Julio 21, 2020
Bélgica es uno de los países miembros fundadores de la Unión Europea, y acoge en su capital a las principales sedes de la Unión Europea.
Es conocido internacionalmente por su cerveza, sus chocolates y sus historietas.
Además de Bruselas, la capital, también son muy conocidas Brujas y Amberes.
Muchos consideran que es Brujas la ciudad más bonita de Bélgica y una de las más románticas de Europa, por su acento medieval y por los maravillosos canales que recorren la ciudad, la cual no ha crecido desde 1400, cuando era una de las capitales comerciales y culturales de Europa. Su Centro Histórico se incluye en la Lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde el año 2000.
Uno de los símbolos de la ciudad de Amberes es el pintor barroco Pedro Pablo Rubens, uno de los más prolíferos de la Historia del arte, quien vivió y murió allí en 1640. Fue en esta ciudad donde se editaron los primeros mapas impresos en planchas de cobre. El iniciador de este tipo de cartografía en 1570 fue Abraham Ortelius.
Entre los artistas más singulares del surrealismo sobresale el belga René François Ghislain Magritte, quien dotó a este movimiento artístico de una carga conceptual basada en el juego de imágenes ambiguas y en el cuestionamiento de la relación entre un objeto pintado y el real, entre representación y realidad. Su pintura es reflexiva y minuciosa, no son revelaciones oníricas ni jeroglíficos, sino figuraciones cuyo sentido hay que descifrar.
El Manneken Pis, pequeña escultura de 55 cm que se encuentra en la Rue de l’Etuve, 31, Bruselas, es uno de los iconos representativos de Bélgica. La escultura, que forma parte de la tradición de ese país, también lleva implícito el sentido del humor belga. Es costumbre, cada cierto tiempo, ataviarla con vestuarios representativos de diferentes expresiones culturales. Un museo conserva y exhibe el casi un millar de atuendos que la han engalanado. En 2017, el Manneken Piss, como parte de la Jornada de la cultura cubana en esta nación europea, se vistió como Elpidio Valdés.
Pero el más socorrido monumento de identidad es el Atomiun, que se construyó para la Exposición Universal de 1958, la primera que se celebró después de la Segunda Guerra Mundial, como símbolo del progreso científico y tecnológico en un mundo de paz. Representa nueve átomos de un cristal de hierro aumentado 165 billones de veces. Mide 102 metros de altura y está compuesto de 9 esferas de acero de 18 metros de diámetro (que también simbolizan las 9 provincias belgas). Cada esfera está destinada a una actividad concreta y están conectadas entre sí por galerías con escaleras mecánicas.