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Juan Bautista Vermay / Pintor – Francia

Juan Bautista Vermay / Pintor – Francia

   

   Juan Bautista Vermay

    Pintor

El 1 de diciembre de 1818 se funda en La Habana la Escuela Gratuita de Dibujo y Pintura, años más tarde llamada San Alejandro, en honor a su creador, Don Alejandro Ramírez, superintendente general y director de la Real Sociedad Económica Amigos del País.

Esta Academia ha potenciado a importantes personalidades nacionales y extranjeras, como es el caso de su primer director, el pintor francés Juan Bautista Vermay (Tournay, Francia, 1786 – La Habana, Cuba, 1833), quien llega a la capital de la isla a finales de 1815. Había sido discípulo en París de Jacques Louis David (1748-1825) y protegido de Napoleón Bonaparte y, luego de la caída del imperio, emigra de Francia. Vermay, hombre de vasta cultura, trae consigo cartas de recomendación atribuidas al pintor español Francisco de Goya y del príncipe Luis Felipe de Orleáns.

El Obispo Juan José Díaz de Espada y Fernández de Landa, deseando restaurar algunos antiguos lienzos que había en la Catedral de La Habana, escribió hacia 1814 al famoso pintor Goya para que enviase a un artista capaz de ejecutarlos. Se dice que Goya le trasmitió el encargo a un amigo en París y este le recomendó al joven Vermay, quien se destacaba por su apego al neoclasicismo.

En La Habana, además de su actividad como maestro, pintó retratos y obras de tema religioso para algunas iglesias. Realizo tres grandes lienzos de tema histórico para cubrir las paredes de El Templete, monumento neoclásico erigido por el gobernador Francisco Dionisio Vives en 1828: La primera misa bajo la ceiba memorable, y Constitución del primer cabildo de la villa San Cristóbal de La Habana, ambas de 1826, y Solemne fiesta religiosa oficiada por el Obispo Espada (1828), en conmemoración del sitio donde se dio la primera misa y se reunió el primer cabildo de la fundación de la villa de San Cristóbal de La Habana.

La obra que desarrolló en la isla abarcó un amplio abanico temático y a pesar de que actualmente no sabemos a ciencia cierta el paradero de muchas de ellas, en la historiografía, una vez más, podemos encontrar algunos de esos cuadros perdidos: “Recién llegado a La Habana imaginó y pintó dos cuadros de la historia de América que existen en un salón de la casa de Gobierno: en ellos se ven los conocimientos históricos que este artista poseía, el estudio profundo de la bella naturaleza, con la viva imaginación que le acompañaba” (Calcagno, 1878).

Trabajó, además, la pintura religiosa, por lo que “restaura los frescos de Perovani en la Catedral; pinta un San Ignacio de Loyola para la iglesia de San Nicolás, una Virgen del Pez para la del Ángel, un San Juan Bautista y una Virgen de Guadalupe para la de la Caridad” (Pérez, 1959). Piezas que muchas veces fueron víctimas de la ignorancia de los encargados de los templos para los que se concibieron. Interesante resulta el testimonio de Rodríguez Morey, otrora director del Museo Nacional, cuando en su Diccionario, conocido por muchos aunque inédito hasta 2013, comenta el rumbo de uno de esos cuadros en los que el artista recreó la imaginería católica: “Vermay pintó un gran cuadro, tamaño natural, representando El Descendimiento de Cristo que lo regaló a la Iglesia de la Salud, pero al entregarlo al párroco, éste le exigió el marco y el pintor ante tamaña mezquindad lo retiró y lo envió a Tournai, su pueblo natal” (Rodríguez, 2013).

Cultivó también el retrato, “su numerosa clientela particular y clerical le encarga retratos (…), ejecuta algunos de Capitanes Generales: Apodaca, Cienfuegos y Cajigal de la Vega” (Pérez, 1959), de los que no se tienen mayores noticias.

Sin embargo, por la pintura de historia obtuvo los más notables elogios, en especial, por aquella que, aun se puede apreciar en El Templete.

El 30 de marzo de 1833, falleció Vermay, víctima de una epidemia de cólera que azotó ese año a La Habana (Ramírez, 1891).

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