Réplicas de las naves de Cristóbal Colón enviadas a la exposición de Chicago de 1893

Carabela

Réplicas de las naves de Cristóbal Colón enviadas a la exposición de Chicago de 1893

La carabela es una antigua embarcación a vela comúnmente utilizada durante los siglos XV y XVI para el comercio marítimo y la exploración de nuevas tierras. Este barco inventado por los portugueses fue empleado por los españoles en sus viajes de exploración y, gracias a sus avanzadas características ingenieriles, pudo afrontar exitosamente los viajes a través del océano. Siendo así, Cristóbal Colón arriba a América con las carabelas La Pinta y La Niña y la nao Santa María. Actualmente, en el Museo Castillo de La Real Fuerza se pueden apreciar modelos navales de las tres embarcaciones.

Las carabelas tenían tres mástiles sobre una sola cubierta y un elevado castillo de popa; eran embarcaciones ligeras, altas y largas -hasta 30 metros-, estrechas y de aparejo redondo o latino. Sus velas triangulares requerían destreza y conocimiento para poder conducir el barco a través del océano, lo que implicó para la navegación una mejor maniobrabilidad ante el ataque de los vientos. Después de la conquista de América las carabelas cayeron en desuso por el surgimiento de los galeones.

Casa de calderas del ingenio Asunción

Caña de Azúcar

Casa de calderas del ingenio Asunción

La caña de azúcar es una planta originaria del sureste asiático. Este tallo delgado con cuantiosos entrenudos, es dulce y jugoso y puede llegar a medir hasta 5 metros. Existen distintas variedades de esta especie, de ellas la conocida como Criolla o de la Tierra es la más delgada corta y antigua que se introdujo de la India en Sicilia, Canarias y las Antillas[1] por Cristóbal Colón. En lo adelante, fueron llegando a Cuba otras variedades de la caña de azúcar. El jugo de la caña es la materia prima para obtener los pequeños cristales de azúcar. De la caña de azúcar se obtienen: el alcohol, el aguardiente y el ron.  También el bagazo, el cual es usado para la fabricación de papel. Con la introducción del trapiche en el siglo XVI y la llegada de la locomotora de vapor en 1837 a Cuba, se desarrolla notablemente la industria azucarera en Cuba.

Los antropólogos afirman que la plantación fue un espacio de confluencia y confrontación entre los grupos étnicos y culturales de diversas procedencias que llegaron a Cuba, el lugar donde comenzó la transformación y el intercambio de los factores humanos, un proceso que conduciría a la conformación de una idiosincrasia y una identidad nacional.

En nuestros días, la caña de azúcar también se aprovecha como alimento del ganado. Los estudios realizados demuestran que, convenientemente suplementada, los animales ganan en peso y aumentan su producción de leche.

[1] Esteban Pichardo. Diccionario Provincial casi razonado de vozes cubanas. Tercera edición, notablemente aumentada y corregida. Habana, Imprenta del Gobierno, Capitanía general y Real Hacienda por S. M., 1861, p.47.

Dibujo reconstructivo donde se aprecian las técnicas empleadas por los agroalfareros aruacos (taínos) en la construcción de canoas.

Canoa

Dibujo reconstructivo donde se aprecian las técnicas empleadas por los agroalfareros aruacos (taínos) en la construcción de canoas.

La canoa es una embarcación ligera movida por medio de palas, que sirvió como medio de transporte a los aborígenes. A diferencia de los remeros, los paleadores se encuentran de cara a la dirección que desean. Este tipo de barco se distingue por su forma puntiaguda en los extremos y por tener abierta su parte superior. Sus dimensiones son variables teniendo en cuenta la función para la que se crea.

