Edilinda Chacón Campbell
Enero 29, 2021
“¡Tierra a la vista!” fue la frase que identificó al dramatizado Después que llegó Colón, que diariamente hasta 1984 trasmitiera la emisora Radio Liberación. Con un guion apoyado en narraciones dialogadas el radio-oyente disfrutaba de pequeñas historias que descubrían hechos, costumbres y tradiciones ocurridas en nuestro país después del arribo del Almirante genovés en octubre de 1492, fecha que marcó además el inicio de una masiva emigración hispana hacia nuestra Isla.
Una de las prácticas culturales que los españoles trajeron a Cuba fue el pregón. Los estudiosos de la temática sostienen que su uso se remonta a la Edad Media y etimológicamente a la voz latina praeconĭum [1], la cual identifica a una proclama pronunciada de manera pública, con la intencionalidad manifiesta de que la mayor cantidad de personas tome conocimiento de la información difundida. En esa dirección, el Diccionario de Sinónimos y Antónimos sostiene como sus equivalentes a las palabras bando, anuncio, divulgación, aviso [2], entre otras. Sobre su utilización en España, la investigadora Carmela Pérez Salazar señala que: “En las fuentes medievales hispanorrománicas y en los textos hispánicos del Siglo de Oro, la palabra pregón aparece vinculada con la comunicación oral destinada a un colectivo. El término se refiere a la llamada que convoca al público destinatario de una noticia” [3].
Partiendo de lo anterior, la autora de este informe concibe la idea que el pregón llegó a América en la antes mencionada fecha cuando el marinero Rodrigo de Triana avizoró un promontorio y al grito de “¡Tierra a la vista!” hacía partícipe de la novedad al resto de la tripulación.
El pregón en Cuba
Existen evidencias de que el primer bando pronunciado en la Isla, tuvo como escenario a la villa de Santiago de Cuba en 1523. La proclama hizo pública la destitución de Diego Velázquez como Gobernador de la Isla de Cuba. Esa deposición era el resultado de la decisión adoptada por el rey Carlos V como solución a los enfrentamientos entre Velázquez y Hernán Cortés por la conquista de México. La misma decía lo siguiente:
(…) el monarca envió hacia Santiago de Cuba a Rodrigo de Paz y a Francisco de las Casas con esa Cédula Real y con órdenes expresas de ser pregonada en esa ciudad para conocimiento público de lo que había dispuesto. Así se cumplió en mayo de 1523 de manera aparatosa, “con trompetas; y Diego Velázquez”. Sobre ese hecho, el Cronista Mayor de las Indias, Gonzalo Fernández de Oviedo, opinó: “Aqueste pregón fue un notorio principio, y aun final conclusión de la perdición total de Diego Velázquez. [4]
El uso de las trompetas como medio para atraer la atención pone al descubierto la necesidad de que el contenido del anuncio fuera del conocimiento público, en tanto el rango del anunciador expresa el carácter oficial del mismo. De igual manera, el lugar de origen del edicto, ratifica la tesis de que esa práctica llegó a nuestro territorio a través de España.
Al perfil protocolar del pregón se le añade además el comercial. Desde los tiempos primigenios de la colonia existió el pregón comercial, finalidad con la cual ha llegado hasta nuestros días. Una manifestación de ese tipo de anuncio tenía lugar durante la venta de esclavos desde los albores de la colonia. Esos hombres y mujeres después de ser sometidos por la fuerza eran llevados a diferentes destinos entre los que se encontraba Cuba, donde eran vendidos como mercancía. En el acto además de exhibir al “objeto en venta”, se informaba a los concurrentes las cualidades físicas del mismo, así como las distintas labores en las cuales era posible emplearlo.
