Ángel Jesús Pérez Ruiz
Enero 7, 2022
La presencia portuguesa en Cuba que, si bien no es cuantificablemente notoria, puede exhibir ribetes interesantes, siglo a siglo, desde que las carabelas Pinta y La Niña y la carraca Santa María arribasen a nuestras costas el 27 de octubre de 1492 [1].
Con niveles de población y territorio similares, desde 1911, Cuba y Portugal comparten oficialmente a ambos lados del Atlántico una historia de relaciones ininterrumpidas que se sobreponen al paso del tiempo y muestran hoy una perspectiva ascendente. Existe en Portugal una pequeña villa llamada Cuba, con casi 5000 habitantes en pleno corazón del Alentejo. Allí, cada sábado 28 de octubre, justo 705 años después de que Colón descubriese la isla que más tarde llevaría el nombre del pueblo, los cubenses han vivido un momento importante de su historia local, al inaugurar el primer monumento dedicado al descubridor en suelo lusitano, en data semejante del 2016.
¿Pura casualidad?
En Cuba de Portugal hay una estatua al Almirante sospechosamente frente al Palacio del Duque de Beja, del que, según estudiosos de la hipótesis portuguesa, el navegante era hijo ilegítimo.
En su libro Cristovão Colombo, agente secreto do rei Dom Joao II, de Mascarenhas Barreto, publicado en Portugal en 1988, se asegura que existen numerosos indicios para pensar que Colón era portugués. El investigador luso, Manuel Luciano da Silva, instalado en los Estados Unidos ha coincidido con la hipótesis. Mientras que la presidenta de la Academia Portuguesa de Historia, Manuela Mendoza de Matos, se inclina también por esa idea.
Los portugueses en sus viajes hacia Cuba tuvieron una identidad compartida, es decir, se entremezclaron con la población española. Se pierden en la memoria histórica la composición de las continuas tripulaciones que comenzaron a arribar y a asentarse entre la población tras la colonización.
El Centro de Estudios Demográficos de Cuba ubica al primer censo en 1774, referido por el gobernador Jacobo de la Pezuela en su Diccionario geográfico, estadístico e histórico de la Isla de Cuba (t. IV, 1866); sin embargo, ya en 1604 y 1607 se hace un conteo específico para los residentes portugueses en La Habana, lo que arroja que su presencia temprana en la demografía cubana era del 25 % de la población [2].
A partir de la segunda mitad del siglo XVI la población extranjera aumentó de manera progresiva en la isla de Cuba. Refieren las cartas del gobernador Pedro Valdés al rey de España en dos de sus primeras misivas, la del 25 de septiembre y el 22 de diciembre de 1602: “[…] más de dos terçias partes de los que ressiden en esta isla son de diferentes naçiones y la mayor dellas portugueses.”
En otras dos oportunidades, el 15 de diciembre de 1605 y el 12 de agosto de 1607, destaca la presencia de los portugueses en el país con su foco neurálgico en La Habana. Hacia 1606, ellos constituían la mitad del total de los europeos residentes en el país [3].
En 1604 denunciaba a la Corona sobre el abandono de una nao de la flota e infiltración ilegal en la Villa de San Cristóbal de dos matrimonios y una mujer soltera, sobre los que, tras un interrogatorio entre los miembros de la Flota, recayó una sospecha por su hablar en un “español extraño”.
Las escalas y estancias de las flotas, de retorno a España, hizo que aumentara el comercio. Proliferaron las tabernas de vino, regentadas principalmente por portugueses, pero no es descartable que también hayan incursionado en panaderías y pastelerías, tal y como las hicieron proliferar en el territorio brasileño, en el canadiense, o en el que actualmente ocupa Venezuela.
Es conocida la emigración portuguesa hacia Canarias a todo lo largo de los siglos XIV y XV, huyendo de persecuciones religiosas, buscando mejoras económicas y tierras atractivas para cosechas. Los portugueses se establecieron en Gran Canaria antes que los castellanos, en la época de la expansión africana.