El origen de la canoa es tan antiguo como el de los primeros pobladores que habitaron las islas caribeñas. Comúnmente se construían perforando el tronco del árbol derribado con hachas líticas petaloides y gubias de concha. Luego de perforar el árbol, las fibras de madera se machacaban y quemaban para, más tarde, alisar toda la superficie. Utilizando el fuego las canoas se dilataban y se les colocaban vigas transversales, empleadas finalmente como bancos por los remeros. Eran propulsadas por medio de remos o canaletes construidos de madera, en forma de paletas, con el extremo foliado y decorado; cerraba la caña una empuñadura transversal. Durante la Segunda Guerra Mundial se hicieron populares las canoas de aluminio por ser unidades ligeras y resistentes. En la actualidad, se fabrican canoas en todo el mundo utilizando distintos materiales en dependencia de su finalidad. Por ejemplo: las canoas de lona son empleadas para observar la fauna silvestre por ser muy silenciosas.

Vista de la Plaza Vieja o Mercado Principal de La Habana

Azulejo

Primer cuarto del XIX. Manufactura valenciana. Dibujo basado posiblemente en los grabados hecho por Hipólito Garnerey en 1808. Colección de la Casa de la Obra Pía.

El azulejo es una placa de cerámica vidriada, de varios colores, que sirve comúnmente para la decoración de zócalos, suelos o frisos en las iglesias, portales, cocinas, baños y otros sitios y también, para inscripciones como nombres de calles y números de casas. En La Habana se encuentran, arqueológicamente o in situ, azulejos confeccionados en España, Holanda, Inglaterra y Francia, en menor escala. Evidencias de estas producciones se pueden apreciar en el Gabinete y Museo de Arqueología.

Existen diferentes tipos de azulejos atendiendo a su producción. Los primeros azulejos hispanoárabes fueron los alicatados, en boga en los siglos XVI y XVII. Esta técnica, semejante a la del mosaico, consiste en agrupar fragmentos de cerámica vidriada de distintos tamaños y formas auxiliándose de un alicate. Posteriormente se utilizó la cuerda seca, que permití­a vidriar colores distintos sobre la misma placa, y la técnica llamada cuenca, más sencilla y práctica que la anterior.

Escudo de la Habana

Escudo de La Habana

Escudo de La Habana

La Habana tuvo varios escudos durante la época colonial, pero en todas estas representaciones siempre primó su condición de ciudad fortificada. El escudo de La Habana tal cual hoy se reconoce es una insignia sencilla que toma como símbolos una llave y los castillos de El Morro, La Fuerza y La Punta. Este quedó así definido en 1938 a partir de un modelo sugerido por el Dr. Ezequiel García Enseñat, quien diseñó su propuesta -después de varios estudios- inspirándose en un escudo que se encontraba en una de las casas aledañas a la Plaza de San Francisco, reproducido por el historiador José María de la Torre.

La Corona española determinó en 1561 que La Habana fuera el lugar de concentración de las embarcaciones españolas provenientes del continente americano, cargadas de riquezas, para luego partir rumbo a España en grandes convoyes custodiados por las naves militares. La importancia del enclave habanero para la metrópoli española y los continuos ataques de corsarios y piratas hacen que en el siglo XVII los reyes mandaran a fortificar la ciudad, descrita como “Llave del Nuevo Mundo y Antemural de las Indias Occidentales”.

En 1539 fue edificada en La Habana una torre a manera de casa-fuerte, conocida como La Fuerza, que marcaría el comienzo de las construcciones defensivas del puerto. Tras su destrucción, en 1555, por el corsario francés Jacques de Sores, quedó reconocida la necesidad de una más amplia y sólida. En noviembre de 1558, el ingeniero Bartolomé Sánchez comenzó la construcción del castillo y en 1562 es sustituido por el maestro cantero Francisco Calona. En abril de 1577, se dio fe de la terminación de las obras. El Castillo de La Real Fuerza, de planta cuadrada, inauguraría las obras abaluartadas en América.

En 1553 se artilló y por primera vez se habló de fortificar el sitio que ocupa actualmente el castillo de los Tres Reyes de El Morro, reconocidas ya las ventajas de la peña o morro existente a la entrada del puerto habanero para la vigilancia y resguardo de la población. La edificación principal se inició en 1589, dirigida por Bautista Antonelli y se terminó hacia 1630. Su planta se ajusta a la forma del terreno, condición muy favorable para su defensa.