Con el transcurro del tiempo se fue imponiendo el pregón comercial, haciéndose acompañar por la utilización de textos melódicos con la intencionalidad de atraer la atención de los oyentes hacia los objetos en oferta. Sobre ese asunto, el etnólogo Miguel Barnet, sostiene que el pregón constituye una parte muy importante de la tradición cubana donde se expresan la profunda riqueza poética y musical del pueblo, realidades estas puestas de manifiesto durante la Colonia y la República y en ambos casos, el pregonero era un miembro de los estratos marginados de la sociedad.
Durante la época colonial podían ser pregoneros esclavos, libertos o poseedores de pequeños pero necesarios negocios como el panadero. Racialmente representaban la amalgama étnica que caracteriza al cubano, de modo que se les podía encontrar negros, blancos o mestizos. De igual manera existían entre ellos mujeres y hombres. También había algunos que no eran oriundos de estas tierras y que desde esos tiempos venían al país buscando mejores condiciones de vida.
El texto Un artista en Cuba del pintor inglés Walter Goodman justifica lo antes expresado. En el mismo el autor ofrece un retrato de una activa ciudad de Santiago de Cuba caracterizada por la presencia los más diversos oficios y el ir y venir de los vendedores: una esclava vendedora de leche, una segunda,-carretillera- que ofrecía gritando “¡las cositas!” entre las cuales había la cascarilla empleada como polvo facial, así como “cositas francesas consistentes en tortas y pasteles preparados por las francesas criollas” [5] y una tercera vendedora de “¡dulces de guayaba!, ¡dulce de almíbar!” [6]. Alude además a un almidonero chino de nacimiento, un panadero de origen indio y el melancólico vendedor de hojas para caballos. Completaban el espectáculo las aguateras que según el artista eran mujeres mulatas -al menos en esa crónica- las que ofrecían el vital y preciado líquido. No en todos los casos Goodman refiere sobre la utilización del pregón por esos vendedores, pero se infiere su empleo, en especial en los casos de los esclavos, necesitados de comerciar una mercancía de la que se presume no eran dueños de la mercadería y por tanto tenían que rendirles cuentas a sus amos, de modo que, en ellos se imponía la divulgación de los productos con el objetivo de agilizar y garantizar la venta.
En la República el pregón se consolidó como una tradición identitaria del cubano y parte de la cultura inmaterial nación. Antiguos pregones perduran en el recuerdo de algunas personas. A modo de ejemplo una de ellas, María de los Reyes Castillo (Reyita), contaba con más de 90 años cuando testimonió sobre su vida. Al rememorar sobre los sitios donde vivió en Santiago de Cuba expresó: “De Barracones recuerdo los pregones de los vendedores ambulantes” [7]. A pesar de su avanzada edad no olvidaba dos de ellos. Uno era relacionado con un cambalache que decía: “Raspadura de maní por botella yo cambio; con el pico o con la bemba partida, yo cambio…”, y el otro con una venta: “Ayaca caliente, con picante o sin picante vamo´ a ver”. Como se observa en estos casos, el pregón era medio para un trueque y para una venta. En la época también se pregonaba la venta de billetes de lotería, de periódicos, etc.
Si bien la esencia divulgativa del pregón se mantuvo a pesar del paso del tiempo, en ocasiones los textos carecían de originalidad, color y musicalidad, omisiones imperdonables que el público receptor penalizaba con la no compra de los productos ofertados al infractor quien además era sometido a severas críticas como la siguiente: “Es un patán inconsciente, un cualquiera entre los de su oficio ¡Miren qué manera de pregonar flores!” [9], decía uno de los personajes de las Estampas de San Cristóbal tras haber escuchado a un insípido vendedor de flores en una de las calles de La Habana.
