Bárbara de las Nieves Oliva García
Septiembre 17, 2021
La cultura cubana se ha conformado en una larga y compleja carrera de préstamos y transferencia que implican procesos de desconstrucción de los modos de vida ya establecidos y la reconstrucción de prácticas culturales asociadas a los referentes sociales más cercanos y a herencias patrimoniales que se van trasmitiendo de generación en generación, en especial las relacionadas con el patrimonio cultural vivo.
Los procesos migratorios desde España hacia Cuba tuvieron una significativa repercusión, desde los inicios de la conquista y colonización en el siglo XV hasta la primera mitad del siglo XX, no solo en el orden cuantitativo por el peso alcanzado por este trasvase humano desde el período colonial, sino desde el punto de vista étnico y cultural. El investigador Manuel Martínez Casanova, en el ensayo titulado Cultura popular e identidad: una reflexión, apuntaba sobre el tema:
Nos estaríamos refiriendo a un resultado, o más bien un proceso, en el que diversos factores, movilizados en el devenir dialéctico de lo casual y lo necesario, confluyen incidiendo específicamente en la conformación de componentes y matices, así como en las posibilidades de proyección ulteriores del sistema dado. [1]
Las leyes españolas de restitución de nacionalidad y el actual contexto económico, social y político cubano ha favorecido el crecimiento en cuanto a la ciudadanía española de descendientes o naturales, la mayoría se afiliaron a la nueva propuesta por mejoras económicas y las posibilidades de viajar fuera del país. No obstante a estos motivos iniciales, alejados de un proceso de identidad enraizado con la cultura española, es indiscutible que su ascendencia favoreció la presencia en el seno familiar de tradiciones, costumbres y expresiones culturales que en algunos casos se trasmiten hasta las nuevas generaciones de descendientes y no han sido estudiadas con sistematicidad.
Lo expuesto anteriormente permite identificar como objetivo general: Caracterizar la práctica cultural religiosa de los cántabros en Camagüey asociada a la celebración de la Bien Aparecida entre 1996-2018.El concepto rector de prácticas culturales ha cobrado importancia desde varias ciencias como la Antropología, la Psicología y la Sociología; especialmente en esta última desarrollado por Pierre Bourdieu, en 1970. Algunos autores coinciden con sus postulados o establecen similitudes con los conceptos de prácticas cotidianas, entre ellos, Michel De Certeau, y Martín Barbero, o prácticas sociales como lo denomina A. Giddens, al comprender dentro de las prácticas sociales las acciones recurrentes ordenadas en tiempo y espacio.
La teoría Bourdiana distingue las prácticas culturales como:
Las actividades específicas que realizan las personas dentro de un campo cultural determinado (artístico, académico, religioso, deportivas, escolares, científicas, etcétera), que están orientadas a la formación y/o a la recreación, lo que presupone que son espacios sociales que se van abriendo y consolidando históricamente, que al interno de cada campo hay lógicas específicas, así como en cada uno de ellos hay procesos de formación “disciplinaria” (…) nivel de práctica para el dominio técnico, conocimientos de ciertos códigos de esas prácticas y las formas de participación y organización de cada campo. [2]
En el orden epistemológico su concepto de “habitus” y “campo” se interrelacionan con las prácticas culturales como el producto de la relación dialéctica entre ambos, referidas con el accionar del individuo, las colectividades y las instituciones en la vida cotidiana, el molde cultural que adquieren significados en los marcos de la sociedad. Concibe el habitus al plantear que lo individual, e incluso lo personal, lo subjetivo, es social, es un saber, colectivo, generador de prácticas objetivamente enclasables proyectadas por las condiciones de vida de los grupos sociales, así como la forma en la que éstas prácticas entrevén una relación concreta con la estructura social, el espacio y los estilos de vida. Postulado que resulta imprescindible al trabajar las prácticas culturales religiosas [3].
La representación que se proyectan individual o en comunidades, denominados por Bourdieu, distinción simbólica, no sostiene un análisis objetivo sin desentrañar el posicionamiento identitario de representaciones que individuos y grupos se transmiten a través de sus prácticas culturales como rasgos de la realidad social común que puede ser transformada. Presupone también que mientras mayor es el grado de estas prácticas a nivel social, las personas amplían su visión cultural.
