Yaumara López Segrera
Mayo, 28, 2021
El 11 de noviembre de 1906 en la Pobla de Lillet, provincia de Barcelona, Cataluña, España, nace el mayor de los tres hijos del matrimonio de Conrado Prat Fábregas y Luisa Puig Metó que fue inscrito con el nombre de Francisco Conrado Prat Puig en la partida de nacimiento número 67, tomo 8, folio 29, como certificó Don Pedro Barral Pedrals, juez municipal de la villa, en el acta expedida el 4 de junio de 1939, año de la Victoria.
Muy joven se traslada con su familia a Santa Coloma de Farnés, provincia de Gerona, donde conjuntamente con jóvenes contemporáneos a él, y gracias a la intensa preparación brindada por su padre, se presenta a los exámenes libres del Bachillerato y obtiene dicho título en 1926 [1].
El interés por continuar estudios, por una parte, y los escasos recursos familiares por otra, lo precisan a trabajar como pasante de abogado, mozo de botica y ayo de colegios privados para poder pagar sus estudios superiores. Así cursó las especialidades de Licenciatura y Doctorado en Filosofía y Letras [2] y Licenciatura en Derecho, en el período de 1926 a 1930 en la Universidad de Barcelona.
Se titula Licenciado en Derecho el 21 de enero de 1931, como se certifica en registro especial de la Sección de Títulos con el número 37 y folio 108, y de Licenciado en Filosofía y Letras, sección de Historia, como se asevera en el certificado número 150 de folio 101. Ambos documentos están refrendados con la firma del rector Don Jaime Leiva [3].
En 1931 se presenta en oposición para la Cátedra de Segunda Enseñanza del Instituto de Mataró, comarca catalana, y ya con la categoría de Profesor Titular desempeña su labor como docente hasta 1937. Conjuntamente con esta actividad, trabaja como auxiliar de la Cátedra de Arqueología Antigua de la Universidad de Barcelona, simultáneamente ejercía como secretario en el Instituto de Segunda Enseñanza de Mataró y se prepara para su Doctorado. Debido a su empeño personal logró que a dicha institución educacional pudieran incorporarse alumnos pobres en igualdad de condiciones.
Su continua labor de investigación tiene como resultado el descubrimiento de un acueducto romano en Pineda, acerca del cual presenta un trabajo en un concurso convocado por el Instituto de Estudios Catalanes, por el cual recibe el premio “Martorell” [4] en el año 1933.
En el año 1936, el Departamento de Memorias de la Sección Histórico-arqueológica del propio instituto, publica dicho trabajo; por este mérito la Universidad Autónoma de Barcelona, tenía el propósito de otorgarle la categoría de Doctor, hecho que no tuvo lugar por el estallido de la Guerra Civil Española, en 1936.
Como militante activo de los partidos políticos catalanistas de izquierda se alista en el frente del Pirineo como voluntario. Fue nombrado “Miliciano de la Cultura”, especie de comisario político, de la brigada 131, segundo Batallón, el 11 de octubre de 1938. Desempeñó, además, transitoriamente, la jefatura de una base de instrucción militar.
Al ser derrotadas las tropas republicanas por las fuerzas franquistas, el Gobierno francés ofrece refugio a los partidarios de la malograda República Española. Prat fue detenido y enviado a un campo de refugiados en Agde [5], departamento de Hérault, Francia, donde trabajó como enfermero, conjuntamente con varios médicos refugiados, en la enfermería conformada por ellos mismos.
El caudal de conocimientos de Prat y su espíritu resuelto propiciaron el intercambio intelectual con el jefe del campamento de refugiados, Monsieur Georges Benoit-Guyod, por intereses afines a la arqueología y la cultura en general.
Transcurre entonces un período de trabajo y descubrimientos arqueológicos en Agde hasta que se le hace oportuna la salida de Francia con los documentos de identificación de su cuñado que había fallecido. Su salida sería por el puerto de Burdeos hasta Nueva York, y luego a Miami de donde parte hacia La Habana.
Con 33 años llega a Cuba. Esta sería su patria adoptiva y el lugar en donde transcurrió la mayor parte de su laboriosa y fructífera vida.
Cuba. La Habana (1939-1948)
Entre los principales propósitos de Prat figuraría establecer relaciones con personalidades de la cultura habanera que pudieran introducirlo en la intelectualidad cubana, y así lograr trabajar para el sustento de la familia, siempre pensando en su irrebatible preparación profesional y su competencia. Su acercamiento e identificación con esta, su segunda patria, lo conducen a adoptar la ciudadanía cubana el 16 de abril de 1947 [6].
En su afán de profundizar sus conocimientos acerca del fenómeno cultural cubano, concurrió a cursos impartidos por la institución Hispano Cubana de Cultura y en la Universidad de La Habana sobre tópicos de Cultura Latinoamericana y cubana. Paralelamente a su superación profesional y a la labor como docente, iniciaría su obra como restaurador en nuestro país.