El pregón a lo largo del tiempo y de su historia ha mantenido una armónica relación dialéctica con diversos géneros de la cancionística cubana, desembocando en un proceso de mutuo enriquecimiento. En esa dirección el destacado escritor Miguel Barnet afirma que muchos de nuestros pregoneros toman préstamos de la música campesina y de otros géneros como el son y la guaracha, los adaptan y luego cantan a manera de pregón. De igual manera, destacados compositores han encontrado en algunos pregones motivos de inspiración para crear piezas musicales que han trascendido a nuestras fronteras y convertirse adquirido reconocido valor universal. Lo anterior se ejemplifica con el Manisero de Moisés Simons perpetuado con la voz de Rita Montaner, “la única”; la invitadora Frutas del Caney, del santiaguero Félix B. Caignet. En esa lista se incluyen otros como El dulcero, pregón de Ernesto Lecuona; Rica Pulpa, de Eliseo Grenet; Mango Mangüé, de Gilberto Valdés; Rica raspadura, de Mercedes Pedroso, entre otros.
En tiempos más recientes, algunos de esos títulos fueron difundidos en la voz de la camagüeyana Candita Batista, conocida artísticamente como la Vedette Negra de Cuba. Para la posteridad dejó grabado un disco que, bajo el título Pregones Cubanos, agrupa a El dulcero, Rica pulpa, Mango Mangué, Rica Raspadura, Frutas de los santos, En almíbar, Frutas del Caney, El tamalero se va, Maracas, Tamales con picazón, Pregones de San Cristóbal y Panqué con ajonjolí. En su voz esos pregones armónicamente imbricaron el pasado, el presente y el futuro de esa manifestación sociocultural.
Actualidad del pregón en la ciudad de Santiago de Cuba
La ciudad de Santiago de Cuba, caracterizada por su policromía cultural ha sido a lo largo de su historia una urbe donde sus calles han testimoniado el ambular de los pregoneros y sus pregones.
Sobre ese particular, relató mi padre:
En la plaza de Santiago de Cuba y principalmente en las barriadas era costumbre encontrarse con vendedores ambulantes pregonando su mercancía. Era algo bonito y formaba parte de lo diario. Algunos pregones eran como versos con rima y todo, otros no tan buenos. Ese vendedor casi siempre andaba a pie porque eso era oficio de la gente pobre. Recuerdo el carbonero que decía algo parecido a “carbón, llegó el carbonero, coge tu lata y haz tu guisado”. El hombre pasaba todos los días con una carretilla de caballo llena de carbón y con una pala en mano para despachar.
¿Y el helado? El vendedor, al que se decía el heladero, tenía un carrito de metal cerrado de como ¾ de metros de ancho montado sobre unas ruedas. A todo el ancho tenía como un tubo que servía para empujar el carro, pero lo curioso es que tenía unas campanitas que era su manera de anunciar su presencia. Todas esas cosas existieron más o menos hasta el 68 [10].
Desde el triunfo en enero de 1959 la Revolución Cubana tuvo que enfrentar la política hostil de los diferentes gobiernos de los Estados Unidos. En ese marco fue necesaria la toma de decisiones con vista a lograr una mayor optimización y distribución de los recursos del país. Una de esas medidas fue la Ofensiva Revolucionaria del año 1968. Como resultado de su aplicación los pequeños negocios que habían sobrevivido a las nacionalizaciones de principios de la década del sesenta pasaron a formar parte de la propiedad estatal. En el plano cultural esa medida tuvo como costo la desaparición de los vendedores ambulantes y con ellos los pregoneros y el pregón. En ese contexto la ciudad de Santiago de Cuba no fue una excepción.
Hacia la década de los años 80´, enfrascados en el rescate de los valores culturales de la nación, en la urbe santiaguera comenzaron a desarrollarse los Festivales del Pregón, los cuales devinieron espacios de participación popular con saldos positivos donde se pusieron de manifiesto la magia compositiva e interpretativa de los habitantes de la indómita provincia y ciudad.
Después de varias décadas de ausencia, el pregón resurge en las calles de nuestra Isla y en las santiagueras en particular. Ello ha estado compulsado a partir de las nuevas reformas económicas y la legalización del trabajo por cuenta propia en el cual se encuentra la opción de vendedor ambulante.
