Tolomeo

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Tolomeo

Abril 11, 2022

 

Se cree que Claudis Ptolemaeus, conocido como Claudio Tolomeo, nació en Egipto hacia el año 90, probablemente en Ptolemais Hermii, a orillas del río Nilo. No se sabe prácticamente nada acerca de su vida, excepto que se helenizó y trabajo en la gran Biblioteca de Alejandría, ciudad que por aquel entonces estaba bajo dominio romano. Allí elaboró su Geografía, formada por ocho volúmenes. El volumen 1, quizá el más importante, incluye un mapamundi y ubica los lugares en términos de latitud y longitud. Para ello se inspiró en el trabajo de escritores griegos anteriores como Eratóstenes de Cirene (c 276-194 a.C.) e Hiparco de Nicea (c 180-125 a.C.), quienes habían sugerido la utilización de líneas imaginarias trazadas en la superficie de la Tierra como referencia para indicar ubicaciones. Tolomeo propuso que las líneas de longitud (de este a oeste) se dibujasen en paralelo al Ecuador y se calibrasen en grados, siendo 0° el nivel del Ecuador y 90° el Polo Norte. Asimismo, dividió las líneas de longitud en 180° a este y oeste del «meridiano principal», al que asigno el valor de 0° y que situó en las islas Canarias (conocidas por aquel entonces como islas Afortunadas). Desgraciadamente dicha ubicación se encontraba 7° al este de su auténtica posición. Aun así, cualquier lugar de la Tierra puede definirse actualmente en términos de latitud y longitud. Ubicó los lugares utilizando información facilitada por los mercaderes y funcionarios romanos que viajaban por todo el mundo, y no a partir de datos astronómicos, lo que generó recelo entre los críticos de su época.  

Para representar la superficie curva de la Tierra, Tolomeo utilizó fundamentalmente dos tipos de proyección cartográfica. En la proyección cónica (obtenida proyectando una forma esférica con un cono) las líneas de latitud adoptan la forma de arcos circulares concéntricos, mientras que las de longitud se convierten en radios de dichos círculos, abriéndose en abanico desde el Polo Norte. En la segunda proyección, las líneas de longitud también son arcos circulares en lugar de líneas rectas.

Los volúmenes 2 a 7 de la Geografía están formadas por tablas con lugares de todo el planeta, acompañados de sus correspondientes coordenadas, y abarcan todo el mundo conocido, incluyendo África, Asia y Europa. Se afirma que el volumen 8 contenía mapas de zonas concretas, con cuatro mapas de África, doce de Asia y diez de Europa, probablemente inspirados en trabajos de Marino Tiro (150 d.C). En conjunto se trataba de un atlas de todo el mundo conocido, aunque ninguno de estos mapas ha sobrevivido. El mapamundi de Tolomeo puede parecer extraño a ojos modernos, pero tenía la suficiente calidad como para que Cristóbal Colón (1451-1506) decidiera que era posible llegar a Asia navegando hacia el oeste de Europa (sobre todo si tenemos en cuenta que el mapa de Tolomeo había acortado considerablemente la distancia entre Europa y Asia).

¿Qué tenía la Geografía de Tolomeo para mantenerse en la lista de los más vendidos durante 16 siglos? La respuesta radica en el hecho de que no se trataba de una mera reproducción, sino que se iba introduciendo añadidos o «mejoras», tal como reivindicaban los sucesivos editores. Cabe recordar que antes de la aparición de la imprenta todas las copias debían realizarse a mano. Así pues, resultaba fácil añadir elementos. Por ejemplo, en 1427, el canónigo de Reims, Guillermo Fillastre, encargo a su escriba que añadiera un mapa del norte de Europa elaborado por el geógrafo danés Claudius Clavus. Veinte años después, el duque de la ciudad italiana de Ferrara recibiría una copia del libro con mapa adicionales y un método para situar elementos físicos y fronteras. Por otra parte, el pintor florentino Piero del Massaio elaboró copias manuscritas en 1469 y 1472, en las que añadió mapas contemporáneos de Francia, Italia y España, junto con perspectivas de las principales ciudades mediterráneas.

Lo cierto es que la Geografía de Tolomeo se labró su fama durante la rápida expansión de la imprenta en la década de 1450, especialmente en Italia: en Vicenza (1475), Roma (1478) y Florencia (1480). En 1482 se publicó una de las versiones más bellas en Ulm (Alemania), con grabados coloreados de mares azules con bordes amarillos. La llegada de los europeos a América se recogió en los mapas de las ediciones publicadas después de 1508, aproximadamente. El número de mapas también se incrementó, y pasó de 20 en la versión de Martin Waldseemüller, de 1513, a 33 en la de Giacomo Gastadi, de 1548. Uno de los autores que no realizó «mejoras» fue el cartógrafo flamenco Gerardus Mercator (1512-1594), cuya edición de 1578 reproducía 27 de los mapas de Tolomeo, junto con una versión fidedigna del texto original. Probablemente sea esta la edición más auténtica que ha sobrevivido. En 1730 ya se habían publicado más de 50 ediciones.

Tolomeo también escribió un libro de óptica fundamental, que incluía principios tantos físicos como geométricos. No obstante, su trabajo más conocido sigue siendo el Almagesto, probablemente más influyente que su Geografía, pese a no haber gozado de una vida tan larga. Tolomeo llamó a su colección de trabajos astronómicos Megale Syntaxis, aunque ha pervivido con su nombre árabe, que significa simplemente «los más grandes». La teoría central de Almagesto es que la Tierra constituye el centro del universo, tal como sostenían Platón y Aristóteles; en la actualidad se conoce este planteamiento como sistema tolemaico. Dicha teoría requería operaciones matemáticas complejas para explicar por qué todos los planetas se mueven en círculos (en realidad dibujan elipses), y aunque era posible elaborar explicaciones para los planetas de modo que se ajustaran a lo observado, la teoría se desmoronaba cuando se consideraba el sistema solar en su conjunto. Pese a ello, la reputación de Tolomeo era intachable y quizá esa sea la razón por la que la idea geocéntrica permaneció vigente durante tanto tiempo, hasta ser recibida en el siglo XV por el astrónomo polaco Nicolás Copérnico (1473-1543) y sus seguidores, como Galileo Galilei (1564-1642). Obviamente, la enorme conmoción teológica que representaba un universo cuyo centro no fuese la Tierra también influyó.

 

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