Michael Cobiella García
Diciembre 10, 2021
Los intereses comerciales, financieros, migracionales, científicos, colonizadores, y hasta políticos y artístico-culturales de los alemanes en Cuba cobraron un mayor auge y se ponderaron paulatinamente a principios del siglo XX, y, en especial, a partir de 1818, con el levantamiento de la prohibición jurídica vigente por la Corona española para practicar el comercio libre y el establecimiento de población europea no hispana en estas tierras caribeñas. Cuba se convirtió, si es que ya no lo era desde hacía mucho tiempo, en el imaginario de ciertos alemanes ilustrados e informados, en punto de atracción para distintos inmigrantes y residentes temporales, gracias a varias de sus riquezas tropicales como el azúcar, el café, el tabaco, frutos menores y el comercio de esclavos [1].
Si bien Alemania no constituía una nación unificada en esos primeros tiempos, los comerciantes, banqueros y consignatarios de buques de las ciudades hanseáticas principales del norte alemán, como Hamburg, Bremen y Lubeck, fueron de las pioneras en establecer vínculos económicos con distintas ciudades portuarias cubanas, en especial con La Habana, Matanzas, Cárdenas, Cienfuegos, Trinidad, Sancti Spíritus y Santiago de Cuba. A los vínculos comerciales de importación y exportación, mayorista o minorista, se unieron las primeras inversiones directas de algunas firmas de comerciantes banqueros, refaccionistas e hipotecarias, teutonas en el cultivo de caña, la producción de azúcar, de café y de tabaco, en los años cuarenta y principios de los cincuenta [2].
Un número importante de estos comerciantes refaccionistas llegaron a controlar y devinieron en significativos hacendados azucareros, sobre todo en la región de Cienfuegos, Trinidad y Sancti Spíritus, y llegaron a poseer 44 ingenios en 1860, aunque estos se redujeron a 14 en 1886, como consecuencia de la Guerra de los Diez Años, y el posterior proceso de centralización de la producción. La constitución del Imperio Alemán, en 1871, favoreció el proceso de nuevas inversiones de capital directas, hechas por individuos en solitario o por compañías de asociados, en otros sectores aparte del azúcar, el tabaco y el café. Los seguros y la actividad bancaria, aunque ya existía la Banca Upmann desde 1844, las industrias mineras, de la jarcia, la generación de electricidad, el calzado, la alimentaria, de productos de aseo, así como en los servicios de agua y el alcantarillado, entre otros, fueron los más representativos. A partir de esta década y hasta finales del siglo xix, la penetración del capitalismo alemán en Cuba se acrecentó de manera significativa. La introducción de instrumentos y herramientas de trabajo, de técnicas y tecnologías y materias primas de fabricación alemana, más el consiguiente conocimiento científico teórico-práctico para utilizarlas, el know-how, fueron muy importantes en sectores como la agricultura cañera y no cañera, la producción azucarera, el transporte ferroviario y el automotriz, en la industria alimentaria (cervecera), en la generación de electricidad, así como en otras actividades industriales, artesanales, de los servicios y en diferentes sectores primordiales de la vida cotidiana, caracterizada como moderna o civilizada, en especial en las zonas urbanas [3].
Es precisamente en esta época de significativa presencia económico-comercial alemana en la isla que aparece en la escena nacional la figura del inmigrante Johann Friedrich Berndes, nacido en 1842, en Brasil, de padres teutones. Llega a La Habana en 1868, en plena Guerra de los Diez Años. Sin embargo, su preparación técnico-profesional, avalada ya por una experiencia práctica en el mundo de los negocios, hace que, aun en plena guerra, entre a formar parte de la firma comercial Berndes, Murtfeld y Cía., y que poco después, en 1873, abra su propio negocio; al año siguiente, el nombre de su firma, J. F. Berndes y Cía. aparece recogida como comerciantes exportadores de tabaco torcido y en rama y de cigarrillos, sita en la calle de Mercaderes No. 7, en el Directorio General y Comercial de La Habana e Isla de Cuba del año 1874 [4].
Las actividades comerciales y financieras de Johann Friedrich Berndes se expandieron y acrecentaron durante las dos décadas siguientes del siglo XIX, así su compañía, dedicada mayormente al comercio de exportación de tabaco torcido y en rama, y de otros frutos y productos del país, pero también de importación de productos industriales alemanes varios, aparece registrada en cada una de las principales fuentes comerciales y empresariales de esta época, como, por ejemplo, Directorio general isla de Cuba, 1884, Directorio general para 1884-1885 de la Isla de Cuba, México y principal comercio de New York, 1884, Directorio Mercantil, 1888, Guía comercial y de forasteros de La Habana e Isla de Cuba, 1894, el Report on the Commercial and Industrial conditions of the island of Cuba, de Robert Porter, de 1898, y la Guía Directorio del comercio, profesiones e industrias de la Isla de Cuba, 1899.
