Música alternativa

Música alternativa

Música alternativa

El mundo de la música y el baile alternativo en Cuba incluye géneros foráneos de gran arraigo, como el rock, el pop y el hip hop, surgidos en Europa y Estados Unidos.

A partir de los años 60 del pasado siglo, la radio y la televisión cubanas difundieron agrupaciones españolas que popularizaron, en castellano, temas escritos originalmente en inglés. Encontraron seguidores e imitadores en el país, aunque fue la poderosa corriente protagonizada por The Beatles y The Rolling Stones los que marcaron en panorama musical de la época. Luego, en su desarrollo, la escena alternativa cubana se nutrió de otros referentes internacionales.

El pop, el rock y el hip hop mantienen en la actualidad tendencias más apegadas a los modelos originarios. Junto a exponentes que han creado un repertorio propio, coexisten otros que cultivan un repertorio de la década de los 60′, como principal fuente de influencia.

Se asumen formatos abiertos, como bandas de rock o grupos de diferente composición, que utilizan de forma protagónica los instrumentos electrónicos.

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Música Campesina

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En las áreas rurales de Cuba se manifiestan géneros musicales y danzarios que guardan estrecha relación con sus antecedentes hispánicos. Muchos de ellos utilizan décimas o cuartetas, al estilo más tradicional. Su improvisación se llama repentismo y es uno de sus mayores atractivos. Controversias, seguidillas, rondas y diálogos poéticos, pie forzado, entre varias modalidades, son el modo en que se manifiesta la música campesina en fiestas populares, como las canturías, guateques y parrandas, así como en presentaciones formales.

Cristaliza como género en el siglo XVII, cuando españoles de origen canario y criollos unifican elementos musicales y poéticos. La música campesina es la manifestación que más evidencia los nexos entre Cuba y España. El punto cubano, género musical cultivado en Iberoamérica, ofrece a España y la Isla numerosos aportes de ambas partes.

El zapateo, la karinga, el tumbantonio, el papalote y Doña Joaquina son bailes que acompañaron al punto inicialmente y que hoy están en desuso. El punto, en tanto género, se ha mantenido estable desde su surgimiento. Su transcendencia se observa en el vínculo con otros géneros y manifestaciones musicales, como la guajira, la criolla y el son guajiro.

dest José Miró Anoria y la difusión de la ópera en Cuba (1843-1852)

José Miró Anoria y la difusión de la ópera en Cuba (1843-1852)

José Miró Anoria y la difusión de la ópera en Cuba (1843-1852)

Mireya Cabrera Galán

Agosto 8, 2020

 

Entre esta década y la de 1840, la ópera italiana se afianza como uno de los más importantes medios de distracción de la clase dominante cubana. Emisores del género fueron las sociedades filarmónicas, el holgado y suntuoso teatro Tacón, así como instituciones análogas del interior de la isla. De igual forma almacenes, entre los que destaca el del músico francés Juan Federico Edelmann Cayre que se encargaba de realizar, desde mediados de los años treinta, copias manuales de partituras e importar de Francia, Alemania y los Estados Unidos todo lo que se producía del género. Hacia la misma época en la vecina ciudad de Matanzas se ubica un establecimiento similar propiedad del también francés, Fernando Deville, personaje estrechamente vinculado al protagonista de estas páginas.

A aquella Habana multicultural y aristocrática, musical y altanera arriba a finales de 1843 el pianista, compositor y pedagogo español José Miró Anoria (Cádiz, 23.7.1815-Sevilla, 12.10.1878). Se había formado como pianista en Sevilla, con el organista de la Catedral Eugenio Gómez y en París, donde residió por más de diez años, entre 1829 y 1842.

Aficionados y músicos cubanos esperaban con ansia al músico español, quien arribó a la bahía habanera en noviembre de 1843, tras un exitoso periplo por Estados Unidos. Sus primeros conciertos los ofrece en la Sociedad Filarmónica Santa Cecilia y en el Gran Teatro Tacón. La Sección de Música de la Sociedad Filarmónica era dirigida a la sazón por el pianista, compositor, pedagogo y arreglista Manuel Saumell Robredo, quien ha trascendido como uno de los precursores del nacionalismo musical en Cuba.

En el mismo mes de diciembre, Miró interviene en el Salón La Habanera en el debut de la arpista francesa Jenni Lazzare, con quien ya había actuado en Madrid. “[En el] gran dúo sobre motivos de la Norma, el arpa y el piano se confundían […] El concierto concluyó con las brillantes variaciones de Dohler, sobre la cavatina de Ana Bolena, ejecutadas por Miró. […]. Entre los concurrentes estaban el capitán general Leopoldo O´Donell, esposa e hija, las condesas de Mirasol, Villanueva y Fernandina […]. Solo el nombre de Miró podría atraer tal concurrencia” [1].

El día de año nuevo se presentó nuevamente en el teatro Tacón, con lleno completo, mientras que se preparaba para ofrecer la última de sus actuaciones en Cuba. Esta tendría lugar en el mismo coliseo, donde tocaría en los entreactos de tres comedias, según la usanza de la época, para partir días después hacia México. El viaje a la república vecina fue pospuesto ante la tentadora invitación de que permaneciera en Cuba al frente de la Sección de Música del Liceo Artístico y Literario, próximo a inaugurase.

Es significativo que a poco tiempo de su llegada debute en el teatro Principal de Matanzas (posiblemente el 7 de enero de 1844) y que, como auguró entonces el diario local celebraría un segundo concierto el 21 del propio mes.

Decidido a establecerse en la isla, continuó celebrando conciertos, no pocos de ellos a beneficio de la Real Casa de Beneficencia de La Habana, la Sociedad Económica de Amigos del País y las escuelas gratuitas. Así se mantuvo durante casi todo el año de 1844, hasta que en octubre del mismo asistiría como protagonista a un gran suceso para la vida cultural cubana.

Surgido el 19 de octubre de 1844, el Liceo Artístico y Literario de La Habana reafirma la fortaleza del género lírico, nutriéndose esencialmente de la savia de la extinta Sociedad Filarmónica Santa Cecilia. Sucesor de Manuel Saumell en el cargo, desde la Sección de Música, Miró organiza puestas que marcarán hito en la historia de la ópera en Cuba. El Liceo inició  su trayectoria con cuatro secciones: Música, Declamación, Literatura y Lengua y Pintura. La de Música incluyó en su programa clases de solfeo, violín, piano y canto, las dos últimas impartidas por Miró. Como puede apreciarse, desde los inicios de su permanencia en La Habana se ejercitó no solo como intérprete, sino además como autor y pedagogo. Las clases de piano las ofrecía los lunes, miércoles y viernes a las cinco de la tarde y las de canto a la misma hora los martes, jueves y sábados.

Por cerca de un lustro (1844-1848) y bajo su rectoría, las funciones del Liceo son vitoreadas en la capital y en otras ciudades de Cuba. Entre las obras que presenta se cuenta el Stabat Mater del compositor Gioachino Rossini que por vez primera (15 de marzo de 1845) se escuchó de forma pública, habiéndose estrenado solo tres años antes en París. Estaba concebida para ser interpretada por cuatro solistas: bajo, tenor, soprano y mezzosoprano y ellos fueron respectivamente el célebre patriota Ramón Pintó, Ramón Gasque, Úrsula y Celia Deville.

Miró, quien ya estaba comprometido con Úrsula, viaja con sus discípulos del Liceo a Matanzas. Su propósito era dirigir varios conciertos a beneficio de su futuro suegro Fernando Deville, quien había perdido su casa y establecimiento como consecuencia del incendio de La Marina, ocurrido el 26 de junio de 1845. Posteriormente, en abril de 1848, presenta Norma en la escena del Principal yumurino. Esta puesta constituyó una primicia para la historia musical de Matanzas, al ser representada de forma total y por un elenco enteramente “nacional”.

En 1848 la pareja se retira del Liceo, según consta en los libros de miembros de la institución. Con motivo de su divulgado viaje a Europa fue organizado un concierto de despedida en el Tacón. Para este, el músico hispano compuso la contradanza El adiós, cuyos motivos fueron reproducidos en litografías que se vendieron por un peso al público. Celebrado el 3 de junio de 1849, en la función intervinieron los pianistas Manuel Saumell, Pablo Desvernine, Fernado Arizti y varios cantantes italianos de la compañía italiana del teatro, Domenico Lorini, entre otros. El espectáculo concluyó con la interpretación de El Adiós, a cargo de veinte pianistas, una orquesta y una banda militar.

Después de este memorable suceso musical y tras el aplazamiento del viaje se inicia un nuevo período en la carrera de Miró en Cuba (1849-1851). El mismo está definido por la exitosa organización de su propia compañía de ópera, que conformó con Úrsula Deville, como prima donna y con cantantes italianos de amplia trayectoria. Esta cofradía será loada en diversos puntos de la geografía insular como Puerto Príncipe (hoy Camagüey) y Santiago de Cuba, cuyos nuevos escenarios –el Principal y el teatro Reina– se concluyen en esta época. La compañía, respaldada por su éxito y profesionalismo, protagoniza la inauguración del teatro Principal, en Puerto Príncipe, el 2 de febrero de 1850.

Después de una primera visita en 1849, Miró arriba a Santiago de Cuba en 1851. Las hermosas y modernas composiciones de Giuseppe Verdi –divulgadas en La Habana desde 1846– se dieron a conocer en Santiago por su compañía, en cuyo repertorio, el afamado compositor italiano ocupaba entonces un lugar de privilegio. Fueron representadas cuarenta funciones en el Teatro de la Reina Isabel II, inaugurado el 30 de junio de 1850.

Con posterioridad, el matrimonio parte a Europa y allí se asienta durante varios lustros. Tras su restablecimiento en España, Miró actúa como profesor del Conservatorio de Música y Declamación de Madrid. Asimismo, integra la Sociedad Orfeo Español y la Asociación Benéfica de Artistas Músicos, fundada por él en 1857. Como pedagogo su obra mayor es el Método para piano, editado en 1856 y como compositor, además de las citadas escribe cinco “valses brillantes”, de los cuales han llegado a la posteridad cuatro.

Muere en su casa de la calle Valencia, no.4, en Sevilla el 12 de octubre de 1878. Concluía así la vida de quien contribuyera de manera notable al enriquecimiento del piano romántico y a la difusión del arte operístico en Cuba, asimilando a la vez ciertos elementos de la música de la isla que lo acogió entre los más caros de sus hijos.

 

Notas

* Conferencia presentada en el II Coloquio Presencias europeas en Cuba, 2018, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.

[1] “Salón de La Habanera.”, Tomado de la Aurora de Matanzas, Matanzas, 23 de diciembre de 1843, p.2.

Mireya Cabrera Galán: Licenciada en Historia por la Universidad de La Habana, especializada en historia de América. Investigadora y especialista en Arqueología Histórica de la Oficina del Conservador de la ciudad de Matanzas. Su línea de investigación abarca personalidades y creadores plásticos matanceros y la cultura e historia local. Ha publicado los libros Úrsula Deville White: pasión y canto; El Ateneo de Matanzas: Historia y trascendencia; Agustín Acosta: aproximación a su vida y obra, que obtuvo el Premio Nacional Biografía y Memorias; Luces de la ciudad. Páginas de artes visuales en Matanzas; y Dolores María Ximeno, otras miradas.