La restauración de la iglesia de Santa María del Rosario, en el año 1940, a la que dedicaría sus más denodados esfuerzos, es considerada como el punto de partida de dicha faena. No tardaría entonces en ser reconocida la figura de Prat entre los intelectuales de todo el país, quienes no tuvieron reparos en solicitar su concurso en diversas ocasiones.
Así ocurrió en 1942 cuando Pedro Cañas Abril y Felipe Martínez Arango, presidente y secretario respectivamente de la Comisión Pro Monumentos, Edificios y Lugares Artísticos de Santiago de Cuba, requieren su presencia para que impartiera conferencias sobre arquitectura colonial; marco este que fue propicio para invitarlo a formar parte del claustro de profesores de la ya esbozada Universidad de Oriente.
Esta visita a Santiago de Cuba se sumó a sus disímiles periplos realizados a través de toda la isla, con el propósito de estudiar la arquitectura cubana. Su agudo sentido de la observación le permitió detectar en uno de los extremos de lo que fuera la Plaza de Armas de la ciudad, un edificio a todas luces muy antiguo al cual, luego de exhaustivas investigaciones, identificó como la casa más antigua de Cuba y quizás de América, la cual según sus palabras: “Es el primer paso o punto de partida de una tradición constructiva criolla”.
En 1947, en el Congreso de Historia Local en San Juan, Puerto Rico, el Doctor Francisco Prat Puig recibiría los Votos de Gracias por su libro El Pre Barroco en Cuba. Actualmente dicha obra es considerada bibliografía básica a consultar por todos los interesados en el estudio de la génesis de la arquitectura en nuestro país.
Prat, con el conocimiento del proyecto de instauración de la Universidad de Oriente, visita nuevamente Santiago de Cuba para dar conferencias en la Sociedad de Estudios Superiores de Oriente (SESO) y participa en la fundación de dicha Universidad en 1947. Un año después se establece definitivamente en Santiago.
Santiago de Cuba (1948-1997)
El 20 de febrero de 1948 se incorpora a la Universidad de Oriente, donde ejerce como profesor en la entonces Facultad de Filosofía y Letras. Su labor no se limitaría solamente a la docencia, pues en 1951 tomó parte en el concurso para el proyecto del nuevo Ayuntamiento de Santiago de Cuba, cuya solución estuvo inspirada en un diseño de Cabildo para esta ciudad en el siglo XVIII y el cual le valió el polémico primer lugar.
A inicios de la década del sesenta se le confiaría la restauración del Castillo del Morro de Santiago de Cuba, con el total amparo de la recién creada Comisión de Monumentos y la disposición y apoyo de dirigentes de la misma y del Ministerio de Cultura.
Toda actividad llevada a cabo por Prat no constituyó un obstáculo para el total desempeño de su más anhelado propósito: la docencia. La pasión por su profesión como maestro, aprendida desde muy niño, lo encaminó a participar en la obra más humana de la Revolución Cubana: la Campaña de Alfabetización.
Desde inicios de los sesenta desempeñó múltiples cargos tales como: decano de la Facultad de Filosofía y Letras (1961-1963), decano de la Escuela de Historia (1963-1968), decano de la Facultad de Humanidades (1963-1965), director del Departamento de Historia de la Cultura y asesor de la Biblioteca Central de la Universidad de Oriente y del Archivo de Historia de la misma (1966).
Sus inquietudes profesionales lo llevan a interesarse por eventos de su especialidad en el extranjero, así participó en el Congreso de Historia de Sevilla, donde su presencia se limitó a intervenir en las discusiones y formar parte de las comisiones que le designaron. En 1973, se suscribe al XXIII Congreso Internacional de Historia del Arte en Granada, donde presenta como ponencia “La casa de Diego Velásquez y el Museo de Ambiente Histórico” [7], publicado en las actas de dicho evento. Su estancia en España fue favorable para que 50 discípulos de hacía 30 años se valieran de la misma con el fin de rendirle homenaje al apreciado e inolvidable profesor.
En la segunda mitad de la década del setenta continuó su análisis acerca de nuestra arquitectura y profundizó sus estudios para determinar el carácter y naturaleza de la cultura material cubana de los siglos XVIII y XIX para publicar una edición ampliada del Pre barroco (1975-1977), la cual no se llevó a cabo.
Proseguía su labor con la Comisión Nacional de Monumentos, donde ejercería como asesor durante 3 años. Su trabajo en la provincia de Santiago de Cuba comprendió restauraciones de casas de vital importancia histórica, varias ambientaciones además de montajes de museos como, por ejemplo: Casa del Poeta José María Heredia, Fuerte de Yarayó, Casa Museo de Ambiente Histórico Cubano, entre otras.
