Pese a que las colecciones de objetos materiales hayan constituido durante mucho tiempo un elemento de definición de los museos, muchos de ellos, sobre todo los creados recientemente, se preguntan en la actualidad si los museos del futuro deberán seguir caracterizándose por ese principio fundamental. Sin embargo, en nuestros días, han tomado auge equipamientos, como los centros de interpretación, en los cuales los contenidos y materias que se muestran prescinden de las piezas únicas y auráticas, u otros “cuya colección no es el centro del proyecto científico” (Desvallées y Mairesse, 2010, p. 26).
En ciertos modelos de organizaciones museales el hecho histórico, técnico, científico, incluso artístico, se representa sin la utilización de objetos originales. Los centros de interpretación, llamados de manera alternativa centros temáticos[1] o centros de información[2], son ejemplos de esta proyección que, al no considerar objetos únicos, se enfocan en el público. Promueven una comunicación persuasiva con el visitante, descifrando en presencia del recurso patrimonial significaciones y correlaciones poco evidentes a los ojos de la audiencia, quienes luego de acceder a ese conocimiento se sienten conectados emocional e intelectualmente con su preservación. La temperatura de éxito de estos centros se evalúa midiendo su capacidad para estimular cuestionamientos y búsquedas personales que razonen el recurso abordado más allá de sus muros y estimulen su conservación (Morales Miranda, 1994).
El recurso patrimonial en cuestión tiene una naturaleza diversa. Puede ser un fenómeno histórico, político, económico, cultural, etnológico o etnográfico; un paisaje natural; un hallazgo arqueológico; una figura relevante; una manifestación, un estilo, un movimiento o una tendencia artística; una práctica deportiva; una tradición y/o costumbre popular; un régimen alimentario; un procedimiento gastronómico; un sistema de producción industrial; entre otros. Asimismo, es capaz de interpretar conceptos que no se anclan a un territorio determinado, sino que tienen un carácter universal, a decir: el agua, la poesía, la guerra, la energía, el viento, la música, la historia, etcétera. No hace falta que el bien patrimonial se encuentre in situ, pero sí es necesario contextualizarlo y ofrecer información suficiente sobre él, de manera que facilite acercamiento con el público.
En esencia, los centros de interpretación se conciben como espacios activos, participativos, de amplios alcances pedagógicos, cuyo objetivo último es calar en la conciencia colectiva significaciones culturales. Su novedad hemos de encontrarla en la estrategia de comunicación: traduce del lenguaje técnico del experto, a la lengua cotidiana del visitante; selecciona conceptos relevantes; comprende la diferencia entre informar y comunicar; aborda fenómenos u objetos sin la necesidad de su presencia física; intenta que el visitante sienta la visita al centro como una experiencia única, un desencadenante de ideas y de provocaciones en la que, no obstante, han confluido educación, diversión y emoción.
Notas
[1] Este nombre designa a un equipamiento que concibe salas de exposición permanentes basados en una temática que, por lo general, indica un recurso característico del territorio de posible interés turístico.
[2] Se reconocen con esta denominación a las oficinas de turismo que abrieron salas de exposición cercanas a un recurso cultural o natural del territorio en que se emplazan