Leonor Amaro Cano
Julio 25, 2020
Tal y como registra la historiografía cubana, los efectos de la guerra civil desatada en España en los años 30 tuvo una enorme repercusión en Cuba entre sectores sociales tan sensibles como la intelectualidad, la clase obrera y los estudiantes. Asimismo, los españoles residentes en Cuba se pronunciaron por lo que estaba ocurriendo en su país, aunque de muy distinta manera. La inmensa mayoría de los hombres adinerados se alineó al lado del ejército sublevado contra la Segunda República Española y, para defender estas ideas utilizaron los espacios cubanos de la prensa. Así, de una manera u otra, la opinión pública del país estuvo al tanto de lo que ocurría en el continente. (Muñiz, (2002). Debates Americanos: 12: 158-174)
En este encuentro haré referencia a la relación que se estableció entre Cuba y España durante el período en cuestión a través de un testimonio literario de una extraordinaria mujer de las letras españolas, quien desde una posición republicana narraría aspectos muy variados de este período. Se trata de María Teresa León quien publica en 1941 su obra Contra viento y marea, en Buenos Aires, lugar donde estaba exiliada.
No se trata de una poetisa cualquiera. A partir de la información presentada por la doctora Luisa Campuzano, a manera de prólogo en el libro recién publicado en Cuba, puedo sintetizar su vida de una manera breve. Nacida en 1903 en Logroño, capital de la provincia de La Rioja, en el seno de “una familia burguesa y culta”, su infancia transcurrió entre Madrid, Barcelona y Burgos, ciudad castellana a la que se sintió fuertemente ligada. Era sobrina de María Goyri, esposa del filólogo Ramón Menéndez Pidal y primera española en obtener un doctorado en Filosofía, lo cual favoreció su amor por las letras. Estudió en la Institución Libre de Enseñanza, proyecto inspirado en la filosofía krausista, y se licenció en Filosofía y Letras. De ahí que pueda afirmarse que ella se educó en un ambiente ilustrado. Casada en segundas nupcias, en 1932, con el poeta andaluz Rafael Alberti, de ideas comunistas, fue este su compañero de luchas políticas y de creación literaria. Ambos participaron activamente, desde la proclamación de la Segunda República, en la defensa de la democracia republicana tanto dentro como fuera del país.
El matrimonio Alberti-León había llegado a Cuba en 1935 y encontró el país en pleno proceso de agitación política tras el fracaso de la Revolución del 33 y de la huelga de marzo de aquel año. Ambos pudieron apreciar la atmósfera de represión que llenó las cárceles cubanas de presos políticos, sobre todos aquellos que profesaban ideas de cambios radicales. De aquí saldrán para México y en ese país María Teresa iniciará su novela, la cual tendrá su final en Europa.
Su obra logra estremecer el imaginario de los cubanos. No es de extrañar que Juan Marinello, expresara: “España es, más que tema, atmósfera; más que ocasión, necesidad. España es novela y tratado, poema y ensayo, teatro e historia, porque es la vida mejor de nuestro día” (Comité Ibero-Americano, (1937), París: 7); y para un político e intelectual como Raúl Roa, España se comprara entonces con lo que Francia había sido en 1789: el símbolo de la libertad, “raíz y vehículo de una nueva etapa histórica, realidad y conciencia del mundo, como alguien ha dicho”. (Roa: (1937), La Habana: 25), porque en ese contexto internacional el eje de la lucha revolucionaria mundial se había trasladado a ese país. Luego advierte; “De los resultados de lo que allí estaba aconteciendo, dependería una involución en escala internacional hacia el medioevo o la inauguración de una época limpia de injusticias y sombra (Ídem, 25).
Con la convicción de vivir un momento privilegiado, la escritora participa directamente en el enfrentamiento, convoca a la resistencia y a luchar por mantener “la voluntad de victoria”. Se relaciona con la intelectualidad cubana, así como a las organizaciones políticas de izquierda. Así, en 1937 toma parte en el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, celebrado en Barcelona, Madrid y Valencia.
Pero lo más interesante para un lector atraído por la historia es detenerse en la forma en que va expresándose en la novela la complejidad social; cómo se va tejiendo en los distintos episodios la diversidad de criterios en torno a la guerra. María Teresa, con su estilo poético, va completando las ideas en torno a cada hombre en particular y a la manera de ver su vida. Por eso no le bastan las grandes generalizaciones. En uno de sus diálogos se pueden apreciar las incertidumbres y las contradicciones. “¿Podemos alegrarnos de la guerra? Tú sabes bien que soy de la “Liga contra la guerra y el fascismo”. ¿No te parece –añadió- que hay una contradicción? Me da miedo. Ya se comienza a hablar en los periódicos de guerra civil. ¿Tú sabes lo que es la guerra? Yo ha he visto esta mañana: grandes extensiones con sus árboles tronchados, la tierra removida hasta las entrañas más honda.” (León: 157-158)
Y en otros pasajes describe las crudas repuestas que va provocando el conflicto armado. A los oficiales de carrera -no importaba su actuación- era difícil otorgarle confianza, después del deshonor cometido por la gente del orden. A la gran traición al pueblo este había contestado con “la improvisación y el entusiasmo, la Milicia Popular, alegre, inexperta, útil. Se habían manchado las espadas profesionales, muerto los laureles del clásico honor militar, y la sangre de los hermanos no se limpia fácilmente. ¡Guerra civil! Habían contestado las armas populares a los aceros aristocráticos, a las balas pulidas. (…) Son las armas del pueblo que, de cuando en cuando, salen en la historia de las naciones en forma de motín, algarada, huelga o revolución (…) Siempre que las armas del pueblo relucen, se mellan las costumbres, se desbaratan los formalismos, se mueven las clases, avanza la humanidad y un espacio de esperanza histórica.” (León: 272)
Sabido es que tras la derrota republicana miles de españoles fueron obligados a refugiarse en otros países de Europa y de América. María Teresa y Rafael Alberti corrieron la misma suerte que otros tantos españoles: el exilio. Dejó para la humanidad, entre otras muchas obras, su cultura y sensibilidad podrán ser evaluadas en el texto que aquí recomendamos, no solo como deleite, sino para aprender mejor la historia.
Los acontecimientos de España luego de declarada la guerra generaron una nueva dinámica en la relación de los españoles residentes en Cuba y los catalanes no estuvieron fuera de ese proceso de expectativas y toma de decisiones. Con posterioridad a la asonada fascista de 1936, un sentimiento de solidaridad se desató en apoyo a las fuerzas republicanas. Como respuesta se sucedieron movilizaciones de hombres y recursos en toda Cuba para ser enviados a la España en guerra. La cultura no quedó al margen, todo lo contrario; desde las actividades artísticas y literarias se fue creando un espíritu de resistencia a la vez que se advertía el peligro que acechaba a la humanidad.
Notas
* Conferencia presentada en el II Coloquio Presencias europeas en Cuba, 2018, del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo.
Leonor Amaro Cano: Doctora. Historiadora, escritora e investigadora. Profesora Titular Consultante de Historia de la Universidad de La Habana durante 50 años. Profesora de Historia General y de Historia de España en la Facultad de Filosofía e Historia y del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana. Ha publicado artículos en revistas nacionales sobre la historia de España, el nacionalismo catalán, las relaciones Cuba-España y la presencia hispánica en Cuba.