Abril 7, 2021
A sus 102 años de fundada, la Bauhaus, la escuela de arte y diseño surgida en la ciudad alemana de Weimar, continúa ejerciendo una marcada influencia en el arte contemporáneo. Incluso en su momento, su enfoque y estética impactó en el arte, el diseño industrial y gráfico, la arquitectura y las artes escénicas de todo el mundo.
Nacida en 1919, su fundación está relacionada con el surgimiento de la República de Weimar, poco después del final de la Primera Guerra Mundial. El arquitecto alemán Walter Gropius, quien fue su fundador y director entre 1919 y 1927, buscaba una transformación de la sociedad burguesa a través del trabajo creativo, lo que implicó una ruptura con la formación clásica y académica, incluyendo la separación entre las bellas artes y las artes aplicadas. En ella se reunió una generación joven de artistas y arquitectos que entendieron la importancia social de la cultura. Defendieron una concepción del arte como un todo interdisciplinario y un sistema de enseñanza desjerarquizado, lo que convirtió a la Bauhaus en un paradigma educativo que tendría sus ecos en proyectos como el Black Mountain College o la New School for Social Research, ambos desarrollados en Estados Unidos.
Bajo el mando del segundo director de la Bauhaus, de 1928 a 1930, el arquitecto y urbanista suizo Hannes Meyer, se desarrolló una comprensión socialista y politécnica del diseño, que incluyó estudios espaciales, topográficos y sociales. En su última etapa, la Bauhaus se enfocó en la arquitectura bajo la dirección del arquitecto alemán Ludwig Mies van der Rohe, de 1930 a 1933.
Como institución educativa, estuvo presente en tres ciudades: Weimar (1919-1925), Dessau (1925-1932) y Berlín (1932-1933). Ante el clima político y económico de la época, la Bauhaus fue obligada a cambiar su sede en dos oportunidades: primero se estableció en un edificio diseñado por el mismo Walter Gropius en Dessau y posteriormente en Berlín, donde el partido nazi le cerró las puertas al año siguiente, en tanto la escuela era vista como un enemigo del nacionalsocialismo. Esto supuso el exilio de muchos de sus miembros, quienes extendieron los preceptos de la escuela más allá de Europa, sobre todo, en Estados Unidos.
Para ingresar en la escuela no había limitaciones de formación, edad o sexo. Aunque no fue la primera escuela superior mixta de Alemania, sus requisitos de admisión dejaban meridianamente claro que abrazaban la igualdad de géneros. Muchas mujeres con inquietudes artísticas se matricularon atraídas por estas promesas de igualdad. Con el tiempo, en cambio, se enfrentaron a una actitud ambigua por parte del profesorado y, en la mayoría de los casos, a la invisibilidad y la falta de reconocimiento público de su trabajo. De ella, sin embargo, salieron figuras imprescindibles en la historia del diseño, como Marianne Brandt, la primera mujer en los estudios de metalistería; Alma Buscher, que triunfó en la carpintería con diseños de muebles y juguetes; Lilly Reich, colaboradora de Mies van der Rohe y coautora de algunos de los diseños más icónicos del célebre arquitecto, como la silla Brno; Gunta Stölzl, quien fue alumna y luego profesora del cuerpo docente de la escuela; Anni Albers, la primera artista de la disciplina en exponer en el MoMA en 1949, entre otras.
La Bauhaus fue pionera en aunar la formación técnica, artística y artesanal. Su estilo es el resultado de combinar las artes y los oficios con el modernismo, tal como lo demuestra su énfasis en la función y, según el Tate Modern, su “intención de volver a poner el arte en contacto con la vida cotidiana”. Así, los diseños típicos de la Bauhaus—ya sean en la pintura, la arquitectura o el diseño de interiores—presentan poca ornamentación y se centran en formas equilibradas abstractas. En arquitectura, su estilo se caracteriza por sus formas geométricas armoniosamente equilibradas y por su énfasis en la función.