Desde que San Cristóbal de La Habana definiera su asentamiento en 1519, se supo la importancia estratégica de la entrada de la bahía. A partir de 1590 comenzaron allí las obras del Castillo de La Punta, dirigidas por el ingeniero Bautista Antonelli y terminadas en 1593. El 24 de julio de 1845 se inaugura el faro actual, de 78 pies de altura y 15 de diámetro, construido por orden del gobernador Leopoldo O’Donnell, de quien toma el nombre.

Abanico

El Abanico

Abanico

El abanico es otro de esos objetos de origen incierto. Podemos hallarlo en muchas culturas, cada una con diferentes formas y funciones. Es probable que el hombre prehistórico avivara el fuego con él; los egipcios lo usaban además para espantar insectos; los griegos, para ventilar los alimentos; los esclavos romanos, para refrescar a sus dueños; la iglesia medieval en la liturgia y durante el renacimiento, cobró su mayor relevancia como objeto suntuoso. En China eran un símbolo de poder, los hombres portaban un modelo peculiar que guardaban en estuches y ataban a la cintura. Es célebre el abanico de plumas que Colón llevó desde las Indias a la reina Isabel la católica.

Primero surgió el abanico fijo y luego el plegable, con una apertura inicial de solo 90º y se dice que la inspiración fueron las alas de los murciélagos. Este peculiar objeto articuló en la Europa victoriana todo un lenguaje inaudible y cifrado para el cortejo y la galantería. Llegó a afirmarse que los hombres contaban con la espada para su defensa y las mujeres con el abanico, resultando ambos igual de eficaces. Lo que muy pocos saben es que que el abanico es una prenda de vestir para ambos sexos. En Cuba, en el siglo XIX, se fabricaba también para hombres, quienes lo guardaban en la bota, o en un bolsillo colocado disimuladamente en la parte de atrás de la camisa.

En La Habana de finales del siglo XVIII existió la costumbre de importar abanicos en blanco desde Europa que serían ilustrados en la isla por “compositores de abanicos”. Hacia 1892 “La Complaciente” era una de las fábricas de abanicos regional. El Museo de Arte Colonial de La Habana Vieja conserva una bellísima colección de abanicos de Francia, Italia y España, de los siglos XVII al XIX.

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La Locomotora

Locomotora

La locomotora es una máquina rodante que puede ser movida por vapor, electricidad o un motor de combustión interna, con el propósito de remolcar los vagones de un tren. Desde principios del siglo XIX y hasta entrados en el XX, las locomotoras fueron de vapor. Este revolucionario invento fue construido en 1804 por Richard Trevithick, en Gran Bretaña. La locomotora se introdujo en Cuba en 1837, siendo así el primer país de Hispanoamérica y el octavo del mundo en contar con un ferrocarril impulsado por locomotoras de vapor inglesas. La temprana llegada de la máquina a nuestro país facilitó el desarrollo de la industria azucarera y, en lo delante, de otros sectores de la economía nacional. El ferrocarril conectó el cañaveral con el batey, el central, los almacenes y los puertos de embarque, acortando el tiempo de la transportación y las distancias, las que hasta ese momento habían recorridas con carretas y rastras.

La idea de establecer un “camino de hierro” en la Isla llegó justo en 1830, año en que se inauguró en Inglaterra el primer ferrocarril con un itinerario regular. El 19 de noviembre de 1837, bajo un agua torrencial y con 70 pasajeros a bordo, se inauguró el tramo La Habana-Bejucal, una  iniciativa que poco tardará en materializarse en diversos territorios de la geografía nacional. Al trabajo del ingeniero francés Jules Sagebien se debe la construcción, desarrollo y difusión posterior del ferrocarril en toda la isla.  A su responsabilidad estuvo el ferrocarril de Santiago de Cuba al Cobre, en 1842; la construcción de la línea Cienfuegos-Palmira-Ranchuelo-Villa Clara, en 1846; la prolongación del ferrocarril de Júcaro, en Cárdenas, y en 1855 el de Guantánamo.

La locomotora no solo facilitó la transportación masiva de pasajeros de un punto a otro, sino que aseguró el crecimiento de la industria azucarera y de otros productos prioritarios de la economía, favoreciendo la comercialización de los mismos.