A finales de ese siglo XIX, la firma J. F. Berndes y Cía. es considerada, sin duda, una de las sociedades comerciales alemanas más importante de La Habana y del resto de Cuba; sus negocios se han expandido también al sector financiero, fue representante de la compañía de seguros inglesa The Northern Assurance Co. Ltd., la tercera más grande, por el volumen de sus operaciones, en el país [5].
Con la llegada del nuevo siglo, la posición económica y el prestigio social de Johann F. Berndes siguen solidificándose, no es solo uno de los principales exportadores alemanes de tabaco en rama y torcido y de cigarrillos del país, sino que también se va a especializar en la importación de todo tipo de maquinaria e instalaciones industriales azucareras, así como de sistemas, aparatos e instalaciones eléctricas, de turbinas de vapor, hidráulicas y de gas, de motores de combustión interna y estacionarios, de gasolina y diesel, de automóviles, así como de abonos naturales y fertilizantes químicos. J. F. Berndes y Cía. será, además, representante y comisionista de importantes y afamadas firmas alemanas fabricantes de muchos de los productos antes mencionados, como la Maschinenfabrik Ausburg Nürnberg (M.A.N.), la Allgemeine Elektrizitäts Gesellschaft (A.E.G.) y la Daimler Motoren Gesellschaft, pero también de compañías estadounidenses en el mercado habanero.
En 1904, da un paso más e invierte en el sector industrial vinculado a los productos de aseo y de baño al constituir, como accionista mayoritario, la Cía. Industrial de Cuba, con fábricas y almacenes en El Vedado y La Ceiba. No obstante, la sede principal de sus negocios sigue residiendo, como desde finales del siglo XIX, en la Calle Cuba, No. 64 [6].
Hacia 1917, poco antes de la entrada de Cuba en la Primera Guerra Mundial, Johann Friedrich Berndes, junto con sus 2 hijos, ha alcanzado el pináculo de su éxito comercial, financiero e industrial; según recoge el Libro Azul de Cuba, publicado en ese año: “…su empresa representa a más de 60 compañías de los EE.UU. y de Europa, tiene 46 empleados de oficinas, 30 operarios en sus talleres, fábricas y almacenes y siete agentes viajeros que recorren toda la República […], el crédito que goza la Casa Berndes puede igualarse al primero del país […] está considerada una de las casas de comercio mejores de Cuba”. Ya en esta época, la dirección principal de sus negocios ha pasado a manos de sus hijos, nacidos en La Habana, René Berndes, como presidente, y Charles E. Berndes, como vicepresidente [7].
Pero Johann Friedrich Berndes también se destacó como uno de los principales miembros de la comunidad alemana asentada en La Habana no solo por sus actividades económicas. Su prestigio y estima social fueron por igual relevantes en las actividades socioculturales y diplomáticas, que desplegó durante casi cinco décadas de estancia en esta ciudad, como representante fiel de esa colonia de inmigrantes europeos en la capital. De ahí que, sin ninguna duda, fuera el teuton escogido para fungir como el primer presidente del Casino Alemán de La Habana Deutscher Verein von Havanna, desde su oficialización ante las autoridades coloniales hispanas, en 1888, y hasta 1906, a partir de entonces, y, según algunas fuentes, hasta su muerte, ocupó el cargo de presidente honorífico.
También fue durante todos estos años el presidente de la Sociedad Alemana de Beneficencia Deutscher Hülfsverein, asociación que, hasta donde recogen las fuentes documentales del Registro de Asociaciones, no fue debidamente oficializada ante las autoridades coloniales ni las republicanas, y funcionó en los marcos de la comunidad de inmigrados y residentes alemanes, en la legalidad jurídica que le proporcionaba la institucionalidad del Casino Alemán, aunque esto aún está por fundamentar con nuevos estudios e investigaciones. Igualmente, fue directivo de la Cámara de Comercio Alemana de La Habana Deutsche Handelskammer in Havanna, hasta su cierre en 1918, producto del estado de beligerancia entre Cuba y la Alemania Kaiseriana durante estos años finales de la Primera Guerra Mundial.
En el campo de la actividad diplomática, al ser uno de los miembros más antiguos de la colonia alemana en la Isla, fue designado como delegado diplomático y cónsul del Imperio Alemán en La Habana en varias ocasiones, hasta finales de 1917. También fue el representante diplomático y cónsul principal en Cuba del Imperio Austro-Húngaro hasta la declaración del estado de guerra entre Cuba y este país en ese mismo año [8].
