bajo la dirección de Carmen Collado. Actuó junto a agrupaciones corales nacionales e internacionales en los Festivales de coro: América Canta, Coro Habana, Festival de coros de Santiago de Cuba bajo la dirección de Electo Silva, Digna Guerra, Carmen Collado y Alina Orraca. Ha compartido escenario con músicos prestigiosos y grupos nacionales e internacionales como: TZASIRAXIS, Los Gofiones, Los Cesteros, La Parranda de Teror, Bentahot, El Carnaval de Tenerife, el Ballet Español de Cuba, Benito Cabrera, la Orquesta del ICRT, Frank Fernández, Cintio Vitier, Omara Portuondo, Chucho Valdés, Guido López Gavilán, Roberto Valera, Víctor Pelegrini, Luis Manuel Molina, Trío Amanecer, Efraín Amador, Erdwin Bichot, compañía “Ballet Español de Cuba” dirigido por Eduardo Veitía en 2016. Gran Teatro de la Habana Alicia Alonzo, Pancho Amat y el Cabildo del Son y la Orquesta sinfónica de la ENA.

Marcos Antonio Santana Hernández. Ha participado en diversos eventos nacionales e internacionales presentando trabajos investigativos como: La música en la enseñanza de la Geografía. Es integrante de la Rondalla Típica Cubana como solista vocal e instrumentista de percusión menor cubana y canaria. Ha recibido cursos de canto, locución y otras manifestaciones como integrante de la Academia de Etnografía y Tradiciones Canarias, la que integra desde el año 2010. Participó en el Concurso “La Nueva Voz” en su 8va edición 2014, obteniendo mención especial y varios premios colaterales, compartiendo escenario con Waldo Mendoza y Farah María. Participó en el Concurso Festival Cubano Canario de la Décima “Indio Naborí” en su edición 2015 con los jueces María Victoria Rodríguez, Luis Paz Esquivel “Papillo” y Edwin Bicho, obteniendo el Primer Premio y el Premio de la Popularidad. Participó en los festivales de artistas aficionados de la FEU a nivel de Universidad y a nivel provincial, obteniendo en ambos concursos premio de oro en la categoría de solista y dúo (2017 y 2018). Colaboró en la grabación del nuevo disco de la cantante María Victoria Rodríguez, grabando los coros y un dúo con dicha cantante titulado “Bajo un palmar”, en agosto del 2018.

dest Conferencia Magistral de apertura del II Coloquio Presencias europeas en Cuba, 2018

Conferencia Magistral de apertura del II Coloquio Presencias europeas en Cuba, 2018

Conferencia Magistral de apertura del II Coloquio Presencias europeas en Cuba, 2018

Eusebio Leal Spengler

Noviembre 20, 2020

 

Con mucho placer inauguramos este II Coloquio de las Presencias europeas en Cuba: Personalidades europeas en Cuba. Sobre este tema van a dilucidar y a debatir las conferencias que han de celebrarse en esta ocasión tan importante. Me alegro de verlos reunidos y me alegro de que el Palacio del Segundo Cabo cumpla el cometido para el cual fue diseñado, como centro de interpretación de relaciones mutuas. Me alegro muchísimo de que esa vocación sea subrayada cada día con nuevas iniciativas, que van desde la búsqueda de una señal evidente del arte o la cultura de los países que integran la Unión [Unión Europea] en el Palacio, para que sientan una identificación con él, y se vean en él representados. También, en la necesaria difusión del pensamiento y conocimiento en todas las ramas de las ciencias del saber, de la vida cultural en términos generales y, en este caso, abordando a importantísimas personalidades, muchas de las cuales pasan como en puntillas a esta altura de la historia y es como si volver a encontrarlas resultase un descubrimiento.

¿Qué podemos decir cuando hablamos de los temas históricos y hacemos suposiciones de lo que pudo pasar, de lo que fue, pudo ser posible y no fue? Con esto me refiero a que en 1992 se produjo un debate grande en todo el continente americano sobre cómo debíamos abordar el tema del “descubrimiento” de América. En Cuba, el Dr. Antonio Núñez Jiménez trató de hallar una fórmula: el descubrimiento o el encuentro reciproco entre las culturas del nuevo y el viejo mundo.

