Diciembre 27, 2021
Entre 1936 y 1939 se produjo un intenso movimiento de simpatía entre Cuba y la defensa de la República Española. Más de mil cubanos engrosaron las filas de las llamadas Brigadas Internacionales que fueron a pelear por la República.
El antifascismo, la defensa del Frente Popular, la figura de José Martí como motor impulsor, la tradición de solidaridad latinoamericana, así como los sentimientos antidictatoriales y antiimperialistas consolidados en respuesta al régimen machadista de unos años antes, fueron algunas de las motivaciones para tan alta participación cubana.
Un fuerte núcleo estuvo compuesto por obreros pero la fuerza más importante venía de la clase media, base social del nacionalismo revolucionario que derrocó a la dictadura de Gerardo Machado en 1933. Muchos de estos luchadores perdieron la vida en la contienda ibérica.
El 28 de agosto de 1936, el periodista e intelectual cubano Pablo de la Torriente Brau, quien se encontraba en el exilio en Nueva York, al enterarse del estallido de la Guerra Civil, parte a España como corresponsal. Pasó por Bruselas donde asistió al Congreso por la Paz y a su llegada se dedicó a recoger testimonios y escribir crónicas memorables. Como comisario de guerra y miembro del Estado Mayor del 109 batallón de la séptima división, el 17 de diciembre recibió la orden de marchar hacia Majadahonda. Dos días después cayó allí muerto de un disparo en el pecho.
Sin lugar a dudas, los hombres y mujeres de pensamiento desarrollaron un importante papel al poner su pluma y su palabra al servicio de una causa justa y humana.