"La inauguración del Templete", 1828. óleo sobre tela 710 x 360 cm. El Templete

Jean Baptiste Vermay de Beaumé y la Academia de San Alejandro

"La inauguración del Templete", 1828. óleo sobre tela 710 x 360 cm. El Templete

Osvaldo Paneque Duquesne

Agosto 8, 2020

 

Jean Baptiste Vermay de Beaumé fue de esos europeos que dejó una huella indeleble en Cuba. Conocido por su desempeño como fundador de la primera escuela oficial de dibujo y pintura en la Isla, no ha sido, sin embargo, lo suficientemente favorecido por la historiografía. Aún hoy, pasajes de su vida, incluso aquellos ligados a nuestra historia nacional, se presentan de manera controversial para investigadores y docentes cubanos. Con el fin de llamar la atención sobre algunos de esos aspectos polémicos de su biografía, así como destacar la importancia de su cometido en nuestra Isla, nos acercamos en el presente trabajo a parte de la producción bibliográfica generada en esta tierra que hace referencia al ilustre intelectual francés.

Nació en la segunda mitad del siglo XVIII, siendo el año exacto de este acontecimiento uno de esos aspectos de su biografía en los que no se halla consenso. Entre los primeros textos consultados que reúne información valiosa sobre el artista está Necrópolis de La Habana. Historia de los cementerios de esta ciudad con multitud de noticias interesantes de Domingo Rosain, publicado en 1875. Rosain deja testimonio de que en el sepulcro del artista objeto de nuestra atención, “costeado por discípulos y amigos”, además del epitafio concebido por Agustín Sarraga y José Ma. Heredia se puede leer que el nacimiento ocurrió el 15 de octubre de 1786 (Rosain, 1875).

Sin embargo, solo tres años después, en Diccionario Biográfico de Cuba de Francisco Calcagno, aparecen las primeras contradicciones en cuanto a tal fecha histórica. En él, se cuenta que Juan Bautista [sic] Vermay de Beaume nació un 15 de octubre de 1784. El escritor valida su información haciendo alusión a la “extensa necrología” que sobre el pintor circuló en las páginas del Diario de La Habana el 22 de abril de 1833 (Calcagno, 1878).

Sin quedar claro exactamente cuándo y dónde vio la luz Jean Baptiste Vermay, su biografía prosigue con el hecho de que, con 17 años de edad, luego de pasar 6 años de estudios junto a Jacques Luis David, enseña pintura en Francia. Allí, con veinte años fue premiado por el Emperador (Calcagno, 1878) en la famosa Exposición de París de 1808 (Pérez, 1959), (Bermúdez, 1990) con un cuadro de corte histórico: María Estuardo, reina de Escocia, recibiendo la sentencia de muerte que acaba de ratificar el Parlamento (Rigol, 1983).

Tras la caída del imperio napoleónico, en 1815 sale del país, visita Alemania, Estados Unidos y las academias de Florencia y Roma en Italia (Calcagno, 1878). No falta quien refiere que fue alumno de Francisco de Goya, en tanto otros argumentan que no, basado en las influencias visibles en su obra, donde la huella de David es “ostensible” (Mañach, 1924).

Sigue esta historia sin precisar, tampoco, la fecha de su llegada a la Habana. Se plantea que arribó a fines de 1815 (Juan, 1974), procedente de la Lousina “(…) con renombre y buenas recomendaciones, entre otras de Goya, a quien Espada había pedido un buen restaurador de lienzos (…)” (Calcagno, 1878). Sin embargo, se señala asimismo que “deseando Espada continuar los frescos que Perovani hizo en la Catedral, escribió a su antiguo amigo Goya para que le enviase un profesor distinguido, cuyo viaje costeaba. En tales circunstancias emigraba de Francia acompañado de escogidos lienzos Don Juan B Vermay, que llegó a la Habana en 1816” (Rosain, 1875). Otra fecha manejada para hablar de su llegada a nuestro suelo es la de 1817, según Josefina González. En tal sentido la autora apunta: “vino recomendado por Goya, al Obispo Espada, para continuar las pinturas de la Catedral interrumpidas al partir Perovani para Méjico” (González, 1947).

Una vez en La Habana se adapta muy pronto al ambiente criollo. No tardó en hablar perfectamente el español y “llegó a escribir versos castellanos bellísimos y muy correctos (…)” (Rigol, 1983). “Relacionado con las más linajudas familias de La Habana y habiéndose captado en seguida las simpatías de la Sociedad de Amigo, no tardó el francés en hacerse de un autorizado prestigio” (Mañach, 1924).

La obra que desarrolló en la Isla abarcó un amplio abanico temático y a pesar de que actualmente no sabemos a ciencia cierta el paradero de muchas de ellas, en la historiografía, una vez más, podemos encontrar algunos de esos cuadros perdidos: “Recién llegado a La Habana imaginó y pintó dos cuadros de la historia de América que existen en un salón de la casa de Gobierno: en ellos se ven los conocimientos históricos que este artista poseía, el estudio profundo de la bella naturaleza, con la viva imaginación que le acompañaba” (Calcagno, 1878).

Trabajó, además, la pintura religiosa, por lo que “restaura los frescos de Perovani en la Catedral; pinta un San Ignacio de Loyola para la iglesia de San Nicolás, una Virgen del Pez para la del Ángel, un San Juan Bautista y una Virgen de Guadalupe para la de la Caridad” (Pérez, 1959). Piezas que muchas veces fueron víctimas de la ignorancia de los encargados de los templos para los que se concibieron. Interesante resulta el testimonio de Rodríguez Morey, otrora director del Museo Nacional, cuando en su Diccionario, conocido por muchos aunque inédito hasta 2013, comenta el rumbo de uno de esos cuadros en los que el artista recreó la imaginería católica: “Vermay pintó un gran cuadro, tamaño natural, representando El Descendimiento de Cristo que lo regaló a la Iglesia de la Salud, pero al entregarlo al párroco, éste le exigió el marco y el pintor ante tamaña mezquindad lo retiró y lo envió a Tournai, su pueblo natal” (Rodríguez, 2013). De igual modo, más adelante nos pone al corriente de otro suceso relacionado con las pinturas del francés en ese mismo recinto:

Vermay pintó un fresco en la Iglesia de la Salud (hoy de la Caridad), pinturas que en el año 1880 se conservaban restos de ella, pues el párroco de esa iglesia, poco inteligente en pintura mandó dar una lechada para cubrir algunos desperfectos del tiempo. Con posterioridad, corrieron también igual suerte, varias pinturas de Vermay, que se encontraban en la Capitanía General y que representaban el Desembarco de Colón y varios episodios de la Conquista. (Rodríguez, 2013)

Cultivó también el retrato, “su numerosa clientela particular y clerical le encarga retratos (…), ejecuta algunos de Capitanes Generales: Apodaca, Cienfuegos y Cajigal de la Vega” (Pérez, 1959), de los que no se tienen mayores noticias.

Sin embargo, por la pintura de historia obtuvo los más notables elogios, en especial, por aquella que, aun se puede apreciar en el Templete. “Cuando el Gobernador Vives quiso perpetuar la memoria de la primera misa celebrada en Cuba, hizo Vermay sus tres notorias decoraciones, de un valor histórico incalculable” (Mañach, 1924). Tres cuadros forman parte del conjunto conmemorativo, La primera misa y El primer cabildo de 1826 y La inauguración de El Templete de 1828.

De grandes dimensiones representa la misa cantada por el señor obispo Espada, en conmemoración de la primera que dijo, bajo la sieba [sic] que en aquel mismo lugar se hallaba, el Padre las Casas. En ese cuadro, rico monumento histórico, hay cien retratos al natural de las personas más ilustres de la época. El obispo Espada, el Capitán General Vives, los condes de Fernandina, Cañongo, OʼReilly, Jaruco y Prado Ameno; los señores Arango y Parreño, OʼFarrill, OʼGaban, Montalvo, La Torre y Cárdenas, el Ayuntamiento en corporación y el mismo Vermay con el lápiz en la mano haciendo el croquis de la procesión, dando la espalda al espectador y á D. Ramón de la Sagra que no fue nunca su buen amigo, sin que por eso deje de estar hablando como vulgarmente se dice. A la izquierda hay un grupo de señoras entre las que se distinguen las de OʼFarrill, Montalvo, Cárdenas y Mme. Vermay. (Ramírez, 1891)

Es así que en 1826 Fernando VII lo había nombrado pintor de la Real Cámara y en 1828 la Sociedad Patriótica de La Habana le otorga el diploma de Socio de Mérito.

En esta Habana abre una escuela de pintura en el convento San Agustín, de la que unos meses después, se convierte en su director. En tal sentido Jorge Rigol precisa que la Academia comenzaría a funcionar “oficialmente”, el 11 de enero (Rigol, 1983) de 1818. Sin embargo, el propio autor apunta que en el Diario del Gobierno del 11 de enero (domingo) se podía leer que “mañana lunes 12 del corriente a las cuatro y media de la tarde se verificará con la posible solemnidad en un salón del convento San Agustín, la apertura de la escuela gratuita de dibujo y pintura, establecida por la Real Sociedad Patriótica y el Real Consulado de esta ciudad” (Rigol, 1983). En tanto,  Jorge Bermúdez marca el 13 de enero como fecha posible del acto inaugural de aquella necesaria escuela (Bermúdez, 1990).

No obstante, e independientemente de las contradicciones cronológicas, es incuestionable que Vermay abrió el camino a la profesionalización de las artes plásticas en nuestro suelo. En uno de los textos básicos entorno a la Academia cubana de Bellas Artes, Apuntes para un estudio de la Academia de San Alejandro de Luz Merino Acosta, su autora marca las diferentes fases por las que a lo largo del período colonial pasó dicha institución. A saber: “en 1817 Academia de Dibujo y Pintura, en 1832 Academia “San Alejandro”, en 1833 Sección de la Academia de Nobles Artes de San Fernando, en 1852 Academia de Nobles Artes de San Alejandro y en 1866 Escuela Profesional de Pintura y Escultura de La Habana” (Merino, 1976).

En resumidas cuentas, la ideología del pintor galo refleja la astucia de quien supo, como ningún otro, recabar el apoyo para la concreción de una empresa, síntesis de la fusión entre sus anhelos y los intereses de hacendados criollos y peninsulares. Así lo explica Jorge Bermúdez:

Vistos con agrado su esfuerzo docente, formación y persona, la otrora idea de Perovani de una Academia de Dibujo y Pintura prendió de nuevo en los criollos ilustrados de La Habana, e interesó, también a las principales autoridades coloniales de la Isla, como el Obispo Espada y el intendente Alejandro Ramírez. Sin duda, una Academia a ejemplo de la madrileña de San Fernando o la de México, podría contribuir a un control oficial de las actividades artísticas, tal y como la exigía el auge creciente de las manifestaciones pictóricas populares en medio de un ambiente independentista que empezaba a manifestarse como remate lógico de las luchas de las colonias sublevadas del continente. (Bermúdez, 1990)

El 30 de marzo de 1833, falleció Vermay, víctima de una epidemia de cólera que azotó ese año a La Habana (Ramírez, 1891).

