Adriana Hernández Gómez de Molina
Abril 23, 2021
Introducción
Tradicionalmente los judíos, como grupo social y religioso, se han asentado en barrios separados con sus propias normas y costumbres [1] donde transcurre la vida judía separada del resto de la sociedad, debido en primer lugar a la necesidad de cercanía comunitaria para llevar a cabo con éxito su vida cotidiana regida por las prescripciones de la Halajá [2], pero también al estatus de separación respecto a la sociedad cristiana impuesto por la Iglesia desde 1179 en el III Concilio de Letrán (esto fue fundamentalmente cierto en Europa, donde a partir de los siglos XIV- XV ciertos barrios judíos como el veneciano, comenzaron a denominarse guettos, imponiéndose el principio de separación por sobre el de voluntad propia de agruparse).
Desde finales del siglo XI se tienen noticias de la existencia de espacios urbanístico habitado por judíos en ciudades como Barcelona conocido como el Call [3]; Toledo, donde existe una judería desde el siglo X en el originario barrio de San Martín [4], y un “arrabal de los judíos” en Andalucía; pero a diferencia de Europa y otros lugares del cercano Oriente y Norte de África, los asentamientos urbanos de judíos en el nuevo mundo se fueron conformando en fechas muy posteriores, sobre todo en el siglo XIX, a medida que las diferentes oleadas de inmigrantes arribaron a ciudades como Buenos Aires o Ciudad México [5], o en fechas tan tardías como las primeras décadas del siglo XX, como en el caso del llamado “barrio judío” de la Habana Vieja.
El “barrio judío” de La Habana
La comunidad hebrea que habría de formarse en Cuba -con mayor grado de concentración en la Habana- data de principios del siglo XX a partir de las diferentes oleadas migratorias, fundamentalmente de judíos sefarditas provenientes imperio Turco Otomano y ashkenazíes de Europa oriental.
Fue La Habana Vieja la que albergó los inaugurales asentamientos de hebreos -tanto de sefardíes como de ashkenazís- irónicamente en calles denominadas Inquisidor, Santa Clara, Picota, Egido y Mercaderes, entre otras aledañas al puerto y al ferrocarril, zona urbana que ofrecía posibilidades de alojamiento económico y facilidades para las operaciones comerciales. Fue allí -como en otros asentamientos judíos del nuevo mundo- que los recién llegados establecieron su propio entorno cultural, tratando de reproducir con sus sinagogas, restaurantes, carnicerías, panaderías, colegios y escuelas, los ambientes originales de sus lugares de procedencia.
No obstante existir notables diferencias entre el asentamiento hebreo de La Habana Vieja -más propio de inmigrantes del siglo XX- y un clásico barrio judío medieval (los judíos en La Habana no habitarán en un espacio urbano separado del resto de la sociedad) hay un elemento que iguala todo asentamiento urbano hebreo tanto en el viejo como en el nuevo mundo: la cultura e identidad judía condicionada por la necesidad de cercanía comunitaria para llevar a cabo con éxito la vida cotidiana siguiendo sus propias normas rituales, dietéticas, festividades y tradiciones, y esto se manifiesta en una vida colectiva, resultado del “bagaje étnico y cultural común” [6] que los distingue como pueblo. Y quizás sea este elemento determinante a la hora de referirnos -de manera coloquial y sin reparos- a la compacta trama de seis manzanas enmarcadas por las calles Santa Clara, San Ignacio e Inquisidor [7] como “barrio judío” de La Habana Vieja.
Un periodista cubano de la época se refería al “típico olor a cebollas fritas en aceite, papas y cueros curtidos (…)” [8] en el barrio judío de La Habana Vieja, el mismo que -con sus variaciones- debió existir en un barrio medieval europeo. Tal información reza en un amarillento recorte de prensa aparecido en un legajo del fondo Abraham Marcus Matterin conservado por el Archivo Histórico de la Oficina del Historiador de la ciudad.
