Desde la apertura de sus salas permanentes el 9 de mayo de 2017, el Palacio del Segundo Cabo se ha convertido en un sitio de referencia en la práctica museológica contemporánea en Cuba. La clave de su éxito se debe a la implementación de las nuevas tecnologías en función de mejorar la comunicación con sus públicos, a fin de explicar las relaciones de Cuba y Europa durante cinco siglos; lo que nos acerca, nos diferencia, lo que la Isla ha aportado al mundo.
No se parece a ninguna otra institución museal, pues en su momento de concepción y materialización no existía un referente nacional que sirviera de modelo. La libertad de crear a partir de cero permitió hallar soluciones novedosas y de integrar criterios a la museología coherentes con el tipo de institución que se ambicionaba y en consonancia con los principios de las nuevas tendencias museológicas.
Varias aristas complejizaron la propuesta. Uno de los mayores desafíos fue la conceptualización de una relación intensa y prolongada histórica y geográficamente entre Cuba y Europa, así como decidir los mensajes más relevantes a transmitir; otro fue concebir una museografía participativa que asumiera a los espectadores como sujetos activos y que promoviera interacciones más amplias —el público como consumidor y emisor—, procurando un fácil acceso de todos los individuos.
Una práctica definitoria que ha marcado el centro es explicar y contextualizar los contenidos por medio de mensajes breves, atractivos y provocadores, a fin de que el visitante comprenda las circunstancias culturales, sociales, económicas y políticas que han marcado cada período histórico, la manera de pensar de los individuos, la identidad en evolución de las culturas. En tanto se potenciaba una comunicación persuasiva y se reivindicaba una perspectiva democrática y descentralizadora con respecto al rol del usuario, la museografía se aleja de los tradicionales sistemas expositivos e incorpora módulos participativos —entre los cuales se encuentran mesas multitáctiles, quioscos y un área con sensor de movimiento propicio para la danza, para los cuales se han desarrollado aplicaciones didácticas—, audiovisuales, multimedias, escenografías, recursos gráficos, cajas de luces, fotografías, módulos de sonido (trompetas) y dispositivos táctiles, que motivan a conocer más por el tema en cuestión.
Las nuevas tecnologías son un medio eficiente para aproximar al visitante a los contenidos que se desea dar a conocer, ya sean testimonios de viajeros, libros, personalidades influyentes en el pensamiento social y científico de una época, matrices modélicas que delinearon la arquitectura de La Habana, cartografía sobre Cuba realizada entre los siglos XVI y XIX, ritmos danzarios o géneros musicales. Las soluciones tecnológicas aplicadas viabilizan propuestas que emplean el sonido, la imagen —fija o en movimiento—, el tacto y el movimiento corporal para favorecer las conexiones entre los usuarios y la exposición permanente. Continuamente se invita a realizar una actividad gratificante y a intervenir en dinámicas colectivas, lo cual contribuye al intercambio con otras personas y a hacer de su visita un acontecimiento excepcional.
En cada sala el público encuentra diferentes maneras de relacionarse con los medios tecnológicos y los softwares que permiten su funcionamiento; en todos los casos responden a requerimientos específicos de sus contenidos y a los mensajes relevantes seleccionados. La museografía del Palacio se ha concebido abierta, de manera que pueda modificarse y enriquecerse con nuevos contenidos según sea posible, lo cual permite una actualización constante del discurso. Estos pueden reajustarse de acuerdo a los criterios museológicos que se manejen, siempre que se apueste por integrar nuevos ángulos, nuevas percepciones o que se precise de un lenguaje específico para un tipo de público que así lo demande.