¿Quién fue Gabriela Menéndez?

Septiembre 29, 2023

En Cuba, no fue hasta la década de 1920 cuando las primeras mujeres ingresaron a la universidad para realizar estudios superiores de arquitectura. A partir de los años 30 del siglo pasado, esta presencia aumentó y para 1952 había 130 alumnas matriculadas en la Escuela de Arquitectura; esa fue la cifra más alta de toda la República.

Por tal motivo, el número de féminas en posiciones de liderazgo experimentó un notable crecimiento. En este contexto, existió un grupo de arquitectas que se destacó por su trabajo, tanto en los colegios de arquitectos como en las dependencias del Ministerio de Obras Pública e incluso, por su labor constructiva individual.

Una de ellas fue Gabriela Josefina Menéndez García – Beltrán. Nacida en Cuba, realizó estudios en el prestigioso colegio bilingüe Ruston Academy de La Habana, así como en el College of Mount Saint Vincent de la ciudad de Nueva York entre los años 1935 y 1937. Para 1941 se graduó como arquitecta en la Universidad de La Habana.

Durante su época universitaria conoció a Nicolás Arroyo Márquez. Al igual que Gabriela, Nicolás estudiaba la carrera de Arquitectura y con posterioridad, fue Ministro de Obras Públicas y el primer Presidente de la Junta Nacional de Planificación. Ambos se casaron en diciembre de 1942.

Luego de su matrimonio, formaron el estudio de arquitectura Arroyo-Menéndez y considerado como “uno de los más prestigiosos de la República” [1]. Este binomio creativo impulsó los estilos de la modernidad arquitectónica en las construcciones cubanas. La pareja vivió en una casa-estudio construida por ellos en 5ta avenida, Miramar. El inmueble es un fiel reflejo de la admiración de la pareja por las concepciones estéticas de Frank Lloyd Wright y Le Corbursier.

Según la historiadora Florencia Peñate Díaz, en las obras que realizó la firma constructora, tanto el nombre de Gabriela como el de su esposo aparecían juntos. La profesora universitaria también afirma que Gabriela era reconocida por ser una mujer inteligente y, de hecho, fue ella quien lideró Arroyo-Menéndez cuando su esposo ocupó otras funciones durante el gobierno de Fulgencio Batista (1952-1958) [1].

En 1946, Gabriela llevó a cabo su primer proyecto de un edificio dúplex, ubicado en la intersección de la calle Espada nos. 5 y 7 esquina a Infanta, Centro Habana. Este proyecto incorporó el color en la fachada a través del revestimiento con teselas, convirtiéndolo en un elemento destacado. A medida que avanzaba la década de 1950, el estudio de arquitectura Arroyo-Menéndez realizó otras obras notables, entre las que se encuentra la construcción de la Ciudad Deportiva, un complejo deportivo circular diseñado para albergar a 15 000 personas aproximadamente. Tony Perrottet describió la edificación como “una arena circular cubierta cuyo diseño de la época se parecía a un platillo volante blanco” [2].

De conjunto con Welton Becket & Associates, la firma arquitectónica cubana trabajó en el proyecto del Hotel Habana Hilton, actual Habana Libre e inaugurado por Fulgencio Batista en 1958. Además, se destaca el Teatro Nacional, ubicado en el municipio de Plaza de la Revolución y concluido después de 1959; una edificación señalada por su modernidad, belleza y funcionalidad.

Sin embargo, el legado de la pareja trasciende sus edificaciones. Ambos participaron en el Grupo Técnico de Estudios Contemporáneos (Agrupación Técnica de Estudios Contemporáneos, ATEC), que llevó a la incorporación de Cuba en el Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (CIAM). Según el arquitecto Nicolás Quintana, la influencia de Gabriela Menéndez sobre su esposo, Nicolás Arroyo fue decisiva para lograr incluir “a Cuba en el mapa del CIAM” [3]. Estas afirmaciones representan un reconocimiento significativo para una mujer que trazó su trayectoria profesional en un campo dominado, en su mayoría, por hombres.

Para el año de 1958 la pareja partió hacia Estados Unidos, cuando Nicolás Arroyo fue designado como embajador en Washington. Allá, el matrimonio continuó el ejercicio de la arquitectura, tanto para proyectos residenciales como comerciales. Ambos fallecieron en el 2008.