Un colectivo humano revelado a través de un fondo
El fondo Marcus Matterin (documental y fotográfico), preservado por el Archivo Histórico de la Oficina del Historiador de la ciudad [9], constituye un valioso testimonio de la inserción económica, social y cultural de los hebreos a la sociedad cubana y colección de obligada consulta para todo aquel que se interese por la historia de los hebreos en Cuba.
¿Quién fue Abrahm Marcus Matterin y como determinó en el entorno cultural de la comunidad judía?
Abraham Marcus Matterin fue un escritor, periodista, bibliógrafo, y sobre todo un promotor cultural hebreo- cubano que nació en Kaunas, Lituania y vino a Cuba junto a su familia en la masiva oleada migratoria de 1924 [10]. La labor intelectual que desplegó, no solo dentro de la comunidad hebrea, sino también en la sociedad cubana dando a conocer los valores universales de la cultura judía y los aportes de este grupo social al patrimonio nacional, le ha valido el calificativo de “figura de mayor relevancia de la intelectualidad hebreo- cubana” [11] y “el judío más integrado de Cuba” [12].
¿Cómo no habría un intelectual de esta talla interesarse por su propio entorno cultural comunitario (Marcus Matterin era vecino de Curazao No. 16, entre Luz y Acosta en la Habana Vieja)? Adentrándonos en el fondo se puede discernir cómo construyó la colectividad hebrea su propio entorno cultural.
¿Cómo construyó la colectividad judía su propio entorno cultural?
- Reproduciendo con su red asociativa y comercial sus ambientes originarios.
Aun hoy, permanece la huella de la presencia tanto de “tucos” [13] como de “polacos” [14] en el centro histórico de la ciudad, en los inmuebles de lo que fuera la primera sinagoga sefardita Shevet Ahim (1914), la ortodoxa ashkenazí Adath Israel, o en local desvencijado del antes próspero restaurante Moshé Pipik; en la panadería Flor de Berlín, el Café Lily, o la Carnicería kosher, aun en funciones para la actual comunidad hebrea cubana.
Sin embargo, cuando en su manuscrito inédito Breve Historia de los hebreos en Cuba Matterin habla del aporte económico de los judíos, se nota cierta preferencia a mencionar el de la rama ashkenazí, relegando a un segundo plano el de los hebreos sefarditas. ¿Acaso los hebreos sefarditas no formaron parte de la urdimbre económica del llamado barrio judío? ¿O acaso su énfasis estuvo dado más bien en el elemento religioso? Aunque la calle Muralla era conocida como la calle de los “polacos”, donde según periodista de la época “cuando uno quiere comprar una ganga va a Muralla”, acentuando así la mayoritaria tendencia de este sector a transitar del comercio ambulante al pequeño negocio in situ -sobre todo de confecciones- los sefarditas también prosperaron económicamente, tanto así, que a finales de los años 50 estuvieron en condiciones de erigir un magnífico Templo en 17 y E en el Vedado- el Centro Sefaradí- testigo del avance económico que alcanzaron.
- Estableciendo toda una red de asociaciones comunitarias: benéficas, económicas, educativas, deportivas, editoriales, generalmente nucleadas alrededor de la que fuera la decana de las organizaciones hebreas radicadas en Cuba: el Centro Israelita fundado en 1925 en Zulueta No. 37 altos.
Desde el fondo emerge un Álbum Almanaque Conmemorativo del 25 Aniversario del Centro Israelita que nucleaba asociaciones como el Comité Antituberculoso y de Protección a los Enfermos Mentales [15], la Asociación de Vendedores Ambulantes, revistas como Oifgang y el Estudiante Hebreo, y hasta un Internado para Mujeres (que mostraba el interés por la moral y las buenas costumbres); clubes deportivos, bibliotecas y salas de conferencias donde se desarrolló en esencia la vida comunitaria habanera hasta que se inauguró el Patronato de la Casa de la Comunidad Hebrea en 1955. La mayoría de los artículos en yiddish [16] que contiene el álbum, nos habla del arraigo cultural europeo en el núcleo originario de La Habana Vieja.
