Febrero 13, 2023
Odilio Urfé y Pablo Hernández Balaguer son dos figuras de la musicología y la gestión cultural que aplicaron sus esfuerzos en pro de la preservación del patrimonio musical en La Habana y Santiago de Cuba, respectivamente. Sus proyectos de trabajo emergieron de una conciencia de valor de la memoria cultural cubana que tomó fuerza entre historiadores, arquitectos, antropólogos, arqueólogos e intelectuales a partir de la década de los años 40 del siglo XX. Esa voluntad de preservar la memoria se aplicó luego, entre otras manifestaciones, a la creación de museos, bibliotecas, unidades de investigación, gestión y docencia de la música.
Como tarea prioritaria, Urfé llevó a cabo la compilación de una colección completa de instrumentos típicos de la música cubana, así como de partituras de compositores cubanos de todos los géneros populares y de concierto, del cancionero patriótico, amoroso y bucólico. Además, incluía fotografías, grabados, programas, carnés de baile del siglo XIX, revistas, etc. A partir de esos fondos patrimoniales se realizaron numerosos recitales, exposiciones de pintura y la presentación con regularidad de la Charanga Nacional de Conciertos. Los fondos gestionados por Urfé, así como todo su archivo personal, constituyen una de las colecciones más valiosas del actual Museo Nacional de la Música en Cuba.
Por su parte, Balaguer, en solo diez años de intensa labor, logró publicar partituras y estudios relativos a la música del período colonial en Cuba, crear un archivo, realizar conciertos y grabaciones y divulgar en soportes científicos sus resultados. Los fondos gestionados por él se localizan mayormente en la Biblioteca Provincial Elvira Cape, en Santiago de Cuba. Previo a tener su sede en la Iglesia de San Francisco de Paula, ya el Instituto Nacional de Investigaciones Folklóricas (IMIF) había organizado eventos como el Primer Festival de Música Folklórica (1953) y el Primer Concurso Nacional de Danzones (1954). Esa relación investigación-interpretación, fue un importante modelo para Balaguer, quien mantenía un estrecho vínculo con el maestro Urfé.
Urfé había acompañado a Balaguer en los inicios de sus investigaciones, conocía el fondo de la Catedral de Santiago de Cuba y por ello le recomienda que complete la catalogación de ese valioso archivo. Además, le cuenta que se encuentra en pleno montaje de una exposición, cuya propuesta museológica abarcaría documentos históricos y, entre ellos, partituras de los principales compositores de música sacra de Santiago de Cuba (Rafael Salcedo, Cratilio Guerra, Juan Paris, Laureano Fuentes y Esteban Salas), a la par que solicita, con igual énfasis, fotos y músicas de los más connotados compositores populares de la región: Pepe Sánchez, Juan de Dios, Nené Manfugás, Eurodo Limonta, Pepe Bandera y el clarinetista Robinson.
Aclara que de no ser posible conseguir los originales, se conforma con la copia de los microfilms, lo que revela su conocimiento de la pertinencia del contenido sobre el mero valor bibliofílico del documento. Para la exposición organológica de su museo, solicita que Balaguer le gestione la compra de un juego de tambores de Tumba francesa, cuidando de aclarar su destino para que no sucediera que, creyendo que era un encargo de un extranjero, su precio fuera aumentado. Por último, le insta a buscar y coleccionar ediciones viejas de canciones, boleros, danzas y contradanzas hechas en Santiago, pues constituyen una valiosa contribución para la historia.