Septiembre 22, 2021
El primero y más antiguo jardín botánico, creado apenas en el año 1545, se encuentra en la región italiana de Padua. Nació como huerto dedicado al cultivo de plantas medicinales, por el uso de estas en la gran mayoría de los medicamentos y prácticas terapéuticas de la época. Ello supuso conocer con facilidad y seguridad cada ejemplar y acabar con los frecuentes errores que conllevaban a graves daños de salud.
El Jardín Botánico de Padua tiene una superficie de veintidós mil metros cuadrados. Conserva su estructura original, con un trazado circular que representa al mundo, rodeado por un anillo de agua. Tradicionalmente se ha considerado que fue proyectado por el noble veneciano Daniele Barbaro, embajador de la República de Venecia, y llevado a cabo por el arquitecto Andrea Moroni.
En el transcurso del tiempo, además de la inclusión de elementos arquitectónicos y funcionales, se fue enriqueciendo con un mayor número de plantas desde todas partes del mundo. En la actualidad cuenta con aproximadamente más de seis mil especies. Posee cinco ambientes naturales en los que se cultivan las plantas que los caracterizan: la maquia mediterránea; el jardín alpino; el ambiente de agua dulce, que tiene estanques alimentados con aguas de un manantial termal; las plantas suculentas o crasas; y el invernadero tropical de las orquídeas.
Entre los ejemplares más llamativos está la palma de San Pedro (Chamaerops humilis), plantada en 1585 y a la que Goethe le dedicó algunos de sus escritos. Muchas han sido las plantas introducidas en Italia a través de este jardín botánico, como la magnolia, el jazmín, el girasol y muchas más.
Debido a sus valores naturales e históricos, fue incluido en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en 1997. En la declaración de la Unesco, se afirmó que este jardín botánico “supone la cuna de la ciencia, de los intercambios científicos y de la comprensión de las relaciones entre la naturaleza y la cultura. Ha contribuido enormemente al progreso de numerosas disciplinas científicas modernas, concretamente, de la botánica, medicina, química, ecología y farmacia”.
Los casi 500 años del Jardín de Padua lo convierten en un testimonio del intercambio entre diferentes culturas y ramas del conocimiento científico. Es la expresión de una tradición científica donde la investigación, la actividad didáctica y la conservación de la biodiversidad están en constante diálogo.