- Desarrollando una activa labor editorial
Tanto Curazao No.16 (hogar de Marcus Matterin) como la Sol No. 153 (Editorial del periódico Vida Habanera [17]) se revelan a través del fondo como verdaderos centros de promoción cultural de la colonia hebrea habanera, donde se editaban sus principales publicaciones, algunas de ellas con un alcance más allá de la comunidad.
- Identificándose con los símbolos patrios cubanos y con la figura de José Martí.
El interés de los hebreos por la figura de José Martí y los símbolos patrios cubanos puede aquilatarse por la cantidad de folletos dedicados al apóstol editados por la Agrupación Cultural Hebreo- Cubana [18] de la cual Matterin fue director y editor; el homenaje que rindió la colonia hebrea al centenario del Apóstol y de la bandera cubana través de actos solemnes en sus principales instituciones, así como la edición del libro Martí y la comprensión humana de Marco Pitchon, prologado por Fernando Ortiz. De este último, el mismo Ortiz dijo: “Las páginas de este libro serán de las mejores en la historia de los judíos cubanos (…) llevará el mensaje de Martí a muchos ámbitos donde éste es desconocido (…) Esto debe llevarnos a los cubanos a reconocer cuan imperdonable es la negligencia al no haber preparado y publicado todavía la oficial, definitiva y anotada edición de las obras completas de José Martí”.
- La labor de puente cultural de Abraham Marcus Matterin
Imposible resultaría describir –por problemas de espacio- la riquísima vida cultural comunitaria preconizada por Marcus Matterin que vinculó a este grupo social con el contexto cultural cubano; escogeré a manera de ilustración, algunas de las que considero más representativas.
El 29 de enero de 1940 tuvo lugar una velada artístico -cultural conmemorando el natalicio de José Martí. Frente al micrófono se encuentra haciendo uso de la palabra el Dr. Herminio Portell Vilá. El Dr. Emilio Roig de Leuschsering (el sexto de derecha a izquierda) estuvo a cargo del resumen del acto, a su lado Matterin, quien fue el encargado de la apertura y maestro de ceremonia.
El 21 de agosto de 1940 se produjo otra velada conmemorativa al centenario de Emilio Zolá en el Centro Israelita, organizada por la Unión Juvenil Hebrea de la cual Matterin era presidente. La actividad contó con la presencia del Dr. Emilio Roig de Leuschering y como conferencista el célebre intelectual cubano José Antonio Ramos.
El 5 de abril de 1942 tuvo lugar un homenaje al poeta Pablo Neruda organizado por la Unión Juvenil Hebrea. La foto muestra la presidencia del acto formada -de izquierda a derecha- por el poeta hebreo cubano José Resnik, encargado de la recitación de un poema de Neruda traducido al yiddish, Félix Pita Rodríguez quien estuvo a cargo de la presentación del poeta, Matterin, maestro de ceremonias, Rosita Groseman, recitadora hebreo cubana, Francisco Martínez Allende, dramaturgo español y José Faín, cantor. De pie, leyendo sus últimos poemas pablo Neruda.
En los años 50 la comunidad hebrea homenajeó al Premio Nobel de Literatura Ernest Hemingway. En la foto aparece el escritor junto a Matterin y al Dr. Félix Rayler, quien junto a Marcus ocupará la directiva de la Agrupación Cultural Hebrea Cubana.
El 25 de mayo de 1955, la Agrupación llevó a cabo un acto cultural en memoria del sabio hebreo Albert Einstein en los salones del Patronato de 13 e I en el Vedado. A la actividad asistieron figuras científicas de renombre relacionadas con la comunidad y con la figura de Einstein como el Dr. Gustavo Pittaluga Fattorini, célebre hematólogo que vivió los últimos años de su vida en Cuba como exiliado antifascista; el Dr. Domingo Gómez de Gimeranez, cardiólogo y matemático cubano admirado por Einstein.