Las prácticas culturales incluyen otras formas de expresión y participación no solo las institucionalizadas por la cultura oficial, sino también las que responden a la “cultura popular”. En este contexto, Raymond Williams, apunta el carácter dinámico y constructivo de lo tradicional, acentuando la necesidad de visualizar que lo residual se toma del pasado, pero se halla en actividad dentro de los procesos culturales presentes, donde se le asignan nuevos significados y valores, lo que genera nuevas prácticas y relaciones sociales, este enfoque antropológico posee puntos de contactos con los postulados de Bourdiu anteriormente explicados.
Entre los principales desafíos de las investigaciones antropológicas contemporáneas en Cuba, se encuentra las prácticas religiosas entendidas como una parte de la identidad del grupo que las produce y en otra dirección, pero no en dicotomía las que aluden a las evidencias del patrimonio cultural vivo que se manifiestan en disímiles prácticas culturales a lo largo del país.
Estudiosos del tema religioso cubano [4] describen el fenómeno como un proceso ininteligible por la heterogeneidad de expresiones religiosas que existen desde la conquista y colonización. Un país conformado por una mixtura cultura tan amplia que se incrementa con el discursar del tiempo no podría tener una praxis religiosa menos compleja.
De modo que los diferentes grupos religiosos fueron delineando sus prácticas culturales en un paralelismo que conlleva a una expresión muy popular en la actualidad, cuando muchos cubanos refieren que creen “a su manera” [5], una forma de explicar que mayoritariamente concurren a iglesias católicas o protestantes, a la vez que participan en ceremonias religiosas de Palo Monte, Regla de Ocha o Santería, espiritismo, entre otras, demostrando el abanico de espiritualidad que los caracteriza.
En sentido general, el contexto cubano actual ofrece una realidad en el plano religioso, similar con el pasado colonial o republicano. Los inicios áridos de Revolución triunfante en 1959 en los debates políticos de un marxismo a ultranza y la religión, conllevaron a determinadas políticas intolerantes frente a la religiosidad, en especial a la católica, que, si bien no se manifestaban explícitamente en las nuevas leyes adoptadas por el gobierno, se ejecutaban a través de una praxis discriminatoria. El silencio y las “prohibiciones” [6] que imponía la política estatal oficial chocaba contra una expresión religiosa de resistencia con nuevas prácticas culturales, lo que posibilitó casi tres décadas después, un mejoramiento de las relaciones en este sentido, fundamentalmente con la Iglesia católica [7] que había quedado rezagada con relación a otras religiones.
Los años posteriores a 1990, con el recrudecimiento de las condiciones económicas, el incremento de la religiosidad católica expresó la necesidad de sobrellevar una crisis de valores de la sociedad en su conjunto. Así mismo se revitalizan y visualizan prácticas religiosas por grupos e individuos que contribuyen a subrayar la significación de las tradiciones, costumbres y experiencias colectivas, en la definición de los rasgos de una comunidad, y la construcción grupal de referentes identitarios, puntos de partidas insoslayables para la apreciación de un fenómeno tan complejo como las prácticas culturales asociadas a la religión católica camagüeyana.
La otrora villa de Santa María del Puerto del Príncipe, es conocida por diversos epítetos, entre ellos uno de los más divulgados por los urbanistas es el de la Ciudad de las Iglesias [8], por la alta presencia del repertorio religioso católico compuesto por iglesias, conventos y colegios, aunque debe tenerse en consideración la labor de las figuras religiosas de Fray Ollao Valdés, José Cruz Espí, Monseñor Arteaga y recientemente Monseñor Adolfo, entre otros. Todos fueron admirados y queridos por los camagüeyanos; algunos se encuentran ligados a hechos históricos y a leyendas de trascendencia en la ciudad [9], constituyen así parte indispensable del patrimonio y la memoria cultural del pueblo.
Las festividades religiosas católicas también ocupan un lugar prominente en la idiosincrasia del camagüeyano. La celebración de La Candelaria, como patrona de la región, es un referente obligatorio que traspasa los límites de un patronato que coincide con las festividades de Cataluña, para perdurar junto a los festejos de la fundación de la vetusta villa.