Para concluir, dejemos que sean los autores consultados los que nos den la valoración final de este insigne artista francés:

Murió pobre, tras una vida de incesante actividad. Vermay en nuestra historia artística ocupa por derecho propio lugar prominente pues cimentó la enseñanza de las Bellas Artes desde la Dirección de la Escuela de Dibujo y Pintura San Alejandro, depurando el gusto y evolucionando el sistema de estudio de ese bello arte a la sazón casi rudimentario en el país a él se le debe el procedimiento de la pintura en Cuba. (Rodríguez, 2013)

“Su obra más meritoria, su más fecundo esfuerzo, fue la fundación de la Academia de Bellas Artes” (Mañach, 1924) (…) “y en ella por 18 años sirvió con su arte al país, desarrollando el gusto en sus discípulos” (Calcagno, 1878). “Fue Vermay, sobre todo, responsable de una institución perdurable, de tesón artístico y didáctico, como San Alejandro” (Juan, 1974). “Lo que nos legó no fue a través de su obra personal, sino de la escuela que fundara: un modo de ver pictórico, un código formal, todo un concepto del arte y el cuadro.” (Rigol, 1983)

 

Notas

* Conferencia presentada en el II Coloquio Presencias europeas en Cuba, 2018, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.

Osvaldo Paneque Duquesne: Master y Licendiado en Historia del Arte en la Universidad de La Habana. Desde el 2011 es Profesor Asistente del Departamento de Historia del Arte en la Facultad de Artes y Letras de esa universidad; entre 2014 y 2017 se desempeñó como vicedecano de la propia facultad. Realiza en la actualidad estudios de formación Doctoral en la Universidad de La Habana. Ha impartido conferencias en Cuba y en el extranjero.

Huella polaca en La Habana

Huella polaca en La Habana

Huella polaca en La Habana

Agosto 4, 2020

 

Se dice que Cuba es un crisol de culturas cuajadas en un plural ajiaco, pero estamos seguros que se asombrarán de la profunda huella que Polonia ha dejado en LaHabana y en nuestra cultura.

Entre las guerras mundiales, Cuba fue una tierra de arribo para los migrantes de Europa del Este. Varios cientos de familias procedentes de Polonia, entre los que se encontraban un número considerable de judíos, decidieron quedarse en Cuba, mientras otros se asentaron temporalmente y luego continuaron su viaje a otros países de América. 

Se asentaron en La Habana Vieja, en los tejidos urbanos que conforman las calles Muralla, Bernaza, Sol, Luz, Egido, Compostela y Villegas. Con posterioridad, los judíos, a la par que crecieron sus posibilidades socioeconómicas y de integración a la sociedad habanera, se desplazaron a Santos Suárez, el Vedado y Miramar.

Como sucedió con los españoles, a quienes se les llamó de manera simplificada «gallegos», a los judíos asquenazíes se les denominó «polacos», aunque no provinieran de Polonia, sino de Rusia, Lituania, Alemania, Hungría, Rumanía y Bielorrusia.

Los migrantes polacos pertenecían a las capas sociales más humildes y un alto % de ellos se desempeñaron como artesanos y obreros. A su vez, los habitantes de La Habana Vieja aún recuerdan a los judíos por la venta ambulante de corbatas, botones, tejidos y eskimo pie, así como por los comercios de artículos manufacturados que más tarde establecieron. Con posterioridad, abrieron tiendas especializadas y almacenes de ventas al mayor, y un poco después al negocio de importación-exportación, la producción industrial y al ejercicio profesional en varias ramas.

Las ideas cambian la experiencia humana y la manera de percibir el mundo. Ellas viajan tanto, o más rápido que las personas mismas, y generan interrelaciones e influencias. En el caso de Cuba y Polonia, vale mencionar la amistad entre los escritores Virgilio Piñera y Witold Gombrowicz que, si bien no estuvo exenta de las discordias que sus respectivos caracteres hicieron inevitables, derivó en la traducción al castellano de Ferdydurke, la primera novela de Gombrowicz. Señalamos también la impronta de Nueva escuela polaca de composición, con Witold Lutosławski a la cabeza, en el desarrollo de la vanguardia musical cubana, entre cuyos representantes se encuentran Leo Brouwer, Juan Blanco, Manuel Duchesne Cuzán, Carlos Fariñas, Roberto Valera, José Loyola y Sergio Fernández Barroso, o la revolución en el teatro que impulsó Vicente Revuelta y el Grupo Los 12 tras conocer el método propuesto por Jerzy Grotowsk y de su Teatro Laboratorio de las 13 Filas.

En la actualidad alrededor de 200 ciudadanos polacos y personas de origen polaco viven en Cuba. Entre los miembros de la comunidad se encuentra, por ejemplo, la familia López-Nussa, descendientes de Jerzy Lekszycki, nacido en Kazanov, Polonia, en 1891 y quien se casó con la francesa Simone Besson. De esa unión nació la madre de los López-Nussa, Wanda Krysia Lekszycka.

La artista española Judith Ferreras presentó el 24 de julio de 2019 en la Sala Adolfo Llauradó de la Casona de Línea y luego en Ośrodek Teatralny Kana, en Polonia, la obra de teatro Ayes del alma. Nuestro material audiovisual, con el título De Polonia a La Habana: nuevas raíces debajo de la piel, y su obra de teatro fueron complemento el uno del otro, dos miradas que se enriquecieron desde manifestaciones diferentes.

dest Polonia

Polonia

Polonia

Agosto 4, 2020

 

Polonia es un país de Europa central que comparte fronteras con Rusia, Lituania, Ucrania, Bielorrusia, Eslovaquia, República Checa y Alemania. Varsovia, su ciudad capital, desprende un poderoso sentimiento de reinvención, que es reflejo del imperativo del pueblo polaco de no olvidar la memoria cultural del país. Durante la Segunda Guerra Mundial, la ciudad fue destruida en un 80%. Por medio de los esfuerzos de toda la nación, y del apoyo de las comunidades polacas en el extranjero, los preciosos castillos, monumentos, catedrales y edificios gubernamentales que conforman su Ciudad Antigua – que es el corazón y alma de Varsovia- fueron meticulosamente restaurados. Por su excepcionalidad, la Ciudad Vieja fue incluida en la lista del Patrimonio Mundial en 1980.

  • ¿Sabías que Polonia dejó de existir como país durante 123 años?

La Mancomunidad de Polonia-Lituania o República de las Dos Naciones, como también se le conocía, fue una monarquía aristocrática federal formada en 1569 por el Reino de Polonia y el Gran Ducado de Lituania. Hacia finales del siglo XVIII, la mancomunidad afrontaba problemas internos que condujeron a su inestabilidad política. Este territorio, que se encontraba en los límites geográficos de tres grandes potencias europeas: el Archiducado de Austria, el Reino de Prusia y el Imperio ruso, fue particionado en 1772, 1793 y en 1795, con lo que desaparecía del mapa europeo hasta 1807, cuando se estableció brevemente el Gran Ducado de Varsovia. En 1815 fue desmembrada en una cuarta ocasión. Finalizada la Primera Guerra Mundial, en 1918, se constituyó un estado polaco independiente con la creación de la Segunda República Polaca.

  • ¿Te gustan las leyendas? Pues te comentamos dos.

Una de las pocas esculturas que no destruyó la guerra fue la Sirenita de Varsovia, símbolo protector de la ciudad que desde principios del siglo XX figura en el escudo de armas de la ciudad. Existen varias leyendas sobre la Sirenita relacionadas con el nombre de la ciudad, que en polaco es «Warsawa». La más popular cuenta que 2 sirenas hermanas vivían en las aguas del Mar Báltico. De naturaleza curiosa, se aventuraron al reino del hombre. Una nadó hasta Dinamarca, y allí la podemos observar sentada en una roca a la entra de Copenhague. La otra, llamada Sawa, nadó por el río Vístula hasta llegar a las tierras donde se asienta Varsovia. Los pescadores, al principio descontentos con su presencia, aprendieron a convivir con ella. Un día, un ambicioso mercader la capturó para luego venderla. Un osado pescador llamado Wars, junto a otros compañeros, la recataron y la devolvieron al Vístula. La sirenita prometió defender la ciudad y a sus pobladores siempre que fuera necesario.

Dice otra leyenda que sobre la colina Wawel, en Cracovia, vivió un terrible dragón llamado Smok que atemorizaba a los aldeanos. Un día el príncipe Krakus prometió la mano de su hija en matrimonio a aquel que fuese capaz de matar al dragón. Muchos lo intentaron y fracasaron, hasta que un joven zapatero trazó un plan. Durante la noche mató a una oveja, la llenó de azufre y alquitrán, la cosió y la colocó a la entrada de la cueva del dragón. Este, hambriento, la ingirió y sintió su estómago a arder, por lo que fue hasta el Vístula a tomar agua y tomó tanta que explotó. El reino se salvó y el perspicaz zapatero se casó con la princesa.

¿A qué otro dragón del universo literario y fílmico te recuerda el nombre del poderoso y terrible Smok?

  • Voces de mujeres

Mucho ha pasado desde que se escribieron esas fábulas…La realidad es que las mujeres son capaces de defenderse y de elegir cómo conducir su vida. Dos mujeres polacas son ejemplo de ello. Nos referimos a una de las científicas más importantes de todos los tiempos, la primera persona en ganador dos veces del Premio Nobel en dos disciplinas diferentes -Física y Química, en 1903 y 1911, respectivamente- y la primera mujer en ocupar el puesto de profesora en la Universidad de París. Ella fue Marie Curie.  

Irene Sendler, quien trabajó en el Gueto de Varsovia, salvó la vida de más de 2500 niños judíos y guardó con celo un exhaustivo registro de sus identidades. Fue detenida por la Gestapo y sometida a torturas. Condenada a muerte, pudo escapar de prisión y en la clandestinidad continuó con su labor bajo un nombre falso. Por su coraje y humanidad, mereció el título de Justa entre las Naciones, otorgado por la organización Yad Vashem, de Israel. 

dest Cañones gigantes en el Hotel Nacional

Cañones gigantes en el Hotel Nacional

Cañones gigantes en el Hotel Nacional

 En los jardines del Hotel Nacional de Cuba, en lo que fue la Batería de Santa Clara, una de las defensas principales del litoral habanero, se encuentran dos cañones de grandes dimensiones: uno alemán, el Krupp, de 28 cm de calibre y otro español, el Ordoñez, de 30,5 cm de calibre.

En 1810 el técnico alemán Frederick Krupp estableció la fundición de igual nombre en Essen, Prusia y hacia 1847 comenzó a fabricar armamento. La Essen Krupp creció rápidamente no solo con la fabricación de armamento, sino también con la de partes y piezas para ferrocarriles y para la construcción naval. La principal característica de los cañones Krupp era su material de fabricación: el acero de tal calidad, que la Real Fábrica de Woolwich, en Inglaterra, lo compraba para fabricar cañones.