Entre los amigos personales de Marcus se encontraba el entonces historiador de la ciudad Dr. Emilio Roig de Leuchsering, fiel participante de muchas de las actividades organizadas por la comunidad hebrea. De igual forma, varias figuras destacadas de la comunidad -como el mismo Matterin- tenían un sitial de honor en las reuniones de la Oficina del Historiador como nos muestra la fotografía tomada en el palacio de Lombillo en la que aparecen entre otros Matterin, junto a Juan Marinello y Emilio Roig. También a su círculo de amistades pertenecían el poeta Nicolás Guillén, el Dr. Fernando Ortiz, el destacado intelectual y político cubano, Salvador García Agüero [19] y el escritor y crítico español Juan Chabá [20], entre otros.
Una foto de incalculable valor emerge desde Hasefer o El Libro, órgano oficial de la Biblioteca de la Casa de la Comunidad Hebrea con motivo de la visita que hiciera la poetisa chilena Gabriela Mistral para celebrar el centenario del Apóstol. En la misma, aparece el premio Nobel junto a Matterin, conversando en el Ateneo de La Habana [21].
Una comunidad comprometida con su tiempo
La cultura promovida por Matterin desde el seno de la comunidad hebrea fue una cultura militante.
Así lo atestigua la actuación de la juventud hebrea que el 21 de octubre de 1941, cuando en pleno apogeo de la guerra convocó a un mitin antifascista donde participaron además de Matterin (presidente de la Unión Juvenil Hebrea), Aaron Radlow, Secretario General y Abraham Simjovich (Flavio Grobart) junto a destacadas personalidades intelectuales y políticas cubanas [22].
O una foto con fecha del 26 de julio de 1959 con una nota en el reverso escrita por Marcus que reza “Campamento Estado de Israel, bienvenido a tu casa campesino: durante la concentración del 26 de julio de 1959 la Casa de la comunidad hebrea de Cuba recibió y albergó a los campesinos que vinieron a La Habana” [23].
A manera de conclusión
Podemos constatar un núcleo originario de inmigrantes hebreos asentado en La Habana Vieja que reproduce con su red asociativa y comunitaria los elementos básicos de las tradiciones y la cultura judía en determinado espacio urbano, por lo que con ponderación típica de cubanos hablamos de “barrio judío” de La Habana.
Que esta colectividad construyó su propio entorno cultural tratando de reproducir sus ambientes de origen, destacándose por su red asociativa comunitaria y su labor editorial, y de manera muy particular por vincularse activamente a la vida cultural nacional a través de la labor figuras de alto calibre intelectual como Abraham Marcus Matterin.
Notas
* Conferencia presentada en el III Coloquio Presencias Europeas en Cuba, 2019, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.
[1] Adriana Hernández Gómez de Molina. El antisemitismo en Europa. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2016, p. 17.
[2] Ley rabínica que rige la vida comunitaria judía.
[3] La palabra deriva del latín callis, que significa camino, de donde proviene también la palabra calle en castellano. (Magdalena, J. R “Etimología no semítica del Call” Call 2. Tárrega, 1987, pp. 7- 16, citado por María Josep Estanyol Fuentes Los judíos catalanes. PPU, S.A., Barcelona, 2011, p. 14.
[4] Lugar asignado por los árabes a los judíos tras la conquista de Toledo, entre la puerta del Cambrón y el río Tajo.
[5] El origen de la comunidad judía en Argentina (en oposición al concepto de inmigración esporádica e individual) data -según Judith Laikin Elkin- de 1860, cuando dos matrimonios judíos fueron autorizados por las autoridades civiles argentinas. Posteriormente en 1873 fue fundada la primera organización comunitaria, la Congregación Israelita. En el caso de México, además de los asentamientos individuales en Aguas Calientes, Jalapa, Jalisco o Ciudad México, en 1861 un grupo de aproximadamente cien hombres se organizaron en Ciudad México, para mantener encuentros regulares y recoger fondos con fines religiosos. Ver Judith Laikin Elkin. The Jews of Latin American. The Lynne Rienner Publishers, INC, USA, 2014, pp. 37 y 41.
[6] Judith Bokser L., “El antisemitismo: recurrencias y cambios históricos”, Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Autónoma de México (UNAM) D. F, mayo- diciembre de 1001, año/vol. XLIV, núm. 182- 183, p. 107.