En realidad, América era nueva para Europa, vieja para sí misma. No sabemos en realidad si existió alguna vez un concepto sobre todo el continente como un conjunto geográfico, etnológico, cultural y político. Lo cierto es que, grandes civilizaciones habitaron en esta parte del mundo y, como todo lo que suele compararse, resulta equívoco a los ojos del investigador este tipo de comparación. Se trata de decir que una parte, quiere decir Europa, personificada y representada, en nuestro caso, por la figura del almirante Cristóbal Colón, era el proceso civilizatorio, y que del lado de acá se encontraba la barbarie.

Hace unas pocas horas se acaba de hacer un descubrimiento importantísimo gracias a la tecnología y es que, sin tocar los grandes bosques centroamericanos, se ha podido realizar una imagen de las grandes ciudades mayas que permanecen más allá de las pirámides, los observatorios y caminos ya descubiertos, y hablan de que las hipótesis anteriores sobre la densidad poblacional, por ejemplo, se derrumban ante la existencia de un vaso comunicante entre lo que fueron consideradas ciudades estados que se derrumbaron por una causa, todavía hoy, digna de todo tipo de especulaciones, aproximadamente en el siglo X de nuestra era, y que ya eran arqueología y antigüedad cuando fueron, por vez primera, avizoradas por los hombres de Europa.

Cuando Cortés llegó a México procedente de Cuba, todo esto ocurre en el año 1519, se sorprende por venir de Italia y haber estado en las grandes campañas militares del gran capitán Gonzalo Fernández de Córdova, de que le resultaba familiar la civilización que estaba levantada sobre el lago de Tenochtitlán, con calzadas, con sus palacios, con sus templos, aunque absolutamente diferentes, al mundo que ellos recordaban. Cuando otro ve sobre el lago venezolano actual un palafito, le llaman a aquel palafito una Venezuela, quiere decir, una especie de Venecia.

Continuamente la memoria de Europa venía sobre lo que aparecía ante nosotros. Quizás el diario de Colón sea el libro obligatorio de lectura, porque en el diario se suceden las comparaciones. Por ejemplo, al llegar frente a la costa atlántica de Holguín, dice y razona casi poéticamente “margaritas y bledos como en Andalucía en verano”. O le recuerda la Peña de los enamorados aquel largo montículo que trae a su memoria lo que venía de España del sur.

Para los españoles que llegaron posterior a aquel grupo inicial, la visión de España debía repetirse a partir de su propia memoria cultural, sentimental, culta, y construyeron una nueva España, una Castilla del oro, una nueva Galicia, por ejemplo, una nueva Granada, tratando de reproducir ese mundo. Hasta cierto punto, ese mundo, que era también profundamente mestizo de culturas y civilizaciones, todo lo que coincidió en el Mediterráneo volvía ahora a aparecer ante ellos en la forma de pueblo nuevos.

¿Qué habría ocurrido de haber sido a la inversa? ¿Qué habría ocurrido de no haber ocurrido? ¿Cuál habría sido el desarrollo de los pueblos y las civilizaciones que habían alcanzado en el mundo azteca, en el mundo peruano, un grado de concentración de poder, en que las pequeñas civilizaciones y culturas que formaron ambas latitudes del continente, habíase ya formulado como estados en un periodo de desarrollo superior? Sin embargo, pesa sobre esto grandes incógnitas. ¿Por qué no la rueda, por ejemplo? No que no había un animal capaz de hacer tracción del carro, sin embargo, en China, todavía hoy, se lleva el carro por una persona que lo arrastra. ¿Por qué no la rueda? ¿Por qué no una formulación idiomática escrita, en el caso del Perú? ¿Por qué solamente el enigma de los pequeños cardones anudados con los cuales se pueden realizar las cuentas, como en el ábaco oriental? ¿Por qué no otras expresiones que permitieron se convirtieran en los jinetes del Apocalipsis el caballo, el acero, la rueda y la pólvora, por ejemplo, que son los elementos dominantes?

Sin embargo, en ese intercambio necesario surgieron también deslumbramientos. El deslumbramiento ante un tubérculo de los Andes, la papa, que se lograba deshidratar, aprovechando las intemperancias del clima andino y que conquistó a Europa. ¿Por qué el maíz, llamado equívocamente el grano turco, se convirtió en determinante para la alimentación de las personas y del ganado? ¿Qué pasaría hoy en Bélgica, en Alemania, en Suiza, sin aquellas pequeñas semillas encontradas en el mercado de Tenochtitlán como moneda de cambio: el cacao? ¿Qué pasaría en Italia para hacer la piza, sin el tomate centroamericano, llamado allá pomodoro? ¿Qué pasaría y qué sería de nosotros sin el buey y la vaca, sin la gallina díscola, sin la insaciable cabra y la oveja, que modificaron todo el panorama económico hasta ese momento sostenible? ¿Qué ocurrió con el intercambio de enfermedades? Todavía hoy se discute la procedencia de algunas.