El cañón de montaña de tiro rápido Krupp, Modelo de 1895, empleado por los españoles en Cuba, era la última palabra en artillería de campaña ligera de su época. De acero, ánima estriada y calibre 75 mm, tenía una longitud de 825 mm, pesaba 388 kg, alcanzaba 3 850 m, poseía una cadencia de tiro de 6 a 10 disparos por minuto y empleaba proyectiles de 6.95 kg de peso. Un cañón de este tipo fue capturado por las fuerzas del Mayor General del Ejército Libertador Calixto García en la toma de Las Tunas el 28 de agosto de 1897 y se muestra en la Sala de Armamento Español del Museo de la Ciudad.

Por su parte, los cañones Ordóñez surgieron a finales del siglo XIX, en una época estremecida por la prosperidad de piezas artilleras caracterizadas por su gigantismo. El jefe de la artillería española, el teniente coronel Salvador Díaz Ordóñez diseñó un cañón de bajo costo, pero eficaz, pues España no tenía recursos económicos para competir con alemanes e ingleses, quienes iban a la cabeza de estas producciones. Eran de hierro colado, reforzado con zunchos y tubos de acero, aptos para la defensa de las costas. Se hicieron de 15, 21, 24 y 30,5 cm de calibre y estuvieron inspirados en la artillería marina francesa de 1870.

El cañón cañón Ordóñez emplazado el Hotel Nacional es la pieza de artillería colonial más grande de Cuba. Mide 10,70 m y pesa 48 300 kg. Podía alcanzar hasta 10 000 m de distancia con sus proyectiles.

En el frente marítimo de La Habana, el cual se comenzó a construir en 1896 para actualizar la defensa del litoral y del que solo pudo terminarse el 10%, se emplazaron otras piezas Ordóñez. Los que están situados en el Castillo de San Salvador de La Punta son cañones de 15 cm. Igualmente, la Batería Número 1 tuvo emplazados cañones del mismo calibre y obuses Ordóñez de 21 cm defendieron la Batería Número 2 o del Barco Perdido, ambas al Este de La Habana.

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Adiós al amigo Leal

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Julio 31, 2020

Fotos: Thays Roque Arce

 

La habitual quietud de la Plaza de Armas se interrumpió esta tarde con un coro de aplausos. El sonido aclamaba a quien pasaba por allí, la emoción estremecía cada rostro, las lágrimas inundaban los ojos de aquellas personas. Por más de 20 minutos, entre la calidez del recuerdo y la belleza de la obra, nos acompañó nuestro Eusebio.

Con la espontaneidad que caracteriza a los jóvenes, la calle de Madera, justo al frente del Museo de la Ciudad, se llenó de colaboradores y admiradores de la obra del Doctor Eusebio Leal Spengler, quienes no querían regresar a casa sin homenajear al hombre, al amigo. Era el lugar exacto donde hace más de cinco décadas inició su labor bajo la tutela de Emilio Roig de Leuchsering, primer Historiador de La Habana.

La tarde reunió a aquellos que aprendieron de él por tantos años, tal es el caso de Michael Gonzalez, Director de Patrimonio de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH), quien profundamente conmovido confesó que “uno no entiende las cosas que pasan. A uno le parece que mañana se va a despertar y va a estar Leal con nosotros otra vez. Es el dolor de que no pasó. La gente recordará sus anécdotas, su experiencia con él, la gente sonreirá y pensará lo que hizo, lo que se quedó y lo que seguirá haciendo.

“La vida sigue, pero sigue con tristeza. Sé que el homenaje es el esfuerzo diario, sé que seguiremos trabajando y sé que lo recordaremos todo el tiempo. Pero murió algo bello y cada uno tendrá que buscar la manera de enfrentarlo, pero por él lo haremos”.

Por su parte, Katia Cárdenas, Directora de Gestión Cultural, manifestó que el aplauso fue el mejor homenaje a quien dedicara toda su vida a fomentar el proyecto cultural que es hoy el Centro Histórico. “Esa convocatoria de corazón de su familia, porque nosotros somos su familia, la gente que se ha desarrollado a su alrededor, protegida y guiada por la luz de ese hombre tan grande. Sabemos que pertenece al mundo, pero sobre todas las cosas es nuestro Leal, nuestro Historiador”.

“Hoy podemos recordar todas sus hazañas por el rescate de la ciudad, por el rescate del espíritu de la gente, por salvar la memoria, pero creo que nos queda el gran hombre que fue Eusebio y que lo distingue de cualquier otra personalidad. Supo hacer tantas cosas por nuestra ciudad, por nuestro país, por el mundo, supo hacerlo por cada uno de nosotros, por cada una de las personitas que estaban a su alrededor y eso realmente lo saca de la dimensión natural que puede tener cualquier hombre. Es un gran dolor”, concluyó.

El momento sirvió además para que uno de sus fieles discípulos, el periodista Mario Cremata, ofreciera unas palabras de despedida. Con la voz entrecortada expresó que “he vuelto a sentir el sabor amargo de la orfandad, de la tristeza sin fin, de esa sensación difícil de expresar con palabras pero que se aproxima bastante al momento sublime y trágico en que la nave pierde su capitán”.

“Hoy se me ocurre que estos adoquines en silencio y esas sábanas blancas colgadas en los balcones de tu Habana constituyen la más hermosa metáfora del dolor que embarga a este pueblo, incluso más contundente el repique de campanas que tanto te gustaba”.

La iniciativa también juntó a las nuevas generaciones de trabajadores de la OHCH como la joven historiadora Yainet Rodríguez, especialista del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa. “Mi experiencia en el trabajo con la Oficina ha sido sumamente enriquecedora y pienso que también gran parte de esa experiencia ha sido gracias a su perseverancia y al respeto que le ha puesto a la cultura y al patrimonio, y a que Eusebio siempre nos enseñó que lo más importante es explicar el origen de todo para saber de dónde venimos y hacia dónde vamos. Siempre nos insistió en que lo más importante era trabajar cada día y que la persistencia no es nada más que cuando estés cansado dar más”.

Sentidas también fueron las palabras de Daniel Castellanos, especialista de Movilidad Urbana de la Dirección de Plan Maestro de la Oficina del Historiador, pues para él Leal no solamente fue un soñador sino un hacedor de sueños y permitió que muchos como él tuvieran la oportunidad de soñar y fundar a la vez en la Oficina del Historiador. “Primero soñé la universidad y tuve amparo acá en el Colegio Universitario, su universidad. Luego tal y como él enseñó a sus discípulos fui acogido por el Plan Maestro y desde entonces la vida simplemente ha sido la oportunidad de poder soñar junto a él y que él también fuera un poco el escudero de nuestros sueños”.

Con el dolor de algunos, el llanto de otros y el adiós de todos, hoy la Habana pierde a su más leal amor.

 

* Tomado de Habana Radio: http://www.habanaradio.cu/culturales/adios-al-amigo-leal/.

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Eusebio Leal Splengler: uno de los cubanos más reales y útiles de nuestros tiempos

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Eduardo Torres Cuevas

Julio 31, 2020

 

Puedo asegurar que en pocas ocasiones me he sentido tan triste como hoy. A pesar de ello, es un privilegio siempre hablar sobre Eusebio. Es difícil, porque es tal la envergadura, la variedad, la riqueza, la originalidad, la osadía, el rigor y la grandeza de Eusebio, que no puedo menos que confesar que estas palabras no son más que una aproximación muy limitada de quién ES uno de los más grandes cubanos de todos los tiempos. En pocas personas como en Eusebio Leal Spengler he hallado el modo armónico en que se articulan tan diversos componentes del conocer, sentir, amar y pensar a Cuba.

Pudiera decirles que su obra es grandiosa, sin embargo, no creo que sería original si dijera ha recibido la investidura de Doctor Honoris Causa y Profesor de Mérito de 20 universidades nacionales y extranjeras; y ha pronunciado conferencias magistrales y académicas en más de 74 universidades en no menos de 45 países, colocando la imagen científica y cultural de Cuba en lo más egregio de los espacios académicos de diversas partes del mundo. A su vez, ha recibido altas condecoraciones de por lo menos 29 naciones. Sin embargo, estos títulos y condecoraciones no expresan las esencias del hombre que nació en un solar de La Habana, que se ganó la vida como mensajero de una farmacia y que llegó a tener una cultura poco común antes de titularse de una universidad. Su esencia era la de un hombre de pueblo que vestía humildemente la ropa de un trabajador, que andaba La Habana hablando con cada una de las personas humildes que se le acercaban y que soñaba en reconstruir para darle al presente las dimensiones extraordinarias de nuestra historia. Simplemente, ES un gran hombre de pueblo.

Ha recibido los títulos más importantes, los que no llegan en pergaminos, que no los otorgan los académicos, sino los que él más ama y reconoce, que son los que le confiere una multitud de pueblo impresionado y agradecido, no ya por la palabra sino por la reducción de la pesantez de la piedra y el ladrillo o de la construcción pétrea y vivificadora de la obra. Está llena más que las pupilas, las mentes amplias y agudas y los corazones sensibles y nobles ante la exorbitante riqueza del rescate urbanístico y humano de la huella de los hombres que construyeron la imagen que de La Habana o de otras ciudades y localidades cubanas disfrutamos hoy. El quehacer de Eusebio, ante todo pensado, después organizado, con posterioridad espiritual y culturalmente materializado, que todos podemos observar al peregrinar por Cuba y por su capital, está inscrito ya como patrimonio de la humanidad. Ha sido una voluntad férrea, una inteligencia dedicada y certera, y un conocimiento profundo lo que le ha permitido a este hombre domesticar el pasado y convertirlo en joya del presente.

Su dirección, al frente de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, recoge la restauración y terminación de 80 obras de patrimonio cultural, 14 hoteles, que rememoran espacios y momentos de la cultura cubana en tiempos diferentes reunidos en un todo por el presente que contempla, un centenar de instalaciones turísticas y 171 obras sociales, a lo que se añaden 3092 viviendas beneficiadas. Todo ello en un periodo de 10 años, y no incluyo aquí lo que ha hecho en el último lustro. Al referirse a su obra siempre destaca, con humildad y agradecimiento, lo que significaron para sus logros los diálogos y el apoyo de Fidel.

Es Eusebio Leal uno de los más fructíferos escritores de nuestro tiempo. Sorprende la cifra de sus obras. Estamos hablando de 3 531 registros que abarcan hasta el 2010. Hago esta acotación porque faltan aún 10 años de producción intelectual en el conjunto que señalamos. Es muy variado el conjunto: artículos, folletos, discursos impresos y libros. Todos responden a un conocimiento adquirido en esas incesantes búsquedas que parecen no haber dejado tiempo al descanso o, quizás con más propiedad, al disfrute del tiempo en crecer por dentro para ayudar a otros a encontrar caminos para identificarse a sí mismos e identificarse con su propia cultura.

