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Los italianos Manfredi, Pennino y Strenta y sus casas marmoleras en La Habana

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Diciembre 18, 2020

 

El presente trabajo pretende dar a conocer la labor de tres personajes italianos al frente de sus compañías y casas marmoleras en la primera mitad del siglo XX en nuestra capital, y nos circunscribimos a La Habana en esta ocasión, a pesar de que sus trabajos fueron reconocidos en todo el territorio nacional.

La presencia italiana en la importación, producción y comercialización del mármol en Cuba se referencia desde el siglo XIX, pero, cobró mayor fuerza en el pasado siglo XX, cuando la mayoría de las obras escultóricas, se realizaron como preferencia, con este material.

Desde las últimas décadas del siglo XVIII, el mármol fue la piedra utilizada para los pavimentos, revestimientos de escaleras, fuentes, estatuas y el mobiliario de patios y jardines, de ahí la necesidad de que existieran en la Isla, importadores y trabajadores del mármol. En este ramo, los inmigrantes italianos tuvieron primacía; ya fuera en las mansiones particulares de la alta burguesía cubana (Ej. Casa de Lili Cunill en 11 y Paseo, Vedado, por solo citar un ejemplo); en la necrópolis habanera -donde se hacen incontables estos trabajos-, o en importantes proyectos civiles como el Capitolio Nacional.

Los italianos Almo Strenta, los Mármoles de Giuseppe Pennino y Gallo y la casa de Paolo Manfredi, impregnaron de sus obras las construcciones habaneras.

Los mármoles importados de Carrara fueron los más solicitados, por lo que se hace interminable mencionar dónde fueron utilizados. Para todos es conocido que la obra por excelencia donde se puede apreciar la mayor variedad de esos mármoles italianos es el Capitolio Nacional.

Pero, con este trabajo se pretende destacar a tres de las compañías y talleres más significativos de aquellos italianos del ramo establecidos en La Habana, teniendo en cuenta el amplio trabajo desplegado por ellos en nuestro territorio nacional.

Se puede ver cómo en la primera mitad del siglo XX, los Directorios, Guías Comerciales y la Revista de Arquitectura, anunciaban las distintas fábricas y casas comerciales de procedencia italiana, que una vez radicadas aquí trabajaron por encargo.

El italiano Almo Strenta

Hasta el momento, se desconoce cómo llegó Almo Strenta a Cuba, porque estuvo radicado en México desde finales del siglo XIX y a principios del XX firmemente establecido en ese país. Pero su apellido aparece en muchas obras de nuestra nación (Ej. En la terminal de ferrocarril de Morón, una de las más importantes). En la primera década del siglo XX tuvo que llegar a La Habana, aunque no hemos encontrado aún la fecha precisa; porque poseía aquí una compañía importadora de mármoles italianos en general y se dedicaba a las labores constructivas, de diseño y de escultura. A mediados de 1917 su taller estaba establecido en la calle Sol No. 95 antiguo (No. 417 actual) en la Habana Vieja y ofrecía trabajos para edificios, monumentos, estatuas y toda clase de actividades del ramo. Ese mismo año aparecían anuncios suyos en la revista del Colegio Nacional de Arquitectos de Cuba y través de estos se ha podido documentar la historia de Strenta en La Habana y de su casa comercial.

Almo Strenta estaba asociado con un señor de apellido Mola y se desempeñó como director técnico de la Casa Mola y Strenta, importadora de mármoles y estatuas de Italia. Se referencia que muchos de los trabajos artísticos con que cuenta La Habana, fueron salidos precisamente de esa casa situada en la calle Sol.

En 1929, su casa marmolera aparece asociada con el señor Beltrán, participando en la obra del Capitolio Nacional; se ubicaba en esta fecha, en la esquina de Genios y Malecón y se relata en las fuentes periodísticas las acciones llevadas a cabo en el trascendental edificio, ahora extendidas a la piedra de capellanía. Una década más tarde habían cambiado de sede hacia la calle Agua Dulce No. 61-63 [1].