Johann Friedrich Berndes, se casó con la cubana Dolores Bosch en los años setenta del siglo XIX, y tuvo tres hijos: Charles E., René y Graciela Berndes, dando inicio a una de las principales familias cubano-alemanas de La Habana. Sus hijos fueron inscritos como alemanes, pero continuaron fomentando las relaciones exomatrimoniales al casarse con hombres y mujeres del país. Esta era, una vez más, como había sido con el fundador Juan Federico, la continuación de esta familia cubano-alemana, los Berndes, en los anales históricos y etnoculturales de la ciudad capital [9].
Notas
* Conferencia presentada en el II Coloquio Presencias Europeas en Cuba, 2018, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.
[1] Véanse Rolando Álvarez Estévez y Marta Guzmán Pascual: Alemanes en Cuba (siglos xviii al xix), Ed. de Ciencias Sociales, La Habana, 2004, pp. 1-20, 48-50, 64-65, 72-74 y 100-101; Michael Cobiella: “Los componentes británicos y alemanes y los procesos étnico-culturales en la ciudad de La Habana (1901-1930)”, tesis de Doctorado en Ciencias Históricas, Facultad de Filosofía e Historia, La Habana, 2013, pp. 100-112; Michael Cobiella y otros: Presencia alemana en Cuba, Fundación Fernando Ortiz y Ediciones GEO, La Habana, 2008, hojas anverso y reverso.
[2] Ibídem.
[3] Véanse Rolando Álvarez Estévez y Marta Guzmán Pascual: ob.cit., pp. 21-41, 46-47, 51-63, 66-70; Michael Cobiella: ob.cit., pp. 100-112; Michael Cobiella y otros: ob.cit.
[4] Véanse Directorio General y Comercial de La Habana e Isla de Cuba, 1874; Reginald Lloyd: Impresiones de la República de Cuba en el siglo XX. Historia, gente, comercio, industria y riqueza, Lloyds Greater Britain Publishing, Londres, 1913, pp. 433-434; Libro Azul de Cuba 1917, s/e, La Habana, 1917, pp. 196-198.
[5] Véanse Directorio general isla de Cuba, 1884, Directorio general para 1884-1885 de la Isla de Cuba, México y principal comercio de New York, 1884, Directorio Mercantil, 1888, Guía comercial y de forasteros de La Habana e Isla de Cuba, 1894; Guía directorio del comercio, profesiones e industrias de la Isla de Cuba, 1899; Robert Porter: Report on the Commercial and Industrial conditions of the island of Cuba, 1898; Reginald Lloyd: ob.cit., pp. 433-434; Libro Azul de Cuba 1917, ob.cit., pp. 196-198.
[6] Véanse Directorio de Cuba 1927. Ed. Schneer, S. A., La Habana, 1927; Directorio de información general de la República de Cuba 1912, Imprenta Rambla, Bouza y Cía., La Habana, 1912; Directorio de información general de la República de Cuba 1914, Imprenta Rambla, Bouza y Cía., La Habana, 1914; Directorio de información general de la República de Cuba 1916, J. A. Borges del Junco, La Habana, 1916; Directorio de información general de la República de Cuba 1918, s/e, La Habana, 1918; Directorio general de la República de Cuba, Imprenta Rambla y Bouza, La Habana, 1907-1908; El Libro de Cuba 1925, República de Cuba, La Habana, 1925, p. 788; Guía Comercial e Industrial de Cuba, Imprenta La Prueba, La Habana, 1926; Guía Directorio del comercio, profesiones e industrias de la Isla de Cuba, Bailly-Bailliere e Hijos, Madrid, 1909; Guía Directorio de la República de Cuba, Bailly-Bailliere-Riera, S. A., Barcelona, 1920; Guía Directorio de la República de Cuba, Anuarios Bailly-Bailliere y Riera reunidos, S. A., Barcelona, 1924; Guía Directorio de la República de Cuba, Anuarios Bailly-Bailliere y Riera reunidos, S. A., Barcelona, 1926; Reginald Lloyd: ob.cit., pp. 426-427 y 433-434; Libro Azul de Cuba 1917: ob.cit., pp. 196-198.
[7] Libro Azul de Cuba 1917: ob.cit., p. 198.
[8] Véanse ANC. Fondo Registro de Asociaciones (FRA). Leg. 410, exp. 12021; Leg. 512, exp. 15491; Leg. 1135, expedientes 23769, 23770 y 23772. Adolfo Dollero: Cultura cubana (Cuban culture), Imprenta El Siglo XX, La Habana, 1916, pp. 260 y 440.
[9] En este trabajo las fuentes documentles se encuentran íntegras en las notas al pie. Excepto: Archivo Nacional de Cuba (ANC). Fondo Registro de Asociaciones (FRA), que también fue consultado por el autor de esta ponencia. (N. de la E.).
Michael Cobiella García: Doctor en Ciencias Históricas y Máster en Antropología. Diplomado en Antropología Cultural e Investigador Asistente. Profesor Auxiliar en la Facultad de Español para no Hispanohablantes y de la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana.