dest El Altar de Cruz de Baracoa

El Altar de Cruz de Baracoa

El Altar de Cruz de Baracoa. Foto: Julio Larramendi

Alejandro Hartmann

Agosto 29, 2020

 

El Altar de Cruz es una festividad laico religiosa muy ligada al cacao en la región de Baracoa. Según nos relató Esperanza Velázquez, vecina de Manglito, su abuelo paterno Juan le contó que esta tradición había venido de España de unos lugares llamados Sevilla, Córdoba, Granada y aquí se adaptó a las costumbres de la región. Esta se realizaba en la casa donde se pagaba una promesa porque una persona de la familia se había puesto bien de salud o cuando finalizaba la cosecha y había sido buena. Le relató que en las Guerras del 1868 y 1895, en los campamentos mambises se introdujo la bandera cubana en esta celebración.  En cada Altar que se daba no podía faltar la insignia nacional porque representaba su identificación plena con la Patria.

El Altar todavía se realiza en la comarca. Se monta en una esquina de la sala. Generalmente es de cinco escalones, siete o nueve, de acuerdo a la posibilidad de la persona que lo ofrece. Por encima de los mismos se pone una sábana blanca imitando al cielo, donde se sitúa la bandera cubana, una paloma, un barquito, un sol, estrellas y la luna. En el primer escalón se ubica la Cruz y después la Virgen de la Caridad, la Patrona de los cubanos. Se seleccionan los cuadros de los santos católicos y se ponen en orden descendente. Este se adorna con flores de papel de distintos colores, creadas por las vecinas que cooperan en el montaje. Las mismas también hacen las cadenetas. A ambos extremos de cada escalón se sitúan velas. Todo este proceso empieza desde las primeras horas de la mañana hasta que concluye el montaje. Toda la comunidad circundante e invitados de otros lugares y familiares participan para apoyar tal solemnidad.

Al empezar el altar, todos guardan silencio para que el rezador, personalidad significativa en este acto, comience la liturgia católica del Bendito, Padre Nuestro, Creo en Dios Padre, Gloria al Padre y Salve María. Después de finalizar las oraciones, cede la conducción a la Madrina quien organiza la improvisación de los coros En estos cantan adultos y jóvenes de los dos sexos que, a través de las tradiciones orales, han heredados de sus antecesores esas habilidades en este ritual. Cada coro canta tres versos y un estribillo:

Buenas noches, madrinita

A saludarla llegué

Primero saludo al templo

Y después la saludo a usted.

 

Dónde está la madrinita

Y la dueña del altar

Que el permiso yo le pido

Para los versos cantar.

 

La Cruz situada en el primer escalón se refiere a Jesucristo:

En el medio de la mar

Hay una piedra notaria

Donde Cristo puso el pie

Para subir a la gloria.

 

Otros de los cantos que se refiere a la Cruz

Madrina baje la cruz

Que la queremos besar

que la besemos

La pondremos en su lugar

La Patrona de Cuba, La Virgen de la Caridad, es la que preside con la Cruz todas estas celebraciones, aunque también se le hace ofrecimiento a otros santos.

En toda la ceremonia no se permite ingerir bebidas alcohólicas. Se brinda sólo chocolate o chorote y café. Las preparaciones de ellas siempre las confeccionan señoras mayores conocedoras del aroma y sabor a obtener y porque, de acuerdo a la cantidad de participantes, conocen la cuantía a elaborar de estos néctares. Siempre son auxiliadas por muchachas de menor edad, para que aprendan de esta tradición.

El chorote y chocolate se elaboran a partir de las bolas de cacao. Se rallan y a ese polvo se le adiciona leche de coco, de vaca o de chiva. Cuando se brinda chorote se le añade harina de maíz, de castilla, de arroz o de yuca. A ambos se le agrega clavo de Castilla, canela y azúcar al gusto. Las dos se acompañan con galletas. Al preguntarle a Manolo Romero, campesino cacaotero del Guirito, zona  productiva centenaria del cacao y asiduo participante de los altares de cruz, el porqué de brindar esas bebidas, nos respondió:

“Porque el cacao nos da de comer, gracias al cacao nos vestimos, gracias al cacao somos felices. El cacao para nosotros es sagrado, por eso no se permite que se tome ron cuando estamos agradeciendo a los santos por la salud de nuestra familia o por la cosecha buena”.

El café que se ofrece es de la cosecha familiar. Se sirve en los primeros rezos. Después, el chorote o chocolate. El café es parte de este ritual porque es la bebida del levantarse, del desayuno, de los varios sorbos en el trabajo y es parte indisoluble de la vida cotidiana del campesino.

Hace cincuenta años, siempre se desarrollaban los altares de Cruz el 3 de mayo, pero en estos tiempos se realizan en cualquier mes, preferentemente los sábados. Comienzan al caer la tarde y se desmontan a las doce. En ese intervalo, la Madrina entrega la bandera, la luna, el sol, las estrellas, el barquito, los ramos a los coros que más se han destacado en los cantos.

El Altar de Cruz es un acto de solemnidad y recogimiento espiritual. Es parte de los sentimientos y costumbres del pueblo de Baracoa.

 

Notas:

* Conferencia presentada en el III Coloquio Presencias europeas en Cuba, 2019, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.

