Abril 28, 2023
A principios del siglo XVIII el trono de España fue ocupado por la dinastía de los Borbones de Francia en la persona del Duque de Anjou, proclamado rey con el nombre de Felipe V, quien entró en Madrid el 18 de febrero de 1701. Desde entonces La Habana se convirtió en un centro importante para el comercio francés y punto de escala para la flota francesa que operaba en el mar de las Antillas.
Durante los primeros años del siglo XVIII, la revolución de Haití provocó un masivo movimiento migratorio de franceses hacia Cuba asentándose la mayor parte de ellos en la región oriental de la Isla. Los últimos evacuados llegaron a la Habana a fínales de 1803 y primeros días de 1804 y en la capital se constituyeron tres logias denominadas Amistad, la Benéfica Concordia y el Templo de las Virtudes Teológicas que dieron sus nombres a tres vías de la ciudad de extramuros, las actuales Amistad, Concordia y Virtudes.
Sin embargo, las calles de intramuros O´Reilly, Teniente Rey y Mercaderes son las que mejor permiten evocar la presencia francesa en la capital de Cuba. La ruta la huella francófona en el Centro Histórico, realizada en la mañana de este viernes 28 de abril, permitió palpar los rastros de esta importante cultura asentada en la isla. En el recorrido estuvo presente la Excma. Sra. Isabel Brilhante Pedrosa, embajadora de la Delegación de la Unión Europea en Cuba, los especialistas de la Casa Víctor Hugo, Yenia González Osorio y Ángel Hernández Triana, así como Lysbeth Daumont Robles y Haziel Scull Suárez, especialistas del centro cultural Vitrina de Valonia.
Uno de los primeros temas abordados fue el impacto que tuvieron los emigrados franceses en el desarrollo de la agricultura, particularmente en el cultivo del café y en su habitual consumo. Destacaron negocios conocidos como casas café, ejemplo de ellos fueron el antiguo Café de Taberna situado en la esquina de Teniente rey y Mercaderes, el cual, en 1772 era el primero de su clase en la capital. Le siguieron luego el Café de Copas, en Oficios y Muralla y la Dominica en la esquina de O´Reilly y Mercaderes.
Precisamente la calle O´Reilly fue conocida por albergar un cuantioso número de personas dedicadas a la fotografía. Sobre 1870 radicaban ocho establecimientos de este tipo, dentro de los cuales había franceses daguerrotipistas. A dos años de la creación del cinematógrafo por los hermanos Lumière, se creó en Cuba, de la mano de Gabriel Veyre, un estudio cinematográfico en la popular calle Prado. Este francés filmó la primera película que se considera cubana, titulada Simulacro de incendio y figuraron en ella miembros de la estación central de bomberos de La Habana.
También se debatió sobre el pintor Juan Bautista Vermay, discípulo de Jacques Louis David, quien asumió en 1818 la dirección de la Academia de Pintura San Alejandro establecida en el convento de San Agustín sito en la calle Cuba y Amargura. Precisamente, este inigualable intelectual es el autor de los tres grandes lienzos que decoran el interior del Templete ubicado en la Plaza de Armas.
La Habana Vieja fue sitio de joyerías, relojerías, perfumerías, sastrerías y almacenes de modas que manifestaban el gusto por el canon francés. Otro de los nombres abordados fue el de Carlos Habré, propietario belga de la primera imprenta en La Habana. Al mismo se le atribuye la tarifa de precios de medicina. En el espacio que ocupa actualmente el Mesón de la Flota, tuvo en 1907 su oficina comercial el comisionista Francisco De Beche, un famoso fabricante de naipes miembro de la Asociación Francesa de Beneficencia.
Ya casi al final de la ruta los especialistas de Vitrina de Valonia acogieron en la institución al público presente en el recorrido. Allí se debatió sobre la labor sociocultural realizada en dicho centro, el cual promueve la cultura de este país francófono a través de la historieta. Por otra parte, se dialogó sobre algunas personalidades belgas de suma relevancia y sus hitos en nuestra Patria.