El investigador Marcos Antonio Tamames Henderson [10], en su artículo Religiosidad en las Ordenanzas Municipales de Puerto Príncipe aprobadas en 1856, plantea ideas muy sugerentes sobre la conmemoración de la Semana Santa [11], en la colonia, normas que según el autor convocaba a la comunidad desde la práctica a ser partícipes directos del simbolismo que porta el Santísimo Sacramento. Tamames, recoge los patrones que se establecen para la celebración de la Eucaristía, la representación de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo durante la Semana Santa hasta los patrones de comportamientos que deben tener los vecinos.
La Convención para la salvaguardia de los bienes culturales inmateriales en el 2003, revalida que las manifestaciones por tradición, hábitos y costumbres, enriquecen la memoria histórica de los habitantes o comunidades de una región, un país o nación y estas llegan a convertirse en signos y símbolos que ratifican su identidad. Dentro de estos bienes uno de los más significativos es la expresión religiosa, que conduce a su reconocimiento social.
Celebración de la Virgen la Bien Aparecida. Una práctica cultural de los inmigrantes españoles cántabros: signos a redescubrir en Camagüey
El flujo migratorio desde España no se mantuvo como un proceso constante, los datos obtenidos en los censos demuestran que Cuba fue el lugar preferido por la emigración hispana hasta 1898 y posteriormente entre 1920-1930. Los motivos fueron disímiles, pero en sentido general, el movimiento migratorio español se caracterizó por la alta presencia de adultos, con elevados índices de masculinidad, un predominio de agricultores y comerciantes [12]. Llegar a Cuba con sus familias completas era casi imposible, el costo del pasaje o la estancia en el país obligaba a la mayoría, especialmente los más jóvenes a emigrar solos, aquí formaban sus familias, pero tanto ellos como sus descendientes directos, no abandonaron las prácticas culturales religiosas de su lejana patria a las que incorporaban nuevas expresiones como parte del proceso de adaptación. Una de las más significativas eran la de asociarse con sus coterráneos, con sentir comunitario, comprendido a la manera de los teóricos Emile Durkheim, Carlos Marx, Porzecanski, Fernández de la Rota, Ander-Egg, Quintana, Nogueiras, que resaltan aspectos distinguibles en cuanto a estructuras físicas-geográficas, administrativas y sociales, vínculos, fines comunes que caracterizan los diferentes grupos sociales.
De esta forma el contexto cultural cubano se nutrió de un constante y creciente proceso de cambios que condicionó una influencia significativa en la sociedad cubana en todos los órdenes de la vida [13] y gradualmente los inmigrantes conformaron una especie de mosaico que se distinguió por los sentimientos y percepciones acerca de una cultura común que va ajustándose a nuevos patrones, donde emergen reproducciones de costumbres y tradiciones españolas sedimentadas en el modo de pensar y sentir colectiva o individualmente.
Los cántabros gozaron de gran aceptación en la sociedad cubana y entre los propios españoles radicados en el territorio. El diario Correo Español [14] lanzó un concurso que preguntaba ¿Cuál es la provincia de España que cuenta con más simpatías en Cuba?, donde ganó con una cifra de 67.179 votos la provincia Santander. La inmigración cántabra en la isla mantuvo un fuerte y profundo sentido de pertenencia hacia su cultura, sus relaciones se manifestaron en celebraciones de festividades, intenso arraigo hacia los hábitos alimentarios, unido a una sólida posición económica que posibilitó imprimir su huella en la sociedad cubana. Las artes, el comercio, la industria, etc., ofrecen figuras cántabras de verdadero relieve. La Habana, Cienfuegos, Matanzas, Camagüey y Holguín, fueron las zonas donde mayor asentamiento de cántabros existió, y actualmente continúan siendo los territorios con mayor número de descendientes que existen en el país.
El asociacionismo de los inmigrantes españoles montañeses estuvo marcado por la creación de La Sociedad Montañesa de Beneficencia y el Centro Montañés de La Habana, las sedes más antiguas de las Casas de Cantabria en América Latina, creadas a mediados del siglo XIX que funcionaron junto a otras asociaciones como: Club Tierruca, Juventud Montañesa, Unión Liébana y Peñarrubia y la Unión hijos del Pechón [15].