Notas:

[1] Díaz, F. P. (2012). La obra de las arquitectas cubanas de la República entre los años 40 y fines de los 50 del siglo XX. Arquitectura y urbanismo, vol. XXXIII, no 3, septiembre-diciembre , 70-82.

[2] Perrottet, T. (2019). Cuba Libre!: Che, Fidel, and the Improbable Revolution That Changed World History. Nueva York: Blue Rider Press.

[3] Isla, W. C. (26 de Julio de 2008). Falleció Nicolás Arroyo, pionero del modernismo cubano. Recuperado el 28 de Septiembre de 2023, de El Nuevo Herald: https://www.elnuevoherald.com/ultimas-noticias/article1934191.html

Proyecto del banco North American Trust Company, en la Plaza de San Francisco

Septiembre 4, 2023

En la Cuba de finales del siglo XIX y principios del XX, con el resurgir de un nuevo boom comercial basado en el azúcar y la construcción, surgió la necesidad de atraer grandes inversionistas. Múltiples grupos financieros llegaron a la isla y crearon en una zona de La Habana Vieja, lo que se conoció como el “Wall Street habanero” debido a la morfología de las calles que recuerda la tipología de la ciudad de New York.

Sería en estas calles del Centro Histórico capitalino donde las principales sedes bancarias construyeron imponentes edificaciones y en las que, se agruparon los principales servicios bancarios. Múltiples fueron los proyectos, de diferentes partes del mundo que se realizaron y que llegan hasta nuestros tiempos.

Sin embargo, existen otros que no llegaron a erigirse y vale la pena conocer. North American Trust Company es uno de esos ejemplos. A pesar de que el inmueble no se edificó, marcó un canon de lo que sería la manera y el estilo de insertarse en la Plaza de San Francisco; un importante espacio en el centro histórico de La Habana Vieja.

North American Trust Company convocó a la firma neoyorquina York & Sawyer architects, fundada en 1898, para redactar el proyecto de la sede bancaria de igual nombre en La Habana. Se ubicó en la intersección de las esquinas de las calles Lamparilla, Oficios y Baratillo. La parcela era de forma triangular, lo cual permitió acentuar la perspectiva que forma la esquina. Según los diseños de los arquitectos, la fachada daría hacia la Plaza y el inmueble sería de un marcado eclecticismo, estilo que dominaría el panorama arquitectónico cubano durante las primeras décadas del siglo XX.

Por cuestiones desconocidas, el proyecto no se ejecutó. Ni siquiera aparecen muchas fuentes que aborden más sobre el mismo o las causas que llevaron a su fracaso. Años más tarde,  donde debió edificarse el banco se ejecutó un edificio moderado destinado a una ferretería. El mismo, perteneció a los empresarios gallegos, Segundo Casteleiro Pedrera y Gaspar Vizoso Cartelle.

Luego de la restauración de las zonas aledañas a la Plaza de San Francisco, en los bajos de la parcela en la que se debió construir North American Trust Company, se halla una pequeña casa de cambio. Casual reminiscencia financiera de lo que pudo ser el inmueble.

El Torreón de la Chorrera

El Torreón de la Chorrera

El Torreón de la Chorrera

Mayo 22, 2023

 

Luego de un extenso recorrido de aproximadamente 45 kilómetros, el río Almendares se une con el mar y en su salida se halla un pequeño torreón: Santa Dorotea de Luna o, como más se le conoce, La Chorrera. Con el último de los dos nombres mencionados esta fortificación ha pasado a la cotidianidad habanera actual. Dicho apelativo le fue conferido desde épocas remotas debido a su posición en la desembocadura de la principal corriente de agua dulce de la capital.

La Chorrera fungió como una de las importantes fortalezas miliares españolas que formó parte del sistema defensivo en la etapa colonial. Culminadas las construcciones del Castillo de La Punta y los Tres Reyes del Morro, se pensó en la edificación de dos fuertes, uno hacia el Oeste (Santa Dorotea de Luna) y otro en el Este (Torreón de Cojímar). El objetivo de las mismas era poseer esos lugares estratégicos de posibles desembarcos enemigos de España.