 

 

Ajiaco

El Ajiaco

Destacada Ajiaco

El ajiaco es un caldo típicamente cubano. La preparación se compone de carne de puerco, o de res, plátano, yuca, calabaza y diferentes viandas, al que se añade zumo de limón y ají picante. La palabra ajiaco es un vocablo aborigen que proviene de la raíz ají y el sufijo aco, que significa lo que está adentro. Algunos autores dicen que es el equivalente cubano de la olla española, traído por los colonizadores, al cual se le extrajo el garbanzo y se le agregó productos autóctonos. Igualmente existen antecedentes en la culinaria africana y francesa, con el pot-aufou.  Su consumo era generalizado ya en el siglo XIX, aunque no se presentaba en mesas de etiqueta dentro de la clase alta. En la mesa de los pobres uno de los platos principales era el mondongo, similar al ajiaco pero de menor calidad. Era un guiso de caldo, con alguna vianda, tripas, callos y libros de res.

El eminente antropólogo cubano Fernando Ortiz Fernández usó el ajiaco como un símil para referirse al proceso de intercambio, negociación y resistencia continua que ha conllevado a la formación de la identidad nacional, y convirtió este plato en el mejor recurso para explicar la esencia de la cubanidad.

Destacada Cafe post

El Café

Destacada Cafe

El café fue la bebida más generalizada en el siglo XIX cubano y en la actualidad continúa teniendo gran prominencia dentro del gusto del cubano. De hecho, en esta centuria se identificó a nivel popular en ingerir café, en vez de chocolate caliente –símbolo de hispanidad-, como una costumbre identitaria del cubano. Proveniente el grano de cafeto de África, ya se degustaba en la Isla incluso antes de que José A. Gelabert introdujera las primeras semillas en su fundo de Ubajay (Wajay, provincia de Occidente), en 1748. Es una bebida estimulante y tónica, consumida con frecuencia entre la población como el primer alimento del día y el último después de la comida.

En nuestros días es el café negro y humeante – una esencia extractada en poquísima agua- la bebida que se le brinda al visitante, tanto en el hogar como en el espacio laboral, en señal de hospitalidad y cortesía. Se prepara de diversas maneras: tanto frío como caliente; con leche, coñac, anís, ron, canela, nuez moscada, chocolate, aguardiente…, en colador o en cafetera italiana. Se suele tomar concentrado, bien caliente y en tazas pequeñas. También es conocido el llamado café carretero, en la cual el café se elabora junto con el agua y el azúcar y una vez que hierve se coge un leño encendido y se introduce dentro del recipiente. La borra por razones físicas se precipita hacia el fondo e inmediatamente se sirve. También hay otra receta: se hierve agua en polvo de café y azúcar, luego se deja asentar la borra para servirlo y no se cuela.

Luego de los años 90, se ha hecho muy popular la mezcla de los granos de café y el chícharo; en ocasiones también con garbanzos, soya o con cualquier otro sucedáneo, lo que le confiere un sabor muy característico.

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La bocina acústica y el claxon

Claxon (DESTACADA)

La bocina acústica fue inventada en Francia, en 1680, cuando todavía no se soñaba con los automóviles. Se empleaba para la caza y estaba compuesta de una pera de goma unida a una trompeta. El invento se propagó hasta llegar a Alemania, donde empezó a emplearse en la música. Fue a finales del siglo XIX, con la aparición de los primeros automóviles, que las bocinas se incorporaron en estos, como señal acústica.

La primera patente de bocina eléctrica fue presentada en Alemania por Robert Bosch, en abril de 1914 y finalmente comenzó a comercializarse en 1921.

Muy pronto las bocinas eléctricas o claxon  –como también se le conoce, por su origen con la marca comercial Kláxon–, pasaron a sustituir a las bocinas acústicas, que en cambio se siguen empleando en transportes ligeros, como las bicicletas.

En algunos países accionar el claxon implica una infracción de tránsito a menos que se trate de una emergencia. Sin embargo los españoles y los italianos se precian de ser los que más emplean este invento, es probable que la gran mayoría no haya visitado Cuba aún.