A finales de 1940 aparece un primer anuncio de la marmolería, con igual ubicación, pero en propiedad de Gallo y Cía., ofreciendo trabajos en mármoles de Carrara, piedra de Capellanía y pisos de terrazo. Se mantuvo en activo hasta 1958, fecha hasta la cual hemos podido seguir el paso de la compañía de Almo Strenta y los negocios que este italiano en su paso por la capital desarrolló de forma exitosa. En 1945, desaparece definitivamente su nombre de la firma, que se hace llamar solamente Gallo y Hermanos, o Gallo y Cía., tal vez porque abandonó la isla y regresó definitivamente a México. De ahí que este trabajo esté sujeto a una investigación más profunda que permita subsanar algunas de estas imprecisiones.

Entre las obras ejecutadas por Almo Strenta y su compañía en la capital constan evidencias en el ya mencionado Capitolio Nacional, el hotel Sevilla, el edificio de la Compañía Cubana de Teléfonos de Águila y Dragones y varias residencias privadas. Lo cierto es que los trabajos salidos de esta marmolera con sus representantes, abarcó los primeros 60´ años del siglo XX en Cuba.

El italiano Giuseppe Pennino

El italiano Giuseppe Pennino estableció en nuestra capital una compañía para trabajar en varias obras constructivas. Estuvo radicada primero en la misma calle Sol, en el No. 9 antiguo (No. 125 actual) y sus anuncios se fecharon en la primera mitad del siglo XX.

Pero, entre 1929 y hasta 1958, su casa marmolera aparece registrada en los anuncios de la época en la Avenida de Menocal o Calzada de Infanta No. 1056 esquina a Desagüe y se describe como “Almacén y elaborador de mármol y granito (…) propiedad del italiano Víctor E. Citarella Pennino (…)” evidentemente, un miembro de la misma familia. Esta referencia indiscutiblemente se corresponde al año 1958; porque los anuncios encontrados en las páginas de la Revista Arquitectura, patentizan que la empresa era propiedad de Giuseppe Pennino, quien españolizó su nombre estando aquí por José, desde 1929 hasta aproximadamente 1948.

El profesor Juan de las Cuevas, nos dejó otro dato de la marmolería de Pennino, en su obra 500 años de construcciones en Cuba cuando afirmó “En 1940, Pennino (…) reinicia la explotación de las canteras llamadas “Del Presidio”, usando la mano de obra de los reclusos” [2]. Por lo que su accionar se había extendido a la antigua Isla de Pinos, cuyos mármoles fueron alcanzando importancia en el mercado de materiales de la construcción de nuestro país; mercado que fue creciendo en la década del 50´, con la construcción de la Plaza Cívica (actual Plaza de la Revolución) y los edificios que la rodeaban, donde se utilizó mucha piedra extraída de dichas canteras.

Se ha dicho que Pennino alcanzó grandes éxitos con su empresa, la cual no sólo importaba mármoles hacia toda la Isla, sino que contrataba a famosos escultores italianos para realizar las obras solicitadas por los clientes cubanos.

En 1912 adquirió en subasta pública una hermosa residencia de la Avenida Paseo, en el Vedado, donde se estableció José (Giuseppe) Pennino Barbato y su esposa Emmanuela, conocida como Lita, apelativo que cinceló en el frontón de la fachada; por esa época se dedicaron a hermosearla. Más tarde, entre 1922-1926, el matrimonio italiano se la arrendó a Carlos Manuel de Céspedes (hijo) y desde 1926 hasta la década de 1980 fue habitada por los Pennino y sus descendientes. Esta familia italiana nunca abandonó la Isla.

