dest Dante Alighieri y la Divina Comedia

Dante Alighieri y la “Divina Comedia”

Dante Alighieri y la Divina Comedia

Marzo 1, 2021

 

Según los estudiosos de su obra, en la Divina Comedia Dante bajó al infierno a la edad de 35 años, término medio de la vida humana, el día de Viernes Santo del año 1300, correspondiente al 25 de marzo. Desde el 2020 y en adelante, esta fecha fue declarada por el Consejo de Ministros de Italia como Día de Dante o Dantedì, en homenaje a una de las más importantes obras de la literatura universal y a su autor.

Cualquiera de sus obras, como la Vita Nuova o El Convite, hubiera bastado para considerar a Dante Alighieri como un importante y excelente poeta. Sin embargo, es la Divina Comedia la que le consagra como el poeta más grande de Italia y uno de los mejores de todos los tiempos.

Dante Alighieri, cuyo verdadero nombre era Durante di Alighiero degli Alighieri, nació en Florencia en 1265, probablemente el 30 de mayo. Muy poco se sabe de los primeros años de su vida, ni ha podido comprobarse que estudió en las universidades de Bolonia o Padua, aunque no cabe la menor duda de que sus estudios fueron muy sólidos y sus conocimientos universales.

También estuvo vinculado a la política. En 1296 fue nombrado miembro del Consejo de Ciento y, además, figuraba en el gremio de médicos y boticarios. Del 15 de junio al 15 de agosto de 1300 fue prior de su ciudad natal, cargo de muy difícil desempeño en aquellos tiempos y al que le poeta atribuye todas sus desgracias. Las tenciones políticas entre partidos hicieron que Dante tuviera que exiliarse y dejar la política. Viajó por varias ciudades y durante casi todo el tiempo guardó la esperanza de poder volver a su ciudad natal. Sin embargo, la muerte lo sorprendió el 14 de septiembre de 1321 en Rávena, donde reposan sus restos.

Florencia ha pretendido en diversas ocasiones, aunque siempre en vano, poseer los restos del poeta, quien en su última voluntad expresó terminantemente que, en ningún caso, volvieran aquellos a la patria que, en vida, le cerró las puertas para siempre.

La Divina Comedia, ese grandioso poema épico-teológico, comparado a una catedral gótica por su belleza y excelsa espiritualidad, viene a ser la más alta expresión literaria de la cultura del siglo XIII, a la vez puente que separa y enlaza la Edad Media y la Edad Moderna. Entre sus páginas se vislumbra, plasmado en verso, el pensamiento cristiano del medioevo, la historia de la Italia renacentista, de la Florencia, del papado, del imperio, de las artes y las letras, de las nuevas y viejas ciencias, todo ello juzgado y analizado por el genio y la personalidad del poeta. De ahí su inmenso valor, tanto literario como de testimonio histórico.

Se compone de una introducción y tres cánticos o partes: el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso, cada una de las cuales se subdivide a su vez en otros 33 cánticos de poco más de 100 versos endecasílabos cada uno. A lo largo de ellos, el poeta quiere presentar la transición del alma humana a través de los caminos de la razón hasta alcanzar la gracia que redime, la unión con Dios, y con ese fin utiliza toda una simbología mística muy corriente en su época.

El mismo Dante simboliza esa alma errante que busca luz. Perdido en la selva oscura del pecado, necesita la ayuda y la guía de Virgilio, personificación de la razón y sabiduría humana; luego, de Beatriz, símbolo espiritual de la sabiduría divina, de la teología, que le conducirá por caminos a donde la razón humana no alcanza, y, finalmente, San Bernardo, personificando a la mística, intercede por él y le permite gozar de la presencia del Altísimo. A esta simbología Dante logra comunicarle su inspiración y fantasía, sus propios odios, amores y pasiones, recuerdos y esperanzas, ideas y sentimientos, consiguiendo escenas, monólogos, plegarias y sátiras de vivo dramatismo, de serena dulzura, de magistral belleza.

Dante fue el más importante autor de su tiempo en defender el uso de las lenguas vernáculas. La lengua oficial en literatura o en el ámbito político era el latín y Dante se rebeló contra esa imposición y dejó por sentado sus argumentos en su brillante tratado De vulgari eloquentia (Acerca del habla popular). De la teoría pasó a la práctica y escribió su famoso poema Divina comedia en toscano, con una rima y un ritmo que lo hacen perfecto y fácil de entender. Depuró el toscano, lo refinó e incluyó dialectismos, latinismos, arabismos y galicismos, conformando un léxico de tal riqueza que, esta lengua romance, fue extendiéndose geográficamente y ganando estatus oficial.

Su legado influyó en Giovanni Boccaccio, al que se le debe la adición de “comedia” al título de esta obra maestra de Dante, y en Petrarca, quienes terminaron por enriquecer y consolidar lo que se conoce hoy como el italiano.

A 700 años de la muerte del más grande poeta italiano, el 2021 ha sido declarado como el año de Dante Alighieri. Diversas son las propuestas de varias naciones que homenajean a este célebre escritor, entre ellas, compartir contenidos en las redes con la etiqueta #IoLeggoDante. Por otra parte, la Galería de los Uffizi de Florencia le rinde tributo desde el 1ro de enero con una exposición virtual que incluye una serie de 88 dibujos realizados entre 1586 y 1588 por el pintor italiano Federico Zuccari, destacado exponente del manierismo italiano. La exposición puede ser apreciada en el siguiente link: http://www.uffizi.it/en/online-exhibitions-series/to-rebehold-the-stars.

Dante está hoy de alguna manera vivo, y su obra cumbre, la Divina Comedia, no tiene época.

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