Si se observa con detenimiento, no hay palabra flácida, ni perdida, ni colocada inadecuadamente en su oratoria y en su escritura. Al que se asoma a su obra plasmada en palabras, no le quedará más remedio que reconocer que, paso a paso, descubre y se identifica con las propuestas de Eusebio, del doctor Leal, porque en ellas están contenidos descubrimientos hallados en innumerables documentos materiales y espirituales. Se observa la incansable indagación y el rescate permanente que sostiene la obra creadora de Eusebio. Algunos títulos, hablo ya de libros, constituyen un imprescindible legado de una época, ya aparentemente lejana, pero que expresan un mundo de ayer que explica, en cierta forma, el mundo de hoy. Estas son espléndidas rememoraciones que constituyen ya parte de nuestra historia. Libros como Fiñes, Fundada esperanza, Para no olvidar, Legado y memoria y El Diario perdido de Carlos Manuel de Céspedes, constituyen aportes innegables, rigurosamente recogidos y pensados, no para una historia muerta, sino para el pensamiento vivo de la creatividad presente y futura de nuestro país.

Existe un género literario que por su complejidad suele ser de difícil dominio, la oratoria. No creo exagerar si afirmo que el discurso oral de Eusebio constituye ya uno de los legados más importantes que será objeto de estudios en los próximos años. La oratoria, como género, constituye uno de los más difíciles porque aúna el conocimiento de un tema, la elegancia del discurso, la belleza del lenguaje, la lógica armoniosa del contenido, lo poético que deleita y la dialéctica que enseña. Como pocos en nuestra historia más reciente, Eusebio Leal ha desarrollado la oratoria de modo extraordinario y muy personal. Ha aportado a la Academia y a la tribuna el arte de decir.

Viene a mi memoria el momento en que lo conocí con carretilla en mano y su exclusivo modo de vestir con ropa de trabajo gris. Aquellas búsquedas arqueológicas e históricas, llevaban a muchos, burlonamente, a pensar que aquellos sueños de reconstrucción eran como los de Calderón de la Barca. Hoy puede parecer que todo fue fácil y en mi opinión fue muy difícil perforar una realidad bruta con la punta fina de la voluntad, del ingenio y del conocimiento. Al escucharlo percibe el interlocutor que más allá de lo que la Academia enseña, está la búsqueda incesante de un autodidacta que disfruta traspasar los límites de las disciplinas. Quizás, como él mismo se ha llamado, ha sido un hijo de su tiempo, de este tiempo de temeridades que el futuro juzgará con la fría lógica que otorga la distancia; pero ello es un privilegio no de los dioses sino de los hombres. También recuerdo ahora cuando al entrar en un aula universitaria, hace ya no sé cuántos años, me lo encontré sentado como estudiante de la carrera de Historia. Le era necesario el título que tanto se exige, pero sus conocimientos sobre pasaban ya a los de un licenciado. Aquí buscó los métodos, las sistematizaciones, las teorías que la academia discute y promueve. El joven profesor disfrutaba y aprendía del grato diálogo con el sabio historiador sin título.

Habanero, supo amar su ciudad y trabajar en el rescate y prevalencia de sus valores materiales y espirituales. Pero al observar en conjunto su obra en esta urbe puede también entenderse la amplitud de su visión. Museos, bibliotecas, escuela, hogares, colegio, le dieron al proyecto una calidez que hizo revivir la ciudad que solo tenía sentido como el hábitat de nuestro espacio humano. Recordando una frase de José de la Luz y Caballero, pronunciada en 1832, al referirse al Obispo Espada, me gustaría decir que Eusebio “me hace gustar el noble orgullo que es habanero el corazón que en mí late”. Y esa “habanidad de habanidades” no es otra cosa que el hecho de que Cuba late también con el corazón habanero y el mundo entero contribuyó a la riqueza de sus calles.

Él es fiel a sus apellidos, Leal a sus ideas y a sus principios, Spengler, que el que escribe traduce a capricho como espléndido en su entrega a Cuba, a su Revolución y al legado patriótico de todos los constructores, de esta, como el título de uno de sus libros: su siempre “PATRIA AMADA”.

Al recorrer las calles de nuestra Habana, así como la de otras muchas ciudades cubanas, seguiré sintiendo la presencia de Eusebio y escuchando su voz firme y encantadora. No te vas, te quedas, en el alma de los que amamos, creamos y creemos en aquellos valores éticos que tú también ayudaste a sembrar.

 

* Tomado de Habana Radio: http://www.habanaradio.cu/culturales/eusebio-leal-splengler-uno-de-los-cubanos-mas-reales-y-utiles-de-nuestros-tiempos/.

Eusebio Leal y Randy Alonso en la Mesa Redonda, octubre de 2019. Foto, Teresa Castillo. Mesa Redonda

Eusebio Leal: “La Habana es hoy un símbolo completo y absoluto de la nación cubana”

Eusebio Leal y Randy Alonso en la Mesa Redonda, octubre de 2019. Foto, Teresa Castillo. Mesa Redonda

Julio 31, 2020

 

Entrevista realizada al Dr. Eusebio Leal Spengler para la Mesa Redonda transmitida el 18 de octubre de 2019.

Randy: El pasado 10 de octubre en la noche, se iluminó la linterna de la cúpula del Capitolio Nacional. Era una especie de coronación, en un día de simbolismo patrio, al extraordinario esfuerzo que ha significado rescatar para la nación una obra patrimonial en toda su magnificencia para los habaneros y para los cubanos. Un regalo extraordinario a la ciudad de La Habana en su Aniversario 500.

El artífice de esa obra y de muchas otras que embellecen y hacen grande a esta Ciudad, está de nuevo hoy con nosotros en la Mesa Redonda; es un regalo para nuestro programa en su Aniversario 20 y lo hacemos a apenas un mes de que La Habana esté cumpliendo su Aniversario 500. Gracias Eusebio por estar de nuevo con nosotros y aprovecho para trasmitirle la felicidad de nuestro colectivo, y sé que de todos los cubanos, por su reciente exaltación como miembro honorario de la Academia de las Artes y las Ciencias de los Estados Unidos. Creo que es un premio a su trayectoria y un reconocimiento a Cuba en su persona.

 

Eusebio: Bueno Randy primero ahí, un reconocimiento a Cuba. Yo creo que lo más importante a esta altura, y a media altura, y al comienzo del viaje de la vida de cualquier cubano, lo importante debe ser ese sentimiento que el padre Varela expresó de una manera tan bella cuando dijo: “que la patria no le debe nada a nadie, sino que nosotros lo debemos todo a ella”; esto es lo primero.

Lo segundo: esa obra es la expresión política del Estado de preservar su patrimonio cultural contra toda alternativa. Eso está en la memoria de aquellas palabras memorables de Fidel en la UNEAC cuando habla del papel de la cultura; está mucho antes, cuando él se refiere a lo que ha de ser Cuba en el futuro, un país de hombres de ciencia y de cultura. Porque sin la cultura, no como su forma vulgar “el culturosismo” –que es aparentar que se conoce algo pero en realidad no–, sino la cultura como parte de un acervo familiar común que tiene que ver con lo educativo, que tiene que ver no ya con lo formal sino con lo informal, con el comportamiento cotidiano del ciudadano ante la ciudad, valga la redundancia, la civita, la ciudad.

Se debe mucho también a todo lo que aprendí en esos años de los predecesores, de los maestros.

Como he repetido, sin colaboradores y sin amigos capaces del mayor sacrificio, no habría sido posible ni esta ni otra obra. Recuerdo que yo subí al techo del Capitolio y casi todo el mundo ignora excepto algunas personas, que le tengo pánico a las alturas y yo me sobreponía fingiendo todo el tiempo, para que los trabajadores, el que guiaba el ascensor -que frenaba y seguía de una forma muy rápida- no se diera cuenta que yo eludía mirar a un lado y al otro a donde estaba el vacío Iban pasando delante de mí las ventanas del primero, del segundo, hasta finalmente llegar a la azotea y vencer el miedo, el horror al vacío y cruzar al techo, para ver la obra en el techo.

Recordaba mucho a Máximo Gómez cuando en Camagüey en medio de un combate inminente, un temblor le sacude todo el cuerpo y entonces los ayudantes se dan cuenta y él dice en aquella voz tan particular y en búsqueda: tiembla cuerpo que si supiera donde te voy a meter ahora temblarías más.

Y yo pienso que el gran temblor fue casi 50 años de obras de restauración inspiradas en la voluntad de Cuba, en la voluntad de Fidel, y, en el caso del Capitolio, como una voluntad expresa del general de presidente Raúl Castro. Sin esa determinación de él de entender que debían traerse al Centro Histórico los símbolos del Estado: la función legislativa en el palacio del Capitolio, que Fidel admiró como la obra de construcción más trascendental de aquel tiempo.

Sin el valor de lo que ocurrió allí, y que yo vi, cuando aquel gran Salón de los Pasos Perdidos se colmó con las joyas y todos los decomisos a los grandes predadores del patrimonio de la República al triunfo de la Revolución; sin haber asistido al velatorio de muchos de los héroes de la Revolución, que fueron velados allí; y sin haber asistido al nacimiento de instituciones importantes como fue, por ejemplo, la Academia de Ciencias de la República de Cuba como continuadora de la primera, con el mismo orgullo con que los soviéticos y los rusos de hoy hablan de la Academia de Lomonósov, nosotros hablando de aquella de las Ciencias Médicas, Físicas y Naturales; de la cual, la Academia renacía al triunfo de la Revolución. Pero todo eso trajo un desgaste, una ruina si se quiere del edificio, una pérdida de la orientación del valor de que el contenido se corresponda con el continente.

Mas, la belleza de la obra de los cubanos arquitecto Raynieri, arquitecto Evelio Govantes, arquitecto Félix Cabarrocas -sin los cuales no se puede hablar de la historia de las grandes obras constructivas de la República-, Carlos Miguel de Céspedes, como gran figura que fue del gobierno autoritario, despótico y tiránico después, pero cuya obra positiva en las obras públicas: la Carretera Central, los espacios públicos, los espacios ciudadanos y la construcción de un palacio legislativo y la cosa maravillosa de haberlo construido y haber llamado para esa obra a grandes figuras mundiales como fue el gran arquitecto y escultor italiano Angelo Zanelli, autor de la monumental escultura de La República o haber colocado en el lugar que le debió corresponder la Cripta del Mambí Desconocido.

Cuando uno llega allí dice: “el fundamento de la República es esta tumba”. De hecho, el día en que la General Teté Puebla me entregó –extraídos del cementerio–, los restos de ese libertador, en una ceremonia muy privada que precedió a la visita del General de Ejército, al colocar en ese túmulo de mármol aquellas cenizas, en mi pensamiento había esta idea: “yo no sé quién fuiste, ni cuando te alzaste, ni en qué parte de Cuba fue, lo que sí puedo decir es que tú eres el fundamento de la República, sobre tu sangre y tu sacrificio se levantó esta nación”.