Una etapa culminante en la faena de este infatigable hombre, maestro entre maestros, apasionado y sensible, comenzaría en la década del ochenta. El 17 de febrero de 1981, en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, se le otorgó el Doctorado en Ciencias del Arte que, de acuerdo con la ley promulgada en 1974: “Podrá ser conferida como especial excepción a las personas que, sin ser candidatos a Doctor en Ciencias, sean reconocidos notoriamente por su trabajo científico destacado, innovaciones o descubrimientos”. Un año más tarde sería nombrado Profesor de Mérito de la Universidad de Oriente.
La Oficina Técnica de Restauración del Centro Histórico de Santiago de Cuba contó con su asesoramiento en los años 1988 y 1989, dos años después de haber sido fundada. Su tarea como consultante de especialistas, pertenecientes a dicha oficina técnica, le permitió transmitir sus experiencias y conocimientos, y formó discípulos que hoy figuran dentro del equipo profesional de la Oficina del Conservador de la ciudad de Santiago de Cuba, encargados de rescatar, restaurar y preservar nuestro patrimonio arquitectónico.
La realización de uno de sus más preciados sueños se llevaría a efecto con el proyecto futuro de un museo de arte con objetivos pedagógicos, en el cual serían expuestos un cúmulo de piezas de alto valor recopiladas por él a lo largo de toda su vida profesional. El Centro Cultural Francisco Prat Puig de Santiago de Cuba, inaugurado el 1ro. de agosto de 2003, guarda celosamente esta colección y realiza numerosas acciones culturales destinadas a enriquecer la espiritualidad de los santiagueros.
Retirado de la docencia directa en su casa de El Caney, pero dispuesto a recibir a todo aquel necesitado de una consulta, una valoración o una crítica, transcurrirían sus últimos años de vida. Es entonces cuando España, su primera patria, vuelve sus ojos hacia uno de sus ilustres hijos cuya vida profesional no pasaría inadvertida. Así le honra con la Orden Isabel La Católica el 6 de diciembre de 1991, dada en Madrid el 8 de mayo de 1992.
Fue la primera condecoración de esta jerarquía que en el presente siglo se le otorga a un cubano y cuyos antecedentes se remontan a 1880, cuando las autoridades coloniales por mandato de la Real Corte Ibérica se la impusieran al senador santiaguero Don José Bueno y Blanco.
En Barcelona, por acuerdo del 9 de marzo de 1993, la Generalitat de Catalunya le otorga su más alta distinción La Cruz de San Jorge: “Por su seria contribución al estudio, la difusión y recuperación del arte en Cuba, por su trabajo de restauración y la fundación de dos museos. Por los serios y rigurosos aportes eruditos en el ámbito de la Arquitectura, la Arqueología y la Historia del Arte”. Dada en Barcelona el 27 de abril de 1993, por los señores presidentes y secretario de Gobierno.
El 28 de mayo de 1997 fallece el Doctor Francisco Conrado Prat Puig, maestro, restaurador, hombre de mente preclara y luminosa; quien, aun cuando su partida fue silenciosa, se mantiene presente entre nosotros cual celoso vigía de la obra engendrada en Santiago de Cuba, que un buen día lo hechizara y atrajera a sus mestizas calles.
Notas
* Conferencia presentada en el II Coloquio Presencias Europeas en Cuba, 2018, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.
[1] Expediente docente de Francisco Prat Puig, situado en el Departamento de Recursos Humanos de la Universidad de Oriente.
[2] Por beca otorgada por Botet y Liró y Francisco Montsalvatge, archivo personal.
[3] Estos títulos se encuentran en poder de la familia.
[4] Famoso arqueólogo catalán, presidente del jurado que otorgaba el premio en su nombre en el Instituto de Estudios Catalanes.
[5] Prat llega a Agde el 15 de marzo de 1939 y es ubicado en la barraca Año 2 del campo No. 1.
[6] Como se signa en el acta No. 66, t. 9, Folio 213 de la sección de ciudadanías del Registro de Marianao.
[7] Actas del XXIII Congreso Internacional de Historia del Arte, CIHA, Separata, Granada 3-8 de septiembre, 1973, “La casa de Diego Velázquez y el Museo de Ambiente Histórico Cubano”, Francisco Prat Puig, Universidad de Oriente, Cuba (publicados solo 2 capítulos centrales de 7 iniciales).
Yaumara López Segrera: Doctora en Estudios Ibéricos e Iberoamericanos en cotutela por la Universidad de Oriente, Cuba y la Universidad Michel de Montaigne, Burdeos 3, Francia, con la investigación Del Paradigma Tecnológico al Paisaje Arqueológico: presencia francesa y cultura del café en el sudeste cubano en la primera mitad del siglo XIX. Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de La Habana. Desde 2014 es codirectora del proyecto de cooperación internacional Los caminos del café, financiado por la Unión Europea, la Fundación Malongo y la Oficina del Conservador de la ciudad de Santiago de Cuba. Es directora del Centro de Interpretación y Divulgación del Patrimonio Cultural Cafetalero: Casa Dranguet.