Alejandro Hartmann Matos: Doctor. Historiador de Baracoa y directos del Museo Fuerte Matachín. Vicepresidente de la Red de Oficinas del Conservador e Historiador de las Ciudades Patrimoniales de Cuba. Ha dedicado más de 40 años a divulgar, promover e investigar la historia y la cultura de su ciudad natal: Baracoa. Es autor de varios libros, entre ellos Los días de Colón en Baracoa, Los franceses en Baracoa, y Baracoa, la cuna del cacao en Cuba.

dest Presencia francesa en La Habana

Presencia francesa en La Habana

Presencia francesa en La Habana

Agosto 25, 2020

 

La Francia de la libertad, la igualdad y la fraternidad; el olimpo de los artistas y los intelectuales; la París de la vida bohemia y la capital de la moda; y la Francia de las tradiciones, los científicos y los filósofos, ha ejercido un poderoso hechizo sobre los cubanos. Nuestras conexiones afectivas, históricas y culturales son incontables, como la suerte que ha fundido en la identidad cubana a los cientos de franceses que pisaron este suelo.

Desde el siglo XVIII, la emigración francesa fue fomentada por la oligarquía hispano-criolla, que la consideró de suma importancia por los capitales que aportaba y por su contribución al blanqueamiento racial.

Los acontecimientos desencadenados en la antigua colonia francesa de Saint-Domingue trajo consigo la emigración de franceses procedentes de Haití, de diferentes orígenes y clases sociales, los cuales se establecieron tanto en el oriente como en el occidente del país. Hombres y mujeres dedicados a la agricultura, al comercio, la trata esclavista y al ejercicio de diversos oficios y profesiones, tuvieron un considerable protagonismo en el desarrollo urbano, demográfico, social y económico.

Tras su llegada se impulsó el sector cafetalero. A partir de entonces, el café iría ganando valor cultural y no solamente económico. A mediados del siglo XIX los criollos, a diferencia de sus padres, fieles a las tradiciones españolas, comenzaron a tomar café en lugar de chocolate caliente.

Compartimos contigo algunas informaciones de tu interés que entrelazan a Francia y Cuba.

  • ¿Conoces que en la representación de los símbolos nacionales cubanos se aprecia la influencia francesa? Los colores de nuestra bandera y su significación fueron inspirados por la Revolución Francesa y en la connotación latina asociada al tríptico revolucionario del rojo, azul y blanco: fraternidad, igualdad y libertad. Nuestro himno también recibió influencias de La Marsellesa, de ahí la similitud entre sus letras. Carlos Manuel de Céspedes le pidió a Perucho Figueredo que compusiera «La Marsellesa de los cubanos». Ambos himnos nacieron en circunstancias similares, en plena guerra y en el interior del país. Luego se expandieron por toda la nación, al ritmo de batallas.

 

  • En 1555 el corsario francés Jaques de Sores protagonizó uno de los ataques más infaustos ocurridos en la villa San Cristóbal de la Habana. No tuvo problemas para tomar la ciudad, la cual mantuvo bajo su control por un mes, aproximadamente. Durante su estancia, el gobernador y parte de sus pobladores de la ciudad se refugiaron en Guanabacoa, hasta que los comandados por el francés abandonaron definitivamente la zona. En ese lapso de tiempo, Guanabacoa fungió como sede del gobierno, suceso que probablemente haya dado surgimiento a la popular frase: «meter La Habana en Guanabacoa».

 

  • En 1897 el francés Gabriel Veyre dio a conocer entre los cubanos el naciente arte cinematográfico, inventado dos años antes por los hermanos Lumière. A Veyre se debe la primera película filmada en Cuba, con un minuto de duración, titulada Simulacro de incendio, que en la actualidad no se conserva en nuestros archivos fílmicos.

 

  • Numerosas personalidades francesas se radicaron o estuvieron de visita en Cuba. Destacan, por ejemplo, el artista Juan Bautista Vermay, el primer director de la Academia de Pintura y Dibujo de San Alejandro; Pedro Alejandro Auber, naturalista radicado en Cuba desde 1833, director propietario del Jardín Botánico de La Habana; y Francisco Antomarchi, médico que asistió al emperador Napoleón Bonaparte durante su prisión en la isla de Santa Elena. En el Museo Napoleónico podemos encontrar un reloj y la mascarilla mortuoria del emperador francés, traídos por Antomarchi a Cuba. Por su parte, la visita de Sara Bernhardt y Edith Piaf sintetiza cuanto de calidad desfiló por nuestros escenarios. También estuvieron en Cuba los destacados intelectuales Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir.

 

  • A su vez, varios cubanos alcanzaron reconocimiento en sus respectivas áreas, en una Francia donde se reunía lo que más valía y brillaba en su época. Entre ellos, los músicos José White y Claudio Brindis de Salas; el urólogo Joaquín Albarrán, nominado en 1912 al Premio Nobel de Medicina; el naturalista y científico Felipe Poey; la escritora María de las Mercedes Santa Cruz y Montalvo, más conocida como Condesa de Merlín; los artistas Wifredo Lam y Agustín Cárdenas; y el político Severiano de Heredia, por solo mencionar algunos.
Centro Asturiano de La Habana

Presencia hispana en La Habana

Centro Asturiano de La Habana

Agosto 25, 2020

 

¿Por qué hablamos español y no otra de las lenguas europeas que llegaron al Caribe? La emigración hispana fue la más numerosa de todas en la Isla, comprendida entre el siglo XVI hasta los primeros treinta años del XX; por lo que el español se arraigó como lengua principal.

El castellano afianzó una tradición literaria y artística en Cuba; y los efectos de la Guerra Civil Española repercutieron con el arribo de intelectuales al país. Entre ellos estaban María Zambrano, Manuel Altolaguirre, el matrimonio Zenobia Camprubí y Juan Ramón Jiménez; y el andaluz Federico García Lorca.

