Abril 18, 2022
Desde su fundación en 1519, La Habana ha sido una de las ciudades más reconocidas a nivel internacional. No solo su ubicación geográfica y condición de capital de Cuba le confieren relevancia, sino también la rica confluencia de tendencias artísticas y modelos constructivos que se visualizan en el pequeño espacio. La imperiosa necesidad de aclimatar la urbe con los estilos internacionales resultó ser uno de los menesteres procurados por los arquitectos y urbanistas.
Los gobiernos de Gerardo Machado y Fulgencio Batista contrataron los servicios de dos de los más destacados y reconocidos intelectuales del siglo XX: Jean-Claude Nicolás Forestier y Josep Lluís Sert (Barcelona, 1902 – Barcelona, 1983). Lluis Sert había trabajado directamente con Le Corbusier en su atelier de la Rue de Sevres 35 de Paris, lo cual evidenció su capacidad profesional en proyectos de envergadura. Sert elaboró el Havana Master Plan, en colaboración con Paul Lester Wiener y Paul Schulz en 1956; por la parte cubana participaron reconocidos nombres como Nicolás Arroyo, Ministro de Obras Públicas del gobierno de Batista y el talentoso arquitecto Mario Romañach.
El encomendado plan director fue desarrollado a lo largo de tres años y culminado en 1958. Si bien fue muy criticado, contaba con el apoyo financiero y del gobierno para su ejecución. Uno de los proyectos que fueron planificados y no ejecutados fue una isla artificial sobre el mar, de 2,500 pies de largo por 100 de ancho, que se conectaba a tierra firme con la prolongación de las calzadas de Belascoaín y Galiano, al Palacio Presidencial ubicado entre las fortalezas de los Tres Reyes del Morro y San Carlos de la Cabaña y el monumental Palacio de las Palmas, configurado por un cuadrado de hormigón armado de 500 pies de base con 70 pies de altura.
Hubo obras de un destacado valor como el Túnel de la Bahía, concluido en 1958, que enlazaba La Habana Vieja con Habana del Este y los corredores verdes que articulaban las tramas inconexas de la ciudad como mecanismo de sutura de las discontinuidades donde la bahía ocupaba una posición central. El plan conllevó a las primeras construcciones de los repartos Bahía, Antonio Guiteras, Alamar y la unidad habitacional Camilo Cienfuegos. Por otra parte, sobresalen barrios obreros como los de Luyanó y Vía Blanca. También se trabajó en la fabricación de la central termoeléctrica de Tallapiedra y en la refinería. La ampliación de las calles Muralla y Habana fue ejecutada con el fin de convertirlas en importantes vías de tránsito rápido, asimismo se estructuró una zona bancaria y de comercios en edificios de gran altura.
El plan director de Sert pretendió conferirle a La Habana una visión más citadina, mediante la cual se aplicaran muchos de los presupuestos constructivos y estilos arquitectónicos que habían estado de boga en Europa. La presencia de este urbanista en los congresos del CIAM y sus años de trabajo junto a Le Corbusier demostró su intelecto y capacidad, sin embargo el proyecto que pretendió desarrollar en La Habana no se adaptaba del todo a nuestras circunstancias.