 

Randy: Eso es parte de lo grande que tiene el Capitolio Nacional y que me gustaría recorrer un poco con su voz, con sus ideas en esta Mesa Redonda. Pero, como usted decía, hubo 50 años, poco más, en que se perdió también un poco, la esencia de ese monumento. Hubo prejuicios incluso, Eusebio tuvo que vencer prejuicios para empezar esa obra. ¿Fue fácil convencer de que había que rescatar el Capitolio, había que rescatar también la función legislativa para el Capitolio Nacional? ¿Fue más difícil eso que aquella vez en la calle madera frente al museo de los Capitales Generales?

 

Eusebio: Randy tu sabes que la historia hay que contarla como fue, no como nosotros quisiéramos, porque después nos pueden acusar mañana u hoy mismo de que la hemos picoteado, la hemos arreglado a nuestra manera. La historia es como es, y cuando alguien comete la ignominia de apartarse del escenario que le tocó vivir, lleva una estrella en su frente que esa ignominia no lo borra, lo castiga; por tanto, no se puede hacer tijera.

El Capitolio Nacional no fue nunca la copia del de los Estados Unidos. Cuando yo visité el Capitolio de Washington por invitación expresa del Secretario de Estado John Kerry, que me formuló aquí en la Plaza de San Francisco durante la visita, vi las diferencias absolutas. Su cúpula es de hierro, la nuestra es una estructura con piedra, láminas de cobre y oro. El Salón de los Pasos Perdidos (NR.del Capitolio de La Habana) no tiene paralelo, son 120 metros de largo. El Capitolio norteamericano dentro, bajo la cúpula de hierro, tiene la gloria de George Washington, pero todo el interior está lleno de los monumentos y cosas que los Estados colocaron que reducen poco el espacio magnificente de aquel Capitolio. Nosotros con la aguja en este momento estamos a 91 metros de altura; más alto.

Pero, además de todo eso, todas las habladurías, el Capitolio, partiendo de nuestra tradición grecolatina, es una exaltación del Olimpo al universo cubano. El mambí se trasforma en un héroe del panteón griego o viceversa, desde el elogio del escudo nacional hasta el elogio de las provincias, o los nombres incambiables de las salas: Jimaguayú, Baraguá, Guáimaro, las figuras de Simón Bolívar, Benemérito de Las Américas Benito Juárez; todo allí evoca a Cuba y América.

Segundo, está dentro toda la gloria combativa de la nación cubana, toda su forma, el espíritu de la nación que es un espíritu cívico y laico donde aparece el patriotismo como la religión del Estado; como en la antigua Roma Republicana, aparecen en la figura de La República, que, por cierto, como bien se decía, tras el buda de Nara bajo techo o la estatua sedente de Abraham Lincoln –ante la cual está la imagen famosa tomada de Fidel inclinado con la cabeza descubierta–, solamente la escultura de La Habana es la más alta. Levantada para que sea más sacro el lugar sobre una piedra traída de Egipto, una piedra del periodo posiblemente tolemaico, una piedra semipreciosa que los técnicos rusos restauraron y sobre la cual se elevan las casi 48 toneladas que pesa la obra de Angelo Zanelli.

Las estatuas exteriores representan yo creo que las dos cuestiones fundamentales; si las hubiéramos colocado nosotros nos habrían dicho que era un acto puramente ideológico. La primera se llama El Trabajo y la segunda alude a la primera: La virtud tutelar del pueblo. Un pueblo que no trabaja, una nación que no crea, una nación que vive dependiente, que debe y no paga, que consume y no produce, esta conducida al desastre.

Entonces, en lo alto de esa escalinata, aparece ese perpetuo llamado; y dos Atlantes sostienen el escudo de Cuba; y hay tres puertas, tres puertas que fueron la obra de otro gran artista cubano García Cabrera que son la historia de Cuba en imágenes.

 

Randy: Labradas, es una cosa extraordinaria.

 

Eusebio: Una de ellas, es la escena de la inauguración del Capitolio. Estamos hablando de aquella solemnidad en ocasión de la Conferencia Panamericana y aparecen en la Escalinata el Presidente de Cuba, el dictador Gerardo Machado, y a su lado el Presidente Calvin Coolidge (NR-de EEUU).

Cuando el pueblo ingresó en el Capitolio, ingresó sin romper la puerta. Alguien con un cincel y un martillo rompió dos rostros, esos dos, y dejó intacto todo lo demás; como diciendo, esto es lo que hay que saber de ahora y para siempre, que la verdad está en la comprensión de lo que ha significado la compleja relación entre Cuba y su aspiración a independencia y soberanía y el Estado Americano; y la segunda: la sumisión republicana que es el camino equivocado, independientemente del espíritu nacionalista que caracterizó aquel gobierno. Te das cuenta, independientemente de su criminalidad, independientemente de todos sus errores, el rostro quedó marcado para siempre y la historia hay que explicarla.

Además, aunque se hayan reunido en el Capitolio en algún momento una determinada concentración de pillos muy importante, también están en todos los asientos marcados los nombres de hombres ilustres y decentes que los hubo en la República, comunistas o no, demócratas verdaderos como un Eduardo Chibás, cuyo nombre aparece allí o el de Salvador García Agüero o el de Juan Marinello o el de Blas Roca o el de aquellos que asistieron por elección popular como constituyentes a la gloriosa Constitución del 40, que tuvo como única realidad mostrarnos un documento perfecto y posteriormente un incumplimiento perfecto de todo su contenido.

 

Randy: Ya son 90 años de la fundación del Capitolio Nacional y la vida ha llevado a que celebremos los 500 de La Habana con esa obra recuperada. Desde aquí veo la cúpula de oro del Capitolio Nacional y para los cubanos, para los habaneros, sin dudas, es una de las obras que simboliza lo que es llegar a ese 500 Aniversario de la ciudad. Pero me gustaría ir a esos orígenes, a esa Cripta del Mambí que visité con usted y que me sobrecogió cuando entré a ese salón. ¿Qué era aquello allí donde está la cripta, Eusebio? ¿Por qué se empeña Eusebio Leal en recuperar un espacio que nunca lo tuvo el Capitolio; que fue soñado pero no edificado?

 

Eusebio: El arquitecto Félix Cabarrocas coincide en la idea de hacer, en lo que es actualmente la rotonda bajo la cúpula arriba en el gran salón, una especie de baranda y en el fondo se miraba el féretro del soldado mambí; pero eso nunca llegó a realizarse. Posteriormente esa sala queda consagrada con ese objeto; hay fotografías. Y en 1958 en el epílogo de la tiranía abyecta, se hace allí una parafernalia de tratar de hacer lo que era imposible, porque las manos profanadoras no podían de ninguna manera hacer lo que allí se hizo.

Pero cuando triunfa la Revolución todo eso desaparece, es borrado del mapa, es como si aquello no debió existir. Pero quedaba el espacio, quedaba el espacio con sus dos entradas por Industria con las puertas selladas y la puerta blindada y las grandes copas para las ofrendas y en el túnel que daba debajo de la Escalinata faltaban las dos ánforas donde iba el aceite que debía encender la llama eterna. Esa llama y esa estrella con la llama fue realizada como obra de arte y llevada por el doctor José López Sánchez al Museo de Ciencias. En su momento, con la prueba en la mano y con la anuencia de la Ministra y del Ministerio y del Museo fue, desde luego, restituida a su lugar.

En esa estrella de mármol verde y bronce aparecen como unos espíritus que era según la tradición latina los manes de las víctimas inmoladas. Piensa en el discurso de Máximo Gómez en Lázaro López: los manes de tantas víctimas inmoladas reclaman de nosotros cual si los espíritus de los muertos. Cuando tú ves el Monumento de Maceo, ves la barca que tratan de echar al agua, quiénes son, los espíritus de los muertos por la Patria. Entonces, sobre la base de esa mística se volvió a encender la llama, se mandó a hacer el féretro que pesa varias toneladas, se colocaron los laureles que lleva el Escudo Nacional y las hojas de Acanto, lo decoran las argollas y la cripta.

En la sala están el Escudo de Armas, que usan las Fuerzas Armadas, con los trofeos de nuestras luchas, y el discurso de Céspedes al llamar al pueblo cubano y el texto del Himno Nacional cuya paráfrasis, obra del genial maestro Hubert de Blanck, se escucha en el fondo  como una alegoría a lo que vas a ver allí.

Entonces, ese lugar está rodeado de las banderas de las naciones, primero la de Cuba, con la de Céspedes, por el mandato constitucional de Guáimaro, la de Puerto Rico, la República que no fue, la causa jamás abandonada por Cuba y después las de las naciones de América y otras naciones del mundo.

Ahora, todos los días están frente a la tumba las coronas del Presidente de la República, del General de Ejército Primer Secretario, y la del Presidente de la Asamblea Nacional; y eventualmente las que colocan los Jefes de Estado y grandes personalidades que llegan y por lo general, quieren que su bandera esté en aquel lugar para rendir tributo a Cuba.

Cuando se hace la obra del Capitolio, partiendo de una obra anterior fallida – hay imágenes de la voladura de una cúpula fallida y de un Palacio Legislativo que jamás se concluyó-, se aprovechan partes de las piedras y de los muros y se decide acometer el nuevo proyecto con Raynieri, que se había graduado en la Universidad de Notre Dame, y en cuya Universidad, en su archivo, pude ver sus trabajos sobre el Capitolio conservados, del cual traje la primera maqueta realizada ya, de lo que era la cúpula de acuerdo al proemio de Raynieri.

Después entran Govante y Cabarroca, y entran la multitud de obreros cubanos, españoles, italianos, inmigrantes que participan en una obra que debía licitarse antes del 20 de mayo del 27 para ser concluida el 20 de mayo del 29; como una Carretera Central que uniera finalmente, sobre el camino real de Cuba, el Occidente con el Oriente; un hotel para las delegaciones: el Hotel Nacional, que debía estar preparado para recibir a los presidentes.

Agua y tierra de los ríos del continente se trajeron para sembrar el árbol en el antiguo Campo de Martes que era el campo militar español, el cual se convierte en el Campo de la Fraternidad Americana. Se colocan las palabras de Martí: “Es la hora de los hornos y no se ha de ver más que la luz. Unidas y apretadas han de estar…”; y la puerta con los nombres de los partícipes en el acto. A todo el mundo se le entregó una llave de oro de la puerta. Todas las llaves desaparecieron. La mía, la que nosotros tenemos hoy, se encontró porque el presidente de México la depositó, y así a lo mejor está en otras cancillerías, en el Archivo de la Nación en México. Nos facilitaron la copia exacta de la llave que abre el jardín que esta regado con el agua del Orinoco, del Amazonas, del Río La Plata, del Río Grande, de los grandes ríos de América.

 

Randy: ¡Qué simbolismo para lo que está pasando en estos días y para esa historia entre Cuba y México!

 

Eusebio: Y desde luego, debía encenderse una linterna que fuera como el símbolo de una esperanza; que no era ya como la luz del Morro para los navegantes, sino una luz que permitiera a los cubanos no extraviar el camino. Cuando tuve la oportunidad de guiar a Fidel allí por primera vez en vida de la doctora tan querida Rosa Elena Simeón, Fidel se maravilló y después me pidió el libro de la construcción del Capitolio.