En Cuba, la primera referencia para celebrar la festividad de La Virgen la Bien Aparecida [16] aparece en las Memorias de la Sociedad Montañesa, que recoge los intentos fallidos desde 1884 para realizar fiestas en su honor. No es hasta 1907, dos años después de ser reconocida como la patrona de la diócesis y región, con la repercusión del artículo Nuestra Patrona y la Beneficencia donde se convoca a los cántabros y sus descendientes a participar en una romería para tales fines. Finalmente, el 25 de agosto se da a conocer que celebrarían por primera vez estas fiestas. Se solicita por parte del Sr. Rufino Cano que le envíen la imagen de la virgen que se colocaría en el altar construido para estos menesteres en el parque Palatino. Para la ocasión los padres montañeses Francisco Revuelta y Camarero oficiaron la primera misa. Posteriormente se hizo costumbre que los montañeses en sus trajes de pasiegos, tamboneros y con otros aditamentos típicos, engalanaran las calles habaneras dirigiéndose a los Jardines de la Tropical, al parque Palatino, a los terrenos de Luyanó, entre otros lugares escogidos para su conmemoración.
Lamentablemente en Cuba, solo existe imágenes de la Virgen en la Capilla del Cementerio de Colón, construida por los montañeses radicados en la capital y en la iglesia Santo Ángel Custodio, de La Habana, lugar donde se comenzaron hacer las celebraciones a partir de 1918 dada la prohibición emitida por las autoridades católicas para realizar fiestas religiosas fuera de los templos. No obstantes, las romerías continuaron efectuándose hasta el triunfo de la revolución que disminuyeron en presencia e intensidad. Existen algunas referencias que en La Habana se han oficiado algunas misas los 15 de septiembre a la que asisten los cántabros y sus descendientes, así como algunas autoridades de la embajada española en Cuba.
Un análisis de esta práctica cultural religiosa en La Habana arroja interesantes hipótesis sobre la significación de la celebración, llama la atención el hecho que solo a dos años de ser reconocida como patrona de la región de Cantabria, se publique en Cuba un artículo que su título denota sentimientos de pertenencia y respeto a la tradición por la comunidad de montañeses. Los paseos por espacios citadinos importantes de la capital demuestran la aceptación que debe haber tenido como práctica religiosa de los españoles dentro de la sociedad habanera que tal vez con su presencia compartía tales festividades. No se ha encontrado otras referencias sobre celebraciones de forma similar por españoles radicados en la capital del país.
En otra dirección existen incógnitas sobre la creación de una asociación de ese tipo en Camagüey cuando existían varias familias de origen cántabro con descendencia en la zona. Sobre la festividad, la mayoría (73%) de las fuentes orales expresaron recordar que sus padres y familiares asistían en ocasiones algunas fiestas por esa época del año en La Habana, aunque no pueden asegurar que estén relacionadas con la Bien Aparecida.
En la actualidad el número de ciudadanos españoles ha crecido por el reconocimiento oficial que otorgan las leyes de naturalización desde finales de la década de 1990. Los datos aportados por el Registro del Consulado Jurídico Español en Camagüey, hasta el 2018, reconocen la existencia de más de 83 naturales, 9 796 personas que son descendientes en primera y segunda generación de españoles y de ellos más del 84% ostentan la nacionalidad de este país y un 37% han viajado a España. Cifras que son las más elevadas en cuanto otorgamiento de otras nacionalidades en la provincia.
En diciembre de 1994, nació la Casa de Cantabria de Camagüey, bajo el aliento de un grupo de descendientes, en especial de Orlando González Beares, presidente de la misma desde su fundación hasta la actualidad, a la vez miembro del Consejo Mundial de las Casas de Cantabria. Constituye junto a la sede de La Habana las dos únicas Casas de Cantabria en el territorio nacional. Hoy cuenta con más de 300 asociados –mayor asentamiento de cántabro en Cuba- la mayoría descendientes de las regiones de: Treviso, La Vega, Cabezón de Liébana, Labarces, Torrelavega, Laredo, Bárcena de Cicero y Santander, entre otras zonas [17]. Desde su creación desarrolla un amplio proyecto cultural para mantener vivas las tradiciones de la región de Cantabria y aquellas que se han incorporado a las costumbres camagüeyanas, niños, adultos y adultos de la tercera edad son colaboradores y beneficiarios del proyecto. Poseen una biblioteca que se encarga de divulgar todo lo relacionado con Cantabria, en correspondencia al artículo No 6 del estatuto de Autonomía para Cantabria, de 1981, que enuncia: “Las Comunidades montañesas asentadas fuera del ámbito del territorio de la región, así como sus asociaciones y centros sociales tendrán el reconocimiento de su origen cántabro y el derecho de colaborar y compartir la vida social y cultural de Cantabria” [18].