En el nuevo contexto, el pregón puede ser escuchado desde tempranas horas de la mañana hasta los horarios nocturnos, siendo los vendedores de pan los que generalmente inician con esa faena. Algunos de ellos antes de empezar su locución emiten un silbido y luego “pan, hay pan, pan suave, pan especial”, otros incluyen la mantequilla. Además de esos se encuentran los yerberos, floreros, fruteros e incluso los que casi llevan un puesto de vianda consigo a partir de la heterogeneidad de productos que cargan o arrastran con el auxilio de una carretilla; en estos los anuncios son más largos. Entre sus pregones se escucha “vecina…traigo yuca buena, fongo [11], calabaza bien amarilla, y ñame de agua. Conmigo su plato está seguro al mediodía vecina…”.
Un espacio en el cual se escuchan a los más diversos pregones son en las ferias agroindustriales que se desarrollan en la ciudad en determinados momentos del año. A las mismas concurren vendedores citadinos y foráneos, pero del perímetro provincial. Representan áreas rurales y urbanas; trabajadores estatales y no estatales. Y es justamente en esas circunstancias y en la pluralidad de ventas y tipos de trabajadores donde se certifica que el pregón es un evento que se corresponde con el trabajador no estatal ya que mientras los vendedores adscriptos a los establecimientos del estado permanecen en espera de la llegada de los consumidores; los otros se afanan en vender. Unos se mueven de un lado para otro, mientras otros se mantienen en un sitio determinado. A todos los une el uso del pregón en toda su diversidad y calidad interpretativa.
Una de las particularidades del pregón en la actualidad es que se ha convertido en un medio para adquirir determinados efectos. En ese sentido se solicitan artículos que unos consideran chatarras, pero sus demandantes valoran como materia prima o útiles con posibilidades de ser reciclados. A modo de ejemplo: “compro botellas vacías, plástica de refresco y de cerveza limpia.” De la misma manera otros solicitan la venta de planchas viejas, pedacitos de oro y de plata, pomos vacíos de perfume, por solo citar algunos casos. Por supuesto la compra es a un precio inferior al que se compra en los establecimientos habilitados para esos efectos.
En algunos de los textos se observa la carencia del ritmo, color y la astuta picardía que caracteriza al cubano. Relacionado con ese asunto dijo Bertha Lidia Hechavarría Heredia, cariñosamente conocida como Bertha la pregonera, quien hasta hace poco fuera la figura más representativa del pregón en la ciudad: “No, la gente no pregona, la gente dice cosas, sin ninguna originalidad. Todos repiten lo mismo. El verdadero pregón tiene su significado. El pregón hay que cantarlo.” Esta opinión fue ratificada por el vendedor ambulante Melquiades Martínez Isaac quien defiende que: soy pregonero porque lo que vendo lo digo cantando y en verso” [12].
Para Bertha, el pregón era vida y salvación. En una entrevista que se le realizara, comentó que en una ocasión antes de la legalización del trabajo por cuenta propia, vendía turrones en la céntrica Plaza de Marte y fue interpelada por agente del orden público quien la convidó a abandonar el sitio. Necesitada de vender aquellos dulces caseros, comenzó a cantar “no me botes más de aquí/ a mí no me esté botando/ como yo soy pregonera/ yo te sigo pregonando” [13]. Esa astucia le permitió terminar la venta y a los que se encontraban a su alrededor corear lo que acababa de crear un pregón gracias a su genialidad y astucia.
Bertha era conocedora de muchos secretos vinculados al pregón. Sabía que, para vender era necesario atraer con el vestuario y por eso conjugaba con su figura reveladora del legado africano con trajes de alegres colores con collares, pulsos y aretes. Siempre con su cesta a la cabeza como digno orgullo de la presencia haitiana por su lado materno, se trasladaba diariamente desde el poblado de El Caney, donde residía hasta el centro de la ciudad donde recorría tramos de las calles Enramadas y Aguilera donde ofertaba la Parapipigalonea [14]. Así sedujo con su verso sencillo y sincero: “Yo soy la memoria viva y es la pura realidad/ con la raíz de lo´ palo yo curo la enfermedad/ lo que natura nos da lo que natura nos da/ como el cantar del sinsonte yo vengo de allá del monte/ yo curo la enfermedad” [15].