Las Sociedades de Beneficencia fundadas por los españoles en la Isla fueron importantes espacios de sociabilidad y permanencia de tradiciones. Algunas de ellas fueron la Sociedad de Beneficencia Naturales de Cataluña (1840), la Sociedad de Beneficencia Naturales de Galicia (1871), que ocupó lo que es hoy el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso; y el Centro Asturiano de La Habana (1886), ubicado en la actual sede del Edificio de Arte Universal del Museo Nacional de Bellas Artes.

Después de la lengua, las danzas españolas son el vínculo visible más importante de lo que heredamos. Estas se dividen en cuatro grupos: danzas folclóricas, Escuela bolera, flamenco y danza estilizada. En la trayectoria de esta tradición destacan el Ballet Español de Cuba, dirigido por Eduardo Veitía; la Compañía Flamenca Ecos; y Lizt Alfonso Dance Cuba, donde se resume la riqueza cultural de las danzas españolas en fusión con la cubana.

La presencia hispana en la Isla también potenció el punto guajiro o punto cubano desde finales del siglo XVIII, arraigado sobre todo por la permanencia del programa televisivo Palmas y Cañas (fundado en 1962).

Las peleas de gallos y las corridas de toros también fructificaron. El conocido torero español, Luis Mazzantini, corrió toros en La Habana entre 1886 y 1887. El 31 de agosto de 1947 se hizo la última corrida de toros, pero la tradición se mantiene actualmente con los rodeos.

¿Quién no ha escuchado el famoso pregón El Manisero, popularizado por Rita Montaner y Bola de Nieve? El pregón fue una costumbre que llegó al país de la voz de los españoles a inicios del siglo XX, y que se mantiene vigente en la actualidad.

Expresiones como ¡Qué país! ¡Qué susto “josú”! y la conocida frase ¡Eso habría que verlo, compay!, fragmentos del animado Elpidio Valdés, son aun recordados por diferentes generaciones de cubanos. Su creador, el caricaturista Juan Padrón, lo nombró así en homenaje a Cecilia Valdés, para que se comprendiera la historia de la guerra de independencia cubana en la época colonial.

Desde mediados del siglo XVI, Cuba se convirtió en el principal puerto de escala de las flotas que regresaban a España, con los tesoros de América. Desde ese momento, se han mezclado las costumbres y culturas de las diferentes regiones españolas en la Isla, proceso calificado por el antropólogo cubano Fernando Ortiz como un ajiaco, colmado de influencias y prestaciones.

dest Inmigrantes franceses en la Sierra del Rosario, región histórica de Vueltabajo, Cuba

Inmigrantes franceses en la Sierra del Rosario, región histórica de Vueltabajo, Cuba

Inmigrantes franceses en la Sierra del Rosario, región histórica de Vueltabajo, Cuba

Jorge Freddy Ramírez Pérez

Agosto 22, 2020

 

La Revolución Francesa de 1789, produjo un efecto directo en las colonias del Caribe. Este acontecimiento se debió a la agudización de las contradicciones entre las clases sociales francesas, repitiéndose este fenómeno en la más prospera de las colonias galas, Saint Domingue.  En Francia, la burguesía triunfó sobre la nobleza, este aporte socio-político se convirtió en ingrediente estimulante en los cambios políticos que involucraron a los colonos franceses en las postrimerías del siglo XVIII.

Al comenzar la revolución en 1791, la colonia de Saint Domingue dominaba en un 60% el mercado cafetalero del hemisferio occidental. Por efectos de la beligerancia, la producción se vio sensiblemente afectada, disparando los precios en el mercado y estimulando las producciones en otras áreas del Caribe, como Cuba, que no tardó mucho en convertirse en la sustituta ideal de Saint Domingue.

Distribución geográfica en Cuba de los cafetales franceses

Como consecuencia directa de esta revolución, se produjo la migración de progresiva de ciudadanos franceses. Este fenómeno estuvo marcado, en determinados momentos por el incremento del número y el tipo de inmigrante.

En Cuba, la inmigración francesa se vio estimulada por las transformaciones económicas que se estaban produciendo en esos momentos. Como política favorable, la administración española en la Isla, había promovido la inmigración blanca, lo que sirvió de marco propicio para la entrada de colonos franceses no sin preocupación, por temor a se repitiera lo ocurrido en Saint Domingue. Esta idea era patrocinada, fundamentalmente, por los hacendados criollos, sin dudas un paso acertado, ya que los inmigrantes eran portadores de altos conocimientos técnicos que contribuyeron al desarrollo agroindustrial cubano.

Algunos historiadores han dividido el proceso inmigratorio francés hacia Cuba en cuatro etapas, entre 1789 y 1804. A estas cuatro etapas inmigratorias hay que sumar una quinta, y que ha sido poco tratada y mucho menos cuantificada. La misma se halla estrechamente ligada con el restablecimiento de la paz entre España y Francia en 1811 y la derrota definitiva de Napoleón en 1814. 

Ambos hechos estimularon un nuevo flujo migratorio hacia Cuba de individuos calificados, procedentes directos de varias regiones de Francia y del país vasco, tanto del lado francés como del español, cuyo número fue significativo. Un registro estadístico del 30 de noviembre de 1818, que puede servir de ejemplo, reportaba el arribo, al Departamento Occidental, de un grupo de franceses procedentes de Francia, de los cuales el 46% eran agricultores, lo que denota el carácter y composición de esta inmigración.