Es conocido que los portugueses de Madeira fueron los que iniciaron el cultivo de la caña de azúcar y la tecnología de los trapiches azucareros. No demoraron en exportar sus experiencias hacia otros territorios, por lo que entre los destinos están las Canarias.
Se sugiere que la caña de azúcar pudo haber sido introducida por canarios, y ante ello lanzamos una pregunta que puede tornarse inescrutable incógnita. Los portuguesismos en el habla canaria son abundantes, reflejo de una influencia de inmigrantes portugueses a las islas desde el inicio.
No olvidar el origen latín de la lengua portuguesa, que evoluciona alrededor del siglo XIII, época en que no había diferencia notable entre el portugués y el gallego, también conocida como época del período galaico-portugués. ¿Podemos establecer con exactitud qué cantidad de portugueses se quedaron en Galicia cuando las fronteras se separaron? ¿Podemos determinar de cuántos gallegos y sus descendientes de hasta cuatro generaciones está compuesta la actual población cubana? Cifra innumerable, pasando por figuras cumbres de nuestra historia Patria.
Cuéntese entre los reconocidos en la isla a Don Matías Pérez, o quizás Pires, quien el 29 de junio de 1856 voló tan alto y tan lejos que nadie lo vio descender, quedando entre todos los habaneros la imagen del que se fue para no volver, parafraseando la canción. El hecho y su frase, se insertaron para siempre en el refranero popular.
Dieciséis años después de este hecho, con tan solo 27 años de edad arriba a La Habana el 20 de diciembre de 1872 un natural de Póvoa de Varzim, en la norteña localidad de Porto, Portugal, nombrado Cónsul de primera clase de aquel país en las Antillas Españolas: José María Eça de Queirós, a la postre el principal exponente de letras lusitanas realistas en el siglo XIX.
Se le veía en los alrededores del Hotel Inglaterra departiendo con huéspedes de procedencia sajona, o quizás atravesando por la calle de los Obispos para dirigirse a la Columnata Egipciana, donde se observa un mural de azulejos con la imagen del autor, hechos en la internacionalmente multipremiada fábrica de cerámica de Viúvas de Lamego.
En Cuba escribió muy poco, ya que desplegó una mayor actividad diplomática destinada a la denuncia de los chinos coolíes que eran traídos como “asalariados”, cuando en realidad eran tratados como esclavos. Ante el escándalo salido a la luz pública, los portugueses decidieron eliminar a Macao como punto de embarque para el contrabando de coolíes y dictó severas medidas contra quien intentase infringir la medida. No cabe dudas de que “alguien” influyó con creces en ello.
El político recibió del Imperio Chino un bello bastón con empuñadura de oro, y según sus propias palabras, había contribuido a que los asiáticos en Cuba tuviesen “más pan y menos azote” [4].
La presencia portuguesa en Cuba tuvo además la impronta académica del pedagogo Antonio de Sena Faria de Vasconcelos quien, en 1915, orienta la Reforma Pedagógica que ensaya, ejerciendo el cargo de Inspector Especial en la Secretaría de Beneficencia.
El triunfo de la Revolución Cubana marcó un impasse en las relaciones cubano-portuguesas, país entonces gobernado por Marcelo Caetano, pero tras el paso de la Revolución de los Claveles Rojos, el 25 de abril de 1974, el general Otelo Saraiva de Carvalho, uno de los jefes del movimiento luso, muestra simpatías hacia el pensamiento del líder cubano Fidel Castro y no tarda en venir al aniversario 22 del ataque al Cuartel Moncada, el 26 de julio de 1975 como invitado de honor. Resultó un punto de viraje de nuestras relaciones. Desde entonces se han incrementado en todas las esferas entre ambos países y pueblos.
