Abril 22, 20222
A lo largo de la historia muchos han sido los científicos que han desempeñado una meritoria labor en el campo de las investigaciones. El privilegio de ser hombres les confería una mayor ventaja por encima de las mujeres, pues la sociedad machista demeritaba los logros que vinieran de las féminas. En medio de un contexto patriarcal desarrolló su trabajo Rita Leví-Montalcini (Turín, 1909- Roma, 2012), hija del matemático e ingeniero eléctrico Adamo Leví y de la pintora Adele Montalcini.
Su padre no veía con buenos ojos que las mujeres estudiaran y dejaran atrás sus deberes como esposa y madre. Desde pequeña la joven Rita no estuvo de acuerdo con estos preceptos, es por eso que, tras convencer a su progenitor, decide ingresar en la enseñanza superior y cursar estudios de medicina. Para iniciarse en la carrera tuvo que conseguir un título en latín, griego y matemáticas, los mismos le dieron acceso a la Facultad de Medicina de la Universidad de Turín.
En este centro académico fue alumna de Giuseppe Levi, el cual ejerció una gran influencia en ella, en Salvador Luria y Renato Dulbecco, dos de sus compañeros que en años posteriores se alzaron con el Premio Nobel de Fisiología. Una vez terminados los estudios primarios de medicina, en 1936, Rita Leví se decantó por las especialidades de neurología y psiquitría. A la par que aprendía las nuevas materias, dicha fémina no se desligó de su profesor, del cual fue asistente.
La labor científica de esta mujer estuvo al punto de culminar en 1937 cuando Benito Mussolini lanzó Il manifesto della Razza (El manifiesto de la Razza). La familia Leví-Montalcini pertenecía, por la parte paterna, a la línea judía sefardí, aspecto sumamente tangencial, pues los judíos fueron segregados, perseguidos y aniquilados por los fascistas. En ese propio año se trasladó junto con su familia a Bélgica donde trabajó como investigadora invitada en un instituto neurobiológico de Bruselas.
Ante la amenaza de invasión fascista a Bélgica por tropas alemanas en 1940, Rita Leví regresó a Turín y en su dormitorio instaló un laboratorio para continuar con su labor investigativa. Este período de aparente tregua no fue muy extenso, pues en 1943 tuvo que huir con su familia para un pueblo al sur de Florencia. Allí permanecerá escondida hasta el final de la guerra. El trabajo realizado por esta mujer en condiciones precarias versó sobre aquellas sustancias que se conocen como factores neurotróficos.
Finalizada la Segunda Guerra Mundial, Viktor Hamburger le ofreció un puesto de investigadora asociada en la Universidad de Washington de St. Louis, y en la que se mantuvo los venideros treinta años. Allí realiza descubrimientos acerca de la proteína que liberan las células nerviosas y que atrae el crecimiento de las ramificaciones de las neuronas vecinas. También aisló el factor de crecimiento, una sustancia emanada por el tumor que estimula el incremento de los nervios.
Rita Leví-Montalcini fue una de las investigadoras pioneras en señalar la importancia de los mastocitos (células que juegan un importante papel en la defensa frente a infecciones parasitarias y las reacciones alérgicas) y del compuesto endógeno palmitoiletanolamida como importante modulador de estas células.
El galardón más importante obtenido por esta mujer fue el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en el año 1986, por su investigación que dio paso al descubrimiento del primer factor de crecimiento conocido en el sistema nervioso. Otros galardones conseguidos por la ilustre fémina lo fueron el nombramiento de Embajadora de Buena Voluntad de la FAO (1999), Senadora Vitalicia Italiana (2001), la distinción Doctorado Honoris Causa en Ingeniería Biomédica en el Politécnico de Turín (2008) y el grado de Doctora Honoris Causa por la Universidad Complutense de Madrid (2008). En el año 2009 se convirtió en la primera persona premiada con un Nobel que tenía más de cien años.
El 30 de diciembre de 2012 fallece Rita Leví-Montalcini, dejando un imperecedero legado en el área de la medicina. Su condición de mujer científica en una época donde el patriarcado repudiaba toda actividad femenina fue emancipadora. Esta fémina no solo triunfó, sino que ganó un Nobel y diversos lauros, constituyendo un ejemplo de persistencia y consagración hacia su carrera.