Se quedó maravillado al ver la obra sobre todo porque al encontrase el terreno cenagoso fue necesario cortar en Baracoa árboles de jiquí monumentales y con la tecnología de la época rodean la Cripta del Mambí y el anillo sobre el cual está fundido el primero, el segundo, el tercero y la cúpula que pesa miles de toneladas. Los troncos de jiquí clavados -lo cual es para mí toda una simbología de esta Patria nuestra-, porque hay jiquí y Caguairán, palo rojo de ácanas enormes plantados allá abajo.

Además de todo eso, la restauración no habría sido posible primero sin los obreros que vinieron de la empresa nuestra, Puerto Carena, sin el apoyo de los órganos del Estado todos, convocados por el General de Ejército, sin la Escuela Taller que formó cientos de jóvenes a los cuales ha estado consagrada la tarea del dorado de los yesos. Piensa que las humedades rompieron mucho de los techos, que fue necesario bajar algunos de los más importantes, reproducirlos de nuevo, volverlos a pintar y a colocar; que a 60 metros de altura han estado los andamios dorando las rosas de acanto. La biblioteca José Martí terminada y restaurada con lo que yo digo la caoba más primorosa de Cuba. Y después se reunieron todos los que llamamos los tesoros del Capitolio: vajillas, cubertería, objetos de valor histórico.

Después aparecen unas salas didácticas: las salas de los símbolos patrios con la más moderna tecnología; tecnología que está aplicada en todo el camino para saber dónde estamos y cómo podemos usar las audioguías. Hay guías en todos los idiomas. Han trabajado artistas italianos y técnicos italianos en la restauración de las grandes esculturas de Zanelli. Ellos lo han hecho durante miles de años.

Se han reproducido a escáner con la más moderna técnica, como se hizo en su momento la estatua de Martí en Estados Unidos, los bustos de los próceres que van formando la galería, los grandes generales y padres de la libertad de Cuba.

Entran también obreros alemanes que han trabajado en la piedra, por ejemplo, esmeradamente, conocedores de la piedra. Sobre todo, porque muchas de esas piedras ha habido que traerlas de canteras actuales ya que las antiguas canteras se perdieron. Por ejemplo, algunas piedras se han tenido que cortar en la actual Bulgaria. Otros mármoles se han traído, entre los 68 tipos de mármoles que tiene el Capitolio, se han traído fragmentos de Alemania o traer de Italia.

La obra costó sacrificio, costó sangre. Murió un obrero nuestro en lo alto trabajando en la cúpula. Otro muchacho de la escuela taller fue herido allí. Recuperó felizmente la salud. El otro llevará su nombre inscripto en el jardín del Capitolio, como están aquellos que murieron cuando se construyó el Capitolio y cuyos nombres cubanos y españoles aparecen allí escritos.

 

Randy: ¿Es entonces Eusebio esta la obra más monumental de restauración, la obra arquitectónica de los últimos años más importante que se ha hecho?

 

Eusebio: Se convirtió en un problema tremendo. Primero para vencer los prejuicios: “Era un cake de 15 años”, “una copia miserable del de los Estados Unidos”, no era ni Capitolio ni siquiera monumento nacional. Por ese criterio hay que destruir toda la ciudad, destruirlo todo y volver al bohío; volver a edificar, porque los edificios no son culpables de lo que ocurre en ellos, tienen valor per se y cuando se logra reconciliar el contenido y el continente hemos logrado lo supremo.

Hoy el Presidente de la República tiene la sala Bolívar como despacho en el Capitolio, lo cual quiere decir que los tres poderes del Estado: el Poder Ejecutivo, Legislativo y el Poder Judicial, el Tribunal Supremo –porque también aquí se le restauró un Palacio en el Centro Histórico–, están en La Habana, lo cual le devuelve a la ciudad el carácter de centrum, no porque sea el único centro sino porque es el punto de partida.

Para mí no existe la idea Habana Vieja ni Casco Viejo, para mí es el Centro Histórico. Centro que después se replica en San Miguel del Padrón, en Luyanó, en 10 de Octubre, en el Cerro, en la Víbora, en el Vedado, donde quiera que la ciudad renace y crece. También es el concepto de la cívitas y de la capital. Capital en término latino cabeza, lo cual quiere decir que La Habana no copia a ninguna ni tampoco envidia a ninguna: las representa a todas. La Habana es hoy un símbolo completo y absoluto de la nación cubana. Es el símbolo de sus libertadores porque la historia lo construyó así. En el cementerio de La Habana está el General en Jefe. A unos pocos kilómetros el Lugarteniente General. Y allá, en Santa Ifigenia, están José Martí y Fidel Castro. El balance está establecido, que es lo más precioso y lo que la aguja dorada del Capitolio significa: la unidad de la nación cubana. Solo así existió, existe y existirá un ente que se llama Cuba.

Ahora, los prejuicios fueron derrotados. La admiración pública es absoluta. Se iluminará en las fechas patrias para que no haya ni despilfarro de luz y el símbolo adquiera su verdadera dimensión. Y es como una corona colocada sobre la cabeza de la ciudad cuando va a cumplir 500 años. Esta ciudad que es la ciudad de su Universidad de casi tres siglos, de su Sociedad Económica y Patriótica, de su Sociedad Científica, de su Academia de Ciencias, de su educación pública, de su insurrección gloriosa, de sus héroes y educadores, de sus padres y fundadores. Una ciudad de la cual tenemos que sentirnos orgullosos los que somos parte de la clase obrera, los que fuimos alfabetizadores, macheteros, constructores y que sentimos que todo esto es nuestro.

Ahora bien, Randy, pero esto no puede acabar el 15 de noviembre. Ya yo mandé en todos los carteles a poner 501 Aniversario porque hace falta continuar y renovar la batalla y todo lo que se ha hecho en el Centro Histórico con un sentido social como lo concibieron Fidel y Raúl y como lo ve el presidente Díaz-Canel. Construir cada año una bella escuela. El año anterior la escuela de Martí, la preciosa escuela del Prado, el colegio de su maestro; ahora, la escuela de Vilaboy en la Plaza de Cristo, antes en el Barrio de Jesús María la Quintín Bandera, en la Plaza Vieja la escuela Ángela Landa; ir levantando según aquel pensamiento de Mendive y de Luz y Caballero la escuela, porque el que forja hombres forjará ciudadanos.

Al mismo tiempo, todos esos premios que yo recibo como un símbolo, yo no me pertenezco. Mi nombre ya es otra cosa. No se corresponde conmigo. Me busca más problemas, realmente, mi nombre por todo lo que exige de mí, que todo lo demás. Esta es una obra de la Nación, es una obra de Cuba, es una obra de la Revolución.

 

Randy: Un placer tenerlo aquí en la Mesa Redonda, a poco menos de un mes de que la cuidad de La Habana esté celebrando sus 500 años. Una celebración que no es solo de la capital del país, es de todos los cubanos y que ha convocado las voluntades de muchas personas en el país y que ha permitido pues que tengamos ese Capitolio que estamos viendo aquí y también muchísimas obras que se han dispersado por toda La Habana. Pero convertir o hacer bien esos slogans de la ciudad maravilla o de la ciudad más grande o de la ciudad más bella, Eusebio ¿es solo voluntad política, es solo tener los recursos materiales? ¿Qué hace falta para que esta ciudad sea hermosa como todos aspiramos?

 

Eusebio: ¡Ay Randy!, cuando yo comencé a trabajar no existía nada de eso. Cuando Fidel llegó por vez primera me preguntó “¿Qué necesitas?” y le respondí “nada”. Y me dijo “¿por qué?” y le dije “porque si yo empiezo a pedirle usted no vuelve nunca”. Chomi estaba delante y lo recuerda perfectamente; aquello me salió del corazón.

Cuando el trazó el Decreto Ley 143 y posteriormente el General Presidente Raúl Castro lo suscribió, siendo el único decreto, con sus modificaciones lógicas, que ha podido ser firmado por dos Presidentes en la historia de Cuba. Se le dio una importancia extraordinaria al patrimonio nacional, una importancia enorme. ¿Los recursos? Puedes tener todos los recursos que quieras. Pero si falta ese coraje, si falta esa voluntad, si falta esa capacidad negociadora que hay que tener; si no se sabe ceder para ganar, sino se sabe cómo decía Lenin dar dos pasos atrás para dar luego uno adelante -cosa que para muchos era una incógnita casi filosófica-; si no se logra pensar que lo que hasta ayer fue conveniente ya hoy no es prudente, que como en la biología, en la sociedad hay que adecuarse a los tiempos; que en el concepto de Revolución Fidel lo prevé perfectamente y lo define: No se trata de cambiarlo todo para que nada cambie, lo cual sería un cambio de colores, un matiz, ni tampoco actuar bajo presión de ninguna circunstancia, sino como resultado de una fuerza creativa, renovadora, que no convierte en consignas ni convierte en lápidas lo que debe ser palabra viva; porque la palabra es la que vivifica. La letra sola muere.

Mira, acabamos de aprobar la Ley de la Bandera. Lo importante no era la Ley de los Símbolos; lo importante es que se cumpla. Lo importante no es que esté escrita, lo importante es que esté aquí (señala su cabeza) y que esté aquí (señala el corazón). Quiere decir, como decía el doctor Raúl Roa en una asamblea memorable: “concordes con el corazón”. Entonces hace falta mucho corazón. Hace falta saber a veces retroceder, recuperar fuerzas.

Hemos estado a merced del fuego, a merced de las penetraciones del mar, a merced del ciclón; y siempre ha habido esa voluntad renovadora. Si se cayó el árbol, levantarlo. Cuando vino aquel gran ciclón arboricida con el apoyo de las Fuerzas Armadas traje 14 grandes árboles de los cuales sobrevivieron tres y se plantaron en el Jardín del Castillo de la Fuerza. Eran árboles más que centenarios. Cuando caen los árboles viene la fiesta del hacha y más bien aquí había que dar un símbolo. Traer el árbol y colocarlo y decir si se muere lo pongo.

Cuando se murió el árbol del Templete, 50 años después, y yo me recuerdo que estaba muy enfermo. Se acercaba la visita anunciada del Presidente de los Estados Unidos. Y se trajo para plantar el árbol nuevo.

Recuerdo que a nadie se le avisó y yo pedí llévenme al momento. Recuerdo que me trajeron entre dos personas y un poco oculto vi el momento en que mis colaboradores muy jóvenes todos, echaban tierra con las manos sobre las raíces de la ceiba nueva. Y dije “esto es, esto es”. Cada generación tiene que plantar su árbol. Cada generación tiene que hacer su propio esfuerzo, su propia interpretación de los códigos.

Alfredo Guevara, mi amigo y mentor, en tantas ocasiones me hablaba acerca de Mariátegui y Gramsci, que el socialismo en nuestra Patria y en el continente, en Cuba, tenía que ser una creación heroica. Heroica es. Pero a veces se olvida que tiene que ser creación. Por eso admiro tanto la obra del General Presidente como continuación de la obra de Fidel: la reorganización del Estado, la regularización de las instituciones públicas, la Ley Migratoria, la redistribución de la tierra, la renegociación de la deuda externa, la voluntad firme de mantener el concepto de que una sola vez, en la unidad, que era la huella precedente y el espíritu de Martí, se podía lograr el objetivo supremo.