Su construcción fue decretada por la Real Cédula del 30 de enero 1635, aunque no fue hasta principios de la década del cuarenta que comenzó su edificación por problemas de presupuesto. El inmueble estuvo edificado por Juan Bautista Antonelli bajo el mandato de Álvaro de Luna y Sarmiento y fue inaugurado en 1646.

La fortaleza fue pensada como un cuadrado de 25 metros de lado y 12 de alto, con capacidad para albergar a 50 soldados simultáneamente. El torreón posee dos plantas y cuenta con una escalera de peldaños de piedra que conduce hasta un estrecho puente. En la planta baja se encontraba la estancia de los soldados y un espacio para un minúsculo grupo de caballos. También había un segmento dedicado al polvorín, los almacenes y la cocina.

En la parte superior se situaban las áreas defensivas y ofensivas y un aposento dedicado al máximo oficial. En la azotea había una pequeña torre circular utilizada por los vigías delegados de la seguridad de la zona. En lo alto de la edificación se aprecia un escudo que porta las barras de los reinos de León, Castilla y Aragón acompañados por leones y castillos.

El Torreón de la Chorrera tuvo protagonismo en la defensa de la isla durante la toma de La Habana por los ingleses en 1762, cuando desde allí el coronel Luis de Aguiar dirigió la resistencia ante el asedio de dos navíos, hasta lograr que retrocedieran vencidos, sin municiones.

Muy cerca de Santa Dorotea de Luna se encontraban emplazados algunos de los astilleros que hicieron mundialmente famosos los constructores de barcos habaneros. Basta citar que, en la gran batalla de Trafalgar, donde se frustraron los últimos empeños españoles del dominio marítimo, combatieron fragatas y navíos de línea, construidos pieza por pieza en costas cubanas.

Este sistema defensivo sirvió de inspiración a pintores como Esteban Chartrand y Miguel Melero para ser reflejado en sus lienzos. El atractivo del lugar y de los atardeceres en sus cercanías animó a diversos intelectuales a concurrirle de manera asidua.

En la década del 30 del pasado siglo y hasta 1959, La Chorrera y sus alrededores formaron parte de la Marina de Guerra de Cuba. Actualmente es una de las edificaciones testigos del tiempo en medio de la arquitectura moderna habanera. Su atractivo sobresale al enclavarse en el último reducto de malecón habanero y al alojar un restaurant con una amplia gama de productos gastronómicos.

Castillo Tres Reyes...

El Castillo de los Tres Reyes del Morro, testigo de la toma de La Habana por los ingleses

Castillo Tres Reyes...

Junio 6, 2022

 

La valiosa y estratégica posición de la isla de Cuba con respecto al Golfo de México posibilitó que el puerto de la villa San Cristóbal de La Habana fuera un tránsito entre América y Europa. Parada obligatoria de la ruta entre el viejo continente y el nuevo mundo, esta ciudad se convirtió en el eje comercial de las posesiones de España en América. El constante asedio de corsarios y piratas que sufrió el sitio hizo que fuera necesaria la construcción de diversas fortificaciones para la inminente protección de la codiciada ciudad.

Con esta encomienda llegan en julio de 1587 a la ciudad de La Habana Juan de Tejeda, maestro de campo, y el ingeniero militar Bautista Antonelli. El principal objetivo era examinar puntos claves en la villa para erigir un sistema defensivo. Previamente, ya se había construido el Castillo de la Real Fuerza; sin embargo, era imperante la necesidad de más tipologías militares en la colonia española. Entre 1589 y 1630  se edificaron el Castillo de los Tres Reyes del Morro y la Batería de San Salvador de la Punta, ambos frente a frente en las dos márgenes de la entrada al puerto de La Habana. Con las mismas quedó perenne el primer triángulo defensivo que tuvo La Habana.

El Morro fue una fortaleza abaluartada estructurada geométrica y simétricamente, en la que se utilizaron medidas matemáticas junto a técnicas constructivas con piedra labrada en sillares y mampostería, aunque también usaron el ladrillo para reforzar los ángulos de los muros, así como hierro y madera para obras complementarias de la fortificación. En este inmueble se combina la monumentalidad con la funcionalidad, pues era una fortaleza que defendía la costa con la imagen de un bello diseño de líneas y formas que buscaban la perfección.