Entonces, el intercambio fue diverso. Por amor o por la fuerza surgió un mestizaje. Primero por la ausencia de la mujer en la conquista, mayoritariamente; y segundo, por la pasión despertada por una nueva forma de belleza, absolutamente diferente. De otra manera no se puede concebir el amor de Cortés por la que fue llamada Doña Marina, y “Malinche” para los que consideran de su relación con él una traición. Sin embargo, José Martí señala que, con Martín Cortés, hijo de ambos, le nació al conquistador en América el primer rebelde.

¿O, qué pensar de la odisea en el Marañón de Lope de Aguirre? ¿Qué pensar de aquella primera República imaginaria proclamada en ese intento descabellado de crear, en ese ámbito tan extraño y tan ajeno? Se han hecho películas, novelas; hasta el gran escritor venezolano Miguel Otero Silva ha escrito una obra memorable, por solo citar una, sobre la locura de Lope de Aguirre.

Conquistadores y predicadores que comenzaron a ver el surgimiento de una nueva situación bajo un cielo nuevo y una tierra nueva: una nueva teología. Era necesario una adecuación y esa adecuación surgió de la fantasía o de la imaginación, o de una revelación divina. De esa manera, la Virgen de Guadalupe de extremeña se convirtió en aquella que, ya de antigüedad sobre ese cerro, veneraban los antiguos como una deidad en forma de mujer. Se convirtió en la aparecida en las tierras de Portugal, después del Tratado de Tordesillas y Alcobendas que dividió el mundo a partir de que el Papa, que era valenciano, el Papa Alejandro VI, el Papa Borgia, pasó su dedo sobre el globo terráqueo, queriendo poner paz entre las dos potencias que en ese momento se disputaban el dominio del mar.

Sin embargo, Portugal estaba demasiado entretenida y conmocionada con sus descubrimientos a lo largo de la costa africana, para interesarse en aquello que, según una arraigada tradición, el suegro de Colón le reveló como secreto: “más allá de las columnas de Hércules, hay otro mundo”. Ese otro mundo que él vio cuando enfrentó a leguas de distancias en la mar, la salida de un río cauteloso que venía de lo que consideraba la “teta del mundo”. Creía que allí estaba el cresoneso aureo o se encontraba el paraíso terrenal perdido. En realidad, cuando se acerca al conocimiento verdadero como navegante, hombre de un poderoso y extraordinario olfato sensitivo, dice en esta parte “vuestras majestades tienen un otro mundo”. Se derrumbaba el concepto ptolemaico sobre la forma de la Tierra. Nacía una nueva concepción, la que él había dialogado a lo largo del tiempo con el gran sabio florentino Paolo del Pozzo Toscanelli, cuyas cartas con Colón son muy interesantes para interpretar el viaje colombino.

¿Qué habría pasado si una de las cuatro repúblicas marineras italianas hubiera sido la protagonista? Quizás Génova, con más probabilidades que Amalfi, o que Venecia, interesada solamente en establecer relaciones de comercio en el Mediterráneo, que apuntaban al oriente. En realidad, le correspondió a Cristóbal Colón, y es lo inexorable. Lo importante no fue su viaje de llegada. Lo que conmovió al mundo y cambió la historia fue su regreso, el volver. ¿A dónde volvió? A Portugal, llevado por la tempestad. ¿Cuál fue la primera lección de geografía? La que ofrecieron los indígenas de Cuba al rey de Portugal, tomando habas y colocándolas sobre el mantel, señalando que procedían de islas. O esa escena cuando la reina católica recibe, en el Monasterio de Guadalupe, para ser bautizados a los indígenas antillanos con nombres españoles por vez primera, cuando todavía se discutía si el hombre americano tenía o no un alma inmortal, cosa que fue resuelta en el famoso debate teológico e ideológico que se realiza en Valladolid y en el cual las Casas, para algunos el autor de la leyenda negra y para otros, fundamentalmente para nosotros los americanos, el primero que, a partir de su vocación como fraile dominico, como también lo fue Montesino y lo fueron otros pioneros de la desacralización de la conquista como sucedo de dominación que trata de imponer como criterio una forma superior que es la evangelización: trasladar el concepto cristiano de Europa y de la España que en ese momento acababa de consumar la reconquista de los territorios en los cuales los pueblos árabes habían permanecido desde el año 711, hasta que se colocó la bandera de los reyes sobre lo alto del torreón de la antigua fortaleza y castillo granadino.