Entonces para mí, la restauración no ha sido más que una excusa para trabajar ardorosamente por algo mayor, más grande y más importante, por lo que tú, la Mesa y todos nuestros amigos han trabajado con el alma misma, que es por Cuba. No en abstracto, porque Cuba no es una cosa abstracta, ni cubano es el accidente de nacer aquí, un parto accidental. Cubano, como decía nuestro sabio Fernando Ortiz, es algo más que la aceptación porque se puede ser también por adopción, y ver a Cuba como el centro del mundo: Máximo Gómez, Ernesto Guevara, Juan Río Rivera, ¿cuántos más? el indio Hatuey. La Isla, el espacio que nos toca como espacio de creación, de fuerza, de renovación, de palabra nueva, de discurso, de fe, de espiritualidad, de reconocer la espiritualidad del pueblo cubano, sus características, sus formas de ver el mundo. Respetar profundamente todo eso. Este ha sido en definitiva el espíritu de mi vida.

 

Randy: Usted antes de entrar acá me daba un abrazo entrañable que me llegó al alma. Y me decía: “Solo los que perseveran triunfan”. Yo creo que ahí está también la clave de lo que ha hecho usted, de lo que han hecho sus colaboradores y lo que se hace en la Nación. Pero, ¿qué simbolismo tiene, hablando de nación, de socialismo -que usted mencionaba, qué simbolismo tiene que llegue esta ciudad, la capital de Cuba a sus 500 años en medio de tantos desafíos y de tantas amenazas, de tantas complejidades que hemos vivido, incluso hasta el peligro de una guerra nuclear?

 

Eusebio: Han tratado de poner un muro entorno a ella, es imposible. Cuando el barco blanco o los cruceros ingresaban era como la ruptura de ese bloqueo brutal, inmoral, continuo, casi domiciliario, inculpo que se le impone a Cuba. Sin embargo, aun cuando lo truncaron de manera violenta, de hoy para mañana. Dije: “no importa” el canal del puerto está abierto.

Durante cinco siglos entró la flota al puerto de La Habana. En los primeros siglos trayendo los destinos de América en sus tablas; se enfrentaron en el Estrecho de la Florida, a la boca del Golfo de México, en el Cabo del Holandés, saliendo camino de Las Canarias, por la ruta atlántica, con piratas y corsarios y, sin embargo, La Habana prevaleció. Prevaleció al incendio de Sores, al sitio brutal de los británicos en 1762, con sus artilleros negros, con sus mujeres valientes, con su Don Luis de Velazco, en lo alto del Castillo, defendiendo sobre el muro la fortaleza, el Marqués Gonzáles, la defendió Pepe Antonio en Guanabacoa.

La Habana está llena de una historia bella, y de esa historia se vive, es una historia que los que no la tienen la pueden ignorar. Cuando una potencia tremenda en medio de la guerra, las guerras europeas, bombardeaba la ciudad de Zaragoza sin piedad, se invitó a uno de los oficiales franceses con los ojos vendados a entrar en la Zaragoza bombardeada, y se le llevó a ver alrededor del templo del Pilar, donde estaba el hospital de sangre, y allí en aquel lugar se le quitaron las vendas y se le dijo: “aquí está la resistencia de este pueblo”. Y se cuenta de una mujer que encendió la última mecha del último disparo. Entonces, nosotros descendemos de aquellos caballeros andantes y de los señores de África que, siendo príncipes, reyes, obbas y sacerdotes vinieron encadenados como esclavos, y descendemos de la sangre india que corre por nuestras venas con orgullo y que marca todavía el nombre de La Habana, el de Bayamo, el de Cuba.

Nosotros somos en el medio del mediterráneo americano como una fusión cultural poderosa, que siempre hemos querido ser América, siempre hemos querido ir como libertadores, jamás como invasores. Nosotros sentimos el orgullo de nuestros sabios, de nuestros médicos que han salvado y han traído a luz bajo las montañas del Himalaya, en medio de terremotos asoladores, de pestes horribles en el centro del continente, en medio del Ébola en el África, desafiándolo todo.

Nosotros somos los hijos de Luz y Caballero, habanero, que decía que primero palidecería todo menos el sol del mundo moral, del que hablaba Cintio. Nosotros venimos de esa estirpe, nosotros venimos del amor de Martí, del amor creador, nosotros venimos de todo eso, y eso querido Randy es inderrotable.

La Habana vivirá, celebrará su 500 Aniversario, se reunirán de todas las ciudades patrimoniales de Cuba en La Habana, su Capital, y yo que he tenido el honor de hablar en el 500 Aniversario de Santiago, de Puerto Príncipe, de Camagüey, de Trinidad por ejemplo, que ya no pude asistir a otros lugares porque ya no fue posible, pero que todos están en mi corazón, que pude hablar en Baracoa, la primera ciudad fundada, a todos ellos, en este día, no es la fiesta de La Habana, es su fiesta, es la fiesta de Cuba.

 

Randy: Eusebio ha vencido también enormes desafíos, en lo personal y ha vencido también enormes obstáculos en toda su vida. Llegar a los 500 de La Habana, estar ese 16 de noviembre del 2019 acá en esta Ciudad, qué simbolismo, qué significado tiene para Eusebio Leal.

 

Eusebio: Sin mi formación cristiana, martiana y fidelista, no habría sido posible hacer algo más allá de lo que mis fuerzas humanas o mi propio valor me habría permitido. Siempre he creído en esos valores éticos. Y en los momentos de mucho sufrimiento personal, y créeme que te lo digo de corazón, y tú has hablado del abrazo, ¿tú sabes por qué Randy? Porque cuando tú comenzaste en la Mesa Redonda, y subíamos por aquella escalerita, y Fidel preparó todo aquel salón para convertirlo en el escenario de una gran batalla que debía ser por muchos años; cuando lo acompañamos frente a la embajada americana, fusil en mano, para decir «Ave, Caesar, morituri te salutant», “los que vamos a morir te saludamos”; y hemos sobrevivido. Los que tuvimos el honor de vivir esa época, y que como decía un General del Ejército Libertador a su hija, la insigne poeta Dulce María Loynaz: “cuando se ha vivido una gran una gran época o un gran tiempo, uno vive prisionero para siempre de ella”; yo vivo prisionero para siempre de ella, y cuando te abrazaba hace un rato, abracé a mi amigo el joven Randy, al que vi allí comenzar esa labor, tremenda de información, hasta verla ahora convertida en un espacio indispensable al conocimiento equilibrado, en la búsqueda siempre. Te dije una vez: “oye Randy, de los resúmenes tendrás que hacer un libro, porque estos resúmenes marcan los intensos momentos que hemos vivido”.

Efectivamente, me he sobrepuesto cuando no lo esperaba, al golpe de la enfermedad, pero bueno, me recordó que somos seres humanos, que la vida es efímera y que lo importante es la obra. Yo no aspiro a nada, yo no aspiro ni siquiera a eso que llaman la posteridad; yo no aspiro a nada, yo solo aspiro a haber sido útil. Y le pido perdón a todos aquellos que, a lo largo de la vida, en la búsqueda necesaria de lo que creí mi verdad, pude haber ofendido; y a mis propios errores que cometí con la pasión juvenil en que todo hombre y todo pueblo busca sus propios caminos. Yo creo que al final lo encontré, y que esa luz que veo ahora, ahí, en medio de las tinieblas del ocaso, es finalmente el camino.

 

Randy: Vuelvo otra vez a una pregunta que le hice hace un año. Habrá un simbolismo en este 500, la ceiba a la que se le dará la vuelta es la ceiba nueva, quizás es la premonición de la ciudad nueva que tiene que venir. Cuando Eusebio le de las vueltas ese día, esa noche, a la ceiba, qué le deseará a esta Ciudad en el futuro, en qué pensará.

 

Eusebio: Salud y futuro, y que cumplan lo que está escrito, “detente al paso caminante, adorna aquí un sitio”. Símbolo de salud, un árbol: un árbol que es como el árbol de la vida, a cuya sombra vivimos los cubanos. Ese árbol es también un símbolo que no puede haber ciudad sin naturaleza, de que es importantísimo para los cubanos -que creemos todavía felizmente, y es verdad, hasta cierto punto, que se lanza una semilla y nace una calabaza en el patio donde menos lo esperamos-, que, sin embargo, hay que cuidar, que la ciudad tiene que librarse de la polución, de la contaminación, que hay que salvarse, cuidar ese mar, hay que cuidar esta tierra, que hay que cuidar los jardines, las fuentes públicas, los monumentos.

Es más fácil condenar yo lo sé, que educar; es más fácil quitar un monumento que explicarlo. Pero ya esa hora pasó, ahora lo importante es educar. Y como dice el Presidente Miguel Diaz-Canel, no me dejen solo en esta batalla, que es la batalla por la decencia pública, en el origen latino de la palabra, la decencia es el comportamiento, es el sentido del honor, es el respeto a la propiedad ajena, es el respeto a lo tuyo y a lo otro, sabiendo que eso y lo tuyo es un bien común.

Es lo que desearé esa noche, como aquella vez en que dimos tres vueltas, iba Gabriel García Márquez, iba Fidel, íbamos dando la vuelta. Había muchos prejuicios, había algunos hasta dirigentes, que no querían darle la vuelta a la ceiba porque decían que era una especie de superstición; y entonces entró de pronto el destructor de todas las supersticiones, y entró delante de él el creador de todos los mitos, y le dio las tres vueltas a la ceiba y después preguntó, simpáticamente: “Oye Gabo, ¿y qué?”, pues bien, ese ¿y qué?, ese ¿y qué? es la respuesta a tu pregunta. Todo dependerá de nosotros y de ustedes jóvenes, y muchachos que pueden estar escuchando, esos mismos que me saludan en las calles de La Habana, o como el hijo de una amiga mía que le dijo un día a Fidel, el hijo de Katiuska Blanco, yo quiero ser Historiador de la Ciudad, y el otro, sorprendido y sonriente, me dijo: “mira, ahí lo tienes”. ¡Qué alegría tan grande! Sea él o sea otro, yo estoy convencido de que ya está y que, de un momento a otro, cuando nadie lo espere, Randy lo estará entrevistando.

 

Randy: Gracias Eusebio, gracias por haber perseverado todos estos sabios, gracias por la obra que ahí está, y como decía la entrañable Fina: “las piedras hablaran por usted”, gracias por esta hora, gracias por haber acompañado a esta Habana a sus 500 años, llevarla a puerto seguro y seguir mirando hacia el futuro, que creo que es lo más importante.

 

Eusebio: A ti.

 

 (Transcripción: Yelen Torres Vázquez, Dinella García Acosta, Johan Bravo Borrell, Yuly Seuret Gómez)

* Tomado de Habana Radio: http://www.habanaradio.cu/culturales/eusebio-leal-la-habana-es-hoy-un-simbolo-completo-y-absoluto-de-la-nacion-cubana-video/