Septiembre 12, 2021
Una mañana de mayo de 2019, las periodistas Onedys Calvo y Marjorie Peregrín entrevistaron al Dr. Eusebio Leal, pocos meses antes de celebrarse el medio siglo de la fundación de La Habana junto al puerto de Carenas. He aquí fragmentos de sus sabias palabras:
Leal, La Habana celebra sus 500 años (…). ¿Por qué se elige este año para el quinto centenario y no el 2014?
(…) opté por el criterio racional de que lo histórico era lo que estaba del lado de acá, manteniendo el año de 1519 a partir de las lápidas que vi antes de que fueran borradas definitivamente porque estaban hechas en una piedra deleznable en la columna de El Templete. Por suerte, Emilio Roig le había pedido a Florencio Gelabert hacer una impronta en yeso de la lápida de El Templete –que conservamos en la Sala de la Parroquial Mayor del Museo de la Ciudad–, en la cual se afirma categóricamente que, según la tradición, en 1519 La Habana se estableció aquí.
Hoy la Oficina del Historiador es considerada como un símbolo de la nación. ¿Dónde ubicaría el principal mérito que ha tenido la Oficina?
Todo el mérito pertenece a la memoria del fundador, que trabajó hasta el último día de su vida. (…) Entonces, el hombre que supo trabajar hasta el final, cuando ya no tenía la forma, inclusive la capacidad de poder expresar, todavía tenía la autoridad y con un pequeño grupo de personas movió todo. Ese fue el punto de partida, y ha sido un punto de gran vigencia. Yo no caminé sobre las espaldas de Emilio Roig; él siempre ha estado delante de mí. Sus pasos guían los míos (…).
La palabra siempre lo ha distinguido. (…) ¿Cuánto vale la palabra para usarla en favor de emprendimientos, batallas, proyectos patrimoniales y humanos como los de estos años en el Centro Histórico?
Nada podrá sustituir ni al libro ni a la palabra viva. La palabra viva es persuasiva, es importante. La palabra viva es determinante; hay que conquistar, hay que salir al desafío de la opinión pública, el que pueda (…). Cada uno tiene aquí un don y el que tenga un don tiene que explotarlo, y el que tenga una vocación, tiene que desarrollarla. Con nosotros, lo mejor es tener gente de vocación. Recuerden siempre esta oración: «Dame cruces, dame espinas, dame todo, pero no me des alguien a quien le falte la vocación».
La Habana vive hoy muchas transformaciones (…) ¿Cuánto de ética y amor necesita la ciudad para que el 500 aniversario sea, como usted ha dicho, un punto de partida y no de llegada?
Una visión de conjunto, en la que se tenga más que un fin que alcanzar de inmediato (…). Es necesario un compromiso, un pacto para la ciudad, y quien dice esta, dice para todas, pero en particular para esta, (…) ella tiene necesidades nuevas, de espacio, de vías, de señalética. (…) Pero todo esto habrá que hacerlo con un concepto cultural, con una visión de conjunto, donde la barbarie no puede predominar. La Habana no merece proyectos trasnochados. (…) La Habana requiere una originalidad creativa, un trabajo de calidad. Quiere decir que lo que se haga, sea grande o sea pequeño, que sea bueno, porque sería un crimen que una ciudad cuyo discurso urbano y cultural ha llegado con esa fortaleza se pueda perder por un mal manejo, o por una mala gestión. He ahí el desafío.
Esta entrevista se publicó en el libro Ciudad Viva. Diálogo, desafío y oportunidad. Ediciones Boloña, La Habana, 2019.