En la ciudad de Santiago de Cuba, Bertha Lidia Hechavarría Heredia, se convirtió en el alma del pregón. Esa indiscutible verdad justificó que el último Festival del Pregón fuera dedicado a su memoria. En el mismo participaron niños y niñas quienes hicieron manifestación de sus destrezas histriónicas y demostraron que en Santiago de Cuba el pregón tuvo pasado, tiene presente y tendrá futuro.
Notas
* Conferencia presentada en el III Coloquio Presencias europeas en Cuba, 2019, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.
[1] Gerardo E. Chávez Spínola: El pregonero, vocero anónimo del imaginario social cubano, Disponible en: http://www.cubaliteraria.com/articulo.php?idarticulo=15516&idseccion=88.
[2] Carlos. Gispert: (Dirección): Diccionario de Sinónimos y Antónimos, p.462.
[3] Carmela Pérez- Salazar: “Pregones y bandos. Tradición escrita y transmisión oral en textos de autoridad”, p.4 “Pregones y bandos. Tradición escrita y transmisión oral en textos de autoridad, Disponible en: http://revistas.ucm.es/index.php/CLAC/article/view/54531.
[4] Leocésar Miranda: Diego Velázquez: Colonizador y primer gobernador de la Isla de Cuba, p.34.
[5] Walter Goodman: Un artista en Cuba, p, 45.
[6] Ibídem: p, 46.
[7] Daysi Rubiera Castillo: Reyita, simplemente, p.65.
[8] Ídem.
[9] Jorge Mañach: Estampas de San Cristóbal, p.109.
[10] Entrevista realizada por la autora a Juan Gilberto Chacón Mayet, 12 de febrero de 2019.
[11] Plátano burro.
[12] Entrevista realizada por la autora a Melquiades Martínez Isaac, 6 de abril de 2019.
[13] Odalis, Riquenes Cutiño: Bertha Lidia Hechavarría Heredia, la vida en un pregón. Disponible en: https://fundacionsantiago495.wordpress.com/2010/07/24/bertha-lidia-hechavarria-heredia-la-vida-en-un-pregon/.
[14] Preparado hecho con raíces, cáscaras y hojas de diferentes plantas.
[15] Ídem.
Edilina Chacón Campbell. Máster en Estudios Cubanos y del Caribe. Profesora Auxiliar de Historia y Ciencias Sociales. Entre 1984 – 1990 se desempeñó como profesora de la Facultad de Preparatoria de la Universidad de Oriente, en las asignaturas de Historia de la URSS y Paisología de la Unión Soviética. Desde 1990 está vinculada al Departamento de Historia de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Oriente, donde ha impartido diferentes asignaturas como Historia de la Revolución Cubana; Historia de Cuba: siglos XIX y XX, Historia General, Historia Contemporánea de Europa I, II y III; Historia Moderna de Europa I; Debates Históricos y Contemporáneos. Ha recibido varios cursos de postgrado y participado como ponente en eventos nacionales e internacionales. Desde 2010 hasta la fecha ha investigado la temática de procesos migratorios a Santiago de Cuba con énfasis en los desarrollados en las direcciones Cuba-Jamaica y a la inversa. En 2012 se vinculó al Proyecto de investigación “Los Procesos migratorios en la historia local de Santiago de Cuba 1800-1950”. Es coautora de dos libros de textos empleados en Cuba y Venezuela en la formación de trabajadores sociales venezolanos y participado como miembro de comisión científica de carácter nacional e internacional.