El italiano Paolo Manfredi

Por su parte, el italiano Paolo Manfredi se desempeñó como gerente de su propia compañía y por años estuvo al frente de esta casa importadora de estatuas y mármoles italianos, a la que se deben importantes trabajos en distintos lugares de la isla. En la calle Amargura No. 66 antiguo (No. 302 actual) en la Habana Vieja, se establecieron los talleres y laboratorios de donde salieron importantes piezas.

Esta compañía ítalo-cubana, también conocida como Casa Manfredi, se dedicó a la importación de mármoles italianos y a la elaboración de estatuas y adornos para jardines. En las revistas se anunciaba: “Esculturas para Jardines, terraza y cementerio”, “Mármol, Pisos (Especialidad de Carrara)”, y “Mármoles Ornamentales”. Ello da muestra de la variedad de sus trabajos.

La sede de su compañía se ubicó desde los años 20´ en las calles Oquendo y Maloja, en el actual municipio de Centro Habana.

Entre los monumentos notables donde dejó estampada su impronta la firma se encuentra el propio edificio de la compañía de teléfonos en La Habana de Águila y Dragones. El logo, en metal y a relieve, que se ubica en el centro del piso de la entrada, rodeado de mármol de Carrara con un ribete rojizo que lo destaca, fueron suministrados y colocados por la casa Manfredi.

Aunque este trabajo se circunscribe a La Habana, es meritorio mencionar el altar de mármol de Carrara para la iglesia Catedral del Santísimo Salvador de Bayamo, actual provincia de Granma, que ostenta la declaratoria de Monumento Nacional; el Monumento a José Martí en Cienfuegos y el de la Libertad en Remedios, todos ejecutados por la Casa Manfredi.

También se ha dicho que en los años ’50 en el barrio de La Ceiba en Playa, se concentró un nutrido número de inmigrantes italianos, motivados por el éxito alcanzado por las distintas casas marmoleras en la capital. La marmolería allí ubicada recibía y preparaba las planchas de piedra para los distintos usos que se le iban a dar y contaba con un salón de exposición de las obras realizadas en Cuba y aquellas llegadas desde Italia a solicitud de un cliente. En las proximidades se formó un parque, que sus vecinos llamaron “de la marmolería”, donde se reunían los trabajadores en sus horas de asueto y acudían los interesados a observar los trabajos y acordar el encargo. 

De tal forma continuaron los italianos dejando su quehacer de un extremo a otro de la isla y en las más importantes obras constructivas de carácter civil y público, privado y a escala urbana, en parques, paseos y monumentos conmemorativos, así como aquellos asociados al hermoseamiento de la capital y el resto de sus provincias [3].

Notas

* Conferencia presentada en el II Coloquio Presencias europeas en Cuba, 2018, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.

[1] Se desconoce la razón exacta, pero puede relacionarse con los proyectos del arquitecto francés Forestier a finales de la década de 1920, que habían augurado para esa área urbana, una centralidad semejante a otras de la ciudad. Los proyectos, sin embargo, no llegaron a concretarse hasta los años 1945-1949.

[2] Cuevas Toraya, Juan de las. Quinientos años de construcciones en Cuba. Chavín Editores, S.L., Madrid, 2001. p. 154.

[3] La presencia italiana en la industria de materiales para la construcción y decoración en Cuba no se detuvo, pero, en 1958, se restringió la producción y comercialización del mármol. Otros renglones vieron entonces favorecidos por la introducción de tecnologías italianas.

Zenaida Iglesias Sánchez: Máster en Rehabilitación del Patrimonio Cultural y Licenciada en Historia por la Universidad de La Habana. Desde 1987 trabaja en la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana y se encuentra al frente del grupo de investigación histórica de la empresa RESTAURA desde la década del 90. Es Miembro del Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio; de la Cátedra Gonzalo de Cárdenas de Arquitectura Vernácula y de la Comisión Provincial de Monumentos. Ha desarrollado múltiples temas de investigación relacionados con el patrimonio y el urbanismo.

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