Es preciso acotar que el Castillo de los Tres Reyes del Morro constituye un testigo del embate inglés a la villa. Cuando se inició la toma de La Habana el 6 de junio de 1762 y lograron hacerse del territorio en agosto de ese propio año, durante once meses se instalaron en dicha fortaleza, la cual había sido asediada durante cuarenta y cuatro días por 14 mil hombres. Pese a la resistencia peninsular encabezada por el español Luis Vicente de Velasco y el criollo Pepe Antonio los extranjeros lograron el dominio de la codiciada colonia de ultramar.

En julio de 1763 Inglaterra y España acordaron un canje en el cal parte de La Florida quedaría en manos inglesas a cambio de Cuba en su totalidad y de la villa usurpada. A 260 años de este suceso el Morro pervive como un fiel testigo del tiempo que custodia la entrada de la bahía habanera. Este castillo ha presenciado muchos sucesos patrios y eventos históricos, de ahí otro de los valores que posee.

En 1845 el faro fue sustituido por el que se visualiza en la actualidad, con 45 metros de altura sobre el nivel del mar. El 24 de julio de 1845, desde horas tempranas, una luz proveniente del Morro iluminó la bahía y, desde entonces, ha servido de centinela a San Cristóbal de La Habana.

Actualmente el Castillo de los Tres Reyes del Morro en conjunto con la fortaleza San Carlos de la Cabaña integra el complejo Morro-Cabaña, dos espacios que fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1982. Posteriormente se piensa en una museología apropiada al espacio para fungir como museo. Otras de las utilidades del amplio sitio han sido como escuela militar, sede de algunas ediciones de la Bienal de Artes Plásticas de La Habana y de la Feria Internacional del Libro.

El Morro establece un contacto directo con la historia patria, sus muros relatan leyendas pasadas y sucesos trascendentales. Cada plazoleta evoca un sinnúmero de hechos que han llegado hasta nuestros días desde la etapa colonial. Perpetuo y galante figura para beneplácito de los cubanos este guardián que custodia celosamente la significativa bahía habanera.

plan piloto José Lluis Sert

El plan piloto de José Lluis Sert en La Habana

plan piloto José Lluis Sert

Abril 18, 2022

 

Desde su fundación en 1519, La Habana ha sido una de las ciudades más reconocidas a nivel internacional. No solo su ubicación geográfica y condición de capital de Cuba le confieren relevancia, sino también la rica confluencia de tendencias artísticas y modelos constructivos que se visualizan en el pequeño espacio. La imperiosa necesidad de aclimatar la urbe con los estilos internacionales resultó ser uno de los menesteres procurados por los arquitectos y urbanistas.

Los gobiernos de Gerardo Machado y Fulgencio Batista contrataron los servicios de dos de los más destacados y reconocidos intelectuales del siglo XX: Jean-Claude Nicolás Forestier y Josep Lluís Sert (Barcelona, 1902 – Barcelona, 1983). Lluis Sert había trabajado directamente con Le Corbusier en su atelier de la Rue de Sevres 35 de Paris, lo cual evidenció su capacidad profesional en proyectos de envergadura. Sert elaboró el Havana Master Plan, en colaboración con Paul Lester Wiener y Paul Schulz en 1956; por la parte cubana participaron reconocidos nombres como Nicolás Arroyo, Ministro de Obras Públicas del gobierno de Batista y el talentoso arquitecto Mario Romañach.

El encomendado plan director fue desarrollado a lo largo de tres años y culminado en 1958. Si bien fue muy criticado, contaba con el apoyo financiero y del gobierno para su ejecución. Uno de los proyectos que fueron planificados y no ejecutados fue una isla artificial sobre el mar, de 2,500 pies de largo por 100 de ancho, que se conectaba a tierra firme con la prolongación de las calzadas de Belascoaín y Galiano, al Palacio Presidencial ubicado entre las fortalezas de los Tres Reyes del Morro y San Carlos de la Cabaña y el monumental Palacio de las Palmas, configurado por un cuadrado de hormigón armado de 500 pies de base con 70 pies de altura.