Una de las primeras tareas que asume la directiva de la Casa de Cantabria en 1995 es organizar la celebración de la Virgen de la Bien Aparecida, patrona de Cantabria, en ese año se hace de forma muy sencilla y a partir de 1996 hasta el presente, se reúnen en la iglesia de San José donde inicialmente el padre Mariano Tomey- de origen montañés- ya fallecido, oficiaba misas con estos fines. A esta celebración se añaden acciones en instituciones culturales como: concursos, muestras expositivas, conferencias, proyecciones de peregrinaciones al Santuario dedicado a la Virgen en la Iglesia del convento de San Felipe el Real.
A partir del 2008 con la presencia de la Coral Ijujú se ofrecen recitales en varias iglesias de la ciudad. La Casa de Cantabria lleva su imagen de la Bien Aparecida y personas de la tercera edad fundamentalmente le enciende velas, rezan y hacen pedidos. Para los más jóvenes y adultos se lanzan concursos sobre la religión, siempre vinculados a las prácticas culturales de Cantabria y su presencia en Cuba, especialmente en Camagüey, se reparten folletos confeccionados en la Casa y se finaliza con una cena e intercambios donde participan las familias que asisten a la ceremonia.
Un estudio de esta práctica durante los últimos 5 años realizado por la Casa de Cantabria, arrojó que se había incrementado la asistencia progresivamente hasta alcanzar en el 2018 un 72% de los asociados. Cifra que tiene en cuenta desde sus inicios para el análisis del público los siguientes aspectos:
- Asociados que se hallan en la ciudad.
- Personas que pueden asistir por estado de salud
- Personas que asisten por primera vez
- Tipo generación a la que pertenecen
- Conocimientos que tienen de la ceremonia
- Evaluación de la liturgia
- Grado de satisfacción
- Otros datos generales (edad, sexo, nacionalidad)
Un análisis estadístico de los resultados de las encuestas permite confirmar el crecimiento de los participantes, así como la colaboración y asistencias en las actividades colaterales que se realizan.
Un dato de interés que se asume para el estudio es la búsqueda dentro del imaginario colectivo de la significación de la celebración, de allí que resultó interesante el intercambio con algunas de las personas que viajaron a España y se pudo comprobar que de ellos el 47 % había visitado lugares donde se halla su imagen, algunos suvenires adquiridos que se refieren a la tradición cántabra y hasta fotografías que guardan como recuerdo de su estancia en el lugar.
En las encuestas se constata que en el período estudiado el 96% de los invitados expresan un grado de satisfacción elevado con las actividades en las que participan, siendo la celebración de 2014 la de mayor nivel de satisfacción. Otro aspecto que fue positivo en los 5 años recientes ha sido la incorporación de jóvenes que pertenecen a la tercera y 4 generación de descendientes, a su vez, hubo un incremento en un 13% de personas que asisten en calidad de invitado.
En el caso de los invitados las preguntas de la encuesta están encaminadas a indagar sobre los conocimientos que poseen de la Casa de Cantabria, de la Virgen de la Bien Aparecida, entre otros datos de interés. En cuanto a la Casa de Cantabria solo el 54 % responde con elementos substanciales que indican conocimientos de su quehacer, el 39 % poseen nociones generales y el 7 % era totalmente desconocedor. Con respecto a la ceremonia el 78% desconocía de la misma, el 19 refería un nivel bajo de conocimiento y un 3 % demostró tener suficientes dominios. Sobre la Virgen de la Bien Aparecida solo un 12 % conocía que era la patrona de Cantabria, sin poder añadir otros datos, aunque establecían nexos de conocimientos con la Virgen de la Caridad, el resto alegaban no conocer nada de ella.
