La llegada. Miradas de ida y vuelta. La impronta asturiana en Cuba

Junio 19, 2023

En la mañana del martes, se continuó la proyección de la serie documental Historias de una migración, con la presentación del segundo capítulo titulado La llegada, del realizador Santiago Felipe Prado Pérez de Peñamil. Nos acompañó el Doctorante Dunyer Pérez Roque, especialista del museo Casa Natal José Martí, así como el propio autor de los documentales.

Si bien La partida abordó sobre las condiciones que originaron la inmigración asturiana hacia América Latina y su arribo a territorio cubano, La llegada refleja cómo fue el proceso de inserción de estos viajeros en nuestra sociedad.

Esto se debe a que, durante la segunda mitad del siglo XIX y las tres primeras décadas del siglo XX, Cuba, junto a otros países del propio continente, se convirtió en receptora de un potente éxodo español. Se estima que entre los años 1880 y 1930 vinieron algo más de 1 100 000 personas, de las cuales gallegos, asturianos y canarios representaron la mayor cantidad.

La inmigración asturiana ganó terreno hasta convertirse, durante el siglo XX, en la más importante después de la gallega. El censo de 1859 ofreció la cantidad de 8454 peninsulares, sin embargo, todavía no había comenzado la época de auge de la afluencia hispana.

En la medida en que crecía el país se hizo presente la huella de estos viajeros, pues controlaban algunos sectores de la economía cubana. Tal es el caso del comercio, los ferrocarriles, algún capital bancario, extensiones de tierras para arriendo en el cultivo, etc.

Las principales industrias de tabaco pertenecían a asturianos. Nombres como Juan Antonio Bances, Anselmo González del Valle, Leopoldo González Carvajal, Julián Álvarez Calixto López y Ramón Argüelles (el rey de los ferrocarriles) sobresalieron en esta época.

Durante la guerra independentista de 1895 y la posterior intervención norteamericana, no solo se paralizó el éxodo precedente, sino que abandonaron la isla entre 40 000 y 50 000 civiles. Fue en estos años en los que se vendieron tierras, comercios e inmuebles sobre todo al capital procedente de Estados Unidos. Luego de instaurada la República, arribó un sinnúmero de asturianos para impulsar las diversas ramas de la economía. De esta época data el campamento de Triscornia en La Habana, el cual controlaba aspectos legales y sanitarios de los recién llegados.  

En las primeras décadas del siglo XX y debido a la repentina recuperación de la economía, muchos asturianos inmigraron de forma masiva. Sectores como la minería, el ferrocarril, la rama bancaria y la azucarera fueron empleadoras de una gran cantidad de hispanos.

Marcas como Romeo y Julieta, de Pepín Rodríguez, Partagás, de Ramón Cifuentes, la H Upmann, de Benjamín Menéndez y El Cuño, de Domingo Méndez, se impusieron en la competencia. Fábricas de litografías, aceite, papel, lozas, chorizos y confituras eran parte de la propiedad de asturianos. Comercios mayoristas y minoristas, como la tienda El Encanto, también estuvieron dirigidos por estos viajeros.  

Muchos de esos comerciantes impulsaron y financiaron la fundación de las asociaciones, como la Sociedad Asturiana de Beneficencia. Las sesenta delegaciones de afiliados cambiaron de sedes hasta que se construyó el Palacio del Centro Asturiano de La Habana.

Los jóvenes inmigrantes ejecutaron diversos oficios. Es por ello que ocupaban puestos en todo el diapasón laboral del país. Fueron albañiles, carpinteros, tabaqueros, ferroviarios, tranviarios, sirvientes, peone impresores, pescadores, carboneros, picapedreros, estibadores, panaderos, tenderos, bodegueros, etc. Las mujeres se dedicaron a labores domésticas esencialmente y otras ejercieron en talleres y fábricas. Aunque estas constituyeron el 20% de los viajeros, también jugaron un rol importante en la sociedad.

En 1933 se aprobó la Ley de nacionalización del trabajo, lo cual le permitió a los cubanos de ocupar nuevas plazas en detrimento de muchos españoles. Este fue un duro golpe para los inmigrantes. Aunque hubo manifestaciones, el dictamen fue irreversible. Solo los asturianos con mejor posición se quedaron y otros se nacionalizaron como cubanos para tener derecho al trabajo. Este fue el fin del desplazamiento masivo y, con los años quedarían estos viajes como la expresión de una época.

El 28 de julio se podrá apreciar El retorno, material con el cual culminarán los ciclos audiovisuales. El mismo completará un viaje en el tiempo que documenta la inmigración asturiana y sus particularidades en nuestro país.

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