Hubo obras de un destacado valor como el Túnel de la Bahía, concluido en 1958, que enlazaba La Habana Vieja con Habana del Este y los corredores verdes que articulaban las tramas inconexas de la ciudad como mecanismo de sutura de las discontinuidades donde la bahía ocupaba una posición central. El plan conllevó a las primeras construcciones de los repartos Bahía, Antonio Guiteras, Alamar y la unidad habitacional Camilo Cienfuegos. Por otra parte, sobresalen barrios obreros como los de Luyanó y  Vía Blanca. También se trabajó en la fabricación de la central termoeléctrica de Tallapiedra y en la refinería. La ampliación de las calles  Muralla y Habana fue ejecutada con el fin de convertirlas en importantes vías de tránsito rápido, asimismo se estructuró una zona bancaria y de comercios en edificios de gran altura.

El plan director de Sert pretendió conferirle a La Habana una visión más citadina, mediante la cual se aplicaran muchos de los presupuestos constructivos y estilos arquitectónicos que habían estado de boga en Europa. La presencia de este urbanista en los congresos del CIAM y sus años de trabajo junto a Le Corbusier demostró su intelecto y capacidad, sin embargo el proyecto que pretendió desarrollar en La Habana no se adaptaba del todo a nuestras circunstancias.

Teatro Tacón 1874

El Teatro Tacón, un espacio para el disfrute de las artes escénicas

Teatro Tacón 1874

Marzo 14, 2022

 

Tras ocupar el cargo de gobernador general de la isla de Cuba, Miguel Tacón se dio a la tarea de construir un establecimiento cultural que aglutinara la alta casta habanera. Esta institución en la zona de extramuros estuvo pensada para el disfrute de las artes escénicas y contó con la particularidad de albergar un cuantioso número de personas en su interior, ya que los espacios disponibles no eran amplios. Los dos teatros existentes hasta las primeras décadas del siglo XIX, el Principal y el Diorama, eran pequeños para alojar una considerable cifra de participantes, es por eso que frecuentemente perdían los contratos con los artistas debido a sus ínfimas capacidades.

Muchas de las compañías que hacían escala en la Llave del Golfo cancelaron sus presentaciones, sin embargo, con la inauguración del Teatro Tacón, nombre que adquirió en honor al capitán general, la sociedad habanera encontró resuelta la apremiante problemática. En abril de 1838 anunció la apertura cultural con la puesta en escena de la obra Don Juan de Austria o La vocación, a cargo de Gregorio Duclós y protagonizada por el famoso actor cubano Francisco Covarrubias. Crónicas de la época colonial referencian que la institución  se convirtió en la sede de las compañías de ópera italianas y francesas y de zarzuelas españolas.

Un elemento digno a destacar fue que a mediados del siglo XIX el inventor italiano Antonio Meuci se instaura en La Habana. Para ese entonces comenzó a realizar trabajos en dicho establecimiento, en el cual construyó y probó un aparato llamado teletrófono para comunicarse con su esposa que se encontraba en la planta superior enferma de reuma. Aunque Meuci no obtuvo en vida el mérito de haber creado este objeto, su máquina fue el primer teléfono del mundo y la misma se utilizó en el teatro Tacón.

Algunas de las personalidades famosas que desfilaron por este escenario fueron la bailarina Fanny Elssler en 1841 y  en 1851, diez años después, la soprano Jenny Lind. La italiana Adelina Patti también transitó por el tempranamente prestigioso lugar, asimismo lo hizo el pianista y compositor Luis Moreau Gottschalk, la venezolana Tereza Carreño y en 1887 Sarah Bernhardt. De esta manera el naciente centro se convirtió en un acontecimiento que traspasó las fronteras nacionales, llegando a Norteamérica y Europa. Las bonanzas económicas que reportaba el lugar demostraron los beneficios de este negocio, sobre todo en las colonias que no presentaban el mismo grado de desarrollo cultural con respecto a su metrópoli.

A finales del siglo XIX el teatro pasó a ser propiedad del Liceo de La Habana, años después lo adquirió la empresa neoyorquina Sociedad Anónima Tacon Realty Company. Al iniciarse la dominación norteamericana en la isla se le comenzó a nombrar Gran Teatro Nacional y en 1909 pasó a manos del Centro Gallego para la construcción de su palacio social. En 1915 se inaugura con el nombre de Gran Teatro Nacional, calificativo que ha trascendido hasta nuestros días. Con el triunfo revolucionario fue nacionalizado y se le llamó Teatro García Lorca.