Todas estas oleadas inmigratorias aportaron numerosos caficultores hacia diversas regiones del país. Este fenómeno se produjo de modo irregular, con relación al número de inmigrantes y a las regiones donde arribaron. De acuerdo con la división político administrativa existente en Cuba durante la primera mitad del siglo XIX, la inmigración francesa tuvo un comportamiento diferente. Hacia 1809 en el Departamento Occidental los refugiados representaban el 11% del total de inmigrantes, mientras el resto se había asentado en el Departamento Oriental. Dentro del indicado porcentaje es necesario indicar que los inmigrantes no sólo provenían de Saint Domingue, sino también de Louissiana y otras colonias galas del Caribe. Los franceses procedentes del sur de los Estados Unidos eran portadores de una cultura y conocimientos técnicos enriquecidos a la sombra del desarrollo alcanzado en los estados del sur de Norteamérica.

Por su parte la inmigración en el Departamento Oriental constituyó una verdadera explosión demográfica entre 1790 y 1809, la cifra de refugiados ascendió a 7 449 individuos procedentes de Saint Domingue. Factores geográficos, de vecindad y de relaciones socioeconómicas que se remontan al pasado entre Cuba y la colonia francesa; así como las propias características económicas específicas de esta parte de la Isla, que la diferenciaban del resto del territorio insular, condicionaron el fuerte flujo migratorio, cuya desproporción respecto a occidente es evidente.

Expulsión de los colonos franceses. Proceso de desalojo

La aparente tranquilidad y seguridad que los colonos franceses habían encontrado en la Isla de Cuba se vio rápidamente frustrada. La invasión del Ejército Napoleónico a España en 1808 culminó con el apresamiento del Rey Fernando VII y el comienzo de la insurrección popular del 2 de mayo del indicado año. Para los refugiados franceses en Cuba fue el inició de una serie de situaciones adversas que tuvieron que afrontar. En América las colonias españolas quedaron subordinadas a una Junta Suprema fijada en Sevilla, que generó una feroz persecución contra los ciudadanos franceses radicados en aquellas, fundamentalmente en Cuba.

Con el pretexto de salvaguardar la seguridad de la Isla de Cuba, la Junta de Sevilla determinó la expulsión de los franceses radicados en ella. Esta medida generó una xenofobia en los círculos más reaccionarios existentes en el país, así como se convirtió en pretexto para desalojar y despojar de sus propiedades a los industriosos franceses.

A pesar de la presión antifrancesa, las autoridades españolas cedieron ante la pujanza de influyentes personalidades del círculo de hacendados criollos y las probadas muestras de las ventajas que produjo la inmigración francesa para la Isla. El Capitán General, Marqués de Someruelos, en oficio del 26 de agosto de 1808, dispuso que todos los franceses que no estaban naturalizados y deseaban hacerlo, podían acudir a los sitios indicados para su registro. A los franceses radicados en la Sierra del Rosario, se le dio la oportunidad de acudir a la Villa de San Antonio de los Baños, para efectuar los trámites oficiales.

Represalias contra ciudadanos franceses

A pesar de los esfuerzos para no emigrar, muchos de los caficultores franceses se vieron obligados a marcharse del país, para ello la administración española organizó las Juntas de Vigilancia, encargadas de velar por la expulsión de los refugiados franceses que eran considerados como “indeseables”, o que no se habían nacionalizado bajo la bandera española.

La expulsión de los franceses produjo serios trastornos en sus primeros momentos en las zonas cafeteras de la Isla, en particular en la Sierra del Rosario. Las amenazas contra los franceses radicados en la Sierra del Rosario, obligó al Capitán General a despachar un oficio el 22 de marzo de 1809 a los Capitanes de Partidos de la región, para que evitaran cualquier agresión contra los refugiados.  Algunos franceses, ante el desenvolvimiento de los acontecimientos, solicitaron protección.

Aportes y expresiones culturales de los cafetaleros franceses. Corriente de la cultura francesa en los cafetales

La llegada de los franceses a la Isla fue bien vista por los círculos progresistas de Cuba, sobre todo el sector hacendístico, pues eran altamente apreciados las experiencias y conocimientos acumulados por ellos en sus colonias de América y en la propia Europa. Y no se equivocaron, pues el aporte francés fue significativo, en tal medida que incorporó y enriqueció la cultura cubana con elementos nuevos.

Es opinión generalizada que las tierras ocupadas por los caficultores franceses, en sus inicios, fueron atendidas con acierto, aplicando técnicas correctas que permitió la obtención de rendimientos adecuados, a corto y mediano plazos, con los propósitos de rentabilidad y comercialización propuestos.  Además, el área atendida por ellos y el territorio bajo su influencia “[…] mejoró considerablemente en todos los aspectos: en el cultivo, en las comunicaciones, en las construcciones de viviendas, en las industrias, etc., además de recibir múltiples beneficios en el aspecto social […]” [1].

La hacienda cafetalera no fue sólo una empresa agroindustrial, sino que también muchas de ellas se convirtieron en centros de cultura, con bibliotecas dotadas con excelentes libros científicos y de literatura universal. La ilustración de alguno de estos inmigrantes les hizo merecedor de participar y ser miembros de instituciones como la Sociedad Económica de Amigos del País, a la cual hicieron importantes aportes en el desarrollo científico-técnico de Cuba.

El optimismo y el ímpetu con que iniciaron el fomento de sus haciendas los franceses sirvieron de estímulo a los criollos, que de igual modo se lanzaron a la fiebre cafetalera, pues nunca antes se había desarrollado la agricultura como a partir de la llegada de tan útil inmigración.

En la Sierra del Rosario los principales aportes y manifestaciones culturales francesas estuvieron vinculados a la arquitectura, botánica, literatura y artes manuales. La arquitectura es el mayor exponente, o al menos sus testimonios son los que mejor se han conservado, al edificarse instalaciones siguiendo códigos y formas europeas, propias de las regiones de procedencia de muchos de los inmigrantes, las cuales fueron adaptadas a las condiciones tropicales. Es significativo que haciendas con destino agrícola y en plena serranía, alejadas de los centros urbanos, fueron construidas con gusto tan refinado, fácil de apreciar en la actualidad en las ruinas de los cafetales Santa Catalina, San Pedro, El Contento, Santa Susana, Liberal y Buena Vista, entre otros.