Del encuentro de las culturas del nuevo y el viejo mundo nació una nueva civilización totalmente diferente, sin que por esto quiera yo prescindir de la pervivencia en América de la comunidad indígena que hoy, precisamente hoy, 500 años después, reivindica sus derechos de identidad, cosa que en realidad es un acontecimiento de importancia grande, sobre todo porque prueba que el indio americano no fue exterminado sino que está ahí, vive ahí, independientemente de la intensidad del choque, de la violencia del abrazo, del sentido dominador del recién llegado, que al final, de conquistador, se vuelve conquistado.

¿Y cuándo será conquistado? Cuando nazca de ese mestizaje una forma nueva de civilización. Se ve mucho en México, cuando vemos las imágenes pintadas por los artistas en las cuales nace el mundo de las castas, hasta que irán apareciendo voces tan importantes como, la de la peor de todas, Sor Juana Inés de la Cruz, voz americana; Rosa de Lima; o, Martín de Porres, también en Lima, un negro donado al convento de Santo Domingo y que se convierte en el primer santo negro de la iglesia occidental y del continente americano. Es también en el inca Garcilaso de la Vega, la voz grande, enterrado precisamente en un lugar deslumbrante: en la mezquita de Córdova, porque el mundo del judaísmo, el mundo del islam, en agosto de 1492, se trasladó también a América. Y ya puede afirmar el obispo Baca Calderón, años después en La Habana, que la ciudad estaba infestada de moriscos y, sobre la fachada del Convento de San Francisco de Asís en La Habana, aparece la estrella de Israel grabada en el escudo de un prelado. Lo descubrió el historiador César García del Pino en los documentos testamentarios del obispo Pedro Agustín Morel de Santa Cruz, nacido en la actual República Dominicana, en la isla de La Española, que murió judaizante en el momento final de su vida.

Una cultura abarcadora, que hizo a Europa ver diferente al mundo, que amplió el mundo. Era el mundo en que Miguel Ángel ampliaba en la arquitectura, en que Rafael lo hacía en la pintura, en que Palestrina lo hacía en la música, en que Tomás Luis de Victoria lo realizaba en el pensamiento, en que las Casas y Montesino lo hacían en el tema de los derechos humanos. Por eso, cuando miramos el conjunto de las relaciones, tienen que basarse fundamentalmente en el hecho cultural, que es determinante, que no permite una visión más amplia, más universal, más importante, menos opresiva, más comunicativa, más dialogante, más humana, más esperanzada y, por ende, con una visión de futuro.

Cuando ante la urgencia de restaurar mi ciudad, que el año próximo cumplirá su 500 aniversario, tuve que enfrentar la posibilidad de realizar un proyecto, en mi primera y única visita a la Unión Europea, que fue muy importante y cordial, hablando con antiguos amigos que se encontraban entonces en el seno de los organismos europeos, encontré eco para una iniciativa: un lugar para la interpretación de las relaciones recíprocas. Para que esa idea lograra ser modelada fue necesario mucha discusión, con mis propios colaboradores y conmigo mismo. No había sido solamente una iniciativa para buscar dinero. La cuestión no era solo economía, era cultural. Teníamos que hallar una respuesta cultural para un centro histórico vivo, donde está presente en la arquitectura, en la forma de hablar, en la forma de vivir, en el componente étnico, social y espiritual de los cubanos, su sentido ecuménico de la vida, de la cultura y la sociedad.

Si entramos en Centro Habana vemos la arquitectura más imaginativa, llena toda de pájaros, de rocallas, de esculturas, de atlantes, de visiones maravillosas, todo ello creado con una increíble capacidad de soñar. Es el eclecticismo, lo que quizás más conviene a nuestros gustos.

No creo, y así lo conocí en mis clases, que la Edad Media era un periodo oscuro. Al contrario, fue un momento de grandes iluminaciones y grandes creaciones. Solamente puede interpretarse cuando alguien entra en Chartres, o uno va a la catedral de Amiens, o cuando uno va a alguno de los otros grandes monumentos europeos que explican esta época. Una época de oscuridad y de barbarie peor que la nuestra, ninguna. Sin embargo, es el tiempo que nos tocó vivir, no pudimos escoger otro. Por tanto, por su naturaleza, es el mejor porque es el nuestro.