Actualmente a este inmueble se le denomina Gran Teatro Alicia Alonso y es sede Ballet Nacional y la Ópera de Cuba. Tras una restauración capital realizada a este glamuroso edificio de estilo neobarroco, en 2016 reabrió sus puertas para el beneplácito del público. Su escenario sigue acogiendo presentaciones paradigmáticas del espacio cultural cubano e internacional. Entre luces, vestuarios, instrumentos, aplausos y vítores el antiquísimo centro cuenta con 184 años de vida, para así engalanar nuestra cultura nacional.

Puentes Grandes

Expansión de La Habana de intramuros hacia otras zonas. Puentes Grandes, sitio de sosiego.

Puentes Grandes

Febrero 28, 2022

 

En las postrimerías del siglo XVI tiene su origen en La Habana el pequeño pueblo Puentes Grandes. La presencia del río Casiguaguas, conocido actualmente como Almendares, posibilitó el fomento de la producción tabacalera, así como el establecimiento del ingenio de Hernán Manrique de Rojas, una de las primeras factorías en constituirse en las cercanías del espacio habanero. Alrededor de este sitio las personas edificaron un caserío que cuantificó el crecimiento de la ciudad de extramuros.

El nombre de los terrenos se debe a los numerosos puentes que tuvieron que construir los conquistadores españoles para atravesar el río de una margen a otra. Desde épocas tempranas, dígase 1740, varios documentos oficiales hacen referencia al lugar. Gracias a esas fuentes se conoce que dos temporales, uno en 1768 y otro en 1791, arrasaron con los puentes y las viviendas edificadas, lo cual produjo un estancamiento económico para el lugar.

No fue hasta el año 1827 que se construye un nuevo puente y comienza a cobrar vida la tranquila zona. Según datos del período, para 1836, Puentes Grandes contaba con más de 100 edificios y un total de 749 habitantes. Este crecimiento poblacional y económico estuvo asociado a la explotación de canteras, los hornos de cal y yeso y también la presencia de una de las primeras fábricas de papel en el país.

Aunque cerca del efervescente núcleo citadino, pero a la vez, distante de él, numerosas familias acomodadas de la época establecieron sus viviendas en busca de sosiego. La familia que conformaron el patriota Esteban Borrero Echeverría y su esposa Consuelo Piedra Agüero tuvo allí su residencia, un espacio que acogió a prestigiosos escritores, como Julián del Casal y los hermanos matanceros Carlos Pío y Federico Uhrbach. En ese entorno vivieron Juana y Dulce María Borrero. La primera, una de las poetisas y pintoras cubanas más talentosas fallecida a una temprana edad; la segunda, poetisa, pintora, crítica de arte, notable pedagoga y defensora de los derechos de la mujer.

A este espacio, habitado ya por personas, pero en armonía con la naturaleza, acudieron también los estudiantes de la Academia de San Alejandro, quienes iban a realizar ejercicios de pintura al aire libre a las riveras del Almendares. Una de esas artistas es María Josefa Lamarque (Guantánamo 1893 – La Habana 1975), que en 1923 exhibe el cuadro Rincón de Puentes Grandes, obra que forma parte de la colección del Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba. Asimismo, Amelia Peláez (Las Villas, Cuba, 1896 – La Habana, Cuba, 1968) recrea hermosamente en su pieza Paisaje de Puentes Grandes, de 1926, el ambiente apacible y sereno del sitio.

En las décadas de 1940 y 1950 se instalan las fábricas de hielo y cerveza La Polar, importantísimas para la industria nacional. Arquitectónicamente, el eclecticismo es el estilo predominante, aunque ya muchos de los edificios del siglo pasado se encuentran mal conservados o modificados por los habitantes.

En este sitio se halla uno de los principales exponentes del modernismo en Cuba: los Jardines de la Tropical. Este centro posee una extraordinaria relevancia dentro del ámbito musical y bailable contemporáneo, además de contribuir con el enriquecimiento cultural de los visitantes.

Calixto de Loira

Calixto de Loira

Calixto de Loira

Diciembre 6, 2021

 

Calixto de Loira y Cardoso, gallego de nacimiento, fue un arquitecto español que durante el siglo XIX radicó en La Habana. Estudió arquitectura en la Academia de Artes de San Fernando de Madrid, y después de 1859 realizó un viaje de estudio a la isla. Hacia 1867 regresa nuevamente al país y se dedica por completo a su profesión.