Vigencia de los aportes culturales

Desde el punto de vista etnocultural los franceses aportaron costumbres, tradiciones y dejaron la huella de su presencia en sus descendientes, cuyos individuos se ubican con cierta facilidad a través de los apellidos.

Muchos inmigrados franceses llegaron a la región en compañía de sus familias ya creadas y otros en estado de soltería, contraerían matrimonio con criollos y españoles, produciendo un proceso de fusión étnica. En el habla, incorporaron numerosos vocablos que con el paso del tiempo han sufrido sustanciales cambios, tales como secadero o tendal, basicol, tahona, entre otros.

En la botánica fueron innumerables las plantas introducidas por los refugiados franceses, tanto ornamentales como de valor alimentario y maderable; algunas de estas plantas estaban en función de proveer de sombra los cafetos. La introducción del mango macho en la Isla ocurrió con la llegada de los franceses, este árbol originario de la India, rápidamente se propagó por el lomerío.

Otras especies de plantas se convirtieron en invasoras y desplazaron las exiguas variedades que sobrevivieron a la tala indiscriminada que durante siglos caracterizó el panorama forestal de la región, este es el caso de la pomarrosa, planta del Asia tropical que rápidamente se adaptó a las condiciones de la región. En la actualidad, aún no se tiene certeza de cuál fue el objetivo de los franceses al introducirla.

Otras variedades botánicas introducidas fueron el Mamey de Santo Domingo, cuyo fruto es ampliamente utilizado por la población y el exótico árbol del pan. Entre las plantas ornamentales el lirio rojo ha resistido el paso del tiempo y se ha convertido en planta silvestre.

La celebridad alcanzada por los cafetales franceses fue tal que los círculos intelectuales dentro y fuera del país se vieron atraídos, arriesgándose algunos de ellos a incursionar por las empinadas montañas y dilatadas llanuras, con tal de conocer la obra y la ilustración de los franceses, entre los viajeros que visitaron estas haciendas se encuentran: los criollos Pedro José Morillas, Cirilo Villaverde y los extranjeros Abiel Abbot, Fredrica Bremer, la Condesa de Merlín, Jacinto Salas y Quiroga y Samuel Hazart, entre otros.

 

Notas

* Conferencia presentada en el I Coloquio Presencias europeas en Cuba, 2017, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.

[1] Fernando Boytel Jambú: Franceses en la Sierra Maestra: Algunos aspectos de la tenencia de la tierra. En: “Del Caribe” (Santiago de Cuba), 1987, año III, No.7, p.59.

Jorge Freddy Ramírez Pérez: Doctor en Ciencias Históricas en cotutela por la Universidad Hermanos Saíz Montes de Oca, Pinar del Río, Cuba, y por la Universidad de Alicante, España. Profesor Asistente de la Universidad de Pinar del Río y en su Centro de Investigaciones de Gerencia, Desarrollo Local y Turismo. Su línea de investigación gira en torno a los cafetales franceses en la Sierra del Rosario y el ecoturismo. Es coautor de libros como Francia en Cuba: los cafetales de la Sierra del Rosario (1790-1850) (2004), Candelaria: fundación y fomento (2008) y Cuba, pasaje a la naturaleza: Guanahacabibes (2009).

Por su meritoria labor ha recibido varios premios y distinciones. En 2004 y 2005 la Distinción Luis Montané Dardé y el Premio Anual al Mérito Científico Rafael Morales. En 2008 la Universidad de Pinar del Río le otorgó el Premio al Mérito Científico y en 2009 el MINTUR le confirió el Premio Nacional de Historia del Turismo. Es miembro de la Sociedad Espeleológica de Cuba, la Unión Nacional de Historiadores de Cuba, Ediciones Loynaz y la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba.

Castillo de la Real Fuerza

Italia y Cuba

Castillo de la Real Fuerza

Agosto 18, 2020

 

La presencia italiana en Cuba se remonta al año 1492, con la llegada del almirante de origen genovés Cristóbal Colon. Desde entonces, al ser puerto de La Habana paso recurrente en la conexión de los dos continentes, muchos fueron los viajeros de los estados italianos que llegaron a Cuba.

En cuanto a la impronta italiana en la arquitectura, la construcción del Castillo de la Fuerza introduce en la Isla la traza italiana, estilo de fortificación desarrollado en Italia a finales del siglo XV y en el cual aparece el baluarte: reducto que se proyecta hacia el exterior de la fortaleza como punto fuerte de la defensa mediante el fuego cruzado.

Los Antonelli fue una familia italiana de larga tradición constructiva en América y que dejó su huella en el sistema de fortificaciones de La Habana, con la construcción del Castillo de los Tres Reyes del Morro, el Castillo de San Salvador de la Punta y los torreones de Santa Dorotea de la Luna de la Chorrera y el de Cojímar.

Una de las presencias italianas más palpables en el contexto habanero es la escultura. Uno de los principales materiales utilizados fue el mármol italiano, el cual era traído como lastre en las embarcaciones. Estas grandes cantidades de piedras se convirtieron en verdaderas obras de arte. En la Necrópolis de Colón se despliegan magníficas piezas esculpidas creadas por numerosos artistas cubanos y extranjeros, de los cuales, muchos eran italianos.