Debemos encarar esa realidad apasionadamente, cultamente. Por eso la necesidad, en una cultura insular, de hablar las lenguas, de comunicarse con el mundo, de asomarse al Malecón, o pensar que el mar no separa sino une. Y las relaciones con Europa son fundamentales, sobre todo en el caso de las relaciones culturales, que es el tema que me corresponde. Cuando no se puede hablar de ninguna otra cosa, que son generalmente batallas mecánicas, debemos apelar a la espiritualidad, al sentido de la razón pura, y entonces encontraremos cuánto influyó en nosotros, particularmente en Cuba.

Cuando pensamos en nuestras relaciones con Inglaterra, con o sin el Brexit, debemos afirmar que el desarrollo de Cuba, y particularmente de La Habana, se produjo en que rompe y fractura el monopolio comercial de Sevilla, patria espiritual y de memoria de nosotros, y aparece de pronto el comercio con el norte. La arqueología que aparece en el Castillo de la Fuerza revela los caminos de ese comercio: el comercio de la azúcar, el comercio del tabaco, el comercio de los rones. Cuando hablamos de las relaciones con los Países Bajos, entonces prohibidas porque protagonizaban una guerra que duró un siglo con España, resulta ser que en las excavaciones en la Plaza Vieja encontramos las pipas de fumar que traían los que venían de Flandes. Y cómo no acudir a las imágenes del Museo Nacional, donde los cubanos coleccionaron las tablas y las pinturas de los grandes maestros del arte de los Países Bajos. Cómo prescindir, cuando hablamos del mundo de nuestra cultura, de Alemania, o de Italia, o de Francia, o de Portugal, o de cualquiera de las naciones aquí hoy representadas.

Siento esa realidad, no podemos prescindir de esa realidad. Está en el idioma, está en las costumbres, está en las formas de vestir, aunque a veces sean un poco arbitrarias. Como decía Martí, “éramos una visión con el calzón de Inglaterra y con la montera de España”.

Interpretar, reunir, encontrar. Cómo podemos hablar de las ciencias naturales en Cuba sin Humboldt, cómo podemos hablar sin esas grandes figuras de la historia que estuvieron con nosotros. Cómo hablar de la geografía y la cartografía cubana sin pasar por esa sala [Sala de Cartografía, Palacio del Segundo Cabo] y encontrar de quiénes son herederos nuestros cartógrafos y geógrafos.

Pertenecemos a una civilización occidental y cristiana, lo que ocurre es que el mundo cambió a partir del viaje de Colón. Hoy, China es una realidad; antes era un sueño solo imaginado por el almirante en las lecturas de Marco Polo. Hoy es una realidad esa ampliación del mundo. Hoy conocemos el mundo del oriente mucho más allá de lo que conocimos de la España musulmana que llegó a nosotros. Así está escrito en el verso de Martí: “amo la tierra florida, musulmana o española, donde rompió su corola la poca flor de mi vida”.

Esa es la verdad. Ver con los ojos de mundo. Isla en lo geográfico, jamás en la cultura. Ese es el mensaje y esa es la razón de ser de la intensa relación que debemos tener con Europa. Por eso hablamos de Iberoamérica, pero nosotros somos hispanoamericanos, porque ese concepto ibérico llegó a nosotros solamente posterior. Martí tratando de resolverlo se planteó “nuestra América”, que llevó ese nombre por el cartógrafo Américo Vespucio, que no fue, por cierto, envidioso de la gloria de Colón.

Sin embargo, cuando Bolívar quiere definir su gran creación política, le llama Colombia, devolviéndole el nombre de su creador. ¿Saben por qué? Porque los hechos históricos se pueden explicar, pero no se pueden mutilar. Sería dar coces con el aguijón, como se dice, si tratamos ahora de decir que somos indígenas, en el caso de Cuba, nosotros somos africanos, nosotros somos hispanodescendientes. No, nosotros somos cubanos, que somos el fruto del encuentro, y contribuiremos a la paz y cultura futura en la medida en que veamos al cubano como una síntesis de culturas y civilizaciones, que una vez en este mar Caribe, se convirtió en el Mediterráneo americano.

Esta es, a mi juicio, la única verdad defendible y posible.

Muchas gracias.