Otro aspecto de interés que requiere un estudio más profundo está referido al vínculo que se constató en las actividades festivas de la patrona de Cantabria con la Virgen del Cobre, patrona de Cuba. La revisión de programas culturales concebido para la Celebración, demostró las referencias musicales dedicadas a la Virgen del Cobre, así como en las muestras expositivas y conferencias la relación que se estableció en cuanto a algunas coincidencias entre las imágenes en cuanto a los mantos, coronas y el hecho de tener en sus regazos al niño Jesús. Para mayores coincidencias solo una semana distancia ambas celebraciones.
Por los resultados obtenidos en las encuestas y la observación directa a la práctica cultural se puede inferir que ha marcado pauta en los descendientes de Cantabria en la ciudad agramontina y ha fortalecido los lazos inter generacionales, comprensible si se toma en cuenta la significación de la praxis, el etnólogo, antropólogo e historiador Fernando Ortiz tempranamente expresó: “Toda cultura es esencialmente un hecho social. No sólo en los planos de la vida actual, sino en los de su advenimiento histórico y en los de su devenir previsible” [19]. Este vínculo entre el pasado y el futuro a través del presente, solo es comprensible desde la percepción cultural los criterios de la Dra. Martha Arjona cuando señaló:
Entiendo por cultura no sólo la suma y sedimentación de experiencias propias y heredadas, sino el grado de conciencia de sí que tenga determinado grupo humano. Este reconocimiento, tamizado a través de las condiciones históricas y sociales se convierte en identidad cultural. (….) La identidad cultural es una riqueza que dinamiza la posibilidad de realización de la especie humana, al movilizar a cada pueblo y a cada grupo a nutrirse de su pasado y acoger los aportes externos compatibles con su idiosincrasia y continuar así el proceso de creación. [20]
Consideraciones finales
La práctica cultural religiosa de celebración de la Virgen La Bien Aparecida cada 15 de septiembre en Camagüey a partir de 1996 abarca no solo la liturgia de la misa que se realiza en la Iglesia San José, sino que a su alrededor se materializan otras actividades que enriquecen esta práctica cultural. El estudio de público muestra datos que corroboran el incremento gradual de los participantes, sentido de pertenencia y la partición de generaciones más jóvenes como expresión de continuidad.
Como signo cultural representativo de la festividad de la Virgen La Bien Aparecida, sobresale los nexos que se existente entre la patrona de Cantabria y la Virgen del Cobre, patrona de Cuba, aspectos que subrayan un proceso histórico que visualiza en la praxis el mestizaje cultural que investigadores han señalado e invita a repensar en las prácticas culturales religiosas modernas asociadas a los descendientes españoles.
Notas
* Conferencia presentada en el III Coloquio Presencias Europeas en Cuba, 2019, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.
[1] Manuel Martínez Casanova. Cultura popular e identidad: una reflexión, p.1.
[2] Bordiu, P. (1990). Sociología y cultura. p: 23-47.
[3] Bordiu, P. (1990). Sociología y cultura. Bourdieu asume el concepto de práctica, para ofrecer argumentos que permiten superar la tensión dinámica de las relaciones entre la estructura y el individuo. Sus conceptualizaciones de habitus y campo son compartidas por la autora en cuanto para el sociólogo el habitus es una subjetividad socializada y el campus un sistema relacional objetivo, instituido socialmente, una red o configuración de relaciones objetivas entre posiciones, ambos presentes en el fenómeno religioso.
[4] Entre los estudiosos se encuentran Fernando Ortiz, Olga Portuondo, Alain Basail y M Yoimy Castañeda Seijas, Miguel Barnet, Jesús Guanche, Ana Díaz, entre otros.
[5] Alain Basail y M Yoimy Castañeda Seijas en el ensayo: Conflictos y cambios de la identidad religiosa en Cuba citan las declaraciones de Monseñor Jaime Ortega, en 1982, en el Encuentro Diocesano de Pastoral que reconoce la religiosidad del pueblo con fundamento católico, pero sin práctica ortodoxa.
[6] La posición de algunas autoridades eclesiásticas en cuanto a la Revolución y la postura inflexible de algunos dirigentes de la Revolución se manifestó en actitudes gubernamentales de discriminación, y críticas a posturas religiosas interpretadas como rezagos de la burguesía. Aún no se ha develado en toda la dimensión a través de los estudios antropológicos las consecuencias de estas actitudes para el panorama sociológico y cultural del país.