[7] Maritza Corrales C., “Cuba, paraíso recobrado para los judíos”, ¿De dónde son los cubanos? Graciela Chailloux Lafitta (coordinadora), Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2007, p. 178.
[8] Recortes del suplemento Pueblo. Juan Sánchez “Los judíos en Cuba”, AHOHC, Fondo Marcus Matterin, Legajo 286, Exp. 14, s.f.
[9] Al fallecer Abraham Marcus Matterin el 2 de mayo de 1983, la Dirección de Vivienda cerró su casa por no tener herederos. Meses después Adela Dworin, colaboradora y amiga de Marcus, actual presidenta de la Comunidad Hebrea de Cuba contactó con el Dr. Eusebio Leal para garantizar la preservación de los libros, fotografías, recortes de prensa y otros documentos personales de Matterin, surgiendo así el fondo Abraham Marcus Matterin en el Archivo de la Oficina del Historiador.
[10] Las restricciones migratorias norteamericanas de 1921 y 1924 (leyes de cuota) hizo que muchos judíos de Europa oriental (ashkenazíes) decidieran usar a Cuba como vía de tránsito hacia los EE.UU. Según Robert M. Levine, a finales de 1924, un total de 24 mil judíos residía en Cuba, un gran número de los cuales en espera de una visa de entrada a los Estados Unidos. Levine, Robert. M. Tropical Diaspora. The Jewish experience in Cuba. University Press of Florida, 1993, p. 94.
[11] Hernández Pérez, Dariana. “Órbita de Abraham Marcus Matterin” (Tesis de Licenciatura) Facultad de Filosofía, Historia y Sociología, Universidad de La Habana, junio de 2004, p. 11.
[12] Maritza Corrales Capestany. Abraham Marcus Matterin. “El judío más integrado de Cuba” (ponencia). Segundo Coloquio Presencias Europeas en Cuba, Centro para la Interpretación de las relaciones culturales Cuba- Europa: Palacio del Segundo Cabo, mayo 2018.
[13] Como se les llamaba en Cuba a los hebreos sefarditas.
[14] Como se les llamaba en Cuba a los hebreos ashkenazíes.
[15] Fondo Marcus Matterin Fototeca.
[16] Lengua de los judíos ashkenazíes de Europa Oriental que se desarrolló del vernáculo judeo- alemán.
[17] Habaner Lern (1932- 1961) dirigido por S. M. Kaplan y A. L. Dubelman.
[18] Abraham Marcus Matterin: “Martí y las discriminaciones raciales”; César Tiempo. “Martí el quijote de la manigua”; Abraham Z. Vainstein. “De cara al sol” Fondo Marcus Matterin, legajos 277 y 279.
[19] Salvador García Agüero. Maestro normalista, intelectual y político cubano negro, que militó en las filas del Partido Comunista desde joven.
[20] Juan Chabás. Poeta, novelista y crítico literario español adscrito a la generación del 27, que muere en Cuba en 1954, como exiliado republicano.
[21] “Hasefer” El Libro (1956- 1958) Número extraordinario, No.1, Año 1, agosto de 1958, La Habana, Cuba. Fondo Marcus Matterin.
[22] Dr. Salvador García Agüero (quien hizo el resumen del acto); Sra. Clmentina Serra, del ejecutivo de la Juventud Revolucionaria Cubana; Sr. Vicente Aja, Presidente de las juventudes Evangélicas, y Dr. Luis Álvarez Tabío, entre otros.
[23] Fondo Marcus Matterin Fototeca.
Adriana Hernández Gómez de Molina: Licenciada en Historia en la Universidad de La Habana desde 1987, Máster en Ciencias Históricas y Relaciones Internacionales desde 2011, y actualmente profesora Auxiliar del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana en la asignatura Historia Universal y miembro del claustro de profesores de la Maestría de Historia Contemporánea de la facultad de Historia de la Universidad de La Habana. Su línea de investigación es “Los judíos en Cuba” y cuenta con publicaciones sobre el tema en Cuba y en el extranjero, entre las que se destaca su libro El Antisemitismo en Europa, publicado por la editorial cubana Ciencias Sociales en 2016.