Julio 31, 2021
Nuestro querido Eusebio Leal asumió el cargo de director del Museo de la Ciudad en 1967. Apenas tenía 25 años. Entre los retos de su nuevo nombramiento estuvo la atención a múltiples delegaciones extranjeras de visita en Cuba, jefes de estado y gobierno y personalidades influyentes de muy diversos ámbitos. Estas actividades tuvieron resonancia en la política exterior de Cuba en tanto, haciendo uso de su deslumbrante oratoria, dio a conocer la singularidad del patrimonio y la cultura cubanas más allá de nuestras fronteras. También promovió todo cuanto se hacía en pos de la obra de restauración del Centro Histórico de la ciudad, los proyectos de beneficio social y de formación profesional y los servicios culturales. Leal, de esa suerte, no solo fue historiador, sino además una voz de la diplomacia cultural.
Desde La Habana Vieja, y más allá de ella, fue un embajador del diálogo cultural y de la conciliación de voluntades. Un intelectual con una palabra cargada de fervor y de argumentos sutiles capaz de corporeizar lo intangible, y ejercer seducción hacia aquello que hasta minutos antes era desconocido y extraño.
En el Palacio del Segundo Cabo, tras su apertura como espacio cultural que aborda las relaciones culturales entre Cuba y Europa, tuvo Leal una de sus sedes para la diplomacia cultural. Aquí recibió visitas de presidentes, cancilleres, parlamentarios y embajadores del viejo continente; sostuvo conversaciones con diversas figuras de relevancia en esfera política y pública sobre la importancia de las herencias compartidas entre la isla y las culturas europeas; firmó convenios internacionales; y le otorgaron altas distinciones de prestigio, como la Orden de Leopoldo del Reino de Bélgica en el grado de Caballero, la Cruz Federal al Mérito de la República de Alemania, Orden Americana Isabel la Católica en el grado de Comendador y la medalla conmemorativa por el 70 Aniversario de la Unesco.
Su quehacer a favor del patrimonio y la cultura cubana, y su voluntad de abrir puertas al respeto y la cooperación, dejan un legado fecundo de pensamiento, respeto y humanismo.