El machete de Guanabacoa, también denominado de concha o cinta, forjado en las fraguas de la villa habanera de donde toma su nombre, era un arma que destacaba por su diseño. Este tipo de arma revela en su singularidad el influjo hispano. Estuvo en boga hasta bien entrada la primera mitad del siglo XIX. Fue utilizado por las milicias dirigidas por el alcalde (regidor) Pepe Antonio durante el ataque y sitio de los ingleses a La Habana, en 1762.
Se caracterizaba por ser alargado -más que otros modelos de machete usados en la isla-, así como por la calidad de su acero y las peculiares formas de su empuñadura, lo que lo hace fácilmente reconocible. Era muy común que en su hoja tuviera grabados símbolos distintivos, marcas de fábrica, así como el nombre del artesano forjador. Su longitud total se calcula sobre los 90 cm.
El novelista cubano Cirilo Villaverde lo describió como:
Mueble de lujo puramente y costoso (…) cuyo mango de plata con chapas de carey, guarnecido de una concha de aquel metal, estaba salpicado de piedras, que eran preciosas no más que en el nombre; imitando la esmeralda, la amatista y el topacio, siendo de estas últimas todas las que coronaban el pomo.