También en el espacio urbano es amplia la escultura italiana, entre las que destacan la “Fuente de los leones” (Giuseppe Gaggini, 1836); la “Fuente de la India” o la “Noble Habana” (Giuseppe Gaggini, 1837); la “Fuente de Neptuno” (1839); la “Fuente de las musas” (Aldo Gamba); la estatua de Miguel de Cervantes (Carlos Nicoli, 1908), el monumento a Máximo Gómez (Aldo Gamba, 1935), a José Miguel Gómez (Giovanni Nicolini, 1936) y a Antonio Maceo (Domenico Boni, 1916).

Y si de escultura italiana se habla, no se puede dejar de mencionar las realizadas por Angelo Zanelli para el Capitolio Nacional. En el pórtico destacan dos esculturas que representan los valores que genera el progreso: la masculina encarna la actividad humana, “El Trabajo”; la femenina simboliza “La virtud tutelar del pueblo” dentro del inmueble, y justo debajo de la cúpula se encuentra “La República”, fundida en bronce y laminada en oro, la tercera estatua bajo techo más grande del mundo.

En el gusto operístico de la capital, Italia siempre ha estado presente. Este país y el Teatro Tacón, actual Gran Teatro de La Habana Alicia Alonzo, mantuvieron una historia indisolublemente ligada. Por sus salas desfilaron figuras como Marietta Gazzaniga, a quien le debemos uno de los dulces cubanos más populares: la gaceñiga; también Adelina Patti y Eleonora Duse. En 1920 llega Enrico Caruso, quien fuera el tenor italiano más popular en aquellos tiempos y uno de los pioneros de la música grabada.

Y para más realce de las relaciones entre el Teatro Tacón e Italia: el teléfono se inventó en este lugar, por el italiano Antonio Meuci, mecánico del teatro que diseñó un sistema alámbrico para facilitar las comunicaciones desde diferentes puntos del inmueble.

Muchos son los italianos que dejaron su huella en La Habana, así como las personalidades habaneras que tienen raíces italianas: a José Triscornia se le debe un poblado de igual nombre en Casablanca; el escritor Ítalo Calvino, de padres italianos nació en Santiago de las Vegas; Orestes Ferrara, hombre de vasta cultura que nos legó el inmueble donde actualmente se encuentra el Museo Napoleónico. Durante el siglo XX, la mafia italiana encontró en La Habana grandes posibilidades de negocios y contrabando.

Luego de 1959, el cine italiano fue de los más gustados por el público. Asimismo, el cine cubano halló en el neorrealismo italiano una de sus más grandes influencias en la renovación del lenguaje cinematográfico.

Por otra parte, la enseñanza artística fue una de las prioridades del país. El proyecto de las Escuelas Nacionales de Arte se encuentra entre las obras mayores de la arquitectura cubana durante la década del 60, en la cual participaron los arquitectos italianos Roberto Gottardi y Vittorio Garatti.

Roma, capital de Italia

Italia

Roma, capital de Italia

Agosto 18, 2020

 

Italia, país soberano miembro de la Unión Europea, fue el hogar de muchas culturas europeas como la etrusca y la romana, así como la cuna del Humanismo y el Renacimiento.

La historia de su capital, Roma, abarca tres milenios. Como centro del imperio romano, fue una de las primeras metrópolis de la humanidad. Según la tradición, fue fundada por los hermanos gemelos Rómulo y Remo el 21 de abril de 754 a.n.e.

Roma es el corazón geográfico de la religión católica y la única ciudad del mundo que tiene en su interior un Estado extranjero: Ciudad del Vaticano, que se encuentra bajo el poder del Papa. Por tal motivo, se le ha conocido también como la “capital de dos Estados”.

A la cultura romana se le debe la creación de puentes y acueductos, el sistema de alcantarillado para el saneamiento de las ciudades, la numeración, el calendario juliano -que utilizamos hoy en día- y leyes que fueron la base de la democracia.

Con la familia de los Médici, Florencia vivió un esplendor por cerca de tres siglos. Esta familia de mecenas se rodeó de los artistas y humanistas más importantes de la época, con lo cual Florencia se convirtió en centro cultural: Sandro Botticelli, Filippo Brunelleschi, Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel. Se gestó así una explosión de ideas que destruyó el mundo medieval y dio paso al Renacimiento. Pronto, los ideales del Renacimiento se difundieron desde Florencia hacia los estados vecinos de Toscana, como Siena y Lucca, y luego al resto de Europa.

Durante la Segunda Guerra Mundial, y con Mussolini como primer ministro, Italia se alió con la Alemania nazi, y apoyó a Franco en España. Casi un millón de italianos (incluyendo civiles) murieron en la guerra y la economía nacional estaba totalmente destruida. La Scala de Milán, importantísimo centro vital de la ópera y donde Verdi y Mozart estrenaron piezas musicales, fue casi destruido por las bombas.

En el cine, el neorrealismo italiano nace de la posguerra y se centra mostrar condiciones sociales más auténticas y humanas. En 1945, Roberto Rossellini inaugura el movimiento con un crudo filme sobre los últimos momentos de la ocupación alemana llamado “Roma, Ciudad Abierta”.

Italia es el tercer país de la Unión Europea que más turistas recibe por año. Ello se debe a que es fuente inagotable de paisaje, cultura y arte, donde seduce la belleza. Es el país con mayor número de monumentos declarados por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad (más de 50).

¿Conoces la Mediateca del #PalaciodelSegundoCabo? En este lugar, tenemos un amplio número de libros digitales que puedes consultar e, incluso, llevarte contigo. Asimismo, muchos materiales audiovisuales están a disposición del público, entre los que se encuentran los andares virtuales realizados por el equipo técnico del Centro para diversas ediciones de #RutasyAndares.

Te invitamos a que nos visites (cuando las condiciones epidemiologias lo permitan) para que copies este material audiovisual.

El Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha

El Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha

El Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha

“El Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha” es la obra más destacada de la literatura castellana y universal. Su primera parte se publicó a comienzos de 1605.

Su autor es Miguel de Cervantes, considerado la máxima figura de la literatura española. Tal ha sido su influencia en la literatura universal, que la misma Lengua Española suele ser llamada “lengua de Cervantes”.

Don Quijote, como se le conoce popularmente, constituye la primera obra literaria que desmitifica la tradición caballeresca y ejerció una fuerte influencia en toda la narrativa europea posterior.

Solo un año después del triunfo de la Revolución Cubana, y con la inauguración de la Imprenta Nacional, “El Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha” fue el primer libro publicado en el país. Se lanzó con una tirada de cien mil ejemplares, con ilustraciones. Con esta publicación, quedó inaugurada la colección Biblioteca del Pueblo, destinada a los clásicos de la literatura universal.

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La Imprenta en Cuba

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La llegada de la imprenta a Cuba tuvo un carácter fortuito. En 1720, se estableció en La Habana el tipógrafo flamenco Carlos Habré, quien provenía de la ciudad de Gante, del Reino de Bélgica; y trajo como parte de su equipaje, un rudimentario taller tipográfico.

Ya para 1754, el andaluz Blas de los Olivos fundó en la capital su taller tipográfico, el cual se convirtió en la Imprenta de la Capitanía General. Olivos fue designado el tipógrafo oficial de la misma y se le otorgó el monopolio de todos los documentos gubernamentales.

El 31 de marzo de 1959, el gobierno cubano promulgó la ley 187 para la creación de la Imprenta Nacional de Cuba, institución que dictó la política editorial del país. Dicha iniciativa posibilitó un mayor acceso a la cultura universal para los sectores más populares, al propiciar espacios de desarrollo para la producción intelectual y literaria nacional.

El primer director de la recién fundada Imprenta Nacional de Cuba fue el ilustre escritor cubano Alejo Carpentier, y la primera obra impresa fue “El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha”, de Miguel de Cervantes. De esta obra conocerás un poco más en siguientes publicaciones.

En 1967 la Imprenta Nacional de Cuba se convirtió en el Instituto Cubano del Libro con sede en el Palacio del Segundo Cabo, hoy convertido en el Centro para la interpretación de las relaciones culturales Cuba-Europa. A partir de ese momento, se originaron nuevas casas editoriales en el país y se promovieron actividades de alcance mundial como la Feria Internacional del Libro de La Habana.

9.	Tarja conmemorativa en la esquina de las calles O’Reilly y Tacón

Vínculos entre Cuba e Irlanda

9.	Tarja conmemorativa en la esquina de las calles O’Reilly y Tacón

Agosto 11, 2020

 

Irlanda y Cuba, dos pequeñas islas con un pasado colonial, comparten mucho más que la geografía insular. Aunque distantes, ambos pueblos han intercambiado a lo largo del tiempo pasiones, querellas y un pasado común de ansias de libertad frente a una potencia extranjera: Reino Unido y España. Nuestros pueblos han estado en contacto desde el siglo XVI y, si bien la presencia de este país europeo en Cuba no se encuentra entre las más numerosas, sí ha dejado una huella profunda en nuestro país.

Una de las presencias de irlandeses más notables en Cuba es de oficiales de alto rango, religiosos, hombres de negocios o administradores del imperio español. De los capitanes generales que gobiernan la Isla durante el periodo colonia, cuatro son de ascendencia irlandesa: Nicolás de Mahy (1821-1822); Sebastián Kindelán O’Regan (1822-1823); Leopoldo O’Donnell (1843-1848); Luis Prendergast (1881-1883).

La presencia menos conocida es la de los cientos de trabajadores que fueron reclutados en Nueva York entre 1835 y 1845, enviados luego a la Isla para la construcción del ferrocarril, tramo Habana-Bejucal. Solo en el primer año llegaron alrededor de 1200 irlandeses a Cuba.

Muchas son las familias irlandesas en La Habana. Una de las más representativas es el clan de los O’Farrill. A través de prestigiosos puestos militares, títulos nobiliarios y matrimonios favorables, la dinastía O’Farrill consiguió riqueza y posición, lo que la convirtió en una de las familias más poderosas e incluyentes en el corazón de la aristocracia española-cubana. Uno de los más majestuosos palacios de La Habana colonial lo fue la residencia de José Ricardo O’Farrill (1816-1882), en la esquina de las calles Cuba y Chacón, el cual actualmente es un hotel.

La calle O’Reilly, en el municipio Habana Vieja, lleva el nombre del Mariscal Alejandro O’Reilly, quien participó en el fortalecimiento de las instalaciones de defensa de la Isla y en la planeación de la construcción del complejo Morro-Cabaña a la entrada del puerto de La Habana. En la esquina de las calles O’Reilly y Tacón, una tarja conmemorativa recuerda las relaciones históricas entre Cuba e Irlanda: “dos islas en un mismo mar de lucha y esperanza”.

Varias fueron las personalidades cubanas que, aun cuando no eran descendientes de irlandeses, se vincularon con esta nación. El padre Félix Varela hizo una importante labor a favor de las comunidades irlandesas durante su destierro en Nueva York. También destacó Rafael María de Mendive con las tertulias literarias que cada semana celebraba en su casa, donde se leyeron sus traducciones de las melodías irlandesas del poeta nacionalista irlandés Thomas Moore. Se dice que fue aquí donde José Martí escuchó, por primera vez, los versos de este poeta.

