En los jardines del Hotel Nacional de Cuba, en lo que fue la Batería de Santa Clara, una de las defensas principales del litoral habanero, se encuentran dos cañones de grandes dimensiones: uno alemán, el Krupp, de 28 cm de calibre y otro español, el Ordoñez, de 30,5 cm de calibre.
En 1810 el técnico alemán Frederick Krupp estableció la fundición de igual nombre en Essen, Prusia y hacia 1847 comenzó a fabricar armamento. La Essen Krupp creció rápidamente no solo con la fabricación de armamento, sino también con la de partes y piezas para ferrocarriles y para la construcción naval. La principal característica de los cañones Krupp era su material de fabricación: el acero de tal calidad, que la Real Fábrica de Woolwich, en Inglaterra, lo compraba para fabricar cañones.
El cañón de montaña de tiro rápido Krupp, Modelo de 1895, empleado por los españoles en Cuba, era la última palabra en artillería de campaña ligera de su época. De acero, ánima estriada y calibre 75 mm, tenía una longitud de 825 mm, pesaba 388 kg, alcanzaba 3 850 m, poseía una cadencia de tiro de 6 a 10 disparos por minuto y empleaba proyectiles de 6.95 kg de peso. Un cañón de este tipo fue capturado por las fuerzas del Mayor General del Ejército Libertador Calixto García en la toma de Las Tunas el 28 de agosto de 1897 y se muestra en la Sala de Armamento Español del Museo de la Ciudad.
Por su parte, los cañones Ordóñez surgieron a finales del siglo XIX, en una época estremecida por la prosperidad de piezas artilleras caracterizadas por su gigantismo. El jefe de la artillería española, el teniente coronel Salvador Díaz Ordóñez diseñó un cañón de bajo costo, pero eficaz, pues España no tenía recursos económicos para competir con alemanes e ingleses, quienes iban a la cabeza de estas producciones. Eran de hierro colado, reforzado con zunchos y tubos de acero, aptos para la defensa de las costas. Se hicieron de 15, 21, 24 y 30,5 cm de calibre y estuvieron inspirados en la artillería marina francesa de 1870.
El cañón cañón Ordóñez emplazado el Hotel Nacional es la pieza de artillería colonial más grande de Cuba. Mide 10,70 m y pesa 48 300 kg. Podía alcanzar hasta 10 000 m de distancia con sus proyectiles.
En el frente marítimo de La Habana, el cual se comenzó a construir en 1896 para actualizar la defensa del litoral y del que solo pudo terminarse el 10%, se emplazaron otras piezas Ordóñez. Los que están situados en el Castillo de San Salvador de La Punta son cañones de 15 cm. Igualmente, la Batería Número 1 tuvo emplazados cañones del mismo calibre y obuses Ordóñez de 21 cm defendieron la Batería Número 2 o del Barco Perdido, ambas al Este de La Habana.