[7] La posición de algunas autoridades eclesiásticas en cuanto a la Revolución y la postura inflexible de algunos dirigentes de la Revolución se manifestó en actitudes gubernamentales de discriminación, y críticas a posturas religiosas interpretadas como rezagos de la burguesía. Aun no se ha develado en toda la dimensión a través de los estudios antropológicos las consecuencias de estas actitudes para el panorama sociológico y cultural del país.
[8] En el Centro histórico declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad existen las iglesias: Nuestra Señora de la Merced, Nuestra Señora de La Soledad, La Catedral, la del Sagrado Corazón de Jesús, San Juan de Dios, Santa Ana, y El Carmen. Otras como: Santo Cristo del Buen Viaje, la Capilla de San José y La Caridad son representativas de un crecimiento urbano y demográfico significativo en los siglos XVII y XIX.
[9] Datos históricos demuestran la presencia del Padre Olallo en los momentos que llega el cadáver de Ignacio Agramonte al Hospital de San Juan de Dios, la memoria cultural refiere que fue él quien limpió su rostro. Fue beatificado en el 2008. Por su parte el padre Valencia se halla vinculado a la leyenda del Aura Blanca, una de la más conocida en la ciudad.
[10] Marcos Antonio Tamames Henderson: Monografía Religiosidad en las Ordenanzas Municipales de Puerto Príncipe aprobadas en 1856. p: 6-8.
[11] El investigador Marcos Tamames enfatiza en el texto como se pueden apreciar temas tan diversos en los artículos que recogen las Ordenanzas desde la limpieza e iluminación de las calles por donde transitaba la procesión del Santo Sepulcro hasta la llamada de atención para garantizar la solemnidad religiosa.
[12] Jesús Guanche: Componentes Etnos de la nación cubana, p.27.
[13] Ídem, p. 33.
[14] Fundado en La Habana en 1908 y terminó a finales de la década de 1920.
[15] Datos ofrecidos por el Registro de Asociados de la Casa de Cantabria de Camagüey.
[16] El Diario curioso, erudito, económico y comercial, de 1786 y el Diario de Madrid, 1807 hacen referencia a La Bien Aparecida, asumida por los cántabros como su protectora desde el siglo XVIII, de forma popular, mucho antes de que fuera declarada oficialmente casi un siglo después en 1905, como la patrona de la diócesis y región, coronada canónicamente por el obispo Eguino Trecu, en 1955. La leyenda refiere su presencia desde el año 1605, cuando unos niños ven su imagen con el Niño Jesús irradiando luz a su alrededor en una ermita situada en el alto de Marrón, en el municipio de Ampuero. La historia no fue aceptada por el pueblo, el alcalde y todos los moradores parten a la ermita en procesión el 15 de septiembre, comprobando lo descrito por los infantes, y de esta forma quedó establecida la festividad y trascendió la veneración a María Santísima con el título de la Bien Aparecida. Desde entonces su celebración congrega a montañeses dentro y fuera de España, en especial en el Santuario dedicado a la Virgen en la iglesia del convento de San Felipe el Real, donde se halla su imagen, una talla de madera de reducidas dimensiones: 21,6 centímetros (incluido el pedestal). Se desconoce quién modeló y su origen.
[17] Registro de Asociados. Casa de Cantabria de Camagüey.
[18] Casas de Cantabria. Embajadas del mundo. P-58-59.
[19] Norma Flores: Fernando Ortiz y la cubanidad, p: 11.
[20] Martha Arjona, Patrimonio e Identidad. 2003.
Bárbara de las Nieves Oliva García: Licenciada en Historia en 199 y Máster en Cultura Latinoamericana en 1999. Especialista en investigaciones históricas aplicadas en la dirección de investigaciones de la Oficina del Historiador de la ciudad de Camagüey. Vicepresidenta de la Filial de Camagüey de la Unión de Historiadores de Cuba. Miembro del CODEMA. Investigadora de temas relacionados con la historia, cultura y el patrimonio cultural. Trabaja en el proyecto cultural Encuentro de la Casa de Cantabria de Camagüey desde 1998. Ha realizado diversos cursos relacionados con la cultura popular, antropología, museología, género, patrimonio cultural, trabajo comunitario, entre otros. Docente de la Universidad de Camagüey y del Centro Provincial de Superación para la Cultura y el Arte.