Loira fue auxiliar de Francisco de Albear, con quien llevó a cabo algunas obras como el acueducto Albear, bajo el cargo de Segundo Jefe.

A raíz de una convocatoria divulgada por La Gaceta Oficial para la construcción del camposanto de la ciudad, se presentaron siete trabajos de ingenieros y arquitectos entre los que se encontraba Pallida Mors (Muerte pálida), de Calixto de Loira. Este proyecto lo presentó bajo el lema: “La pálida muerte entra por igual en las cabañas de los pobres que en los palacios de los reyes”. Resultó ser el ganador de la convocatoria por presentar un diseño de una belleza artística inigualable. El proyecto fue aprobado de manera casi unánime por el jurado, presidido por Francisco Albear, y contó con el apoyo de 360 382 pesos oro para su realización.

Bajo el encargo del Obispado de La Habana, Loira inició la construcción del cementerio en 1871, momento en que comenzaba el nacimiento del Cementerio de Colón, obra que hoy es patrimonio histórico y cultural de Cuba y del mundo.

Las fincas adquiridas y expropiadas por el obispado permitieron que la planta cementerial se concibiera de manera novedosa con 56 hectáreas de extensión. La construcción tardó quince años en terminarse, hasta el 19 de noviembre de 1886. En vida, Loira pudo ver terminadas obras importantes como la Puerta de la Paz, que es el mayor arco de triunfo existente en la isla, la Capilla central y el osario general.

Loira comenzó la construcción del cementerio por la Galería Tobías, de grandes dimensiones y con cien metros de extensión subterránea, donde fueron ubicados 526 nichos perforados en sus paramentos. El techo de la galería es abovedado, presenta seis claraboyas de cristal para ventilación e iluminación; tiene dos entradas, una por el este y otra por el oeste, e igual número de pórticos y escaleras que conducen a su interior, una con 32 peldaños y la otra con 35.

A los 32 años de edad, en 1872, Loira falleció de un paro respiratorio sin ver terminada la que se convirtió en su obra cumbre: el Cementerio de Colón. Murió cuando supervisaba la construcción de la Galería Tobías, lugar sacro donde fue enterrado siendo el primero dentro de ella.

Debido al deterioro de la obra, en 1953 las autoridades sanitarias ordenaron el cierre definitivo de la Galería Tobías y los restos de Loira fueron trasladados a un osario del panteón del Colegio de Arquitectos de La Habana.

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La Zanja Real

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Octubre 25, 2021

 

La Zanja Real fue el único acueducto de la Villa de San Cristóbal de La Habana entre 1592 y 1835. En un inicio, las obras constructivas estuvieron a cargo del maestro Mayor Francisco de Caloma, cuyos trabajos se extendieron de 1566 a 1592, momento en que las obras concluyeron bajo la dirección del ingeniero Bautista Antonelli.

Muchos fueron los obstáculos a vencer para la concreción de la Zanja, la cual tenía dos leguas de extensión y tuvo un costo de 35 mil pesos aproximadamente. El trayecto del agua comenzaba en el río Almendares hasta un boquerón abierto en un muro de la plaza de la Catedral, que dio nombre al callejón del Chorro. El agua desembocaba en fuentes públicas, imprescindibles para evitar la contaminación e insalubridad. Algunas de esas fuentes las conocemos hoy: son las que se encuentran en la Plaza de San Francisco y la que se observa desde 1836 en el centro de la Plaza Vieja, que ocupa el sitio donde se erigió en 1708 la primera fuente pública de La Habana.

De los cuatro surtidores donde terminaba el agua transportada desde el Almendares, uno era el del Callejón del Chorro, considerado el más importante ya que abastecía de agua a la población civil; y los otros tres que llegaban hasta la fortaleza de la villa, el puerto y las inmediaciones de la ciudad para que abrevara el ganado.

La Zanja Real constituyó un importante elemento estructurador del entramado urbano colonial, consolidado, sobre todo, a partir de 1674 con la construcción de las Murallas. En torno a los principales caminos, que luego adquirieron la categoría de calzadas, nacieron los primeros barrios habaneros: Guadalupe, Jesús María, La Salud, San Lázaro y Colón.

