El celofán es una lámina transparente, delgada y flexible, cuyas mayores propiedades son su baja permeabilidad y su alta capacidad de tracción. Proviene de la celulosa y es un polímero natural, sin fibras y con glicerina como aglutinante.
La historia del celofán comienza por azar en 1908, cuando un ingeniero textil suizo, llamado Jacques Edwin Brandenberger se dio a la tarea de fabricar un mantel impermeable a los líquidos y a las suciedades.
Luego de varios intentos fallidos el producto resultante fue el celofán, que si bien no cumplía los propósitos del inventor, sí podía emplearse como envoltorio de alimentos o regalos.
La industria textil francesa de principios del siglo XX lo desarrolló a escala industrial y lo comercializó por todo el mundo. La industria alimenticia norteamericana fue una de las primeras en emplear celofán como envoltorio de alimentos y golosinas, y se mantuvo importando celofán francés durante décadas, hasta el año 1924, momento en que se construye en Estados Unidos la primera fábrica de celofán.
Esto quiere decir, probablemente, que hasta el año 1924 los caramelos norteamericanos, producidos con azúcar, importado de Cuba, eran envueltos con celofán francés.
Actualmente el celofán de origen orgánico está prácticamente sustituido por el polipropileno, un derivado del petróleo, a tal extremo que casi todo lo que se conoce hoy en día por celofán, es polipropileno.