Junio 16, 2021
El Monte Athos, en Grecia, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1988, por su tesoro cultural y natural. Se encuentra ubicado en la región griega de Macedonia donde se asientan 20 monasterios ortodoxos (griegos, rumanos, ruso, búlgaro, serbio y georgiano), 12 pequeñas comunidades de monjes y muchas ermitas, que conforman un territorio autónomo bajo soberanía griega. La Constitución griega de 1927 le otorgó la categoría de república teocrática autónoma, siendo parte a la vez del estado helénico. En el orden religioso, la península se encuentra bajo la jurisdicción del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla.
La historia del Monte Athos tiene su inicio en el año 963 cuando San Atanasio instituyó el monasterio de Gran Laura, aún hoy el más importante de todos. Debe su nombre a Athos, uno de los gigantes de la mitología griega que desafió a los dioses. Cuenta la leyenda que Athos arrojó una piedra enorme a Poseidón y esta cayó al Mar Egeo, convirtiéndose así en la actual península. Esta zona montañosa es también considerada como un lugar de peregrinación y de culto de la Virgen María, único ser femenino permitido en el lugar. De ahí que el acceso de las mujeres al Monte Athos está prohibido desde sus inicios hasta la actualidad. En él solo pueden vivir monjes de sexo masculino, y los peregrinos que soliciten su visita también deben cumplir el requisito esencial de ser hombres.
A la península de Athos solo se puede llegar en barca, aun cuando está unida a tierra firme, con un área aproximada de 390 km². Esto se debe a las empinadas pendientes que tiene, así como los valles y una exuberante vegetación que solo aparece interrumpida por la arquitectura de los imponentes monasterios. El acceso solo por mar permite a los monjes tener un control de entrada, lo cual actualmente se ha restringido a poco más de cien personas por día con el debido autorizo y motivo de visita.
El Monte Athos posee una riqueza de elementos históricos, artísticos y culturales que han sido preservados por la comunidad monástica que allí habita y que permite mantener vivo un registro de actividades humanas y asentamientos tradicionales.