Por más de dos siglos, la Zanja Real fue la principal fuente de abastecimiento de agua de La Habana, hasta que en 1835 se construyó el Acueducto de Fernando VII por el Conde de Villanueva. Aun hoy, en determinadas calles del Centro Histórico, los transeúntes pueden apreciar las huellas del que fuera nuestro primer acueducto. 

dest Malecón de La Habana

Malecón de La Habana

Malecón de La Habana

Junio 28, 2021

 

Declarado en 1991 Monumento Nacional por el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, el malecón de La Habana se ha convertido en símbolo identitario de la cultura cubana. Es el lugar de ocio más frecuentado por habitantes y turistas, y se ha transformado en el sofá más largo de la isla donde confluyen amantes, artistas, familias, amigos…

A inicios de la década de 1900, comenzó la primera etapa de su construcción bajo el nombre de Avenida del Golfo, refiriéndose al Golfo de México al que se enfrentaba la primera sección del muro. Sin embargo, los habaneros rápidamente comenzaron a llamarlo “el malecón”.

Su construcción demoró 50 años y se divide en 4 etapas constructivas que acontecieron desde 1901 hasta 1959, y cada una con sus peculiaridades propias, de acuerdo a los gobiernos de los diferentes presidentes que se sucedieron en la Isla.

Primera etapa constructiva

De 1901 a 1902 se llevó a cabo el primer tramo del malecón, en el cual se avanzaron 500 metros. A esto se sumaron replanteamientos necesarios en el proyecto inicial en el que se tuvieron en cuenta las manifestaciones climáticas que se sucedieron en el país. A nivel morfológico, ello implicó un aumento del ancho de la vía para potenciar el factor de protección, lo que supuso a la vez que fueran puestos en un plano secundario elementos de equipamiento urbano como luminarias, mobiliario urbano y vegetación. La construcción de este primer tramo estuvo a cargo de los ingenieros norteamericanos Mr. Mead y Mr. Whitney, quienes avanzaron con una orientación este-oeste, que partió desde el Castillo de San Salvador de la Punta.

Segunda etapa constructiva

La segunda etapa de construcción duró 6 años, de 1913 a 1919, y se avanzaron 1500 metros de muro, bajo el impulso del presidente cubano Mario García Menocal. La continuación del malecón en esta segunda oportunidad se delegó a la firma de contratistas Arellano y Mendoza. El desarrollo constructivo en este período fue más lento en comparación con el anterior por el aumento de transporte y relleno para llevar a cabo los metros de ampliación no contemplados originalmente. La terminación de este tramo se concluyó en las pocetas costeras de los Campos Elíseos, próximas al Torreón de San Lázaro en la Plaza Antonio Maceo.

Tercera etapa constructiva

La tercera etapa se concretó en 8 años con un aproximado de 1100 metros. Bajo el gobierno de Gerardo Machado se decidió continuar el avance del malecón y con el apoyo del secretario de Obras Públicas, Carlos Miguel de Céspedes, se dio curso a una amplia inversión en el desarrollo urbano y de edificios emblemáticos en La Habana como el Capitolio Nacional. En esta etapa, el muro se extendió hasta la calle 23, en El Vedado.

Cuarta etapa constructiva

Desde 1933 y hasta 1940 se sucedieron en Cuba 9 presidentes constitucionales. Esta inestabilidad política y económica aconteció en medio de la Gran Depresión norteamericana y mundial de 1929. No fue hasta la llegada al poder en 1933 del mandatario cubano Fulgencio Batista y Zaldívar, y en su segundo período constitucional desde 1952 hasta 1959, que se prosiguió de manera estable con la prolongación del malecón. Como parte del Plan de Obras Públicas de Batista se dio fin a la construcción de la avenida amurallada. La cuarta etapa se desarrolló durante 7 años en los cuales se avanzaron 3900 metros aproximadamente. Esta fase constituyó la de mayor rendimiento en los trabajos, influido por el avance de las tecnologías constructivas del momento. La imagen urbana del malecón se concretó en una vía rápida de seis carriles en dos sentidos que culminaron en la desembocadura río Almendares. Se estableció como punto de cierre el Túnel de Calzada o Quinta Avenida, marcando un total de 8 kilómetros de malecón.

Es notable el valor sociocultural de esta vía amurallada, el cual trasciende como hito urbano y se constituye en uno de los símbolos principales del país y de la capital.