De los cubanos con ascendencia irlandesa se encuentran los hermanos patriotas Manuel y Julio Sanguily; el músico Ignacio Cervantes Kawangh, el escritor José Julián del Casal y de Lastra Owens, el poeta Bonifacio Byrne Puñales; el líder estudiantil Julio Antonio Mella McPartland y el patriota Antonio Guiteras Holmes. Destaca además el argentino-cubano Ernesto Guevara, quien poseía por su rama materna la huella irlandesa de los Lynch.

En cuanto a la música, la gaita irlandesa se practica en Cuba y muchos gaiteros cubanos viajan a Irlanda para aprender sobre este instrumento.

En la actualidad, las relaciones diplomáticas entre ambos territorios suman 20 años. Nuestra institución, encargada de promover las relaciones culturales Cuba-Europa, junto a diversos investigadores, ha desarrollado varios proyectos que rescatan la memoria y los vínculos históricos entre Cuba e Irlanda. Este trabajo inició con la exposición “Los irlandeses en América Latina”, inaugurada en el Centro en febrero de 2017 por el Presidente de la República de Irlanda, el Excmo. Sr. Michael D. Higgins.

Acantilados de Moher, Irlanda

Irlanda

Acantilados de Moher, Irlanda

Agosto 11, 2020

 

La República de Irlanda es un país miembro de la Unión Europea, ubicada al norte del continente europeo, en el archipiélago británico.

Su nombre tiene origen en el irlandés antiguo Ériu (en irlandés moderno Éire). Los celtas denominaban Éire a la población irlandesa, por lo que la tierra comenzó a llamarse tierra del Éire o Éireland, cuya derivación acabó siendo Ireland (Irlanda).

La isla está casi íntegramente cubierta por una pradera que posee un color verde intenso, por lo que se le conoce como la “Verde Erín” o la “Isla Esmeralda”. Elementos distintivos de su paisaje son las costas, formadas, en su mayoría por acantilados y montañas bajas.

La Isla Esmeralda estaba habitada desde hace miles de años. En el año 500 A.C. llegaron los celtas, una cultura que no sufrió la conquista romana, por lo que preservaron su identidad. En el año 841 conquistadores viquingos fundaron Dublín y luego los anglonormandos, quienes logran conquistar la isla, la pasan al dominio de la corona inglesa.

Durante más de 700 años, los irlandeses intentan liberarse de la dominación británica, hasta que en 1921 Irlanda se declara independiente. Sin embargo, la Irlanda del Norte queda formando parte del Reino Unido. En 1949, a través de la constitución, se declara la República de Irlanda.

Dublín es la ciudad más poblada de Irlanda y su capital desde la Edad Media. Se sitúa en la desembocadura del río Liffey, el cual divide el norte y sur de la urbe. Es sede de las bibliotecas y museos más importantes de Irlanda. En la biblioteca del Trinity College, se encuentra en exhibición permanente, el Libro de Kells, un manuscrito iluminado realizado por monjes celtas en el año 800 d.  C. que contiene los cuatro evangelios del Nuevo Testamento, numerosas ilustraciones y miniaturas coloreadas. Debido a su gran belleza y a la excelente técnica de su acabado, muchos especialistas lo consideran uno de los más importantes vestigios del arte religioso medieval.

Dublín es también es una de las ciudades literarias más importantes del mundo. Grandes autores como Samuel Beckett (1906-1989), Oscar Wilde (1854-1900) y James Joyce (1882-1941) nacieron y desarrollaron parte de su obra en Dublín.

Entre los símbolos nacionales de Irlanda se encuentra la bandera; la franja naranja representa a los protestantes del país, la verde a los católicos de Irlanda y la blanca simboliza la paz entre ellos.

También lo es arpa celta que, según cuenta una leyenda celta, el jefe Dadga poseyó la primera, hasta que le fue robada por los dioses del frío y la oscuridad. Las divinidades de la luz y el arte se la devolvieron y, desde ese momento, la música salida de sus cuerdas trajo la alegría a las personas. El arpa aparece representada también en el escudo de la nación, en las monedas y en las botellas de la cerveza Guinness.

La cerveza Guinness es una de las marcas de cerveza más conocidas del mundo y ha llegado a identificar el alma de la nación. Se elabora desde 1759, creada por el cervecero Arthur Guinness. La característica distintiva en el sabor es la cebada tostada que se mantiene sin fermentar.

La música tradicional irlandesa, que entre sus instrumentos incluye el arpa y la gaita irlandesa, y sus letras pasaron oralmente de generación a generación y ha mantenido mucho de sus aspectos tradicionales. Sin embargo, la música irlandesa se ha expandido para incluir nuevos estilos. Destacan nombres como Sinéad O’Connor, U2, The Cranberries; en música más tradicional, Enya, y recientemente, Ed Sheeran.

Y, ¿sabes quién fue San Patricio? Es el patrón de Irlanda. Fue el sacerdote que evangelizó a los habitantes de Irlanda por cerca de 3 décadas hasta su muerte el 17 de marzo del siglo V. Se dice que San Patricio explicaba el misterio de la Santísima Trinidad usando un trébol de 3 hojas, de ahí que esta planta se convierta en un símbolo de la cultura irlandesa. Una leyenda asociada a la figura de San Patricio explica por qué en Irlanda no habitan serpientes ya que, según cuenta, fue este quien ahuyentó dichos reptiles hasta el mar.

Cada 17 de marzo se celebra el Día de San Patricio (Día Nacional de Irlanda), una de las festividades más globalizadas. Las celebraciones por San Patricio son muy vistosas y alegres en gran parte del mundo: las ciudades se visten de verde y en varias se lleva a cabo el gran desfile de San Patricio.