El genio del flamenco Paco de Lucía, que tanto compartió con la guitarrística cubana, era de origen materno portugués. Su señora madre se llamó Lúzia Gomes y era oriunda de Castro Marim; visitó Cádiz en 1934 y ahí quedó prendido de su belleza el guitarrista Antonio Sánchez de Algeciras, se casaron y su nombre se españolizó, pasando a llamarse Lucía Gómez. Tuvieron cinco hijos, que eran llamados “los de Lucía”. Antes de fallecer en 2014, Paco tuvo innumerables colaboraciones con la musicología cubana.
Cuéntense entre sus contrapartes al maestro Leo Brower, al guitarrista Reynier Mariño o al inolvidable Juan Formell, entre otros.
El presidente Marcelo Rebelo de Sousa, durante su visita a Cuba en noviembre del 2016, destacó la victoria cubana en la votación en Naciones Unidas contra el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos, y manifestó su propósito de contribuir al incremento de las relaciones no solo de Portugal, sino también de todos los miembros de la Unión Europea con Cuba.
El 17 de febrero del 2017 quedó oficialmente constituida la Cátedra de Estudios de Lengua y Literatura Portuguesa “Eça de Queirós”, adscrita al Instituto Camões de Portugal y a la Universidad de La Habana. Ella ha comenzado a traer empresas culturales que incrementan la presencia e influencia cultural portuguesa en Cuba.
El padre de las letras portuguesas, Luís Vaz de Camões, ha sido perpetuado en estatua en la esquina de Mercaderes y Obispo e invita a sumergirnos en sus fascinantes páginas. A menos de 100 metros, el expresidente Jorge Sampaio colocó una placa en las afueras de la Columnata Egipciana, para perpetuar la estancia de Nosso Eça en la capital. En el centro histórico de la ciudad pueden verse las magníficas losas de Viúvas de Lamego en determinadas esquinas neurálgicas.
Restan aún estudios demográficos para establecer cuántos descendientes de tercera, cuarta o más generaciones tenemos en Cuba. El Doctor Aurelio Francos estableció en 1999 la existencia de 19 portugueses residentes directos en Cuba, y es nuestro reto buscar a más descendientes “entremezclados”, pues esa presencia, cual estrellas fugaces, está marcada por la característica que la hace por veces invisible a los ojos, quizás porque es esencial, como nos diría para la eternidad El Principito, de Saint Exúpery.
Notas
* Conferencia presentada en el I Coloquio Presencias Europeas en Cuba, 2017, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.
[1] Fray Bartolomé de las Casas llamaba a veces a la nave con el nombre de la Capitana y con mayor frecuencia con el de “nao”, como llamaban los portugueses a las carracas.
[2] Ismael Sarmiento Ramírez y Aroa Huerta Quintana: Una mirada a la isla de Cuba en tiempos del gobernador Pedro de Valdés, a través de sus cartas al Rey (1602-1608), versión Digital.
[3] Así pues, los datos estadísticos se referían originalmente a los datos demográficos de una ciudad o estado determinados (“Estadística”). El primer censo que consta en nuestra historiografía, concebido y desarrollado en 1774. Inicialmente referido por el historiador Jacobo de la Pezuela en su Diccionario geográfico, estadístico e histórico de la Isla de Cuba (t. IV, 1866); sus datos también aparecieron en un cuadro comparativo publicado en el censo de 1827. Citando a Lohania Aruca en su trabajo Los primeros censos de Cuba Colonial, soporte digital s/d., CEDEM, La Habana, 2013.
[4] Mário Quartin Graça: Eça de Queiróz em Havana. S/P, versión digital, Blogue do Centro Nacional de Cultura, Lisboa, Portugal, 2016.
Ángel Jesús Pérez Ruiz: Máster en Pedagogía Profesional y Licenciado en Educación, especialidad traducción e Interpretación. Profesor Asistente de Lengua Portuguesa en la Facultad de Lenguas Extranjeras de la Universidad de La Habana y responsable del Departamento de Portugués. Traductor e Intérprete Titular de la Academia de Ciencias de Cuba. Presidente de la Cátedra de Estudios Lingüísticos y Literarios “Eça de Queirós” de la Universidad de La Habana.